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Georgina… toda una vida de travestismo. CAPÍTULO 23 SOY UNA TRAVESTI NINFÓMANA

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Después de mi aventura con Ernesto el semental surgieron una serie de dudas en mi mente, hasta ese día mi vida sexual se había limitado a coger con Raúl, durante dos años había mantenido una relación monogámica, Raúl había sido mi primer y único macho, yo ni siquiera volteaba a ver a otros hombres… no me llamaban la atención los demás machos, yo solo tenía ojos para mi marido Raúl.

Pero la increíble y prolongada culeada que me dio Ernesto esa mañana despertó en mi un deseo de probar más vergas ahora sabía que la verga de Raúl no era la única verga en el mundo, descubrí que había hombres por todos lados, yo vivía rodeada de hombres… y todos y cada uno de esos hombres ¡tienen verga! Antes de esa increíble cogida que recibí yo veía a los hombres sin morbo los veía solo como ¡personas! Pero ahora… cuando veía algún hombre atractivo o guapo lo primero que se venía a mi mente era: cómo será su verga?, será bueno en la cama?, etc. Imaginando que ese chico que estaba mirando me cogía hasta el delirio, ahora no podía evitar mirar a la entrepierna de cualquier macho atractivo tratando de adivinar el tamaño de su verga, me estaba volviendo una morbosa cachonda.

Comencé a relacionarme más con mis compañeros de estudio y de trabajo para buscar la posibilidad de llevarme algunos a la cama, desde luego sufrí muchos desprecios y humillaciones pues algunos hombres llegaron a golpearme cuando me les insinué y la mayoría llamándome “pinche puto”, “maricón de mierda”, “maldito puto degenerado” y más lindezas por el estilo.

Afortunadamente meses antes había entablado una relación de amistad con un compañero de trabajo llamado Roberto él era un mariconcito muy amanerado al que todo el mundo llamaba “la Berta” desde el principio hicimos buena conexión y el me visitaba a menudo en mi casa y salíamos de vez en cuando a tomar un café o al cine, hicimos tan buena amistad que le confesé mi condición de travesti, le interesó tanto mi gusto por travestirme que el también comenzó a vestirse de niña, íbamos juntas a comprar ropa y accesorios para mujer como dos chicas.

Lo que más le gustaba era que le platicara de las cogidas que me daba Raúl eso la excitaba mucho, cuando le platiqué de la terrible culeada que me dio Ernesto… se puso cachondísima, y me dijo: mira pinche “comadre” lo que tú necesitas es ampliar tus horizontes, necesitas relacionarte con más gente, vives encerrada en tu mundo dependiendo solo de tu marido.

Tu misma lo reconoces que la culeada que te puso Ernesto te abrió el culo y la mente así que ahora tendrás que ser menos huraña y debes relacionarte más. En pocas palabras debes satisfacer tu hambre de verga pues al fin reconociste que eres una puta perdida… reconócelo comadrita “eres una ninfómana”.

En complicidad de mi comadre comencé a salir más, ella me presentó a una serie de amigos gays quienes me recibieron cordialmente en su grupo, para mi sorpresa había varios travestis… algunos “de closet” y otros “salidos del closet” y unos cuantos como yo: “travestis de tiempo completo” mi convivencia con el grupo de amigas reafirmó la confianza en mí misma y reanudé mi búsqueda de machos, apoyada en mis “amigas” acudí a fiestas y reuniones de grupos gays o lesbianas donde conocí a muchos tipos que disfrutaban cogiéndose a nosotros los putos, había de todo desde los “chichifos” que cobraban por cogernos, los “mayates” que eran los maridos de algunas de nosotras y “los bugas” que cogían con nosotras por puro placer sin compromiso alguno.

Durante las dos semanas que Raúl permanecía “encuartelado” en el colegio militar, mis amigas y yo  nos reuníamos en bares de ambiente homosexual donde tomábamos algunas copas, platicábamos y tratábamos de conseguir macho para pasar la noche, desde luego que no siempre conseguí macho, la mayoría de las veces regresaba sola a mi casa y tenía que recurrir a mis consoladores para bajarme la calentura, me daba envidia cuando alguna de “las chicas” ligaba y se llevaba al galán en turno a la cama y es que la verdad algunas de ellas eran muy hermosas y parecían auténticas mujeres mientras yo seguía siendo delgadita y mis chichitas parecían las de una adolescente, mi carita aun con los cuidados y tratamientos que le daba seguí mostrando rasgos masculinos.

Pero las pocas noches que logré ligar lo pasé de maravilla en esas pocas ocasiones di rienda suelta a mi ninfomanía me comporté en la cama con mi galán en turno como una autentica puta, dejé que me culearan a su antojo sin freno alguno gocé y disfruté como una perra todas y cada una de las vergas que me taladraban el culo volviéndome loca de placer, mi culo era atravesado por deliciosas vergas por chicos desconocidos, disfrutaba dejándome coger por hombres que solo buscaban satisfacerse por una noche con mi culo.

Siempre iniciaba mis noches de puta llevando a mi galán en turno al hotel, incluso algunas veces tuve que pagar yo el cuarto con tal que mi macho me culeara, algo que nunca hice ni haré es pagar porque me cojan, bueno siguiendo con mi relato…

Una vez que nos instalábamos en el cuarto lo primero que hacía era sacar de mi bolso una botellita de ron y pedía a la administración del hotel que nos enviaran coca colas, hielo y dos vasos, preparaba las copas e invitaba a mi macho a beber para desinhibirnos un poco y así poco a poco iniciábamos, primero unos besitos (algunos no permitían que los besara solo querían culearme, pero sin besos)después manoseos y metidas de mano, invariablemente les bajaba el cierre del pantalón sacando a relucir sus vergas… me tocó de todo vegas pequeñas, medianas grandes, curvadas, rectas, gordas, delgadas, peludas, lampiñas, etc…

Entonces me ponía a mamar con toda mi pericia disfrutando de su sabor y olor si notaba algún olor desagradable les pedía que me dejaran lavarles el pito… generalmente aceptaban y les lavaba la verga con mucho amor mimando sus ricas herramientas seguía con mis mamadas lengüeteando sus cabecitas y sus huevos recorría toda la extensión de esas ricas vergas de arriba abajo, no quedaba centímetro de verga sin saliva de mi boca, cuando mi macho ya estaba a punto con mucha ternura los desnudaba y después me quitaba las pantaletas quedando lista para mi sacrificio algunos me querían encuerar totalmente pero siempre me rehusé a hacerlo les decía que me dejaran conservar mis zapatillas y mi brassier y medias, la mayoría aceptaba, con otros accedía a encuerarme totalmente pero conservando mis zapatillas puestas, en fin una vez lista me subía a la cama con mi macho y comenzaba la acción.

La primera culeada era en la postura que mi hombre decidía, la mayoría me pedía que me pusiera en cuatro patas con mis piernas abiertas y mi culo en pompa y así me clavaban la verga era riquísimo verme reflejada en el espejo empinada y recibiendo verga por el culo !como me ponía cachonda esa imagen! En cuanto la verga rozaba la entrada de mi culo automáticamente mi verga se ponía dura y tiesa, ¡me encantaba sentir esas vergas tocando a la puerta de mi hoyito! Inmediatamente yo comenzaba a suplicar ¡méteme tu verga papi! ¡Méteme toda tu verga papacito! ¡Lléname el culo con tu rica verga! Todos los machos que me cogieron siempre se excitaron oyéndome pedir como una puta que me dieran verga a morir. Los ponía calientes escucharme como toda una mujercita pidiendo verga a gritos.

Otros me echaban el primer palo con mis piernas sobre sus hombros yo disfrutaba mucho esta posición ya que me fascinaba ver como mis piecitos enfundados en mis lindas zapatillas y las uñas de mis pies pintadas de rojo se movían al vaivén de la culeada, además en esta pose podía yo besar a mis machos (algunos no permitían que los besara) y ver sus gestos de placer mientras me culeaban la mayoría concentraban su mirada en mi hoyito les excitaba ver como mi culito se tragaba sus vergas supongo que era excitante ver sus vergas entrar y salir de mi vicioso culo.

Algunos más me pedían que me sentara sobre sus vergas ya fuera de frente o de espaldas a ellos y “me matara yo sola” siempre procuré situarnos frente al espejo para poder verme abierta de patas y dándome ricos sentones sobre sus vergas, me gustaba como mi verga subía y bajaba como péndulo al compás de la culeada que me estaban dando algunos me tomaban de mis pequeñas chichitas y me las manoseaban muy rico mientras me culeaban otros (muy pocos) llegaron a tomar mi verga con sus manos y me masturbaron mientras me culeaban ¡que rico!

Otros me besaban el cuello y la nuca mientras me ensartaban de lo lindo, algunos eran callados y casi no hablaban mientras me metían la verga, otros me decían cositas bonitas como:  ¡que lindas nalguitas tienes mamacita! ¡Que rico te dejas coger cosita linda! ¡Aprieta tu culito mamaíta! ¡Eres una putita muy rica! Hubo algunos realmente gentiles como un morenito que mientras me culeaba rico me dijo: ¡que nalgas tan lindas tienes princesita! ¡Que rico coges reina! ¡Mamita que culito tan apretadito tienes mi princesa! Otros me decían cosa más fuertes como: ¡muévete pinche puta, sácame la leche! ¡Aprieta las nalgas perrita! ¡Mueve el culo puta! ¡Te voy a romper el culo puta! ¡Querías verga verdad puta?... pues toma verga cabrona! Y otros más soeces y cabrones me decían: ¡toma verga pinche puto! ¡Puto de mierda te voy a reventar el culo! ¡Te encanta la verga verdad puto?! ¡Eres bien puto como te encanta que te meta la verga! ¡Desde que te vi supe que eras un puto comevergas! Me decían de todo pero con todos disfruté como loca mientras me cogían.

Esos “palos” sin compromiso eran los que más me gustaban, y los disfrutaba al máximo ya que eran muy escasos y esporádicos… pero cuando Raúl regresaba del colegio militar me dedicaba exclusivamente a él… las dos semanas que mi marido estaba en casa mi culo era solo de Raúl, no salía con mis amigas ni buscaba otro macho, la única que me visitaba cuando Raúl estaba en casa era mi comadre Berta, Raúl aceptaba su presencia en casa porque sabía que Berta era “un puto” como yo y nunca vio a mi comadre como una intrusa siempre la toleró y aceptó como una amiga mía.

Incluso llegamos a salir los tres a algún bar a tomar la copa o al cine y en dos ocasiones fuimos a casa de mi comadre por su cumpleaños  y por la boda de su hermana, cuando algunas de mis amigas conocieron a Raúl quedaron impresionadas por lo guapo que era mi marido, en plan de broma me decían: pinche flaca como le hiciste para ligarte a ese macho tan guapo? ¡Pinche Gina suertuda! Y cosas de ese tipo, yo solo reía y me llenaba de orgullo que mis amigas supieran que mi marido era tan guapo

Pero desgraciadamente mi estabilidad estaba a punto de romperse en esas fechas yo no sospechaba que una serie de acontecimientos iba a trastocar mi vida y se iban producir muchos cambios muy drásticos para mí.

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