Nuevos relatos publicados: 6

Cierra la puerta, cierra la puerta

  • 9
  • 51.605
  • 9,22 (58 Val.)
  • 0

- ¿Puedo pasar? - Se oyó a través de la puerta.

- ¡Noo! - Ya demasiado tarde, y ahí nos vio a su hermana y a mí, completamente desnudos, ella en posición perrito y yo agarrándole de las caderas para bombear. ¿Hicimos demasiado ruido? ¿Gimió Sira demasiado?

Nos quedamos los tres petrificados, nadie dijo nada durante unos segundos, mi pene estaba todavía dentro de la húmeda vagina de Sira. Finalmente fue su hermana quien dio la primera señal de vida, muy ruborizada, se disculpó rápidamente y se marchó cerrando la puerta.

- ¿Pero no habías puesto el pestillo? - Dije yo

- ¡Yo pensaba que lo habías puesto tú! - Nos quedamos en silencio y de repente, empezamos a reírnos.

La verdad, la situación, más que acongojarme, hizo que me entraran ganas de continuar, así que sin mediar palabra alguna, y Sira ya acostada, la empecé a besar mientras volvía a penetrarla notando que a ella tampoco le había importado nada que nos pillasen.

-¡Pero cierra la puerta! - Me reprochó.

- No hace falta, así está bien, no creo que vuelva.

Sinceramente, era como si necesitase que volviera a entrar, solo de pensar en eso me subía el libido, me daba mucho morbo.

-¿...Te importa mucho si se queda abierta?

Ella únicamente me miró con el deseo de que continuase penetrándola; su cara ya lo decía todo, en esos momentos sabía bien lo que quería. Y yo me limité a dárselo, empujaba cada vez más fuerte, sus gemidos resonaban más y más, creo que pretendía de que su hermana nos escuchase, o simplemente se había olvidado de lo sucedido hace apenas cinco minutos.

Una vez finalizado, después de haber llenado a Sira y ver cómo asomaban unos rastros de esperma aún caliente, nos dimos cuenta de que Noa, su hermana, nos observaba con estupor, sin apenas pestañear con los ojos llenos de deseo y por la manera en que tenía las piernas, me atrevería a decir, que también lubricada.

¡Entra y cierra la puerta! - Le dijo Sira - Que no se enteren papá y mamá, ¿que no sabes llamar antes de entrar?

- Es que… Yo… - Balbuceaba sin saber cómo expresarse.

Tenía las manos entre las piernas, parecía que apretara buscando algo de placer, y aun cuando nosotros ya habíamos terminado, ella mantenía la postura sobre el margen de la puerta.

-¿Te ha gustado lo que has visto? - Me atreví a preguntar, mi pene ya empezaba a crecer de nuevo.

-¡¡Pero Ait…!! Estás como una puta cabra…- Sira cambió la mirada de odio por algo de lujuria.

-¿Yo? He notado cómo te has puesto después de que entrase la primera vez. - Dije riéndome. Noa no entendía nada. - Ven, siéntate en la cama, Noa - Le dije ya sin esperar la aprobación de Sira. - No me has contestado... ¿Te ha gustado lo que has visto, pequeña?

-... - Como la veía tan indecisa le enseñé el pene brillando aún por los restos de fluidos, empecé a menearlo esperando mientras se iba acercando con indecisión sin quitar sus ojitos de encima.

- Puedes tocarlo si quieres. - Dije cogiéndole de la mano para acercarla a mi miembro. La cogió del tronco y con un poco de ayuda mía empezó a moverla de delante hacia atrás

- Prueba a lamerla, seguro que te gusta - Dijo Sira al mismo tiempo que le pegaba un lengüetazo uniéndose a nosotros.

Las dos hermanas empezaron a lamer cada centímetro mientras sus lenguas se juntaban buscándose, era algo muy dulce que contrastaba con los líquidos que salían de mi polla, que ya estaba tan dura como el hierro.

- Un momento... - dije - Aquí estamos los dos desnudos salvo ella. - Noa se ruborizó

- Tiene razón - dijo Sira - Venga Noa, quítate tú también la ropa.

Sin mediar palabra Noa se incorporó de nuevo y mirando sin mirar, se empezó a quitar el vestidito que llevaba de color gris oscuro a lunares blancos. Bajo esa fina tela se mostraron unos pequeños pechos todavía sin forma, con una aureola rosada y los pezones duros como piedras debido a la excitación. En la parte de abajo, contaba con unas braguitas de Minnie Mouse que pronto se quitaría para mostrarme un coñito que empezaba a mostrar sus primeros pelitos.

- ¿Aitor? - quiso llamar mi atención Sira - Te has quedado mirando como un tonto - No creo que le importe si le tocas un poco, ¿a que no Noa?

- Ehmm.... no... - murmuró.

Sin dudarlo alcé mi mano para acariciar sus pequeños pechos, prestando más atención a sus pezoncitos, que si bien creía no podían estar más duros; estos acabaron endureciéndose más; después de entretenerme un largo rato en esa zona, bajé suavemente la mano hacia su tripa hasta llegar a su entrepierna, para encontrarme con una zona bastante húmeda, muy húmeda; jugueteé un poco con su clítoris, que era el más pequeño que había visto nunca, haciendo movimientos circulares sobre él, a veces justo encima de este, cosa que le hacía retorcerse de placer, decidí introducir un dedo en su vagina y al ver que no mostraba signos de rechazo empecé a moverlo de dentro hacia fuera, como si fuera un pene.

Tras un corto periodo de tiempo le hice sentarse junto a su hermana, que estaba observando la escena mientras su mano se mantenía en la entrepierna; me coloqué de pie junto a ellas quedando mi miembro a la altura de la boca de Noa y algo más bajo de la boca de Sira. Ambas, sin pensarlo acercaron su boca a mi polla y empezaron a lamerla sin siquiera importarles que sus lenguas se entrecruzaran. Sira debió intuir que estaba por correrme por lo que nos hizo detener.

- Aitor, espera. - Dijo con tono suave - Hay algo que me gustaría que hicieses..

- ¿Qué pasa? - Pregunté extrañado, quería ver como las hermanas se bebían mi semilla.

- Quiero que penetres a Noa...

- Creo que eso debería decidirlo ella. - Yo deseaba hacerlo, no estaba seguro si duraría mucho, pero lo quería intentar.

-¿Eeh...? Yo… no… no sé…- Noa empezó a asustarse un poco.

- Venga Noa, ¡seguro que te gusta! o ¿hasta ahora no te ha gustado lo que te ha hecho? - Insistió Sira.

- Es que... - Sin dejarla terminar, Sira la acostó en la cama.

- Aitor, vamos, que la tienes ya en posición para hacerlo.

Yo no daba crédito a lo que veía, Sira estaba forzando a su hermana pequeña a tener sexo conmigo, pero el deseo que tenía por desvirgar a su hermana me pudo, por lo que me puse de rodillas entre sus piernas y poniendo estas en mis hombros empecé acercar el pene a su estrecha pero lubricada vagina. De los ojos de Noa empezaron a salir unas pocas lágrimas pero su deseo parece ser que era mayor, porque no opuso resistencia alguna. Empecé a meter la puntita un poco, lo que hizo soltar un breve gemido, estaba muy apretado pero gracias a la mezcla de nuestros fluidos empezó a entrar cada vez más sin problemas. Giré la cabeza hacia donde estaba Sira, estaba mirándonos fijamente, sin perderse ningún detalle, a la vez que se masturbaba sin cesar.

Tenía ya unos pocos centímetros de mi polla dentro de Noa cuando me topé con su virginidad. Noté empujando un poco que le dolía, por lo que no insistí por el momento. Empecé a moverme de dentro hacia afuera y se veía que Noa cada vez disfrutaba más...

- Noa, ahora te va a doler un poco, pero después disfrutarás como nunca. - Ella me miró con deseo, en sus ojos ya no había lágrimas.

Cuando volví a llegar a la barrera que impedía que mi polla continuase su camino, empuje con fuerza sin esperar respuesta, hasta que introducí todo mi miembro dentro de ella. Ella gritó y empezó a llorar, por lo que me detuve en seco sin sacarla de dentro y me acerqué a ella para abrazarla y acariciarle la cara.

- Ya ha pasado lo peor. A partir de ahora empezarás a disfrutar. Te lo prometo. - Le dije suavemente al oído.

Volviendo a la posición inicial y después de pasar poco tiempo, empecé a moverme de nuevo aunque muy despacio todavía. Cuando ví que sus gritos pasaron a ser gemidos, empecé a aumentar el ritmo.

Cuando Noa ya no mostraba ningún signo de dolor, Sira nos hizo parar.

- Por favor Aitor, para un momento.  - Nos hizo separarnos.

Tras limpiar a Noa de los restos de sangre que quedaron tras perder su virginidad. Quiso que hiciésemos algo diferente.

- Acuéstate tú ahora y que ella se ponga encima de ti. - Sira empezó a organizarnos.

Una vez yo tumbado y Noa encima de mi, con todo mi miembro en su interior, Sira puso frente a su hermana, encima de mi boca. Sin necesidad de decir nada, Noa empezó a moverse encima de mi y yo empecé a lamer el coño de Sira. Estaba mojada, muy mojada, y eso a mi me encantaba.

Ambas hermanas estaban disfrutando de lo que les hacía hasta tal punto de que olvidaron de que eran hermanas. Las dos se estaban besando y manoseando. Al mismo tiempo que lamía el coño de Sira noté la mano de Noa que se acercaba a su clítoris y empezó a masturbarla al mismo tiempo que yo pasaba mi lengua por cada rincón. Poco pasó hasta que empecé a notar mi boca llena de fluidos. Sira se estaba corriendo y yo me estaba bebiendo hasta la última gota. Al mismo tiempo, por inercia, empecé a mover mis caderas al mismo tiempo que Noa se movía cada vez más rápido.

Sira todavía no se había recuperado de su corrida cuando en esta ocasión fue Noa la que empezó a correrse, llenando todo mi vientre con sus fluidos. No aguantaba más, mi polla estaba a punto de explotar dentro del cuerpo recién desvirgado de Noa; di un último bombeo dentro de ella y de la punta de mi capullo empezó a brotar una cantidad increíble de semen caliente que se pegaba por todo su interior. Salí de ella levantándola sin casi esfuerzo y al hacerlo la noté temblando de placer. Su hermana se había quedado con ganas de probar mi leche, así que una vez acostada Noa, Sira empezó a vaciar el interior de su hermana con la lengua.

- ¿Qué te ha parecido? - Preguntó Sira a Noa.

- Me..me.. ha gustado..mucho. - Titubeó Noa ruborizándose.

- No te avergüences cuñadita - Aitor cogió de los hombros a Noa.- si de verdad te ha gustado, podremos repetirlo en otra ocasión que no tengamos la puerta cerrada.

(9,22)