Nuevos relatos publicados: 18

32.2 Gozando de mi chico árabe sin parar

  • 21
  • 18.891
  • 9,52 (46 Val.)
  • 0

Mi polla se iba desinflando y al fin Rayhan la saco de la boca, estaba húmeda y brillante, se arrastró hasta que nuestras bocas quedaron pegadas, olía a semen, a polla, a mí, y besé su boca tan caliente, tan suave con restos aún de mi corrida. Tardé unos minutos hasta que mi respiración se ralentizó.

-Rayhan, qué bien lo haces, ha estado tremendo.  –al fin puedo elevar mis manos para acariciar su bonita y varonil cara.

-Lo aprendo todo de ti, de lo que te veo hacerme.  –ríe con gozo besando mis tetillas, su verga me punza con fuerza en mi pierna.  Lleva su mano a mi miembro y recoge parte de mi corrida para llevarla con sus dedos a mi culo, allí la extiende y mete sus dedos jugando, abriéndolos con una suave caricia circular.

-Ven, que estás cansado.  –me coge en sus brazos para sentarme sobre él, coloca el capullo de su polla y solo tengo que ir dejándome caer poco a poco, sentándome mientras su falo me atraviesa llenando mi recto.

Sus testículos están pegados a mis nalgas, los pelos de su pubis me hacen cosquillas en el culo y lo refriego sobre él.

-Simplemente elévate un poco y déjame hacer a mí.  –me sujeto a su cuello y elevo un poco mi cuerpo sacando su verga unos centímetros y ahí comenzó él a subir y bajar su pelvis, entrando y saliendo de mi con fuerza, yo acariciaba su cabeza y tiraba de su pelo disfrutando del roce de su verga, volvía a tener mi polla tiesa, me movía como un junco azotado por el viento, sudaba y su respiración era fatigada, más ruidosa cuando más duro me daba, paró un momento para besarme en la boca.

-Te estás cansando, déjame que ahora sea yo. –negó con su cabeza volviendo a sellar mi boca y volvió a su violento movimiento, mi polla rozaba con sus perfectos abdominales y de un momento a otro iba a volver a correrme, el estímulo de su polla en mi ano y recto eran inaguantables, aquel monstruo me taladraba entrando con fuerza, aceleró sus movimientos y noté como se venía porque su verga se hincho y mi ano lo notaba. La metió sujetando mis caderas  y obligándome a sentar sobre él con toda su verga dentro.

Era asombrosa la cantidad de esperma que salía que de sus huevos y con el que me iba llenando, me retiré un poco de él para tocar el frenillo de mi polla y empezar a correrme sobre su pecho. Le abracé y mi semen corría entre los dos, los esfínteres de mi culo le apresaban estrangulando su falo.

Nos miramos y comenzó a reír recogiendo mi esperma de nuestros pechos, comencé a dar saltitos sobre él de la risa que me daba y enterré mi boca en su cuello para morderlo.

-Cuando me la saques, esto a ser una fuente, va a quedar todo sucio de tu semen.  –se levantó sosteniéndome en sus brazos, sin sacarla.

-No te preocupes esto no es un problema.  –y de esta manera me llevo hasta el baño pasando a la ducha, no quería salir de mi, la tenía durísima, pasó sus brazos por mis nalgas y empezó a meterla y sacarla con tremenda su fuerza, entraba y salía sosteniéndome en el aire, resbalando nuestros pechos por el semen que había tirado, le ayudé cerrando y abriendo mi ano, aprisionando su polla, hasta que, rendido, cansado, se inclinó y arremetió con fuerza y volvió a eyacular, gruñía y gritaba cubierto de sudor, me resbalaba de él y su polla fue saliendo, un chorro de leche corría por mis piernas cayendo en goterones blancos a mis pies.

Nos bañábamos riendo, alegres, satisfechos y cansados, me metió dos dedos en el culo y los sacó llenos de su esperma.

-Vas a tener que lavarte por dentro.  –sentí un poco de vergüenza.

-Eres una bestia tirando tu leche.  –sujeté sus testículos que producían lo que tanto me gustaba.

-Pero a ti te agrada.  –no pude decirle que era mentira, es cierto que me encanta que me llene el culo y cuando me la vierte en la boca me deleita.

Estuvimos un tiempo hablando sobre la cama, envuelto en sus fuertes brazos, sintiendo toda la fuerza que se desprende de su cuerpo tan sensual hasta que sentí su verga despertar otra vez. Sonreía dichoso y quise mamarla, satisfacer mi capricho de tenerla en mi boca.

-¿Quieres que te la chupe?  -le hablaba mimoso lamiendo sus morenas tetillas.

Sin contestar empujó con suavidad mi cabeza en un gesto de deseo y resbalé de su pecho a su vientre hasta llegar al objeto de mis deseos. Chupé su rojo capullo y me divertí estudiando sus reacciones, mirando su cara de placer mientras mamaba su verga, sin prisas mamando y disfrutando de su textura hasta que se corrió gritando entre espasmos en mi garganta y mi boca.

Gocé como un loco saboreando su cálido semen y permanecí con mi cara sobre su polla hasta que el tiempo nos obligó a suspender nuestro  sentir placentero. Me acurruqué entre sus brazos y me hubiera quedado dormido pero él tenía que marchar para su casa.

Le despedí en la puerta, el viento soplaba fuerte y no esperé a que atravesara el patio, la cerré y empecé a recoger mi ropa que había quedado tirada en el suelo.

**********

 

Rayhan me dijo que tenía el coche sucio, si lo viera ahora manchado de las salpicaduras  de las obras por las que he pasado, espero que el agua de la lluvia que cae lo limpie un poco, y  que el sábado podamos ir a lavarlo y hacer lo que él y Denís quieren, yo no lo tengo tan claro, presiento cierto peligro en inmiscuirme entre ellos, aunque sean ellos los que quieren que así sea.

Mañana comeremos fuera de la fábrica, mi jefe quiere que acompañe a unos técnicos de la empresa contratada, para ver cómo funcionan en una planta los equipos de filtrado que ahora están instalándonos, allí llevan tiempo funcionando y quiere un informe de resultados. Le pido llevar a Elie con nosotros, confío más en ella y nos compenetramos mejor.

Realizo mis compras antes de ir a la piscina, ahora Rafael me espera en la puerta sabiendo que llegaría, es increíble como viste, sus ropas son de lujo deportivo, todas de marca y yo vestido de traje y corbata.

-Que serio se te ve y luego como cambias, tenías que buscarte un trabajo de…, acompañante de hombres.  –me habla mientras me abraza con un brazo, su otra mano sostiene su bolsa de deporte

-¿De scort?, ¿quieres decir eso?  -ya está sacando mi sonrisa a flote aunque pongo cara de ofendido.

-¿Cómo lo debo tomar?, ¿es un insulto? ¿Me estas llamando puto?  -a pesar de lo que dice y viendo mi cara sería se acerca para darme un abrazo y besar con suavidad la mejilla resbalando sus labios hasta mi boca.

-Todo lo contrario, tómalo como un elogio. Tú eres un hombre elegante, atractivo, discreto y con un montón de cualidades más.  –me río y le miro a los ojos donde leo hilaridad, se está riendo de mi.

-Esos atributos no son exclusivos de esos hombres, y entre ellos no todos los pueden lucir por igual, Rafael, te estás pasando. –quedamos un momento en silencio hasta pasar el mostrador de recepción.

–¿Además tú que sabes de esas personas?

-Lo que se habla y se dice por ahí, nunca he pagado un acompañante, vamos a cambiar de conversación, ¿te apuntas a la salida de bares de esta noche?

-No puedo, tengo cantidad de cosas pendientes y debo terminar de hacerlas.

-Ven a la fiesta un rato, por favor, vas a parecer un viejo.  –tiene una cara de pícaro bribón que derrite.

-Así es como me siento contigo.  –entramos a los vestidores y me deja quitarme la ropa tranquilo, ahora se preocupa de entablar conversación con dos de los chicos que estaban el día pasado, hablan de la fiesta de la noche por las calles llenas de estudiantes. Me observa mientras me coloco el bañador con mirada atrevida y procaz y no le presto atención.

Realizo mis ejercicios habituales, tenemos que compartir la calle, el resto están ocupadas, algunas con tres nadadores. Algunas veces me roza a propósito al cruzarnos, yo voy a lo mío. Cuando me detengo para descansar Rafael está fuera del agua hablando con el entrenador del niño al que admiro, me alegro ya que así tengo la calle para mí solo y puedo hacer mariposa.

En la ducha se comporta correctamente, le llegó el momento de la sensata madurez, quiere que tomemos algo en la cafetería pero antes tengo que llevar mi traje al coche.

Comienza bien la tarde pidiendo una cerveza y yo mi té.

-Estuve hablando con mi primo Íñigo y me preguntó por ti, no parece que te quiera mucho pero le veo interesado y hasta preocupado, tú sabes algo sobre él. –parece muy observador y ha descubierto la inquietud de su primo.

-No tenía mucha confianza, él estaba en el colegio cuando yo llegué y solo estuvimos juntos dos años, luego le veía de vez en cuando, en las fiestas de las distintas facultades, pero no, no sé nada de él.

No iba a contarle a Rafael que si conocía algo de su vida, que no era tan hetero como daba a entender, y que tuvo un altercado en una fiesta de la residencia de los abuelos de Gonzalo, cuando éste le sorprendió con Ál en situación embarazosa. Eran tiempos pasados y lo mejor sería olvidar, sin obviar la parte de culpa que pudo tener Ál.

El resto de la conversación fue intrascendente, sobre la vida que llevaba con sus compañeras, y ahora un poco más complicada ya que Ramón se les había incorporado.

Cuando llegamos ante el portón de mi casa me despedí de él y le dije que si me decidía a salir le llamaría, me sorprendió abrazándome y dándome un ligero beso en los labios.

-¡Rafael! ¡Por Dios, deja de jugar!  -no había salido del coche y me sonreía con sorna.

-Mira como te pones por nada, por un simple beso, el martes te besaron los chicos que estaban en tu casa y no te preocupaste tanto.  –me di cuenta de que era verdad y que quizá había exagerado un poco.

-Tienes razón, disculpa que haya sido tan tosco y brusco.  –ponía cara de pillo y tunante pero sonreía contento.

-Para que te disculpe deberás dejar que te bese otra vez. –le ofrecí mi cara y esta vez, formal, me besó en la mejilla y salió del coche.

-Por favor ven un rato a la noche, una horita nada más y luego te acompaño de vuelta a tu casa.  –el portón se estaba abriendo y le hice un gesto con mi mano de negación.

Llevé mis cosas a casa, no estaba Rayhan y miré el móvil para ver la hora, me extrañó que no estuviera ya que aún no era muy tarde.

**********

 

La empresa que íbamos a visitar estaba a algunos kilómetros de Arrás y empleamos una hora para llegar allí, mi jefe había dado su consentimiento para que fuera Elie también, esto me facilitó la recogida de datos y tener una cabeza conocedora para recordar aspectos que yo pudiera obviar y que ilustraran el informe.

Creía que nos daría tiempo para volver a la fábrica pero nos quedamos a comer en Arrás con la hora un poco pasada. Hablamos con mi feje y no tuvimos tiempo de prepararle el informe, lo necesita para el lunes y tendré que trabajarlo en casa durante el fin de semana.

-¿Sucedió algo ayer que no estabas?  -es lo primero que le pregunto a Rayhan cuando le veo.

-Fui a recoger a Denís y ya sabes cómo se ponen las calles los jueves, dimos una vuelta y marchamos para casa, ¿me necesitaste?  -parece un poco preocupado, como si tuviera obligación de estarme esperando siempre.

-No, además no salí de casa después de la natación. Simplemente me extrañó.

Me abrazó y me subió cogiéndome de la cintura, para sentarme en el mostrador, tenía una sonrisa preciosa, capaz de conseguir lo que quisiera con ella. Sus ojos profundos e inmensos me miraban con cariño, casi con amor.

-¿Tienes pensado algo para mañana?  -quise hacerle sufrir antes de decirle que pensaba pasar el día con ellos y me quedé en silencio pensativo, dirigió su mano a mi barbilla y la acaricio pasando el pulgar por mis labios.

-¿No puedes este sábado?  -su voz sonaba queda y desilusionada y no lo pude soportar, besé el dedo que no había abandonado mis labios.

-El coche está muy sucio, tenemos que lavarlo.  –los ojos le brillaban como luceros y me besa muy tierno.

-¡Qué bien Daniel, Denis se va a volver loco y yo también!, ¿a qué hora quieres que vengamos a recogerte?  -notaba temblarle las manos de excitación y apretaba más mi cintura.

-He pensado que lo que mejor será no levantarnos muy temprano, a las diez o así, vamos a lavar el coche, damos una vuelta por la ciudad, comemos por ahí y luego venimos a casa. ¿Qué te parece el programa?  -tengo que hablarle en el cuello porque me abraza ya excitado y no me suelta.

-Daniel, nosotros no tenemos mucho dinero para comer en un restaurante, ese es el único problema. Podemos traer algo y comer aquí.  –no parece preocupado por ello.

-No importa, yo os invito y puede ser una comida sencilla, de bocadillo en la calle si es que hace buen tiempo, pero como invito yo e iremos donde yo diga.  –abrazo su cuello y le beso los gruesos y morenos labios, aprovecha para prolongar el beso y no quiero llegar a más.

-Ahora tengo que trabajar un poco, me he traído mis deberes a casa.  –le hablo en plan de broma y me apoyo en su cuello para resbalar el culo de mostrador y bajarme, no me deja y vuelve a elevarme en el aire para después ponerme en el suelo con infinito cuidado.

-Voy a llegarme a la casa de Denís y estar un rato con él para contarle los planes de mañana y que lo arregle pidiendo permiso en su casa, tendrá que dar una explicación.  –me toca el trasero en una caricia suave.

-Me marcho pero te deseo Daniel.  –también yo le deseaba y quería sentirme en sus brazos después de la larga y dura jornada de trabajo, pero me aparte de él y le acompañé a la puerta.

El trabajo me espera en el disco duro del ordenador y me pongo a ello. El tiempo transcurre y envío por correo un borrador a Elie para que lo lea y me haga correcciones, espero que me lo devuelva pronto. Estaba haciendo otros trabajos y preparando la ropa que tenía que llevar a la lavandería cuando sonó el timbre del portón. Tienen colocado video portero y pude ver a Rafael haciendo muecas ante la cámara de video.

-Rafael, ¿qué haces aquí?  -no contesta en un principio, abre mucho la boca y me muestra un paquete que lleva en la mano.

-Abre que viene el chico de la cena.  –todo ello con sonrisas y muecas graciosas.

Avanza por los senderos del jardín después de atravesar el portón y le abro la puerta del estudio para dejarlo pasar, se me queda mirando firme como un soldado, lleva las manos ocupadas con el paquete de comida y una bolsa.

-Podías pagar al recadista y entregarle una propina por el servicio.  –coloca sus labios para besar y acerca su cabeza, es incorregible, le beso en los labios muy rápido.

-¡Woo! Mañana vuelvo a traerte la cena, ¿dónde tienes el frigo que voy a meter las cervezas que traigo?  -el ordenador me anuncia que me ha llegado un correo, es la respuesta de Elie.

-Tengo que revisar un escrito, no puedo atenderte ahora.  –le pongo cara de pena y se ríe con ganas.

-Tú a lo tuyo, ya busco los platos y preparo la cena mientras tú trabajas.  –no ha habido muchas correcciones pero dice que es mejor que veamos algunos detalles el lunes al llegar al trabajo.

Rafael se ha portado, ha traído una pizza que huele suculenta y todo lo ha colocado sobre el mostrador, abre un par de latas de cerveza y está sentado esperando, siguiéndome con la mirada. Saco dos vasos y para mi cojo agua del grifo.

Ceno un cuarto de la pizza, es de queso, aún está templada y sabe deliciosa, él come dos, no parece tener mucha hambre se ha toma las dos cervezas que ha abierto y va al frigo a por una tercera, le pido que saque unas mandarinas. Mientras él termina con su pizza voy pelando la fruta.

-¿Quieres tomar un té o un café de sobre?  -opta por el café y yo por el té.

Sujeto su mano que pasa por mi pierna acariciándola, acercándose peligrosamente al bulto de mi entrepierna, estamos tomamos el café y la infusión en el sofá escuchando música.

-Rafael, ¿Qué puedo hacer contigo?  -se le ve tan delicioso y un poco subido de color, se ha tomado tres cervezas. Se acerca más a mí y pasa su brazo por mis hombros, me mira detenidamente, fija su mirada en mi boca.

-Quiéreme un poco, solo eso. Es mucho lo que te pido pero tú eres generoso, la gente del norte tenéis esa fama.  –esbozo una sonrisa y se aproxima hasta tener el rostro muy cerca, se lo que va a suceder y no lo evito, cierro los ojos y abro ligeramente los labios esperando su beso, los repite uno tras otro, son finos y cálidos, huele a cerveza, sujeta mi cintura y tengo que tirar mi cabeza para atrás por la fuerza que ejerce con sus labios sobre los míos, su lengua explora mis labios y los abro para recibirla, es muy delicado, va investigando recorriendo muy despacio mi boca, la toco con la mía, es dulce, cálida y viscosa, y pegadiza, seguramente por la cerveza a la que huele y sabe.

-Daniel, que dulce eres. –vuelve otra vez y ahora es más exigente y mueve su lengua y los labios querido atrapar la mía y jugamos, comenzamos a acariciarnos, mete su mano por la chaqueta de mi chándal y acaricia mi abdomen sin dejar de unir nuestras bocas, paso mi mano por su cuello y el chupa mi oreja, emito un quejido de placer y lo empujo para retirarme de su boca y poder respirar.

Después de un rato donde nuestras manos no dejan de pasar por nuestros cuerpos, la coloca sobre mi polla que está despierta, me sobresalto y me separo de él.

-No Rafael, no.  –me mira extrañado y lleva mi mano con fuerza a su entrepierna que echa fuego.

-¿Por qué no?  -sigue oprimiendo mi mano con la suya sobre su paquete hinchado y coloca la otra sobre el mío, lo estruja sobre el pantalón.

-Tú también lo estás deseando, ¿entonces qué sucede? Los dos lo queremos.  –no se aparta de mí y yo intento retirarme de él.

-Es que no sé Rafael, ¿qué es lo que quieres de mi?, ¿qué es lo que deseas? Termino de separarme de mi pareja y… -dejo en suspenso la frase que iba a decir. (Y vuelvo otra vez a lo mismo, a buscarme un compromiso).

-Me gustas Daniel, me gustas mucho, muchísimo. No sé hasta dónde podríamos llegar, pero ahora me gustas y quiero estar contigo, se que estarás aún dando vueltas en tu cabeza a lo de tu pareja, pero podemos ser amigos.

-Rafael, voy a serte sincero. –sujeto su mano entre las mías. –No quiero compromisos con nadie, de ningún tipo, por lo menos de momento, entonces no necesito que alguien se enamore de mí. Mi vida es muy compleja, ya te la contaré un día, quiero ser libre, a pesar de haberlo dejado con mi pareja el fin de semana hice el amor con él y no voy a dejarle tampoco mientras me necesite. ¿Me entiendes?  -se queda pensativo sin mirarme.

-Tú también me gustas Rafael, eres un chico muy interesante, para cualquiera, pero no puedo amarte.  –ahora me mira y sonríe.

-De acuerdo, no puedes amarme, pero puedes quererme al menos.  –ya se lo he dicho y espero no sembrar esperanzas en él que no me interesan.

-Ya te quiero, y hace un momento te deseaba, quería que me hubieras hecho el amor…, dame tiempo. Tengo muchos líos en mi cabeza como para meterme el de tu apellido.  –se lo digo en plan de broma y así se lo toma él.

-Deja a mi bisabuelo, que él no está intentado hacer el amor contigo.  –le abrazo y vuelve a poner sus labios en mi cuello.  –Hueles deliciosamente a rosas.  –me hace reír y beso su cara y su boca.

-Rafael, eres un pícaro muy astuto y adorable.  –vuelve a prenderse en mis labios.

-Como no quieres  nada de mi me marcho, pero no me rindo. –su voz me habla al oído muy suave y tierno.  –Tienes que ser mío Daniel, te necesito.

Se ha marchado y me preparo para ir a la cama, Nico no me ha llamado, quiere la tranquilidad para mí y no forzarme en sentido alguno. Te quiero Nico.

**********

 

Sábado

Ya me había preparado, me faltaba vestirme y estaba repasando el informe que me remitió Elie una vez más, debía contestar algunos mail y terminaba mi trabajo cuando llegaron Rayhan y Denís, se sentaron cogidos de la mano sin interrumpir mi labor hasta que terminé y cerré el ordenador.

Fui hasta ellos para saludarles con un breve abrazo y un beso que Rayhan prolongó más de lo necesario. Me puse un pantalón muy ajustado de piernas pero de tela gruesa, una camiseta polar de las compradas en España, jersey grueso de cuello alto muy holgado y un tres cuartos de paño, en ese momento sudaba pero era de los nervios que tenía.

-Bueno bebés, ya estoy preparado, podemos marchar cuando queráis.  –recogí la bolsa donde tenía la ropa que debía llevar a la lavandería y Denís me la quitó de la mano.

Entregué la llave del coche a Rayhan, se que le encanta conducir, me coloqué a su lado y Denís pasó al asiento trasero. Estaban lavando el coche entre los dos, jugando con la lanza de agua, se divertían a veces realizando intentos de regarse con el agua pero sin llegar a hacerlo, estaba un poco retirado hablando por el móvil y temía que terminaran mojados con el frío que reinaba, reían y se les veía divertidos, como dos chiquillos, lo que eran, disfrutando de un día libre.

Me había retirado porque recibí una llamada de Nico, llegaban de correr en ese momento y quería saber cómo me encontraba.

-¿Salisteis anoche  a divertiros?  -no sabía que conversación seguir y no me atrevía a preguntarle lo que deseaba saber realmente.

-Fuimos con Tommy, Vincent y algunos amigos, volvimos pronto porque queríamos correr a la mañana, lo pasamos bien y bebimos poco.  –rió y continuó.  –Lo suficiente para estar alegres.

-¿Lo hacéis Nico?  -ya me atreví y realicé mi pregunta, hubo un corto silencio que creí cargado de negros presagios.

-Sí, lo hacemos, alguna vez desde que marchaste.  –respiré aliviado, parece que se daban su cariño mutuamente y conociendo la fogosidad  y lo ardoroso que es Nico debería ser a diario, me sentí contento al saber que no se encontraba solo, no sería lo mismo pero al menos era algo.

-Qué bien, me gusta que os ayudéis, ¿continúa durmiendo contigo?  -ahora escucho su risa un poco forzada, casi amarga.

-¡Claro!, ya le enseñaste tú, mi cama se ha convertido en la suya.

-Estáis mejor así, él y tú.  –resultaba una conversación violenta y tenía ganas de terminarla.

-Estamos mejor, es cierto, y nos hacemos compañía, pero no es igual Daniel, gracias por preocuparte por nosotros.

-Dale un beso a Lorian, nos hablamos en otro momento.  –me despido sin querer hablar con él aunque le escucho cerca de Nico pidiendo que le entregue el móvil,  pude sentir la tristeza de su adiós, me hacía sentirme culpable sin él pretenderlo.

(9,52)