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Confesión mirando al pasado

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No he vuelto a verla jamás y ya han pasado más de cinco años...

Pero no puedo evitar, de vez en cuando, recordar la suave curva de sus amplias caderas, su dulce y sereno tono de voz, el deseado valle que habitaba entre sus suculentos pechos y que dejaba entrever por el escote de su camisa ( siempre llevaba dos botones desabrochados), su forma de colocar la mano cuando me abrazaba por la cintura, dejándola entre esta y el culo de forma inocentemente sensual, su blanca piel y sus rizos negros...

Si me preguntaseis si era hermosa, os diría que si, al menos a mis ojos, aunque no era ni especialmente guapa ni especialmente esbelta. No se parecía en nada a los cánones de belleza que damos por sentados. Pero para mi era perfecta. Su cadera que a muchos parecería demasiado grandes para considerarse bella a mi me parecía estar perfectamente en consonancia con sus turgentes pechos. ¿ Cuántas veces imaginé su forma por debajo de la blusa? ¿ Cuántas veces soñé con rozarlos con mis dedos y besarlos ? No se, nunca llevé la cuenta...

Fue la primera vez que sentí algo por una mujer. El deseo por su cuerpo me abrasaba por las noches haciendo que me masturbara imaginando que acariciaba cada centímetro de su tersa y suave piel.

Algunas veces soñaba que hacía el amor con ella de mujer a mujer, y otras deseaba poder ser yo un hombre para poder gozar de ella como tal y sentir mi imaginario miembro moviéndose dentro de ella. Disfrutarla como mujer, amarla como hombre...

Pero cualquiera que fuese la situación, siempre deseaba poseerla con ternura, como si fuese una frágil muñeca de porcelana, pues esa era la imagen con la que su físico quería engañar a los ojos de los demás. Puesto que era de carácter fuerte aunque dulce, pasional aunque calmado, caliente bajo su pálida y fría piel.

Despertaba en mi los más desesperados deseos y anhelos...

Mis noches eran para ella. Yo imaginaba historias en las que ella acababa acercándose y besándome. Aquellos labios finos pero bien formados y sonrosados eran míos y su lengua jugaba con la mía. Sus manos rozaban mis pechos, con timidez primero y con ansia después.

Soñaba que mi lengua trazaba una línea de saliva desde uno de sus lóbulos de las orejas hasta el tobillo contrario, pasando por su cuello, cruzando sus senos y entreteniéndose en un pezón para continuar por la redonda línea de ese pecho, deslizándose por su vientre hasta la cadera, haciendo círculos por sus muslos, mordisqueando sus rodillas hasta llegar a su pie...

Cada mañana cuando la veía, recordaba aquellas imágenes que yo había inventado y deseaba que toda la gente que se hallaba a nuestro alrededor desapareciese, para poder coger su cabeza entre mis manos y besarla tras decirla que el mundo era nuestro y que quería disfrutarlo con ella...

Fue un año angustioso, cálido, frustrante, esperanzador, fue muchas cosas... Siempre a su lado pero sin poder acercarme como yo hubiese querido...

Bueno, he de reconocer que jamás me atreví a hacerle la más mínima insinuación.

¿ Que hubiese pasado si yo no fuese tan tímida? No lo se...tal hubiésemos vivido una historia especial, o tal vez aquello habría roto nuestra amistad...

¿ Cobardía o acierto ?

Al menos de esta forma, me quedan unos recuerdos preciosos con los que puedo fantasear sin que un fracaso pueda enturbiarlos y hacer que se me encoja el corazón cada me que me acuerdo de ella...

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