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Lo vi y supe que sería mío

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Soy mujer casada, si felizmente o no depende de lo que uno entienda por felicidad. Mi marido me cuida, incluso me mima, y me da un nivel de vida alto que me permite llevar a cabo la gran mayoría de mis caprichos. Viajamos, quedamos con otras parejas, asistimos a eventos y muchas cosas más, aunque es verdad que hemos llegado a un punto en el que falta algo más, por lo menos a mi. 

Ese algo más durante unos días fue James, un sobrino de 22 años de mi marido. Él, junto a su familia, vive en EEUU, de donde también es mi marido. Como desde hace unos años vivimos en un gran chalet en una zona residencial de Mallorca, con piscina y cercano al mar, de vez en cuando recibimos visitas de familiares y en esta ocasión le tocó a él.

Vaya por delante que yo tengo ya cuarenta y tantos, a pesar de lo cual creo que me conservo excelentemente. No en vano soy una adicta al gimnasio, a mi esteticien y, por qué no decirlo, algún retoque me he hecho. Es por todo ello que aún levanto pasiones en jóvenes y adultos y no son pocos los que me observan y de vez en cuando me deboran con la mirada, cosa que me alegra ...

Pues como mi marido tuvo que viajar inesperadamente al norte de Europa por negocios, me tocó a mi ir al aeropuerto a recoger a su sobrino. No nos conociamos pero afortunadamente había visto fotos de él, aunque ahora he de reconocer que no le hacían justicia. Le vi aparecer por la puerta de acceso y recuerdo haber pensado que por alguien así sería capaz de ser infiel: metro noventa, rubio, ojos azules, piel dorada, fuerte y decidido en sus movimientos.

Me apresuré a su encuentro casi como una colegiala acude a los brazos de su primer novio y despues de presentarme y sin dejarle soltar las maletas le estampé un abrazo que le pilló tan de sorpresa que ni reaccionó.

He de decir que mi nivel de inglés, sin ser de academia es suficiente para hacerme entender y entender, aunque siempre he pensado que el objetivo del lenguaje es hacerse entender, independientemente de cómo.

El camino a casa era corto así que apenas pudimos hablar. Él estaba cansado despues de un viaje largo y con escala en Madrid y no se le veía muy comunicativo. Además, como se enteró del viaje de mi marido por mi creo que se desilusionó un poco. Le dije que se animara, que tenía todo el día para descansar pero que por la noche teníamos que salir de fiesta a pasarlo bien. Pude ver como en un par de ocasiones James me miraba las piernas y el escote. Yo, sin intención alguna hasta ese momento, me había vestido algo informal, con pantalón corto, bastante corto, y con una blusa con bastante escote. En ese momento me alegré mucho de la ropa que llevaba.

Cuando llegamos, le enseñé la casa y lo acomodé en su habitación. Me pidió descansar y nos despedimos con un dulce beso en la mejilla.

Yo también estaba algo cansada y me fui a la cama a dormir un poco, pero no podía quitarme la imagen de James de la cabeza y me mente calenturienta ya maquinaba como hacerlo mío ... y aunque los remordimientos de serle infiel a mi mario y más con su sobrino me abrumaban, no lo hacían lo suficiente.

Cansada de dar vueltas en la cama y caliente en varios sentidos, finalmente me levanté y me fui a la piscina a darme un baño con la intención de relajarme. Hicé algunos largos para luego apoyarme con los brazos en el borde donde ya hacía pie. Al detenerme mi mente se activó y comencé a imaginarme como sería estar con James y lo que escondería debajo de la ropa. Casi instintivamente bajé una mano y sin darme cuenta estaba tocándome por encima del bikini. Cuando tomé conciencia de lo que estaba haciendo, sonreí y aparte ligeramente la tela para empezar a jugar. Cerré los ojos, me mordí el labio y jugué y jugué ... primero lentamente pero cada vez más rápido, más fuerte ... imaginándome que era él, hasta que alcancé uno de los mejores orgasmos que recuerdo haber tenido yo sola. Cuando por fin abrí los ojos miré hacía arriba y me pareció ver una silueta a traves de la cortina de la habitación de James. Aún sin saber si me habria visto o si se habría dado cuenta de lo que estaba haciendo, salí del agua y me fui al interior de la casa.

Una vez dentro salió a mi encuentro James, ya con mejor cara, supongo que por la siesta y me dijo que tenía hambre, por lo que fuimos a la cocina a nos preparamos un tentenpié. Por fin podía verlo con un poco menos de ropa. Llevaba una camiseta de manga corta y pantalón corto. Se notaba que se machacaba en el gimnasio, tenía buenos brazos y buenas piernas, y se le adivinaban unos buenos pectorales. Cada vez lo tenía más claro.

Estuvimos hablando un poco de todo: de sus estudios, de los planes que tenía para cuando los acabara, de lo que quería hacer en vacaciones ... hasta que le pregunté si tenía novia, a lo que me respondió que sí pero que las cosas no iban demasiado bien. Bajó la mirada, como entristecido, y no pude evitar poner mi mano sobre su mejilla y decirle que no se preocupara, que había venido a pasarlo bien y que lo que ocurriera aquí, aquí quedaba. Conseguí alegrarle y finalmente casa uno se fue a su cuarto para arreglarse. La noche era joven y prometía.

Cuando por fin estuve lista y bajé a la planta de abajo, él ya hacía rato que me esperaba. Había seleccionado cuidadosamente mi ropa. Quería provocarle sin que fuera demasiado evidente: seductora pero discreta. Me pusé una falda ceñida pero que me llegaba hasta las rodillas y una blusa con los suficientes botones abiertos como para que le entrasen las ganas de mirar adentro. Todo ello acompañado de zapatos de tacón y el pelo recogido. Y creo por la cara que puso que había conseguido mi objetivo. 

Le pedí que condujera él para que fuera conociendo la isla y de paso poder observarle. Él iba guapo, no era la imagen de la tarde ligero de ropa pero también tenía su atractivo, con una camisa elegante a juego con el pantalón.

Yo ya tenía claro el plan. Una buena cena cargada de insinuaciones y acompañada de vino, mucho vino, para luego ir a bailar y provocarle con los movimientos de mi cuerpo hasta que fuera él el que diera el paso. Infalible, al menos hasta la fecha.

Le guié hasta un italiano que hay en el paseo marítimo en el que pensé, y no me equivoqué, que al ser un día entre semana habría poca gente. Para ir calentando el ambiente pedí un Martini para mi y un mojito para James. Con la cena, vino y más vino. Hablábamos animadamente y en cuanto veía que su copa se vaciaba rauda y veloz echaba más vino. La piel dorada de su cara ya se volvía rosada y la conversación cada vez era más cercana y menos formal.

Empezaron las miradas intencionadas, las palabras ambiguas, las mordidas de labio y las sonrisas complices y empezaron a encontrarse nuestros pies bajo la mesa. La velada transcurría según lo planeado, mi imaginación ya proyectaba en mi mente imágenes de lo que iba a ser mi primera infidelidad y eso me estremecía y me excitaba.

Ya pagada la cuenta y antes de abandonar el restaurante, me fui al baño para darme el último retoque. Me miré en el espejo, me sentía joven seduciendo a alguien que podría ser mi hijo. Estaba exultante. Cuano fui a salir del baño me encontré de frente con James que entraba. Le indiqué que se había equivocado pero él ya lo sabía. Con una mano me cogió de la nuca, la otra empujó mi culo a su cadera y me comenzó a besar como si le fuera la vida en ello. He de reconocer que no era el sitio que había planeado ni James mostraba la habilidad que me habría gustado, pero entre el grado de excitación que llevaba y todo el vino que había bebido, poco importaba.

Di dos pasos atras para que terminásemos de entrar y poder cerrar la puerta. James se mostraba impetuoso, descontrolado y con poco tacto. En otras circunstancias nuestro encuentro habría acabado ahí, pero esa noche no. Sus manos recorrían con fuerza todo lo que podían tocar mientras su labios y su boca hacían lo propío. Yo procuraba ponerle pausa pero era imposible. Conseguí seprarme de el poniendo mis brazos entre los dos, me miró confundido pero antes de que pudiera reaccionar lo empujé suavemente contra la pared, me acerqué a él y suavemente comencé a lamerle y besarle el cuello, mientras mi mano se colaba entre nosotros, encontrando el hueco suficiente para entrar en su pantalón.

Ahora marcaba yo el ritmo. No falla, no hay nada como cogérsela a un hombre como para tener el control. Mientras le besaba comencé a mover mi mano. Noté como en mi mano seguía creciendo y su tamaño no me decepcionó. Su respiración seguía agitada, pero más acompasada, por lo que volvía a su boca y comencé a besarle como dicen que sólo yo sé. Aceleré los movimientos de mi mano. Con el nuevo ritmo había podido centrarme un poco y si algo tenía claro es que no iba a follar en un baño,sobre todo ahora que sabía que podría hacerlo donde y cuando quisiera, pero un anticipo si que podía darle. 

Cada vez le besaba con más intensidad y cada vez mi mano se movía a más velocidad, con mi otra mano impedía que me tocase, quería que se quedase con las ganas de tenerme, de manosearme, de poseerme. Comenzó a tensar el cuerpo, a gemir, a morderse, noté como se le ponía aún más dura. ¡Correte! le decía al oído, y creo que aunque no me entendía se hacía una idea. ¡Correte! le decía una y otra vez, hasta que por fin noté como sus venas se inchaban, como su espalda se arqueaba, como James cerraba con fuerza la boca para intentar no gritar y como mi mano comenzaba a mancharse de un líquido blanco, espeso y caliente.

Cuando James dejó de gemir y terminó agitarse, saqué mi mano y, sin dejar de mirarle a los ojos, me metí un dedo en la boca y lo saboreé.

Ahora ya era mío. No había ocurrido exactamente como había planeado pero era mío. E iba a ser mío todo el tiempo que mi marido estuviera de viaje ...

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