Nuevos relatos publicados: 9

Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 36)

  • 5
  • 6.158
  • 9,25 (12 Val.)
  • 0

Capítulo 36

 Le dije, que iría a ver pisos para nuestro nidito de amor, pero pensaba hacer otra cosa; y para no levantar sospechas, le pedí que me acompañara (con la esperanza que me dijera que no), que prefería quedarse en el hotel tomando una copa. Y así fue.

--Cariño. ¿Me acompañas a ver pisos?

--No tengas tanta prisa mujer, que tenemos tiempo de sobra para eso. Te espero en el bar del Hotel tomando una copa.

Ninguna vez me había llamado Manolita ¡Raro, raro, raro..! Cada momento que pasaba, estaba más convencida de que me estaban preparando una trampa para hacerse con mis millones.

Mis contactos eran de alto nivel; ya saben, por mi casa de citas pasó la crema de Madrid. Llamé a Fernando Lopetegui, aquel comisario que se acostaba con mis niñas por la cara, por hacer la vista gorda.

--Comisaría  Central. Diga.

--Pregunto por el comisario Lopetegui, si está dígale que le llama Manolita.

--¿Así, sin más?

--Así es suficiente, si está lo comprobará.

--Un momento, por favor.

Esperé como unos treinta segundos, no más.

--¡Manolita...! ¡Pero qué sorpresa! ¿Desde dónde me llamas?

--Hola Lope... ¡Cuánto me agrada escucharte! Te quiero pedir un favor. Te llamo desde Madrid.

--Manolita... Sabes que lo que quieras. Estoy a tu órdenes.

--Siempre tan servicial, Lope. ¿Me puedes recibir ahora? Por teléfono no es prudente que te cuente lo que necesito saber.

--Ven cuando quieras, que te espero

--En diez minutos me presento en comisaría.

Nada más llegar, me estaba esperando, me abrazó y me dio dos besos en ambas mejillas.

--¡Manolita, mi querida amiga Manolita! Los años no pasan para ti.

--Ni para ti Lope, ni para ti. Pensaba que te habrías jubilado.

--A punto estoy, para el año que viene. Dime, que es lo que necesitas. Ya sabes que me tienes a tu disposición. ¿Qué es de tu vida?

--Ya te contaré viejo amigo. Desde que dejé "la Casa" han pasado muchas cosas.

--¡Qué pena que la cerraras!

--Ya lo sé... ¡La de niñas que "te cepillaste"! ¿Eh Lope?

--No me lo recuerdes, no me lo recuerdes, que se me caen dos lagrimones. Pero contigo "joía" no hubo forma.

--Ya sabías que yo era "materia reservada". Pero no me digas que no te acostaste con bomboncitos mucho más jóvenes que yo.

--Ya sé que eras el capricho del Régimen, sólo faltó "El Tío Paco para llevarte al catre".

--Olvidemos el pasado, Manolita

--¡Cómo pasa el tiempo, Lope!

--¡Qué tiempos aquellos Manolita... ¡Qué tiempos! Pero dime, en que puedo servirte.

--Verás...

Le conté a grandes rasgos mis dudas y temores con el Clero de mi pueblo. La fundación que llevaba mi nombre, y desde donde se pretendía hacer la transacción. Lopetegui me escuchaba con mucha atención.

--De modo, que "ese curita" te quiere llevar al huerto.

--Eso me temo, Lope, eso me temo.

--Lo que me asombra Manolita, es tu patrimonio. ¿Tanto has ganado? ¡Joder! que mil millones de pesetas no los gano yo ni en cien vidas.

--Bueno, la mayor parte son herencias, y de la venta de "la Casa", saqué un buen pellizco.

--¡Bien! ven conmigo a la base de datos.

--¿Cómo dices que se llama ese curita?

--Sergio de la Flor Campillo.

--¡Joder! con esos apellidos no debería ser un cabroncete.

Conectó un ordenador, y empezó a introducir órdenes a través de un teclado.

--Vamos a ver... De la Flor Campillo.. Veamos cuantas fichas existen con estos datos.

Empezó a moverse aquel aparato; conectó otro, que era una impresora, y en unos segundos, a emitir informes.

Acabó el artificio de escrutar la información solicitada, y Lope, comenzó la búsqueda en los mismos.

--Aquí hay un tal de la Flor Campillo, pero de nombre Ernesto, no Sergio. Toma y mira la foto que lleva impresa.

--¡La pu... madre que lo parió! ¡Pero si es él!

--Mira a ver si por Sergio de la Flor Campillo viene algo.

Escribió Lopetegui el nombre completo, el aparato al cabo de unos segundos de búsqueda se leyó en la pantalla:

Información restringida. Introduzca clave de acceso

 

--¡Vaya! "El pájaro" existe, pero debe volar muy alto.

--¿Quién tiene la clave? Pregunté a Lope...

--El Director General de la Policía, o el Ministro. Pero lo que no cabe duda que existe, y que está protegido de los formulismos ordinarios.

--¿Quién tiene ese privilegio? Volví a preguntar.

--Es difícil de determinar, generalmente son instituciones que actúan en la sombra o secretas. Pero lo que está claro, el que se hace pasar por Sergio, se llama Ernesto, y que debe ser hermano gemelo del otro; y que te están preparando "un buen marrón".

--Gracias Lopetegui, me has hecho un favor inmenso.

--¿Qué vas a hacer Manolita? Ten cuidado, que con el Clero no se juega.

--Eso era antes, con la Dictadura.

--No obstante, anda con pies de plomo con este asunto.

--Gracias otra vez Lope. Ya te tendré al tanto.

--Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites.

(9,25)