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30.2 Despidiendo este año

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Creo que nos hemos dormido en la misma posición en que nos corrimos y derramamos nuestro semen, o en sueños he vuelto a mamársela, porque cuando despierto mi cabeza descansa al lado de su muslo y mi mano sujeta su pene.

Cuando salimos al salón mis padres están preparados y mamá luce preciosa con su pelo blanco azulado que le brilla, y ella nos mira extasiada, ya sé que Nico luce una planta mejor que la mía y que me saca quince centímetros de altura y parece más hombre a pesar de ser yo dos años mayor que él, pero tampoco estoy mal.

A la entrada de la residencia hay coches esperando para que los de seguridad cotejen las invitaciones que portamos, han habilitado tiendas blancas en el parque para los invitados con estufas de gas y las galerías las han tapado con biombos de cristaleras y disponen de  estufas igual que en las carpas blancas del parque. Nos indican que vayamos a la parte de atrás para aparcar el coche, dejamos a mis padres ante la escalera de acceso y nosotros vamos donde nos indican los que organizan el tráfico.

Obviamos volver a rodear la casa, accedemos por una de las puertas del ala donde están las habitaciones de Gonzalo y de invitados, Nico conoce la casa casi mejor que yo, ha tenido que estudiar la distribución de esa planta al detalle. Llegamos por el ancho pasillo hasta el centro de la casa donde están los salones y el ala Oeste debajo de la cual han estado realizando la excavación y ganar espacio para las oficinas de administración.

En el Salón central han colocado unos paneles de metacrilato con dibujos de los trabajos realizados, Gonzalo está dando explicaciones a algunos de los invitados, en lugar de corbata lleva un lazo granate en el cuello y las solapas de su chaqueta son brillantes del mismo color, a mi me parece un príncipe de cuento de hadas, cuando nos ve y después de saludarnos le pide a Nico que sea él el que explique lo que han hecho. Mis padres hablan con otros invitados y giro la cabeza para buscar caras conocidas de mis amigos o gente joven pero no veo a ninguno.

Los camareros van ofreciendo bebidas portando bandejas y al fin veo a Al que sale del pasillo por donde nosotros hemos accedido, antes de que me vea me dirijo hacía él.

-Daniel, ¿qué haces aquí?  -va vestido con un traje muy parecido al de Gonzalo y sus zapatos negros brillan como si fueran de plástico, nos damos un abrazo y le explico cómo hemos evitado la entrada principal.

-La gente joven está en alguna de las tiendas del parque, creo que prefieren las bebidas que se sirven allí y además el abuelo de Gonzalo quiere que los colaboradores de la fundación vean con detalle las obras que se han hecho.

Me explica que van a acudir muchos invitados, por la crisis han disminuido las donaciones y tienen que activarlas para continuar con las obras, que va a ser una fiesta más concurrida que las de años de atrás. Salimos para encontrarnos con nuestros amigos, Al se acerca al grupo donde están Gonzalo y Nico, para decirles nuestra intención, cuando vuelve me coge del brazo y me lleva, nuestros chicos tienen que quedarse para dar explicaciones a los mayores y estimularles para que donen su dinero.

A la salida puedo saludar a los abuelos de Gonzalo.

La mayoría de los jóvenes han bebido bastante para las doce de la noche, antes y durante la cena. Me encamino con Nico a la terraza del Oeste para ver los fuegos artificiales que alumbrarán la bahía, también se nota la crisis en ese detalle, la duración, el fulgor y el brillo de los fuegos ha disminuido a la mitad según lo que yo recuerdo.

Rodea mi espalda con su brazo llevándome hacia él y aproxima su boca a mi oído.

-Feliz año nuevo Daniel, espero que seas muy feliz bebé querido.

Hay un poso de amargura que me rompe, no me importa estar rodeado de gente, elevo mis brazos para rodear su cuello y me pongo de puntillas para callarle la boca, al momento no responde pero insisto hasta lograr que apriete primero hasta terminar por meter mis labios en su boca y morderlos.

-Seremos felices, te juro que lograremos serlo, como ahora.

Por el rabillo del ojo veo que hay muchos que nos secundan y se abrazan, y se besan con los que tienen más cerca, el abrazo se generaliza entre todos hasta estar frente a Gonzalo, lleva a Al sujeto de la cintura, me abraza con su brazo libre y besa ligeramente mi boca, creo que me he quedado suspendido en el vacío, siento vértigo y parece que me mareo, me saca de mi estado catatónico y de delirium tremens, el abrazo y los besos de Al

Hay un grupo de música en una de las tiendas y después de la cena la han reordenado como si ahora fuera un bar discoteca, con poca luz y de colores, ya hay jóvenes moviendo sus cuerpos en el centro.

A pesar de haber dormido unas horas a la tarde, sobre las cuatro de la mañana estoy rendido, mis padres hace tiempo que han marchado para casa y no tenemos coche para volver, tendrá que llevarnos alguien. Le pregunto a María cuáles son sus intenciones, van a quedarse hasta la hora del chocolate de la mañana y lo mismo Carlos y Amadeo. No busco más, me resigno. Nico también está encantado de quedarse.

La larga noche ha causado estragos en nuestros cuerpos, con el chocolate de las seis de la mañana comenzamos a desfilar marchando para nuestras casas, Carlos y Amadeo son los primeros y nos apuntamos al viaje. No quiero que se entretengan y les pido que nos dejen al lado de la iglesia y desde allí caminaremos.

**********

 

Me despertaron las caricias que recibía en mi cuerpo, abrí lentamente mis ojos y dirigí mi mirada a la parte inferior de mi cuerpo, su cabeza reposaba sobre mi vientre, la yema del dedo índice de su mano derecha acariciaba mi pezón, la izquierda se esconde y hurga en mi entrepierna. Un ligero movimiento de mi cuerpo le hizo levantar la cabeza. Me mira con dulzura y se arrastra hasta dejar su rostro al lado del mío, tiene el cabello alborotado y se le nota la barba. Me estiro sobremanera poniendo rígidas mis piernas.

-Perezoso, ¿sabes la hora que es?  -no dejaba de mirarme y nuestras miradas se sorprenden escrutándose.

-¿Qué  hacías ahí abajo?  -se sonroja y me da un beso.

-Estaba mirando tu sexo, dándome cuenta de lo perfecto que es, como toda tu persona.  –sus labios no abandonan la comisura de mi boca.

-Tonto, así es como tú lo ves.  –me coloco encima de él apoyando mi pecho en el suyo y me dejo caer para enterrar mi cabeza en su cuello y comienzo a besarle.

-Qué paz se siente, no se escucha el menor ruido y bueno, dime, ¿qué hora del día tenemos?  -lamo su cuello y lo encoje.

-Son ya las dos de la tarde, nos dejamos la puerta abierta y la he tenido que cerrar, se escuchaba música que venía del salón. ¿Seguimos en la cama o nos levantamos?

-Nos estarán esperando para comer, será mejor que nos levantemos.  –me retiro a mi pesar de encima de él, había empezado a excitarme con el roce de mi miembro sobre el vello de su abdomen pero no era el momento de cumplir mis apetencias sexuales. Nos preparamos un poco, afeitar y lavar la boca y con un chándal cubriendo nuestra desnudez vamos a la cocina. Preparo un zumo mientras Nico me mira y entra mi madre.

-Feliz año hijos, como ya os habéis levantado voy a preparar la comida.  –se queda un momento parada y observándonos mientras bebemos el zumo.

Después de comer nos duchamos para poder salir, hubiéramos preferido quedarnos en casa ya que continúa haciendo frío, pero hay que salir un poco y damos un paseo por el muelle sin llegar hasta la playa, las calles están sucias de los restos de los fuegos de artificio de la noche, botellas y latas. Hay muy pocos bares abiertos, entramos en uno de ellos y pedimos una té para cada uno, Nicolás bebió demasiado anoche y para comer, entre mi padre y él, se han bebido una botella de champán, demasiado según mi  opinión.

Contesto algunos mensajes que me llegan pidiendo que les esperemos, María, Raúl, Carlos y Amadeo aparecen al cabo de quince minutos. Entran frotándose las manos y la conversación comienza.

Me piden que les narré mis experiencias, les cuento a grandes rasgos mi vida en Francia, y se asombran cuando les explico mi relaciones con Evans, Lucas y los demás, les parece emocionante y creen que vivo una película, de vez en cuando miran a Nico que les corrobora lo que hablo con gestos de su cabeza, a veces hace gestos, como diciendo que exagero y me hace reír. La vida de Amadeo es más movida aún, acompaña a su madre en muchas de sus misiones por encargo de la ONU y la del resto es más tranquila.

Cuando comienzan a pedir cerveza miro preocupado a Nico, no me gusta que beba tanto, María me pide que pruebe una bebida, shandy, compuesta de cerveza y limón. Les acompañamos hasta el inicio del paseo y allí cogemos caminos opuestos.

Estamos un rato con mis padres mientras comemos algo de fruta para cenar. Rafael no ha vuelta a llamarme ni a enviarme mensajes, no creo probable que se molestara por la conversación que mantuvimos, quiero pensar que lo hace para no ponerme en evidencia.

En ese momento deseaba tener sexo, el no haber satisfecho mi deseo antes de comer me tenía anhelante y deseoso, no había dejado de observar a Nico durante toda nuestra permanencia con nuestros amigos en el bar y a veces mi mente le desnudaba. Ahora al verle sin ropa se me despierta el deseo, comienzo a incitarle y a coquetear con él, tirándole la ropa de la que me iba desprendiendo, él la olía llevándola a su nariz y movía mis caderas, notando como a cada segundo que transcurría su falo iba engordando y separándose de sus pantorrillas donde se apoyaba al estar lacio. Le veía tan varonil, tan poderoso  que deseaba satisfacerle, entregarme y ser penetrado, hacerle feliz en la cama con mi cuerpo y ser llenado por su semen y envuelto por el calor y la fuerza de sus brazos.

Observaba mis movimientos y se sentó en una butaca, jugaba con el prepucio de su verga sacando y ocultando su glande, con los ojos muy abiertos y sin perder detalle de mis movimientos, le notaba seducido y a su vez miraba deleitándome su condición, el poder y la energía que emanaba de él como macho seductor, muy superior a mí en este sentido.

Agaché mi cuerpo y fui dando pasos hacia atrás, hasta que mis piernas rozaron sus rodillas, no alargaba sus manos para tocarme, me dejaba hacer y disfrutaba excitándose, notaba su profunda respiración y como el aire era expulsado con fuerza de sus pulmones. Me volví hacia él y me senté a caballito en sus piernas, luego me deslicé hasta que nuestros penes se unieron, el suyo con un volumen que duplicaba el mío y que él tanto disfrutaba admirándolo al mediodía. Cogí su mano y le forcé a que abrazara los dos y comencé a moverla para que fuera masturbando las dos vergas unidas en el mismo abrazo.

Nuestras miradas se sonreían dichosas y me elevé para ofrecerle mi tetita, la lamió, primero con la punta de su lengua, luego le daba largos lametones hasta que la metió en su boca y chupaba mordiendo a veces mi pezón logrando que me retorciera de gusto.

Pasó a la otra tetilla después de dejarme mojada y roja la primera, hizo la misma operación, logrando que diera pequeños gritos de placer y comenzó a besar mi pecho. Notaba sus gordos testículos aprisionando los míos más pequeños y casi sin vello, sus pelos hacían cosquillas en mi escroto.

-Vamos a la cama, te la tengo que meter o me corro.  –jadeaba y chupó mis labios mientras se ponía en pie sin soltarme, sosteniéndome de mi cintura abrazado. Me llevó y me dejó un momento sentado en el borde de la cama, dirigí mi mano a su verga que chorreaba precum y me lo llevé a los labios, colocó unas almohadas y me depositó encima de ellas, tiró de mis posaderas y me colocó como si fuera una muchachita con las nalgas muy abiertas.

En esa posición donde le exponía todo lo más reservado y oculto de mi ser, de mi intimidad, tan abierto y dispuesto para que me tomara, me avergonzó, pero fue solo un momento hasta que vi su sonrisa lujuriosa y como no apartaba sus ojos de mi culo.

Se agachó y comenzó a besar mi entrada y pasar su lengua por ella, a veces la soplaba o dejaba caer su saliva que luego volvía a recoger aspirando muy fuerte.

Así estuvo un rato chupando y sorbiendo, metiendo su lengua todo lo que podía hasta que se canso de ese juego, me pidió que sostuviera mis piernas abiertas, se acercó a mi rostro para besar mi boca, el sabor de mi culo iba impregnado en él, me gustaba, jugó con su polla golpeando en la entrada de mi ano, notaba como se me abría y cerraba deseando recibirla y ser destruido por ella y así jugaba poniendo cara de malo y mordiéndose incitador los labios.

Cuando no podía aguantar más comenzó a meterla, entraba lentamente y no sentí más que un escozor que era molesto pero placentero hasta que la tuvo dentro toda ella; sabe que me gusta jugar para acostumbrar mi recto a su gorda presencia y se queda quieto, mirándome malévolo, moví mis caderas para que se acoplaran mi recto y su polla en una simbiosis perfecta, se apoyó en mi pecho, mordió mi labio y tiro de él con sus dientes, con perversidad graciosa me habló.

-Ahora prepárate, vas a saber lo que es un macho.  -sonreía chulo y soberbio enseñando los dientes, un ligero estremecimiento surco mi espalda, me envolvía el placer voluptuoso y su forma de hablar excitaba mi libertinaje haciéndome partícipe de su juego.

-¡Sí, sí, fóllame como solo tú sabes!  -sonrió con satisfacción y no tuvo piedad de mi, estaba acostumbrado al tamaño de su miembro pero no a esa manifestación de poderío varonil. Entraba y salía de mi tirando y entrando con violencia, el sudor le goteaba en las cejas y barbilla, yo gritaba de placer y podía haber llorado, era delicioso, increíble hasta donde entraba y paró un momento para mirarme agotado.

-Más, más, no pares, sigue follándome.  -le grité, abracé con mis piernas sus caderas y las crucé en su espalda.

-Dame, dame, entra más en mí, está muy rico.  -le suplicaba con los ojos cerrados y perdidos  en el techo cuando podía abrirlos.

Seguía moviéndose como un maestro y para descansar unos segundos bajo su ritmo, yo no quería eso, necesitaba sentir como rozaba su verga mi recto, volvió a coger velocidad, comenzó a jadear más fuerte, los golpes de su pelvis sobre mi trasero sonaban como tambores y el golpear de sus testículos sobre los míos me causaban dolor. Abrí mi ojos como platos, aspiré para no ahogarme y explotamos los dos al mismo tiempo, nos retorcíamos para buscar mayor contacto, yo me impulsaba hacia él y buscábamos la acopladura perfecta para un mayor placer, poco a poco se escuchaban nuestros suspiros más suaves y un hondo soplido salió de nuestras bocas al expulsar el aire, parece que nos asustamos y nos miramos fijamente, queríamos reír y no podíamos.

Su polla no salía de mí, su mano acariciaba mi rostro y sus labios doloridos y rojos me besaban, ahora había perdido su brutalidad fingida, todo él era dulzura.

-¿Te he dañado? He estado muy burro, pero tienes un culo delicioso que me vuelve loco.  -le atraje con mis brazos y junté nuestros rostros.

-Ha sido maravilloso, eres increíble Nico, me gusta cómo me haces el amor, cada vez más y me agradas, me encantas, eres un hombre tan machote.  –acariciaba el vello de su pecho y volvía a abrazarme a su cuello.

Su verga descansaba sobre su pierna, de su pellejo salía un hilillo de semen, llevé mi dedo y lo recogí transportándolo a mi boca.

-¿Te gusta mi esperma?  -me pregunta con desvergüenza y descaro.

-Todo lo tuyo me encanta, debías saberlo ya.  –se entretiene pasando su mano por mi pecho y baja por mis abdominales.

-Si no fuera por lo bien formado que estas por la natación parecerías una chica.  –me río de su ocurrencia.

-Y tú parecerías un macho muy bruto pero te salva tu dulzura.  –nos fundimos en una abrazo muy tierno donde cada uno tocamos el cuerpo del otro por que nos gustamos mutuamente, después de un rato nos levantamos para limpiarnos, tengo mi intestino lleno de él.

**********

 

Noto el cambio experimentado en Nico, antes era yo el que se despertaba antes, el que observaba su cuerpo yacente y me llenaba de su presencia. Analizaba su cuerpo y miraba todos sus rincones descubriendo nuevos músculos antes no apreciados, los cambios en los remolinos de su vello y el menor cambio que su piel realizara, los colores de su rostro y el crecimiento de su barba.

Esto ha cambiado, son varias las mañanas que cuando despierto le tengo delante de mí, observándome con mirada ensoñadora y una sonrisa amorosa y tierna.

-Amor,  ¿ya despiertas?  -sus dedos resbalan por mi cara hasta caer sobre mis labios, se los beso y sonrío dichoso.

-Tenemos que ir de compras.  –le comunico mi intención pero no me muevo de mi posición en la cama, permanece desnudo, como se metió entre las sábanas en la noche, cobijo mi cuerpo acercándome a él y recibiendo su calor.

-Solo quedan dos días para tu marcha.  –su voz suena tristísima mientras acaricia mi espalda. Apoyo mi cabeza en su mullido pecho, se está tan a gusto que renunciaría a hacer mis obligaciones y permanecer así, entre sus brazos, pero el deber está muy presente en mi consciencia.

-Por eso tenemos que salir, me falta comprar algunos regalos para llevar y mañana es el día de hacer maletas.  -me froto contra él, mi piel se impregna de su tibio calor.

-Pues venga, vamos.  –salta de la cama dejándome sin su cuerpo, me coge entre sus brazos y me lleva al baño depositándome sobre el plato de la ducha, salto al notar el frío del suelo, abre el grifo y cierra la mampara de cristal.

Mientras yo me ducho él se afeita y lava su boca y después es él el que ocupa mi lugar y yo el suyo. No le veo intención de tocarme como es propio de él y soy yo el que le practico un ligero toque en su culo antes de que cierre la vidriera. Me mira sonriente y al encerrarse suspira.

-¡Travieso!, tienes que hacer tus compras y no vas a tener suficiente tiempo.

Quiero comprar un jersey para Rayhan como el que le regalamos a él, me encanta el toque que tiene, el dependiente me pide la talla y le señalo a Nico, cuando me  entrega varios modelos y colores escojo uno verde botella y de cuello redondo.

-Por favor, pruébatelo para comparar el tamaño.  -me mira enarcando sus cejas.

-Es para Rayhan y es muy parecido a ti en estatura. –retira su abrigo y jersey y se pone el que le indico, le sienta en su idílico cuerpo como una segunda piel.

-Qué te parezco.  –gira ante mí para que le vea por todo el contorno.

-Es ideal pero será mejor llevarle una talla mayor. –me mira gracioso esbozando una sonrisa.

-Es más fuerte que yo entonces.  –creo que me he puesto intensamente rojo y bajo mi cara avergonzado.

-Prefiero que le esté un poco más suelto y le sobre.  –mi voz es un murmullo, me doy cuenta de que estoy haciendo comparaciones y él lo nota. Cuando el dependiente lo está envolviendo saco mi tarjeta de crédito, está a mi lado y extiende sus brazos para rodearme con ellos.

-Perdona mi tontería y broma de mal gusto, a simple vista se nota que es más ancho y tiene más cuerpo.  –ahora el que se pone rojo es él y muy nervioso.

-No digo más que tonterías Daniel. No son celos te lo aseguro.

-Me consta, no te preocupes, además pudiera haber sido una broma y así es en realidad, sois distintos nada más.  -introduzco el pin de mi tarjeta en la máquina que me presenta el dependiente y al comenzar a caminar le sujeto de su mano acercándome cariñoso a él.

La mañana transcurre entre compras hasta que le voy llenando de paquetes los brazos, no sé dónde voy a meter todo lo que quiero llevar.

Llegamos a la hora de comer, como estoy cansado de la carne mi madre está preparando un pescado al horno, su asistenta está recogiendo la cocina y como creo que estorbamos vamos a mi habitación, es el único lugar donde se puede estar tranquilos, la habitación de estudio está llena de maletas y cosas distribuidas por todas partes.

Se sienta en una butaca y miramos por el ventanal el paseo,  yo sobre sus piernas acaricio su cabeza y beso su cabello y su frente.

-Te quiero, te quiero y siempre te querré. –reacciona a mis palabras abrazando con fuerza mi cintura.

-Tenemos que ir a despedir a Al y Gonzalo, marchan mañana. –interrumpo la conversación que están manteniendo mientras comemos, mi padre hace un gesto de aceptación ante lo inevitable, dejar la charla tan amena que mantenía con Nico.

Es de noche cuando llegamos a la casa de Gonzalo aunque aun no hayan dado las seis de la tarde. Borja nos recibe a la entrada, nunca hemos mantenido una amistad muy cercana pero goza de la confianza de Gonzalo y es una buena persona que le apoyó cuando Al y Gonzalo se distanciaron. ¿Fue él la causa y el motivo? No lo creo aunque lo desconozco, pero de lo que si tengo la certeza es que fue el que evitó que aquella tarde Gonzalo y yo hiciéramos lo que nos hubiéramos reprochado más tarde, o quizá hubiera sido mejor para mí que no hubiera aparecido.

**********

 

Retrospectivo: Siete años antes.

Gonzalo y Al evitan verse, desencuentros que perdurarían tres años. Se mantenían unidos únicamente por la familia. Al ya no acudía a todas la fiestas que daban en la residencia de Gonzalo y aunque iban a la misma universidad y cursaban la misma carrera procuraban no comunicarse ni verse.

Ese sábado la fiesta transcurría felizmente, el bullicio impedía las conversaciones, se bebía sin parar, sentado en una de las barras observaba a Gonzalo que no paraba de bailar con su vaso a medias de consumir en la mano.

Mi vista se giró para observar el entorno, el estado de nuestros amigos era eufórico y alegre, Sergio bailaba con una chica muy apretados, moviendo muy poco el cuerpo, lo suficiente para mantenerse en contacto y sentir la proximidad y el calor que seguro despedían.

Me acerqué evitando las manos que intentaban sujetarme hasta estar al lado de él, era imposible hablar y me abrace a la pareja para llevar mi boca hasta su oído.

-Gonzalo está mal, deberías llevarle a su casa.  –hizo un gesto de fastidio e intentó rechazarme de su lado, giré su cabeza para orientarle hacia donde se encontraba nuestro amigo.

-¡Joder!, llévale tú, no nos vamos a marchar todos ahora que estamos en lo mejor.  –me di cuenta de que él tampoco estaba muy bien y tuve que gritar para hacerme oír.

-Le llevaré si tú te encargas de los demás y cogéis un taxi, ¿vale?

-Sí, sí, de los demás me ocupo yo.  –atravesé la pista de baile con dificultad, no pude evitar que algunas bebidas salpicaran y mojaran mi ropa. Cuando llegué donde Gonzalo  intentaba mantenerse en pi, dejó de abrazar el talle de la chica con la que estaba bailando, pasó su brazo por mi cintura y habló tartamudeando.

-Aquí está mi amigo que viene a divertirse.  –la chica trato de abrazarle y la empujó, evité que cayera al suelo de milagro, está comenzó a insultarle.

-¡Calla qué no ha pasado nada, leches! –tuve que gritar a la muchacha y se alejó protestando, pasé mi brazo debajo de sus sobacos, el vaso cayó al suelo mojando nuestros zapatos.

-Gonzalo te voy a llevar a casa.  –se opuso y forcejeó al principio, al final se dejó llevar. Caminamos abrazado hasta su coche, ya volvería a por el mío pensé, en el parking estaba seguro.

Por seguridad le obligué a sentarse en el asiento trasero y la verdad es que no opuso mucha resistencia. Tenía dudas y él no me las aclaraba, ¿debía llevarle a la casa de los tíos de Al o a la residencia de sus abuelos? Tomé la segunda opción.

Viajamos con las ventanillas abiertas, el frío viento de la noche fue despejándole y haciendo que se aclararan sus ideas. Tuve que sostenerle para que bajara del coche y llevarle sujetándole hasta la puerta, debimos organizar cierto alboroto para que el mayordomo apareciera y pretendiera ayudarnos, le dije que volviera a la cama no creo que a Gonzalo le agradara que le viera en este estado,  cuando llegamos a sus habitaciones le dejé sentado en uno de los sofás de su sala y para cerrar los grandes ventanales que estaban un poco abiertos.

Tomé asiento a su lado, estaba con la cabeza inclinada y un hilo de saliva salía de su boca, caía sobre la pernera de su pantalón muy cerca de su ingle, busqué en mis bolsillos un pañuelo y cuando lo encontré sujeté su cara para limpiarle la boca y la barbilla luego recogí lo que tenía en su pantalón, justo donde se notaba su bulto, alelado deposité con suavidad mi mano y la dejé allí quieta, notaba el ligero calor que me llegaba de su virilidad.

-¡Daniel!  -musitó con los ojos cerrados. Me sentía muy nervioso y atrevido a la vez. Era la primera vez que osaba tocarle su pene intencionadamente

-Te amo. -su voz salía entrecortada y movió su pelvis para sentir mejor el contacto de mi mano, la apoyé con más fuerza y su miembro empezó a crecer, lo comencé a frotar con suavidad y gimió, me abrazó y me llevó hacía él, antes de que sus labios me quemaran me llegó su turbulento aliento, perdí el control y solamente pesé que él me besaba y que las palabras que decía iban dirigidas a mí, que pobre iluso soy.

Quise aspirar su alma y arrebatársela, besaba su boca con dulzura que me hacía daño y lloraba, él respondía a mi beso o al menos se dejaba hacer. Con necesidad imperiosa y energía llevó mi mano a su entrepierna que antes había abandonado y la restregó por encima de su verga; estaba salvajemente hinchada, caliente como el hierro al rojo vivo, bajé la cremallera y no tuve que buscar mucho, su verga vino a mi encuentro saliendo de la parte superior de su slip, nuestro beso continuaba y su jadeo acompañaba a su respiración. La sentía tibia, viva y palpitando entre mis dedos.

-Sí, Daniel, sí.  –susurraba ante las caricias que practicaba mi mano a su hinchado y húmedo glande, mordió mi labio hasta causarme dolor y empezó a expulsar su semen, yo le miraba embobado como abría la boca buscando aire mientras mi mano se llenada de su esperma. Terminó y no era capaz de retirar mi mano que sujetaba su verga, estaba asombrado de lo que acababa de ocurrir en unos pocos minutos cuando sentí que la puerta se abría, tuve fuerzas para levantar mi cabeza por encima del respaldo del sofá.

Borja miraba la escena con cara de asombro y comencé a ponerme rojo y no sabía que mirar, si la cara de Gonzalo que permanecía con los ojos cerrados recuperando el ritmo de su respiración, o mi mano sujetando su verga y embadurnada en su semen, o la cara que veía espantada de Borja.

-¡Perdón!, vi la luz encendida y creí que a los criados se les había olvidado apagarla.

Su cara no estaba menos roja que la mía, lo que menos pensaría al abrir la puerta sería encontrarse con una escena de película pornográfica y tampoco a un cara dura que se aprovechaba de su amigo casi inconsciente y borracho. Hizo intención de salir volviendo a excusarse.

-Espera Borja, ayúdame a llevarle a la cama.  –solté su verga ya flácida, no sabía qué hacer con mi mano pringosa y fue él el que me alargó mi pañuelo que reposaba caído en el suelo.

Me ayudó a llevarle a su habitación y quitarle la ropa para meterle en su cama. Iba a marchar dejándonos solos.

-Eh…, y…, Borja verás…  -no sabía que disculpa ponerle y cómo explicar lo que vio.

-No pasa nada Daniel, yo soy el culpable, no tenía que haber entrado sin llamar a la puerta.  –creo que Borja es dos o tres años mayor que nosotros pero parecía que tenía diez más por su extraordinaria madurez.

-Gracias Borja.  –mi voz le transmitía todo mi reconocimiento, avanzó varios pasos hacia la puerta y se volvió, había quedado observando su ancha espalda, pensando en el fiel guardián de aquella casa y familia que era él.

-¿Quieres que te ayude?  -entendí su broma como un intento de distender y relajar el ambiente y le sonreí aunque él no lo vio porque traspasaba el dintel de la puerta.

Podía haber dormido en una de la muchas habitaciones de invitados que había en ese mismo pasillo, en cambio me quité lo zapatos y  me tumbé en la cama a su lado. Apagué la luz y mi vista fue acostumbrándose a la oscuridad reinante, la cama es enorme y está alejada del gran ventanal, no obstante algo de luz llegaba para iluminar su rostro, sonreía feliz y contemplándole me dormí.

Cuando desperté  él continuaba durmiendo, durante la noche se había girado hacia mí, pensé en lo que pudo haber sucedido si no hubiera aparecido Borja, quizá nada, pero agradecía que su presencia evitara el que en un futuro tuviera que avergonzarme más de lo que ya estaba.

Así estuve sin moverme un rato hasta que abrió sus ojos, me miró y sonreía feliz, colocó su mano en mi hombro.

-Daniel, ¿qué haces aquí y vestido en la cama?  -comenzó a reír y se llevó la mano a su frente.

-¡Oh!, como me duele la cabeza.

Unas semanas más tarde volví a encontrarme con Borja, me saludó de lo más natural del mundo y me dirigió una cómplice sonrisa, supe que mi secrete estaba enterrado en una tumba.

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