Como os contaba antes, estaba decidido a vengarme, asà que me fui al club para hablar con Ana.
Al verme se sorprendió un poco, le dije que querÃa que dejara a MarÃa en paz y que si seguà haciéndole chantaje la denunciarÃa a la policÃa. Ella me juro que de chantaje nada, que a mi mujer le gustaba el sexo y cuanto más, mejor. Yo no podÃa creer lo que me decÃa.
"Mira" me dijo Ana "ven este fin de semana y veras por tus propios ojos lo que a tu mujercita le gusta que la monten, es más, ahora la llamo y le digo que no hace falta que venga a la fiesta".
Desde un teléfono manos libres llamo a MarÃa.
"Hola MarÃa, soy Ana, mira si no quieres no vengas a la fiesta del sábado pues ya tengo suficientes chicas ¿te parece bien?".
"Oye no Ana, ya sabes que si quiero ir, además tu sabes que estas fiestas a mi me gustan mucho y por otra parte yo ya contaba con un sábado de marcha, que en casa no tengo la suficiente."
"Bueno, si quieres ven, hasta el sábado" y Ana colgó.
"Ves" me dijo Ana "como tu mujer necesita más de una polla diaria"
Ella me mira y, supongo que le debà dar pena, me dijo "ven el sábado y lo podrás ver con tus propios ojos".
El sábado llegue media hora antes de la fiesta, Ana me acompaño a su habitación y allà me conecto una pantalla, sonido incluido, en la que se veÃa la sala donde iba a tener lugar la fiesta.
Era una sala amplia con una barra a un lado, sofás y pufs, muy amplios, por todas partes, en el centro habÃa una mini pista de baile.
Ana me contó que la fiesta la habÃan organizado unos ejecutivos alemanes que estaban en la feria de Alimentaria.
Al poco entraron en la sala seis chicas, una de ellas era mi mujer, todas iban vestidas con ligas, unos minúsculos tangas, y unos vaporosos camisones que mostraba los senos de las chicas.
Estuvieron haciendo bromas entre ellas cuando una de le dijo a mi mujer "¿cuantos vas a tirarte esta noche, guapa?".
Mi mujer la mira y le dijo "más de los que tu puedas", la otra le contesto "¿a que no puedes con todos?", MarÃa le dijo "vas a ver como me los follo a todos, de tres en tres".
Las otras se echaron a reÃr. En eso que entro Ana, iba vestida igual que las otras, "bien chicas ya están aquà los alemanes, asà que a ellos".
Siete trajeados hombres, de mediana edad, entraron en la sala, cada chica se dirigió a uno de ellos, se besaron. Mi mujer se dirigió al que era más joven, lo rodeo con sus brazo mientras lo besaba en la boca, luego se giro y le palpo el pene, que ya debÃa estar duro porque le dijo en ingles (mi mujer habla perfectamente el ingles) que estaba muy bien dotado y que querÃa conocer esa maravilla.
Comenzó a sonar una música sensual y suave, las chicas sacaron a los hombres a bailar. El alcohol empezó a correr a raudales.
Pronto las americanas y corbatas habÃan desaparecido, y alguno incluso ya estaba en calzoncillos.
Alguna chica ya estaba chupando la polla de su pareja, Ana estaba en la barra besándose con profusión mientras su alemán le metÃa mano en el clÃtoris.
MarÃa estaba echada en un sofá, abierta de piernas mientras su compañero le comÃa el coño, luego se dio la vuelta y este le pasaba la lengua por su ano. Vi como disfrutaba con ello, creo que era la única que disfrutaba, de echo me di cuenta como ya habÃa tenido su primer orgasmo cuando le comÃan el clÃtoris.
Luego el alemán se sentó en el sofá y ella, de rodillas le comió su enorme verga, cuando esta estuvo lubrificada, monto encima comenzando a cabalgar, primero despacio, luego deprisa y al final como una yegua desbocada.
Todos los demás estaban ya follando, enculando o bien metiendo sus pollas en la boca de su chica.
HabÃan transcurrido unas dos horas y mi mujer ya se habÃa follado a la mitad de ellos, estaban todos descansando en brazos de sus chicas, cuando Ana les dijo a sus clientes.
"¿Alguien quiere ver como aguanta MarÃa?", Los alemanes rieron y dijeron que sÃ.
Pusieron en la pista un puf, mi mujer se puso en el centro y mirando a los alemanes les dijo en ingles "¿Quién quiere ser el primero?".
El que era el mayor de todos ellos se levanto tambaleándose un poco, debido a los efectos del alcohol, se dirigió hacia ella, MarÃa se puso a cuatro patas, el alemán le separo las piernas, le palpo el clÃtoris y como vio que ya estaba humedo la penetro por detrás, cuando termino mi mujer le limpio con la lengua la polla, a continuación dijo al resto "¿hay alguien más?", Vi como se levantaban tres de ellos mientras los demás aplaudÃan.
Los tres se pusieron frente a ella para que les chupara sus pollas, en poco tiempo estuvieron las tres duras. El que la tenia más grande se echo en el puf y MarÃa monto encima, el segundo le tanteo el ano y con suavidad y firmeza le clavo su pene en el culo, el tercero se conformo con que se la mamara.
Pronto estuvieron los cuatro desbocados, el primero en correrse fue el que la tenia en su boca, este le sujeto la cabeza por la nuca para que no pudiera zafarse de su corrida y asà obligarla a tragarse el semen, lo que el no sabia era que mi mujer a esas alturas eso le entusiasmaba. Luego se corrieron los otros dos.
Apenas terminaron que otros tres ya estaban esperando su turno, volvió a repetirse la escena de antes, pero esta vez al grupo se unió Ana.
Entra ambas les iban chupando la polla y besándose entre sÃ, me quede sorprendido pues no me imaginaba a MarÃa montándoselo con otra mujer. Cuando acabaron con los hombres MarÃa y Ana continuaron las dos solas comiéndose el coño una a otra, los hombres se pusieron calientes y dos de ellos aprovecharon que sus culos estaban libres para empalarlas.
Era evidente que Ana tenia razón, a mi mujer le gustaba follar y cuanto más, mejor. La verdad es que cuando la conocà era un poco ninfómana, pero nunca creà que llegara a esos extremos.
Aquellas imágenes y los recuerdos de todo lo que me habÃa contado me habÃan puesto tan caliente que me habÃa masturbado unas cuantas veces.
Al salir del local me encontré con Juan, este al verme tan compungido, me invito a tomar un café.
En el bar le conté parte de la historia, cosa que creo que el ya sabia, y le dije que querÃa darle un escarmiento a MarÃa. El se ofreció a colaborar a cambio de una suma de dinero y sobretodo que le dejase a él, como amo y señor, a mi mujer durante una semana. Yo tenia tantas ganas de vengarme que accedÃ.
Alquile un chale en la costa durante quince dÃas, busque a través de contactos de Juan a cinco tipos bien dotados y con aspecto de brutos, asà como el mayordomo de Juan, un corpulento negro que tenia una verga como nunca habÃa visto.
Por teléfono contrate los servicios de mi mujer para un fin de semana, como normalmente ella nunca se ausenta me pidió permiso para ir el fin de semana con los del despacho a la playa a lo que yo accedà rápidamente.
Ya lo tenia todo preparado y los chicos habÃan aprendido todo lo que tenÃan que hacer, por mi parte habÃa instalado cámaras por la casa para no perderme detalle de mi venganza.
Cuando llega MarÃa al chale, la recibió el negro vestido de mayordomo, la acompaño a la cocina y le dijo que se pusiera el uniforme, como supondréis el vestido consistÃa en medias con ligas, una faldita corta, blusa transparente, cofia y delantal. El mayordomo le dijo que esperara a que la llamasen.
Cuando sonó la campana en la cocina, el mayordomo le dijo a MarÃa, "sÃgueme". Cuando entro en el comedor estaban los cuatro tipos sentados en la mesa, pero desnudos. El mayordomo anuncia "señores, el postre" y se retiro dejando a mi mujer sola con los cuatro.
"Eh chicos" exclamo uno de ellos "mirar que magnifico postre" entonces mi mujer comprendió que ella era el postre.
"Acércate guapa que te vamos a catar" le dijo el más corpulento de los cuatro, el cual se levanto y tomando a MarÃa de la mano la acerco a la mesa, allà sin darle tiempo a nada los chicos sacaron dos cuerdas y le ataron las manos a la mesa, luego una pierna en cada pata de la misma, de tal forma que estaba con las piernas abiertas y su coño listo para ser utilizado por detrás pero completamente inmovilizada.
"Bien" dijo el que parecÃa el jefe "¿Quién empieza a darle su merecido a esta zorra?". Uno se levanto, agarro a mi mujer por los pelos y la beso en la boca, luego se puso detrás y le paso la lengua por el coño, luego el culo, ambos. Cuando vio que MarÃa ya estaba disfrutando, este cerro su puño y de sopetón se lo clavo en su coño. El alarido que soltó mi mujer me asusto, el chico retiro el puño y volvió a repetir la operación, asà varias veces hasta que los gritos de mi mujer cambiaron por jadeos de placer, entonces le clavo su verga por detrás hasta que se corrió.
A continuación el segundo de ellos le puso lubrificante en el culo comenzando a introducir sus dedos en el ano de MarÃa hasta que le cupo la mano entera, entonces cerro el puño y se lo clavo por el culo, ella grito de dolor pero el chico no se inmuto, siguió metiendo y sacando su puño un buen rato, luego le metió su verga hasta que se corrió dentro de sus entrañas.
La desataron y la llevaron al sofá donde estaba sentado el que tenia la polla más grande, la sentaron encima de la verga mientras el cuarto la enculaba.
Cuando acabaron, se la fueron pasando entre los cuatro como si fuera un objeto cualquiera. Ahora era follada por uno, por dos, por tres o los cuatro a la vez, no le daban tregua.
Eran cerca de las dos cuando la llevaron al garaje, allà le ataron las manos a unas cadenas que colgaban de techo y las piernas a unas argollas en el suelo. Los cuatro la besaban, le pasaban la lengua por todos sitios. Mi mujer disfrutaba como nunca pues de joven siempre le habÃa gustado que la ataran y obligaran a hacer cualquier cosa.
Aprovechando que estaba asà decidieron encularla uno detrás de otro, cuando terminaron llamaron al mayordomo. Este apareció desnudo con su tremenda tranca a punto, mi mujer al ver el descomunal tamaño de aquello dijo que no, que eso tan grande que no, que la soltaran que se habÃa terminado todo.
El negro le dijo "cállate puta o te azoto" y cogiendo un látigo le dio una par de azotes, ella grita de dolor pero el negro se acerca a ella y le dio un largo beso en su boca al tiempo que le metÃa uno de sus largos dedos por el coño. Luego se puso detrás de ella y con suavidad pero sin interrupción hundió su tranca hasta el fondo de las entrañas de mi mujer, la cara de ella se transformo en muecas de dolor para dejar paso al placer, el negro la estuvo enculado un buen rato, luego la saco y dando una orden los otros la desataron.
Con su enorme mano cogió a MarÃa por los pelos y le hizo chupar su polla que habÃa sacado de su culo, ella se resistió entonces los otros la agarraron y le obligaron a chupar. Cuando al mayordomo le pareció suficiente levanto en volandas a mi mujer y le clavo su enorme pene en su coño, asÃ, en volandas, se la estuvo follando hasta que se corrió.
Ahora le pusieron una correa de perro en el cuello, le ataron las manos a la espalda y con una correa corta la ataron a una argolla del suelo, de esa guisa tuvo que chupar la polla de todos hasta que cada uno se corrió encima de ella. Como colofón final, y ya que estaba inmovilizada, los cinco se mearon encima de ella. MarÃa se puso a gritar "cerdos, hijos de puta, cabrones" cuando hubieron terminado hasta la ultima gota de pipà el negro dijo "esta puta merece un castigo".
La volvieron a atar de las cadenas del techo, en su coño y culo le pusieron dos vibradores a toda potencia, su cuerpo mojado por la orina brillaba y se estremecÃa de placer con los bribradores.
El negro cogió el látigo y le dio cinco azotes, los otros cuatro hicieron lo mismo. He de decir que es un látigo que apenas deja marca. Allà la dejaron atada hasta el dÃa siguiente en que la soltaron no sin antes volver a follarla de nuevo entre los cinco.
Cuándo llego a casa le pregunte "¿qué tal el fin de semana?"
"Muy cansado, me voy a acostar". Si realmente le habÃan dado mucha marcha.
Ahora tenia que cumplir lo pactado con Juan y dejarle durante una semana a mi mujer en propiedad.