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32.1 Primer encuentro con Faustin

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En el trabajo no hay novedades dignas de mención, al mediodía llamo a Evans para quedar para la tarde, me asaetea y hostiga a preguntas, sobre todo de Lorian y Nicolás, no quiere nombrar a Alan, me despido diciéndole que a la tarde le diré todo lo que nos ha pasado y he vivido en París.

Estoy tranquilo, Rayhan y Denís no solamente se encargaron de lavarme el coche el sábado, le han mirado los niveles y tengo una nota de que todo marcha bien, me detengo a la vuelta del trabajo para hacer mis compras y reponer la fruta y los lácteos.

A media mañana me sorprende una llamada de María, después de un momento de charla, que no tiene mayor importancia, me lleva a lo nuclear de la llamada. Al se encuentra mal y luego, al querer saber lo que le sucede, le quita toda importancia y me pide que si hablo con Gonzalo o el mismo Al no les diga que lo he sabido por ella.

Lo cierto es que me deja intrigado, pero pienso que si fuera algo de importancia me lo habrían comunicado ellos, además en Navidad, cuando les vi, no aprecié ningún síntoma de que hubiera empeorado, lo deje depositado en mi cabeza hasta poder pensar sobre ello.

Me cambio de ropa y me pongo guapo, como me gusta verme en el espejo reflejado, observar a un joven despreocupado, lo que no soy. En la barra de la disco pregunto por Evans y mientras llega hablo con los chicos que están allí, no veo a Telmo y cuando pregunto por él me dicen que hoy no vendrá.

Evans se estaba retrasando y continúo con mi conversación, contestando a las preguntas que me hacen sobre Lorian y Alan sus ex compañeros cuando veo acercarse a la barra a Paul, el barman le señala donde yo estoy, viene andando majestuoso y con su insufrible sonrisa en los labios.

-Me dice Evans que te envíe arriba, ahora no puede bajar, está en una reunión con Lucas esperando una visita.  –me siento empequeñecido ante él, no sé lo que tiene para hacerme sentir de esta manera, un imán químico que diluye mi voluntad, además no me ha gustado nada eso de “enviarme arriba”, como si yo fuera un objeto. Voy a ser elegante y hacer las paces con él. Me despido de los chicos y camino a su lado.

-Oye Paul, sobre lo del otro día, quería disculparme.  –se gira para mirarme.

-¿Qué día? No tienes que pedir disculpas por nada, a mí nadie me faltó.  –es odioso y petulante.

-Está bien, lo olvidaremos, como si no hubiera pasado.  –llegamos a los ascensores y mete su tarjeta para abrir la puerta.

-Daniel, si alguna vez me necesitas, para lo que sea, aquí tienes mi móvil y dirección.  –deposita en mi mano una pequeña cartulina que miro con aprensión.

-¿Y que se supone que voy a necesitar de ti?  -sonríe mordaz y habla con ese tono que…, que…, no sé lo que hacer salvo obedecer y guardarla en mi bolsillo.

-Cualquier cosa, lo sabrás cuando lo necesites.  –me mira y le hubiera estrangulado, mientras se cierra la puerta del ascensor aprieto en mi mano la tarjeta y la arrugo, como si la culpable fuera ese trocito de cartulina negra con las letras blancas. -¡joder!, pero que se ha creído este salva vidas prepotente, le he entendido perfectamente y no me voy a tirar a sus pies ni a entregarme fácilmente como él debe pensar-.

A la noche encontraré la tarjeta en mi bolsillo y tampoco la tiraré que es lo que debiera haber hecho cuando me la dio, tirársela a su cara para que perdiera su sonrisa de arrogancia.

El hombre de seguridad me sonríe y me hace una señal de que puedo entrar en el despacho de Lucas. Están los dos hablando y se levantan, Evans me abraza y Lucas me pasa su brazo por los hombros. Hablamos un rato de los acontecimientos de los días pasados y de cómo he visto París inundado de público con motivo de la manifestación.

-Evans, es mejor que Daniel no esté aquí cuando llegue Faustin, llévale a la casa.  –luego se dirige a mí. 

–Tenemos una inspección de rutina de la gendarmería y terminaremos enseguida.

Salimos al pasillo, en ese momento avanzan por él tres individuos acompañados por el señor de seguridad, Evans se detiene un momento y saluda con la cabeza a dos de ellos, del otro estrecha la mano que le alarga, va vestido de oscuro y es muy alto, como de unos treinta y cinco años, ligeramente cetrino de piel, me mira con intensidad analizando y recorriendo mi figura con su penetrante mirada, su mandíbula es cuadrada de barba cerrada y labios rojos, la nariz un poco larga y los ojos muy curiosos ya que están enmarcados en unas cejas que se mueven cambiando sus expresiones según las circunstancias y el momento. Me inquieta su inquisitiva mirada que no para de observarme mientras habla.

Evans se disculpa y seguimos nuestro camino, antes de finalizar el pasillo me giro ligeramente, el individuo continúa mirándome y sus acompañantes se han colocado en los laterales de la puerta esperando, se mete en el despacho de Lucas y sus acompañantes permanecen en el pasillo con el de seguridad. Evans me va hablando a lo largo del pasillo.

-Es gente de la Prefectura, inspectores de inmigración.  –no me debe explicación alguna pero parece sentirse en la obligación al notar las intensas miradas del que parecía el jefe.

-Si él es un inspector me debe haber visto sospechoso, no dejaba de mirarme.  –Evans pasa su brazo por mi hombro.

-De sospechoso nada, le gustan los chicos guapos e indudablemente le interesas. –como me ha puesto tan nervioso respondo inadecuadamente.

-Pues no voy a darle mi culo.  –se ríe de mi ocurrencia.

-Venga hombre, solo te ha mirado porque le gustas o por defecto de su trabajo, no te ha pedido nada.

-Pero podía ser más discreto, vaya forma de mirar, como si me quisiera comer. –continúa riendo sujetando mi hombro.

-La culpa la tienes tú por estar así de bueno. –giro mi cabeza para mirarle sorprendido, Evans no suele ser muy expresivo. 

–El es un semental y busca su placer, es una buena persona y no te debes preocupar, aquí tiene lo que quiere con los chicos de la casa.  –no termino de entender su risa que me oculta algo.

Al final del pasillo éste tuerce hacía la izquierda, avanzamos hasta el final y Evans pulsa algún resorte que no he visto y se corre la pared del final. Hay dos escalones de acceso a otro nivel más bajo, encontrarnos otro pasillo que recorremos y me lleva ante una puerta que abre para penetrar en un salón. Estoy asombrado de lo que veo. Evans me mira sonriente ante mi cara de sorpresa.

-Ahora esta es mi casa, prestada por Lucas, él se ha trasladado a vivir a otro lugar, curiosea lo que quieras, vuelvo pronto.

Me deja sumergido en mi extrañeza y desconcierto, el salón es fabuloso, con tres ambientes diferentes y grandes ventanales a los que me asomo, es la misma calle donde está la entrada de la disco pero no es la misma casa, pertenece a otro portal alejado de la entrada.

Tiene un aparato de música y le pulso el botón de encendido, escucho el mismo CD que tiene en la bandeja. ¡Bua!,  es de Edith Piaf, para pasar el rato está bien, busco en una librería algo para leer y al final cojo una revista de automoción de las que tiene un montón sobre la mesa.

Permanezco como media hora hasta que Evans vuelve a recogerme, viene sonriente.

-¿Ha ido todo bien?  -me levanto y voy hacia él.

-Todo es pura rutina, ¿ya has visto la casa?

-¡Oh! Por favor Evans, ¿cómo voy a ponerme a curiosear la casa de Lucas?

-Ahora es mía, la ocupo yo, anda ven por si alguna vez la necesitas, se puede llegar por su portal, o como has visto por la disco.

Me lleva detrás de él, la casa es enorme, elegante y muy antigua.

-Y yo que me preocupaba de si Lorian tendría sitio para dormir si venía en Navidad, se asustaría aquí como en la casa de Nico.

-Cuéntame cómo te ha ido en París.  –le voy hablando mientras me muestra la casa que realmente no me interesa, una habitación es igual a otra con distintos mobiliario. Deriva la conversación cuando le hablo de Alan, no quiere saber nada de él, bueno de él sí, de su vida con Tristán no le interesa o eso quiere aparentar.

Bajamos a la sala, no voy a quedarme a bailar aunque me apetece, mañana es día de trabajo.

Tomamos una consumición en la barra mientras termino mi narración de lo vivido el fin de semana. Una voz ronca y profunda habla detrás de mí.

-Vaya, así que español. –me vuelvo y el inspector, al que Lucas denominó Faustin, está ante nosotros, no está preguntando, afirma lo que parecería indagar.

-Daniel, él es un cliente, Faustine. –Evans le presenta como si fuera un cliente sin más y a mí como un amigo, me tiende su mano huesuda y muy fuerte, a pesar de que en la primera impresión no me resultó agradable estoy empezando a cambiar de parecer, entiendo observándole en detalle, la afirmación de Evans de que era un semental con mucha personalidad e innata autoridad que irradia de él.

En aquel momento no podía adivinar, ni en mis más extravagantes sueños, la importancia que aquel hombre tendría en un futuro en mi vida, ni por descontado, si me lo dijera un hado, lo admitiría como posibilidad en este instante.

Permanecemos en una conversación intrascendente hasta terminar nuestra consumición, hablando de la normalidad que se va aposentando en la ciudad después de tanta fiesta.

-Faustine, te dejamos, voy a acompañar un trecho de su camino a Daniel, ¿estás esperando a alguien?

-No, es por Paul, quiere presentarme una nueva adquisición de la casa, un chico nuevo que parece no estar hoy, ya sabes, alguien dócil de mi gusto.  –me dirige una mirada descarada que es una pura invitación a no sé qué, cuando nos despedimos con un apretón de manos me habla directamente a mí.

-Ya sabes, si tienes algún problema en la ciudad puedes contar conmigo, menos para anular tus multas de tráfico o por aparcar en zona prohibido. –se ríe de su propia gracia y nos despedimos.

Hablamos poco hasta que llegamos a la Gran Plaza y allí nos decimos adiós, no quiero hacerle perder más tiempo, tiene que atender sus asuntos de trabajo.

Mis pasos se escuchan en el silencio de la noche de la calle desierta, los adoquines de piedra hace que suenen sonoros y reverberen.

**********

 

Las bonitas arboledas que rodean la fábrica se han convertido en tétricos cementerios de esqueletos, los árboles elevan sus desnudos y descarnados brazos al cielo en mudo ruego de calor, quedan muy pocas hojas por caer y la frialdad de las rocas salpicadas de musgo verde y ocre hielan el alma.

Me arrebujo en mi abrigo casi temblando mientras voy a pasar el control de entrada y seguridad. Cuando bajamos a tomar nuestro té, me reconforto con el calor de la taza apresándola en mis manos.

En un aparte con mi jefe me pregunta por Nicolás y que están esperando que vayamos otro día a comer y pasarlo con ellos, no quiero decirle lo que sucede, va a tomarme por un voluble inconsciente.

Por las vueltas que había dado, calculé que llevaba una hora nadando, estaba comenzando a sentirme agotado y decidí darme un respiro, iba hacía el comienzo de mi viaje, la parte más profunda de la piscina y levanto la cabeza, el agua al resbalar de mi pelo, no me permitía ver bien, cuando fijo la mirada veo la sonrisa que cubre la cara de Rafael.

Está sentado en el borde de la piscina, jugando con sus pies en la lámina del agua, apoya  sus manos en el borde y tiene los hombros subidos para manejar bien los pies  chapoteando.

Me alarga uno de sus pies para que me sujete y vaya hacía él, abre sus piernas para que acomode mis brazos ente ellas, es curioso que el fino vello de sus piernas se vuelve más espeso y tupido al final, en los tobillos.

-¿Qué haces aquí?  -le devuelvo la sonrisa respirando fatigado.

-Observándote y…, primero feliz año, ¿no crees tú que es lo correcto?  -aprieta sus piernas para acogerme entre ellas.

-Tienes razón feliz, feliz año Rafael. ¿No vas a nadar?, porque habrás venido para eso.  –aparto un poco sus piernas, las aprieta y me siento asfixiado.

-He estado nadando a tu lado media hora y llevo un rato mirándote, pero tú no te enteras, ¿ya has terminado?  -continúa querido rozar sus piernas con mis brazos.

-Tengo que continuar otro rato más, me estoy volviendo muy vago.  –hago intención de girarme para reanudar mis ejercicios.

-Yo ya tenía suficiente con media hora pero te acompaño si luego me llevas hasta el centro porque he visto tu coche en el parking.  –tiro de su pierna para que caiga en el agua, se impulsa con sus manos para no rasparse el culo y cae encima de mi abrazándome, nuestras caras están muy juntas y sin mediar palabra me besa en los labios.

Ha sido un beso muy breve y frío y suelta una carcajada.

-Tenía que arriesgarme a que me dieras un golpe o a que no hicieras nada y he tenido suerte, mejor hubiera sido que me correspondieras, para ser un comienzo no está mal.  –continúa con su divertida risa y me contagia después de la inicial sorpresa.

-Venga vamos a nadar.  –las calles cercanas están ocupadas y me sigue detrás, para hacer la vuelta paso debajo de él y se lo toma a juego intentando pararme sin conseguirlo.

En los vestuario habla con los chicos que están allí, enseguida entabla conversación y alguno ríe con sus bromas,  cuando vamos a las duchas le observo por el rabillo del ojo, él me mira con descaro.

-Tengo que conseguir hacer mío tu culo, me vuelve loco.  –ríe como un loco en una gracia constante que a veces cansa y además no sabes si habla en broma o en serio, pero ahora me llena de hilaridad y tengo que agacharme para contener la risa.

-Voy a nombrarme bufón oficial de tu corte, joder lo guapo que estás cuando te ríes y te salen arruguitas.  –salgo corriendo para vestirme y huir de sus gracias constantes.

-Te invito a tomar algo ya que me voy a ahorrar el billete de autobús. –se viste unos pantalones amarillos muy ceñidos, botines crema, un polo blanco y un jersey negro, como ve que le miro hace un paseíllo para que le vea bien, hasta algún chico que le mira sonríe divertido al exagerar sus amanerados movimientos.

-Tengo que ir a casa para dejar las cosas y luego llegar al centro para tomar algo allí.  –me mira como enojado moviendo su cabeza.

-Justo lo que voy yo a hacer también, te presentaré a un chaval que ha venido de España conmigo, pero es hetero y novio de una de mis compañeras de piso, lo de hetero lo dice él, no hay que fiarse de esos tipos, que sin darte cuenta te pretenden de novio.  –hace una mueca graciosa y los chicos ríen contagiados por mi risa aunque no han entendido lo que me decía en español. En el camino para ir al estudio hablamos.

-¿Como lo has pasado?  -le hago la pregunta sabiendo la probable respuesta.

-Muy bien pero con la familia, ya sabes, jodidamente mal. –hace un gesto displicente, un poco femenino, con la mano.

-¿Habrás visto a tus primos?, mis amigos…  -lo de amigos es un decir, el pequeño es más amable y abierto, me he llevado bien con él, pero con el mayor hemos sido acérrimos enemigos declarados.

-¿Cabrón de Íñigo?, semejante majadero. Le dije que te había visto y que trabajabas aquí, ja, se tuvo que joder.  –imagino su cara y la mala leche que debió producirle.

-¿Te hablaría bien de mi?  -era un interrogatorio directo, sabiendo de antemano las respuestas.

-Sí, la verdad es que te quiere mucho, se le nota, la frase más amable fue:  –¿O sea que allí está el maricón y os habéis llegado a encontrar?-  –era genial imitándole en sus engolados gestos.

-No te preocupes, el estúpido lo dijo para insultarme a mí, pero ya le pueden joder.

Necesito determinados momentos de diversión como este, pero solo algunos porque ya me duele el vientre de reír sin parar imaginando a su primo.

-Bueno algo agradable para la vista ya posee, ¿no te parece?  – lo cierto era que su primo resultaba físicamente estupendo, lo que tenía de viril belleza contrastaba con su impertinencia. Estábamos llegando ante el portón del patio e hice funcionar el mando.

-Sí claro, tiene buen tipo y es guapo, un cabronazo de mierda que siempre se está metiendo con el maricón de su primo.  –Rafael adopta poses amaneradas riendo de lo que su primo pudiera pensar si le viera.

-También tiene una buena…  -no me deja terminar la frase.

-¿Se la has visto?, yo no veo nada especial en su aparato reproductor.  –he metido el coche en el patio y estamos saliendo, no paro de reír y se me saltan las lágrimas.

-Rafael, he estado dos cursos enteros con él, se lo he visto en toda su magnitud y no le veo nada mal, en ese aspecto, tú debes de tenerle algo de envidia.  –salgo del coche y voy recogiendo mis cosas, le pido que deje su bolsa en el coche para recogerla cuando nos vayamos.

-Claro yo soy el que le tengo envidia y no sabe salir solo por Jerez. ¡¡¡Baahh!!!

Me ayuda a llevar mi ropa y  mis cosas al estudio, lo mira todo curioso. Dentro están Rayhan y Denís, tienen sus camisas abiertas, imagino que han estado ensayando lo que sea y se las meten bajo la cintura de sus pantalones, les hago un gesto de que no tiene importancia y vienen a darme un beso ante la mirada asombrada de Rafael.

-Mira Rafael, son amigos, Rayhan y Denis.  –Rafael como siempre me da la sorpresa, les abraza y les besa y al momento está hablando con ellos.

-Rayhan voy a marchar al centro, tengo que acompañar a Rafael.  –creo que pretendía algo pero no lo dice al estar Rafael.

-Si quieres te colocamos tu ropa.  –me hace un favor tremendo, bastante hago teniendo que quitarme el chándal y ponerme un pantalón vaquero con camisa y el inevitable abrigo.

-Gracias Rayhan, eres un sol.  –abandono todo sabiendo que él lo distribuirá mejor que yo y al pasar para vestirme al baño me inclino para darle un beso agradecido.

Rafael tiene su casa en la parte vieja, al lado de donde la tiene Luis, y… unos portales más adelante está la de Paul, he visto su tarjeta sobe la mesa alta del estudio, noto mi desasosiego por el sudor que de repente impregna mi piel.

Su casa es elegante. Se ve en la fachada y lo confirmo al ver los elementos comunes del portal y al entrar en ella. Me lleva hasta un gran salón, va gritando los nombres de sus amigas y es allí donde se encuentran. Un chico que no conozco y una de sus compañeras están sentados en un sillón intentando poner sus ropas en orden.

-Joder Ramón, te vas a quedar vacío, desde que llegamos no descansáis.  –el tal Ramón no se amilana aunque se pone ligeramente rojo.

-Puede ser que tú tengas envidia de lo que hacemos.  –parecen tal para cual, el chico, Ramón, se pone en pie y alarga su mano antes de que Rafael nos presente.

-Bueno vale, al final es de lo vuestro de lo que gastáis, Daniel un amigo y este es Ramón del que te hable, un amigazo desde…, de siempre. Te dejo un momento con ellos voy a dejar mi bolsa. A la chica no me la presenta, no hace falta, ella se levanta y viene a besarme, hablamos cuatro cosas hasta que vuelve.

Rafael pregunta por su otra compañera.

-Se iba a encargar de organizar la fiesta del jueves, escucha Daniel, para ese día organizaremos una marcha por los bares y la terminamos aquí, ¿te puntas?

-Rafael, yo trabajo el viernes. –le miro como pidiendo perdón y me pongo en pie para marchar ya que él va hacia la puerta.

-Y nosotros estudiamos. –su contestación va acompañada de las risas de los tres mientras la puerta se cierra a nuestras espaldas.

En uno de los bares de la plaza encontramos a parte de la cuadrilla y comienzan a beber,  después de un rato largo de estar hablando aparto a Rafael para hablarle.

-Yo me voy, tengo cosas que hacer.  – me ayuda a colocarme el abrigo y aprieta mi cintura.

-Ya sabes, si no nos vemos hasta entonces, el jueves iré a la piscina, he comprado un pase de un mes, creo que será suficiente para seducirte.  –y…, cierro su boca colocando mis dedos sobre ella y aprovecha para besarlos.  Y…,  vuelve a insistir queriendo que vuelva a hacer lo mismo pero esta vez no me ha pillado los dedos.

Como era de esperar Rayhan es un primor, ayudado por Denís han colocado toda mi ropa al detalle en su lugar, antes no me había fijado, ha cambiado las flores  y lucen nuevas y brillantes.

**********

 

El patio se encuentra vacío hasta que Rayhan, que debe haber escuchado la apertura del portón y camina hacia el coche, viene solo.

-¡Hola!, te ha llovido, ya tienes el coche sucio otra vez.

-Tengo que pagarte la limpieza del sábado, gracias por el favor, eres tan atento.

-Me ayudó Denís y estuvimos contentos de llevarlo a limpiar.  –en ese momento me doy cuenta de que su amigo no aparece por lado alguno.

-Por cierto, ¿dónde se encuentra Denís que no le veo?  -miro hacia su local y la puerta permanece abierta.

-Tiene que estudiar, no puede acompañarme todos los días y también yo debo ponerme seriamente a mirar mis apuntes, recuerda que empiezo mi carrera y lo encuentro muy difícil.  –entramos en el estudio y dejamos mis pertenencias sobre la mesa, no espera más y me toma por la cintura, me arrastra hacia él, intento escapar pero solo consigo que apriete mi culo contra su entrepierna, río y me sujeto al mostrador para apartarme, imposible.

Me da la vuelta, siento vivo su miembro sobre mi vientre, sujeta mi barbilla y me besa, tiene la cara fría pero sus labios son fuego, un beso que se prolonga buscando más y quiere quitarme la ropa.

-Rayhan, dijiste que tenías que estudiar, quiero trabajar un poco y contestar unos correos, tengo la bandeja llena.  –me opongo sin convicción, pongo mis manos sobre su pecho para apartarle, y lo consigo porque él lo consiente, no sin antes besar mi frente y mis ojos, aparta mi mano y la lleva a su boca.

-Sí, voy a estudiar, ¿luego podremos hacerlo?  -su polla aprieta sobre mi vientre, paso mi mano por ella y asiento.

-Primero hacemos lo que debemos y luego ya veremos…  -entiende que le doy mi conformidad y me suelta.

-Luego vuelvo, recuerda tu promesa.  –se marcha y preparo el dinero que le debo, lo dejo encima de la mesa y me pongo a trabajar, luego contesto los correos que puedo.

Me parece que han sido unos segundos de tiempo lo que ha transcurrido desde que se fue, cuando lo tengo de nuevo llamando a la puerta voy a abrirle deseoso, he estado pensando en lo que va a suceder y me siento excitado. Vuelvo al portátil para terminar cerrar lo que tenía abierto. Retira mi mano del teclado para besarla, no me permite seguir.

-Déjame terminar, es solamente un momento.  –suelta mi mano para besar mi cabeza y meter su mano por el cuello de la camisa y llega a mi tetilla que pinza. Me quedo quieto esperando que termine y se dé cuenta de que así no avanzamos.

-Vale, ya te dejo.  –se aleja y se acomoda en el sofá con las piernas abiertas y sus manos sobre su entrepierna acariciándola, mirándome impaciente.

No me da tiempo para cerrar el ordenador cuando le tengo abrazándome de nuevo.

-Denís quiere que lo hagamos, le expliqué lo nuestro y está deseando que estemos, ¿cuándo va a ser?  -mientras me habla voy cerrando el sistema.

-Quería que hubiera sido el sábado pasado pero ya sabes que me tuve que marchar.

-Está impaciente por hacerlo contigo, y le digo que no le causarás dolor y que eres muy dulce.  –me deja sorprendido.

-¿Y tú como lo sabes?

-Me dijiste que se lo hiciste a tu pareja y que le gustó.

-Pero…, ¿aseguré yo que no le doliera?, en realidad la primera vez le dolió y la segunda.  - no deja de sonreír mientras me abraza y me va llevando hacia la butaca.

-Tú sabrás hacerlo bien.  –me dejó caer en el sofá y se colocó encima de mí. Quizá debía pedirle a Paul que le enseñara y me estremecí al recordar el rostro de Telmo.

Dejé de pensar para atender otros deseos más imperativos, me besa deliciosamente, pasando sus labios sobre los míos, explorándolos y llenándolos de la humedad de su saliva, meto mis manos entre su pelo y acaricio sus orejas, mi pulso comienza a acelerarse y besa mi cuello, se eleva un poco para meter su mano entre los dos, queriendo bajar mis pantalones sin quitar antes el botón ni bajar la cremallera, no le resulta difícil al estar tumbado me sobra un montón de cintura y los lleva hasta mis rodillas, se apodera de mi verga y empieza a moverla.

-Despacio Rayhan, vas a lograr que me corra si continúas así.

-Llevo días esperando este momento y la tienes tan caliente.  –la aprieta fuerte, con pasión.

-Desnudémonos, déjame que te toque yo.   –se pone en pie para quitarse su ropa, yo no necesito levantarme para sacarme los pantalones con el bóxer y retirar mi camisa, en pocos segundos estoy desnudo.

Siento el calor de su pecho sobre el mío que lo tapa entero, su polla que juega y se frota con mis muslos queriendo entrar entre ellos. Se pone de rodillas entre mis piernas y comienza a lamer y chupar mi pene, empiezo a gemir más fuerte, cada vez que absorbía yo soltaba un gemido, suspiraba y mi respiración se hace más fuerte, separó mis piernas dejando una colgando del sofá y a la vez que chupaba jugaba con la entrada de mi ano, era imposible aguantar de esa manera mucho tiempo.

-¡Ayy! Rayhan, vas a hacer que me corra.  –la suavidad de su boca era increíble y metía toda mi polla en ella, veía correr sus labios por mi tallo en una caricia de inenarrable delicia, lo tenía muy húmedo de su baba que se le escapaba y no paraba de meter dos de sus dedos en mi ano. Se apartó un momento para hablar.

-No importa, no voy a parar, córrete en mi boca.  –y volvió a mamar, es impensable el placer de sentir llegar mi polla al final de su boca, ver su cara congestiona por el esfuerzo y aguantar sin respirar con toda ella dentro de él.

Elevé mi pelvis, mis huevos golpeaban en su barbilla, y grité, creo que fue un alarido que ahogué con mi mano, no paraba de temblar y mi semen salía de mi en latigazos furiosos, cuando me descargué caí sobre el asiento, me dolían los músculos del vientre, y mis manos yacían rendidas, mis piernas muertas, de vez en cuando salía un estertor de mis labios al notar aún mi polla en su boca envuelta en mi semen y su saliva.

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