Había tenido un día de trabajo estresante, con algunos asuntos que habían exigido mi atención de forma especial. Era media tarde y me encontraba cansado y tenso, pensé que lo mejor era salir del despacho y descansar del día agotador en una sauna.
Conocía un local naturista, con excelentes instalaciones, donde podría buscar ese descanso necesario y además alegrar la vista con algunos cuerpos desnudos esculturales que seguro podría admirar, así que me dirigí allí. Ya había estado en alguna ocasón y siempre disfruté de buenos momentos, incluso cabía la posibilidad de practicar sexo si tenía la suerte de encontrar a la persona o personas adecuadas.
Después de pagar la entrada, pasé a los vestuarios para desvertirme, guardé la ropa en la taquilla asignada y salí cubierto con el albornoz y las zapatillas que la casa entrega a cada cliente.
Pasé por la piscina climatizada, donde me bañé y disfruté un buen rato contemplando alguna dama de buen ver y algún adonis con cuerpo bien trabajado, mientras tomaba un refresco que había adquirido al entrar. De allí me dirigí al jacuzzi, bastante amplio, ocupado por tres parejas, que repasaron mi cuerpo con la mirada, al quitarme el albornoz para entrar en el agua. Me sentí observado por unos instantes y una de las mujeres siguió observándome y cambiando miradas insinuantes conmigo. Era atractiva, rondando los 50, con unas bonitas tetas algo caidas por la edad. Su acompañante, que debía ser su marido, de la misma edad. Al no darme por aludido ante su insistente mirada, acabó por invitarme a sentarme a su lado, cosa que hice sin tardanza.
Me presenté a ambos y nada mas sentarme su mano ya estaba encima de mi muslo, lo que me dio pie para besarla. Me ofreció la boca con lengua y su mano, bajo el agua, fue directa a mi polla para acariciarla. Yo hice lo propio con sus tetas que acaricie y sobé sin dejar de morrearla a conciencia, ante la mirada de su marido que observaba como calentaba a su mujer. Opté por llevar mi mano a su coño y me encontré con una raja enorme, bordeada por dos grandes labios que se abrían al tacto de mis dedos, invitándome a entrar en aquella enorme cueva. Despues de penetrarla con dos dedos y viendo la amplitud de aquella boca sexual, le penetré con la mano entera. Aquella puta seguro había sido follada por numerosas vergas y había parido un montón de veces. El clítoris lo tenía en consonancia con su coño y lo encontré erecto, fuera del capuchón, de unos 3cts. que me permitían pajeárselo entre los dedos pulgar y corazón. Llegó un momento que la zorra estaba tan salida que propuso ir a un reservado.
Entramos en uno en el que había un enorme colchón con cabida para varias parejas. Al llegar encontramos a una jovencita follando con un maduro. Supuse sería algún cabrón con su secretaria. La casada se tumbó y me cogió la polla para llevarla a la boca, mientras su marido se bajó a comerle el coño. No tardó en pedirme me tumbara para sentarse en mi boca dándome a comer aquel chochazo de yegüa en celo, capaz de tragarse la verga de un caballo. Le metí toda la lengua y la movía dándole gusto, en estas sentí me mamaban la polla, era su marido; el cabrón la mamaba bien, asi que opté por dejarle hacer en recompensa a que él me dejaba disfrutar de su puta.
La muy guarra llevaba la voz cantante y pronto necesitó sentir mi polla dentro. Se puso en cuatro y sin perder tiempo se la clavé en aquel chochazo enorme rezumando fluidos. Entró sin rozar y práticamente apenas notaba el roce de sus paredes vaginales, podía estar horas dándole sin correrme ante la falta de estimulación. Ella sí debía sentir bien mi verga dura dentro porque pedía mas y mas y gemía sin cesar diciendo zafiedades como si fuera un camiobero. Su marido empezó a darme pollazos en mis nalgas y no tardó en buscar mi ojete con su capullo. Al notar que empezaba a introducirlo le dije se pusiera un condón. Mi culo no había sido perforado desde la adolescencia, en la que había tenido alguna experiencia homosexual con un compañero de colegio. No era práctica de mi agrado, pero el ambiente estaba tan elevado de temperatura sexual que no me importaba en aquel momento me penetraran. Una vez se colocó el preservativo, volvió a mi culo y empezó a introducir su capullo. Su verga era mas bien pequeña y no tardó en meterla toda. Pronto nos acompasamos disfrutando los tres de una follada descomunal, en la que la puta de su mujer gemía y gritaba de gusto pidiéndo mas polla, lo que hacía excitarnos mas. A diferencia del coño de la casada, mi culo era apretado y no tardé en sentir los espasmos del cornudo en mi culo mientras se corría,
Al lado la jovencita y el maduro se habían corrido y estaban supercachondos viendo el espectáculo. La jovencita había conseguido recuperar la polla de su amigo que estaba con ganas de meterla. El tipo se acercó y propuso me colocara tumbado boca arriba, con la casada de espaldas sobre mi y mi polla dentro del coño. Le abrió bien las piernas y la metió junta a mi polla, una vez bien ensamblados los dos, empezamos a darle fuertes pollazos que le hacían estremecer de gusto. Sentía junto a la mía la polla del maduro, lo que me ocasionaba mayor morbo y excitación . La guarra disfrutaba de las embestidas de los dos pollonos de buen tamaño ensartados en su coño a la vez.
La jovencita mientras, le comía la polla al casado en un intento de levantársela, y le daba a comer su chocho a la casada lo que aproveché desde mi posición para sobarle las tetas. El conjunto de fornicadores que habíamos formado dejaba en mal lugar al Kamasutra. Los gemidos de las zorras, nuestros jadeos, el sudor de los cuerpos y el olor a sexo, creaban un ambiente tórrido y sexual irrespirable.
Tenía ya la polla a punto de explotar y viendo que el coño de la jovencita era muy apetecible, me zafé de la posición que ocupaba debajo de la casada, la tumbé sobre el colchón, puse sus piernas sobre mis hombros dejando de par en par su coño para meter mi polla hasta el fondo de una embestida. Cogí con las dos manos sus nalgas atrayéndola contra mi polla obligándola a arquear su cuerpo, asi empecé un meteisaca violento, chocando su culo contra mis huevos, mientras la zorrita gozaba sintiendo su coño lleno de polla, a la vez que yo disfrutaba de aquella vagina apretada que me tenía a punto de explotar. No aguanté mucho y solté un chorro que inundó su coño mientras sentíamos al unísono mis espasmos con sus palpitaciones vaginales.
Mientras el marido ya empalmado follaba el culo de la guarra de su mujer y el maduro de la nena seguía follándole el coño a la casada.
Así los dejé y satisfecho de la follada que me habían regalado las dos parejas, me fui a la ducha.