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Recordando al primer amor (Capítulo 11)

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CAPITULO XI

Esperé impaciente a que dieran las diez de la noche para llamar a Cristina; hora que suele llegar de la academia de canto porque dice que quiere ser artista; cosa que no me agrada, pero no me opongo ya que somos novios desde hace pocos días, y no tengo derecho a inmiscuirme en su vida. (de momento) Ya lo hará su abuelo materno, que creo que es un tío con mucha mala leche y el cabeza de familia en realidad, ya que por lo visto el padre va de consorte y pinta poco por motivos que desconozco pero que respeto, y no quiero sacar el tema delante de ella porque pertenece a la más estricta intimidad de los "de Juanes Vergara".

Por eso creo, que, el abuelo de Cristina será el que le diga que de artista nada; que los "de Juanes Vergara" son una estirpe de rancio abolengo, y que nunca ha habido titiriteros en la familia.

- ¿Cristina?

-Sí, soy yo. ¿Todavía no distingues mi voz con la de mi hermana?

-Es que son tan parecidas... ¿Puedes hablar?

-Sí, cariño, cuando me llamas hablo desde la habitación.

- ¿Qué tal estás?

-Muy arrepentida Amador, muy arrepentida por lo del domingo.

- ¡Pero mujer...! Si a la postre no pasó nada, nos arrepentimos, pedimos perdón a San Ginés de nuestro pecado, y cómo Dios los quiere arrepentidos...

-Ya lo sé corazón... Pero.

- ¿Pero...?

-Maribel, una compañera del trabajo, casada con tres niños, una señora muy seria y de mi absoluta confianza porque no es nada cotilla, le he contado lo del otro día.

- ¿Con detalles?

-Sí, con todo tipo de detalles, hasta lo de tu bragueta.

- ¡Jo! Qué eso es una cosa secreta...

-Necesita consejo, comprende, y a mi hermana no se lo iba a pedir porque sabe lo mismo o menos que yo, porque no tiene novio. Y a mi madre... ¡ni se me ocurre!

- ¡Jo Cristina! Las madres deberían estar para eso. ¿no crees?

-Mi madre sólo me dice que preserve mi honra hasta el matrimonio, que a las chicas deshonradas nadie las quiere para casarse con ellas.

-Eso sería antes y en los pueblos, cariño. Yo te quiero tanto, que todo lo que hayas hecho ante de conocerte no lo tendría en cuenta y ni me importaría.

- ¿Y si no fuera virgen?

-Te cuento una cosa si me prometes que no vas a enfadarte.

- ¿No será nada malo?

-No mujer, es una anécdota de mi vida anterior a ti.

-Cuenta entonces.

-Hace un año poco más o menos, conocí a dos hermanas que son vecinas de mi hermano Juan Antonio, que está casado. Estas chicas son de nuestra edad, y viven solas en Madrid, son manchegas y les va la marcha cantidad, se acuestan con los chicos que quieren, pero no se dejan penetrar "por ahí"... ya sabes por donde.

- ¿Y tú cómo la sabes?

-Me lo han contado...

-No te creo, si empezamos con mentiras, mal empezamos. Así que dime la verdad o te callas.

-Bueno sí, he estado con las dos.

- ¡Acostados a la vez!

-No mujer, una a una, eso de los tríos no lo veo decente.

- ¡Vaya, vaya..! Y yo que te creía una mosquita muerta.

-Vale, me callo.

-No entres en más detalles, y di de una vez para que sacas esto a relucir.

-Espera, espera mujer, que todo tiene una explicación y una enseñanza. Te cuento esto para demostrarte que una chica puede ir virgen al matrimonio "por delante"; pero por detrás igual lo tiene como "un bebedero de patos, y más sobá que un pan de pueblo", o sea: más puta que las gallinas. ¿Comprendes?

-Ya, ya, pero corazón que no ve, corazón que no siente. A los hombres os gusta ver la prueba de la virginidad en la noche de bodas.

-No te lo creas cariño. Eso sería en los tiempos de tu abuelo, hoy los chicos creemos que la decencia de la mujer está en otra parte. Pero dime que es lo que te ha aconsejado esa compañera de trabajo.

-Maribel me ha dicho, que, los novios por muy formales que sean y por el amor que se profesan, es muy normal que lleguen a tocamientos íntimos; que el noviazgo además de ser un proceso para conocer la compatibilidad o la incompatibilidad de caracteres, el aspecto sexual es tan o más importante que el espiritual, ya que en la cama se van a desarrollar un tercio de sus vidas.

- ¿Y qué más?

-Que no me preocupe, que cuando dos almas se quieren no es pecado hacer el amor... Pero...

- ¿Pero ¿qué?

-Es qué me da vergüenza.

- ¡Vamos mujer, ¡qué somos novios...!

-Que, si algún día llegamos al final, que no lo hagamos sin goma.

- ¡Sin qué!

-Sin preservativo, tonto.

- ¡Ah! sin condón.

-Bueno, eso.

- ¿Y tú qué conclusiones has sacado, cariño?

-Sólo sé que estoy muy enamorada de ti. Lo demás ya irá surgiendo y será lo que Dios quiera. Pero como no estoy convencida del todo, se lo voy a consultar al párroco don Hilario de mi Parroquia.

- ¿El párroco de Covadonga? Pregunté intrigado.

-Sí, el mismo. ¿Le conoces?

-Claro que le conozco y demasiado bien. Hasta el punto de que dejé de confesarme con él.

- ¿Y eso?

-Porque es un metiche de mucho cuidado.

- ¿Qué es un metiche?

-Es una palabra mexicana que se me ha pegado de Cantinflas. Quiere decir cotilla y que le gusta saber los secretos íntimos de todos.

-¿Qué te preguntaba?

-Nada más decir el Ave Maríalo primero que me preguntaba era que cuantas "pajillas" me había hecho.

- ¿Y tú qué le decías?

-Que dos o tres.

- ¿A la semana?

-No, al día.

- ¡Hala! No te creo.

- ¡Bueno! eso era de pequeño, a los 14 o 15 años.

- ¿Y ahora?

-Ahora menos, porque tengo muchas emisiones seminales.

- ¿Qué es eso?

-Pues que soñando "se me escapan las cabras al monte".

-Si no soñaras guarradas, no se te escaparían.

-Eso no se puede controlar cariño. Y cómo las novias no os dejáis... Pues a los novios nos pasa lo que nos pasa...

-Pero no es ese tu caso... lo de esas dos vecinas de tu hermano...

-No mi amor. Eso fue circunstancial, y no había amor.

-Creo que te comprendo. Pero si crees que yo voy a ser la que te resuelva ese problema. "el de tus cabras..." lo llevas claro.

- ¡Que no, que no! Que yo te quiero con mucha ley, y si hay que aguantarse hasta la noche de bodas, se aguanta. ¡Faltaría más!

-Así te quiero. Y te dejo que me llaman para cenar.

-Espera.

-Dime.

-Qué si le cuentas al párroco lo que hiciste te excomulga. A mí, por cada "pajilla" me echaba de penitencia un rosario con sus consiguientes letanías.

- ¡Bruto!

-Te llamo mañana para quedar el sábado.

-Vale. Adiós.

-Adiós. 

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