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El arte de hacer una buena felación

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Estos versos aparentemente groseros,
que a más de una señora le escamen,
son escritos con el deseo más sincero,
de enseñar a mamar un buen pollamen.

En el amor todo vale, nada es repugnante,
se desbordan las pasiones, la libido reclama,
placeres sin tasa, pretensiones anhelantes,
gocemos sin freno y sin límites en la cama.

Nardo suspirante inflado, en mástil se troca,
que yergues de la nada con ansias desafiantes,
buscas desesperado esa fina y delicada boca,
que libe tu miel y transite por tu piel arrogante.

Mujer de boca granada. Luces de la alborada,
labios acuosos de espumas dulcificadas,
liba de ese panal erguido y apaga su llamarada,
hará el milagro al santo, con una gran mamada.

Goces infinitos, deleites sin límites ni confines,
el hombre muere, el placer le hiere, cae inerte,
mientras tu boca bebe, acaricia "los cataplines";
no seas cruel mujer, no le dejes a su suerte.

El macho extasiado, sumiso y dominado,
a los pies de la hembra cae abatido,
su linfa recorre sus nervios extenuados,
llora desesperado... ante ella se ha rendido.

¡Mujer! sorbe de esa fuente que emerge cual llama,
aspira con celo lo que del fragor se derrama,
ansía con lujuria los placeres que de allí emanan.
¡Mujer! No penes, que otra vez mamarás mañana.

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