Nuevos relatos publicados: 7

Un año sabático con sobresaltos

  • 19
  • 16.047
  • 8,85 (26 Val.)
  • 0

 

Salió de casa por la mañana a eso de las 09,00h, iba vestida con un short muy ajustado blanco, liviano, y  transparente, se le veían a través de la tela perfectamente las bragas blancas, con unos dibujitos de florecillas de margaritas, dada la transparencia de los shorts, se podía apreciar sin esfuerzo alguno por la visión más avispada, el tallo verde, los pétalos blancos, y el polen amarillo circular. Un polo con capucha azul celeste, amplio hasta la cintura, que dado el contraste aún hacia resaltar mucho más la ropa interior. Con unas bambas blancas Nike y unos pequeños calcetines blancos de deporte, hacían resaltar sus hermosas piernas así como unos firmes muslos y un prieto trasero que a cada paso que daba palpitaba como si tuviera vida propia.

La muchacha entro al parque municipal, colocándose unos pequeños auriculares en los oídos, ya que en interior del parque no había peligro de atropello por algún posible vehículo, del cuello le colgaba un pequeño MP3, lo puso en marcha y metiéndoselo por dentro del polo, y cubriéndose con la capucha empezó a correr.

Hacia una mañana preciosa para hacer deporte, con un cielo azul y un sol que radiaba una temperatura excelente.

La muchacha absorta en la música de su MP3, iba haciendo footing y no se percataba de nada, paso por delante de unos hombres que jugaban una partida de ajedrez, al pasar por delante del banco en que estaban sentados, las piezas cayeron al suelo,  uno muy mayor de unos 80 años le calculo ella, y el que jugaba con él estaría sobre los 50 años, que  al verla pasar se la quedo mirando, sin percatarse que al hacerlo el tablero se le cayó al suelo, admirando la belleza y las preciosas piernas de la joven, la muchacha giro la cabeza con una sonrisa coqueta en sus labios, el señor mayor le hizo un gesto con la mano característico de regaño y con cara de pocos amigos, mientras se agachaba con claro esfuerzo y recogía las piezas del suelo, el otro seguía mirándola, más bien ahora miraba su trasero. La muchacha volvió a mirar al frente con una picara sonrisa en sus labios. En otro banco habían dos señoras con el rostro claro de indignación, que le decían algo...

-. Desvergonzada...!!!

-. Sinvergüenza...!!!

Una de las señoras la que parecía algo más joven le gritó;

-. ... Como vuelvas a pasar, tu culo lo lamentará...!!! Descarada!!! Desvergonzada!!!

La muchacha con la música no escucho nada, pero giro la cabeza hacia ellas, mirándolas y con una picara sonrisa y vio que las señoras se levantaban del banco, y que gesticulaban pero no les prestó más atención siguiendo el camino del parque.

Las señoras indignadas la siguieron a paso ligero con el rostro claro de indignación:

-. Será descarada! La niña!!! Vamos madre! nadie se ríe de nosotras...!!! Y se queda tan fresca!!! A esa le voy a      enseñar modales y a vestir como es debido, habrase visto! va casi desnuda la muy golfa!!!

-. Que poca vergüenza! Reírse de una anciana, que podría ser su abuela!!! Vamos hija! Como la coja va a ver…

Caminando detrás de ella...observaron que había cogido un sendero a la derecha.

-. Emilia hija,  acortaremos por aquí... Va a saber esa desvergonzada lo que es bueno...

Los dos hombres también se levantaron y salieron detrás de las dos mujeres... El hombre mayor se ayudaba con un bastón.

-. Emilia, hija! Que sucede?  Antonia... Que os pasa?

-. Es que no habéis visto a esa pelantrusca como va vestida! Semejante desfachatez de esa sinvergüenza? Va medio desnuda con esa ropa! Y encima se reía de nosotras, y no contenta, se ha burlado de nosotras. Cuando la coja no se va a poder sentar en una semana...

La muchacha seguía a lo suyo escuchando música y corriendo sin percatarse que estaba escandalizando a todo el parque con su indumentaria. Ya eran varias las personas que avanzaban, detrás indignadas o por curiosidad por saber cómo terminaba aquello. La muchacha al ver un grupo de personas que iban haciendo aspavientos con las manos y llamándola para que fuera hacia ellos.  Alarmada e inconsciente de lo que realmente sucedía, y el revuelo que había armado con su ropa tan provocativa, se detuvo y andando  se acercó hacia ellos pensando que algo grave sucedía, sin percatarse absolutamente de nada. Cuando estuvo delante de las dos mujeres, encogiéndose de hombros y con los brazos encorvados y las palmas de las manos hacia arriba, les pregunto sin quitarse los auriculares.

-. Qué ocurre?

Como llevaba los auriculares no se dio cuenta que había gritado más de lo debido al preguntar.

Algo que fue malinterpretado;

-. Tendrá descaro la niña encima!

Dijo el padre de Emilia, el Sr. José;

-. Ven aquí descarada!  Te voy a enseñar yo modales! Y a vestirte decentemente!

Emilia regañándola se acerco a la joven y sujetándola de un brazo, tiro de ella conduciéndola hacia un banco que estaba cerca. Una mujer de armas tomar, alta, como de un metro ochenta de estatura, y unos 70 kilos de peso, llevaba una blusa negra y chaquetilla azul marino de hilo, y una falda negra por debajo de las rodillas.

Protestó…

-. Señora! Que hace, porque me sujeta del brazo. Suélteme señora…

La chica iba tropezando con sus propios pies, por intentarse soltarse de la mano que la mantenía sujeta del brazo izquierdo.

-. Ya puedes forcejear lo que quieras niña! Te voy a enseñar a reírte de las personas mayores, así como hacer burla. Vas aprender modales ahora mismo, ya que no te los enseñaron tus padres…

A pesar de sus intentos por liberarse no le sirvieron de nada, a trompicones y tirones llego la Sra. Emilia hasta el banco tomando asiento en él. La chica intentaba en ese momento  explicar que llevaba unos auriculares en los oídos y que no podía oír lo que la estaban hablando, acción que fue mal interpretada, pues parecía que insinuaba algo que no le pareció correcto a la señora.

-. Esas tenemos desvergonzada! Además te atreves a insinuar que estoy loca? Ahora vas a sentir el haber hecho eso… ya lo creo que lo vas a lamentar…

Tirando del brazo la hizo caer sobre su regazo, colocándola boca abajo sobre sus rodillas quedando su trasero bien expuesto, la señora la sujeto firmemente con su brazo izquierdo asiéndola de la cintura y aprovechando el peso de su antebrazo para mantenerla firme e inmovilizada, levanto su brazo derecho y empezó a azotarla fuertemente en el culo, indecorosamente  protegido por aquellos shorts obscenos.

-. Señora que hace…no puede hacerme esto…que he hecho yo! Señora! Señora! Au! Au! Au! Noooo… por favor señora! Sueltemeeeeeee me está haciendo dañoooo! Au! Auuuu!

Se retorcía la chica intentando ponerse en pie, pero todos sus intentos eran evitados con destreza por la Sra. Emilia, que continuaba de manera firme dándole azotes en el culo y en la base de los muslos los cuales, hacían a la chica aullar de dolor…

-. Noooo noooooo nooooo... Que me hacen ay ay ay! Ay! Ayyyyy! No me peguen! Ay! Ay! Ay! Pero que les hecho... Ayyyyy!!! Ayyyy!!! Ayyyy!!! Porqueeee... Ayy! Ayyy! , me hace dañoooo!!! Ohhhh no por favorrrrr...!!! Que les he hecho yoooo...! Ay! Ay! Ay! Ay! Bastaaa! Bastaaaa...!!! Noooo ay! AAAAYYYY...!!!

La Sra. Emilia la azotaba fuerte muy fuerte, sin pausa sin apenas dejar a la muchacha coger aire. Que meneaba el trasero y agitaba sus piernas alocadamente en todas las direcciones, con las manos intentaba forcejear para escapar, para poco después intentar taparse el culo de los tremendos azotazos que la estaban golpeando en el culo... Entonces intervino la Sra. Antonia la madre sujetando las manos a la joven y manteniéndolas tirantes, y su yerno el Sr. Francisco le sujetó de un pie, el Sr. José hizo lo propio con el otro inmovilizando por completo a la joven.

-. Ayyyyy! Ayyyy! Ayyyy! Porqueeee! Ayyyyy! Basta! Basta! No me peguen más! Ayyyy! Ayyyy! Ayyyy! Ayuyyyyyyy!

La Sra. Emilia se detuvo un instante, e introdujo los dedos por la cinturilla del pantaloncito blanco...

-. Nooooooooooo...!!! Eso Noooooooooo... Con tanta gente Nooooooo... Por favoooorrrr... Noooooo...!!!

La muchacha al sentir como sus shorts iban a ser bajados, rompió a llorar más de la vergüenza e humillación, que del dolor de sus nalgas. Entonces la Sra. Emilia levantó la mirada, y vio muchas caras sonrientes, sobre todo de hombres y se abstuvo de desnudar el trasero de la muchacha...

-. Madre!, vamos a  casa! Allí castigaremos a esta descarada...!!! Aquí esto se ha convertido en un circo y esta desvergonzada se merece que le demos más que una soberana azotaina, una buena paliza!!! Pero no está bien que la desnudemos en público, por muy grosera y maleducada que haya sido…

La muchacha pudo al fin levantarse, pero continuaba bien sujeta por las manos, y se puso a dar saltitos como último recurso para mitigar el intenso ardor de su pobre culo, muy dolorido. Con los saltitos se habían desprendido ambos pequeños auriculares de sus oídos, pudiendo escuchar por primera vez...

-. Vamos a casa descarada!!!

La muchacha perpleja mientras era casi llevada arrastras por la Sra. Emilia de su mano izquierda y la madre de la mano derecha.

-. Yo... Descarada...? Y ustedes Brujas!!! Se puede saber porque me han pegado...?

-. Como nos has llamadooo...!!!

Mientras pronunciaba esto la madre, con la mano derecha le quitó la capucha y dándole dos bofetadas tremendas...

-. Sinvergüenza...!!! Te parece bonito pasearte medio desnuda, y coquetear con mi marido que podría ser tu abuelo!!!

-. Tranquila madre! Enseguida llegamos a casa, y esta descarada con sus veinti...pocos años va aprender modales! Buenos modales!!!

La joven se resistía a que la condujeran a esa casa, a pesar del dolor que sentía en el culo, y el intenso ardor. Pero si no hacia algo por escapar, en breve el culo le iba doler mucho más, y ya era mucho lo que le dolía, además de la vergüenza que había pasado, siendo azotada como una niña pequeña ante tanto viejo verde.

-. Deja de forcejear golfa!!! No te va a servir de nada intentar escapar... Ahora vas a ver ya me has hartado!!!

La Sra. Emilia se plantó delante de la joven, y agachándose la cogió por sorpresa de las piernas, y con una habilidad envidiable se la coloco sobre el hombro izquierdo, izándola del suelo, la joven indignada y avergonzada empezó a patalear y pegarle con las dos manos en la espalda, pero la Sra. Emilia respondió dándole unos fuertes azotes en el culo, con su mano derecha, y luego agarro el pantalón y las bragas de la joven tirando hacia abajo...

-. Ayyyyyy ayyyyy ayyyyy ayyyyy ayyyyy ayyyyy ayyyy ayyyyy... Nooooooo eso Noooooo!!!

-. Te vas a estar quietecita...!!!

-. Siiiiiiiiiiii...

-. Bien, vamos para casa! te voy a dar una... Que no la vas a olvidar mientras vivas...

-. Ay! Ay! Ay! Ay! Ayyyyyy...!!!

Cinco azotes más, la terminaron por convencer que debía portarse bien, y empezó por primera vez a sollozar, pero era más por el temor de lo que le esperaba, de lo que el culo le ardía y dolía, ahora además por primera vez, mientras era transportada se podía frotar las doloridas nalgas.

Entraron todos en la casa, la Sra. Emilia dejo en suelo a la joven que miraba asustada en todas direcciónes, estaba en una casa extraña para ella.

Y para que...la joven estaba muy nerviosa, era cierto había coqueteado con aquellos dos viejos, pero debía de haber algo más.

Su cabeza le daba vueltas a lo sucedido, no puede ser, no puede ser, no puede ser...

La madre. La cogió del brazo..,

-. Vamos, entremos al salón...buena te espera niña…!

-. Por favor no me peguen más, ya he aprendido la lección, no volveré hacerlo.

-. Hacer el que?

-. Coquetear con...sus maridos...lo siento...perdón... Pero ya me han pega...castigado por ello.

La joven se arma de valor y...

-. Saben que podría...denunciarles por lo que tratan de...hacerme...

En ese momento suena el timbre..,

Se levanta la Sra. Antonia del sofá donde se había sentado con los dos hombres para ir abrir...

-. No madre, usted descanse ya voy yo abrir...

Unos instantes después entra seguida de un policía local...

-. Es Felipe el J.E.F.E de la policía local...

Y mira a la joven, esta sonríe al saber quién es, esta salvada piensa...

El Sr. Francisco se levanta, ahora la joven lo observa, no es tan mayor, tendrá la edad de la Sra. Emilia o quizás algo más joven, sobre el metro ochenta de estatura y unos 55 años.

-. ¿Hola Felipe que asunto te trae por aquí?

La joven sigue sonriendo, alguien debe haber denunciado que la estaban maltratando.

-. Sr. ¡Me han avisado que una joven andaba por el parque municipal, escandalizando a los ciudadanos en ropa interior, y que se había mofado y burlado públicamente además de insultado gravemente a la Sra. Alcaldesa y de su madre de 88 años, alguien con tan pocos escrúpulos no puede quedar sin ser encerrada en la cárcel durante varios días, Sr. Alcalde, ah! Sr. José lamento lo sucedido, lo que ha hecho esa joven es imperdonable, esa falta de irresponsabilidad de ir casi desnuda y pasar por delante de usted varias veces con su delicado estado de salud, y más teniendo en cuenta que su  yerno es el alcalde de este pueblo...

La muchacha se quedo paralizada, su semblante de cambio, pasando a ser de preocupación y entonces fue cuando bajo la vista y se miró como iba vestida, comprobó levantándose el polo que era verdad, iba casi desnuda y se bajó el polo estirándolo hacia abajo intentando cubrir lo que ya era en balde, el mal estaba hecho no habiendo posibilidad de reparar, exclamo...

-. Oooohhh... Lo lamento mucho Sra. Emi...lia...

-. Puedes estar segura que lo vas a lamentar...

-. ...ah! ¡Esta aquí...!!! ¡Señorita queda arrestada!!!

-. ¡Tranquilo Felipe!!! ¡La joven se queda aquí! Mi esposa se encargara en persona de castigarla, y puedes estar seguro que preferiría la joven, que te la llevaras detenida. Cariño acompaña a nuestro jefe de policía a la puerta, y Felipe... quiero que olvides el escándalo que ha habido hoy en el parque.

-. Si señor alcalde... ¿Es que ha ocurrido algo en el parque hoy...?

Diciendo esto abandono el salón, seguido por la Sra. Emilia detrás, antes de abandonar el salón la Sra. Volvió la cabeza hacia la joven...

-. ¡Jovenzuela! ¡Cuando vuelva quiero ver esos ridículos pantaloncitos, doblados sobre esa mesa, y ese polo también!!! Y que estés colocada junto a esa silla de pie y con las manos sobre la cabeza...

La muchacha estaba muy avergonzada, sus manos temblorosas, y con la mirada buscaba el perdón de la Sra. Antonia y de su marido el Sr. José...

-. Joven como venga mi hija y no estés como te ha ordenado, lo vas a lamentar y mucho.

-. Sra. Yo...lo siento...mucho...

Estaba muy arrepentida de como se había comportado, sólo había hecho que empeorarlo todo aún más, con las manos temblando de miedo por lo que la esperaba, empezó a quitarse el polo pasándoselo por la cabeza, se lo quito y lo doblo depositándolo sobre la mesa del salón, quedando con una fina camiseta de tirantes. Luego introdujo sus dedos por la cinturilla de los shorts blancos, y fue deslizándolos por sus muslos, rodillas, tobillo y extrayendo un pie y después el otro, lo doblo y lo puso encima del polo. Ya quedando sólo con las bragas y camiseta se puso al lado de la silla y puso sus manos entrelazadas sobre la cabeza.

A los pocos minutos apareció la Sra. Emilia, en su mano derecha llevaba una regla de madera de medio metro, y en la izquierda un cepillo de cabello. Llego hasta la mesa depositando en ella la regla y el cepillo. Luego pasando por detrás de la joven rodeándola y se sentó en la silla. La escena parecía de mediados de siglo XVIII, la señora sentada en la silla, a su derecha la muchacha solo en ropa interior con las manos sobre la cabeza, y enfrente de ellos con una posición envidiable para observar con todo detalle, el Sr. Alcalde, la Sra. Antonia a su lado sentados en el sofá y un poco más a la derecha sentado en un sillón el Sr. José. Todos observando a la infractora fijamente.

-. ¡Bien muchacha! Baja las manos y colócate boca abajo en mi regazo, ha llegado el momento de ajustarte las cuentas, jovenzuela... Venga no me hagas esperar o...

-. Por favor Sra. Noooo... Nooo me pegue más, ... Lo siento mucho, de verdad. Llegue ayer al pueblo, con intención de pasar un año sabático después de haber terminado la carrera, y hoy es el primer día que salgo por el pueblo...y no me he fijado en la ropa que llevaba puesta, hasta que le he oído hablar al agente, no sabía que iba vestida tan...

-. ¡Mira niña!!! ¿Todos somos responsables de nuestros actos, esos pantaloncitos tan descarados te los compraste tu?

-. Si señora...

-. ¿Entonces sabias que eran muy provocativos, o no?

-. Si lo sabía...per...

-. ¿Y aun sabiéndolo, en vez de ponerte unas bragas blancas para pasar desapercibida, te has puesto unas con flores de margaritas, y quieres hacerme creer que no lo sabias? Eres una descarada y una sinvergüenza. ¡Ven aquí ahora mismo...!!!!

-. Pero no he pensado en ell...

La Sra. perdió su paciencia y levantándose agarro de la mano a la joven tirando de ella, se sentó en la silla y arrojo sobre sus rodillas a joven...

-. Ven aquí desgraciada, ahora vas a ver lo que les ocurre en este pueblo, a chicas descaradas como tu... Tus escusas...no sirven...de...nada...desver...gonzada...

La muchacha en vez de forcejear como hiciera en el parque, se dejó llevar por la evidencia de su culpabilidad, no poniendo resistencia cuando la Sra. Emilia la tumbo sobre sus rodillas. Los primeros azotes enseguida cayeron sobre su trasero. Sus piernas colgaban semi flexionadas sin tocar el suelo, mientras sus manos se agarraban a las patas de la silla. Los azotes no paraban de golpear su trasero cubierto por las bragas de algodón, con fuerza y rapidez, no tenía tiempo de recuperarse de un azote, que ya sentía uno de nuevo. La muchacha se dejaba azotar en el culo sin moverse, sabía que tenía bien merecida la azotaina que le estaban dando, tenía la cara congestionada por el dolor que le causaba cada azote que recibía, lo único que de su cuerpo se movía eran los párpados de sus ojos que los apretaba con fuerza a cada azotazo que sentía en sus nalgas, y sus labios se contraían y sus dientes apretados para no gritar del intensísimo ardor y el dolor en su culo. Sus manos se aferraban a las patas.

Había recibido no menos de 50 azotes, en sólo unos minutos, que a ella le parecieron horas, ya que la mano de la Sra. Emilia no cesaba de azotarla y recriminarla por su comportamiento indecoroso. La muchacha ya no podía mantener la compostura por más tiempo, su culo empezó a menearlo de un lado a otro, sus piernas se abrían y cerraban, subía la izquierda y bajaba la derecha, para volver a separarlas y abrirlas todo lo que la posición expuesta en la que se encontraba le permitían. Sus lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, y sus lamentos ahora eran ahogados por sus sollozos. Pero nada parecía enternecer a la Sra. Emilia, que seguía y seguía azotándola en su enrojecido culo. Durante diez minutos interminables para la muchacha que ya se debatía sobre el regazo de la Sra.

Al fin detuvo la severa azotaina pero el alivio de la chica duro muy poco. Ya que sólo se detuvo para bajarle las bragas hasta las rodillas, la chica completamente derrotada no protesto siquiera, aunque de poco le habría servido, el culo tenía un color rojo intenso.

Y reanudo la Sra. La azotaina ahora sobre las nalgas desnudas, con la misma intensidad y con la misma fuerza.

-. AYY! Ay! Ay! Ayyyy! Ayyyyy!!! Ay! Ay! Ay! Ay! Ayyyyyyy!!! Ayyy! Ayyy! Ayyyy!!! Ay! Ay! Ay! Ayyyyyyy!!! Ay! Ay! Ay! Ay! Ay! Ay! Ay! Ay! Ayyyyy!!!!

Las nalgas y el principio de los muslos estaban muy muy rojos, igual que los ojos de la chica de tanto llorar. Sus piernas seguían pataleando sin control, las abría y cerraba todo lo que la traba de sus bragas a la altura de las rodillas le permitían. Durante otros diez largos minutos la señora la estuvo azotando severamente, su mano subía por encima de su hombro y lo dejaba caer con toda la fuerza que su brazo era capaz de impulsar, los azotes sonaban muy fuertes desde el primero que le diera sobre las bragas, hasta el último azote que le acababa de propinar sobre el culo desnudo...

La Sra. Emilia una vez había dado por terminada la severa azotaina, a siéndola por los hombros la ayudo a incorporarse, la muchacha al estar de pie, apoyo la cabeza en el hombro de la señora y se abrazó llorando a todo llorar, sollozando y haciendo ruidos con la nariz, ya que la mucosidad le dificultaba la respiración. La señora le acariciaba con ambas manos las nalgas muy a doloridas de la joven, le permitió permanecer así consolándola unos minutos.

Al cabo de unos minutos la separo de ella y...

-. ¡Basta...!!! ¡Ahora tal y como estas con las bragas en las rodillas, te vas a aquel rincón a reflexionar y que no se te ocurra girarte o tocarte el culo, jovencita... Aún no he acabado contigo...!!!

(8,85)