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Trío por Abordaje

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Como todo lo que he publicado y habré de publicar, éste relato es absolutamente cierto en todo detalle. Sin exageraciones. Teníamos más de un año hablando de cómo sería hacer un trío. No teníamos la menor idea siquiera de cómo organizarlo. Desvariábamos sobre hacerlo en otra ciudad e inclusive en una ocasión en la alberca de un hotel, un hombre no le quitaba la vista de encima a Ana, así que de común acuerdo la dejé sola coqueteando sutilmente con la esperanza de que él tomara alguna iniciativa. Esa noche cogimos mientras fantaseábamos qué hubiera sucedido si se hubiese concretado llevar al sujeto a nuestra habitación. Después de esa ocasión se reforzó en nosotros la curiosidad pero en nuestra ciudad de residencia nos preocupaba mucho que nos descubrieran nuestras amistades, familiares y todo eso. El caso es que no acertábamos a realizarlo.

Esa noche fuimos a un bar de bastante ambiente. Aunque se trata de un lugar que en aquel tiempo estaba de moda para quienes salían de ligue, íbamos más que nada por lo relajado del ambiente. Ya casi habíamos perdido la esperanza de atrevernos a organizar un trío o cualquier otra forma de intercambio. Estábamos en una mesa justo en la pasada a los baños. De pronto notamos a un hombre de unos 25 años. Estaba sólo de pie a unos metros de nuestra mesa y no disimulaba sus miradas hacia Ana.

"Ese tipo no te quita la mirada de encima" le dije.

"¡Claro que no!" Respondió ella.

Seguimos en lo nuestro y lo perdimos de vista. Por un momento nos olvidamos de él. 

Un rato más tarde fui al baño y al entrar justo en la puerta me topé con el mismo sujeto que no disimuló mirarme como pensando en decirme algo. Entré a lo mío en el baño y al regresar a la mesa estaba aquel tipo hablando con Ana y ella estaba riendo.

Me extendió la mano para presentarse pero la verdad en ese momento por el ruido no entendí su nombre.

"Dice que le parecí muy guapa y que nos vemos de mentalidad muy abierta. Nos pregunta si no nos interesa irnos con él a un motel los tres juntos" me explicó Ana.

Yo me quedé sorprendido y realmente no pude disimularlo excepto por una risa nerviosa.

"Lo digo con respeto y sin afán de ofender" dijo él.

"¿Por qué no te ligas una chava de las que andan aquí?" Le dijo Ana.

El respondió: "porque ustedes me inspiran confianza y la verdad me gustaste tú" le contestó él. 

Insistió un poco más pero lo único que logró fue que Ana aceptara que le dejara una servilleta con su teléfono. 

Seguimos un rato platicando y obvio, la plática entre nosotros versó sobre aquel tipo. Acordamos pensarlo para otro día mientras guardábamos la servilleta donde estaba el número telefónico anotado.

Seguimos bebiendo y de pronto, un rato más tarde apareció nuestro galán nuevamente insistiendo. Ésta vez venía con una expresión mucho más decidida.

Ana me miró con expresión de duda.

"¿Tú crees que estemos preparados? ¿Qué quieres hacer?"

"No puedo asegurarlo, pero pues… ya hemos hablado mucho entre nosotros" le respondí. 

Ella miró al nuevo amigo y le preguntó: "y… ¿quién llevaría el control ahí?"

Él respondió de inmediato: "¡por supuesto que tú!"

Ella se quedó pensativa.

Yo me acerqué a su oído y le dije: "yo sé que es algo nuevo pero si no nos lanzamos cuando nos llega la oportunidad... ¿cuándo lo haremos?"

Ella volteó a mirarme y dijo simplemente: "¡órale pues… ¡va!"

Volteó y le asintió a él con la cabeza y prontamente nos dirigimos a la salida del bar.

Ya afuera y con menos ruido Ana le preguntó su nombre.

"Nicolás" Respondió él. "Mucho gusto, y ¿ustedes?"

Le dimos nombres falsos por precaución. Nicolás resultó ser un argentino trabajando en nuestra ciudad y pudimos notar que en efecto su acento era marcadamente original de allá.

Ya casi llegando a nuestro auto, Ana volteó y le preguntó: “¿Traes condones?” a lo que él contestó afirmativamente.

Ese fue el momento en que caí en conciencia de lo que se avecinaba y comencé a excitarme a pesar del natural nerviosismo.

Afortunadamente para nuestros nervios, yo traía un coche prestado porque mi coche habitual estaba en el taller, así que nos sentíamos un poco más protegidos respecto a nuestras identidades reales. Nos fuimos directo al motel hablando básicamente sobre esa extraña costumbre de Nicolás de andar abordando parejas como un verdadero pirata jajajaja.

"No sé cómo sean las cosas allá en Argentina pero en ésta ciudad te arriesgas a que te rompan la cara" le dijo Ana.

"Nunca ha pasado, tengo buen ojo para escoger" contestó Nicolás. "Podrán decirme que no y algunos se molestan un poco pero nunca me han agredido" "Se sorprenderían ustedes la cantidad de parejas que terminan aceptando porque ya traían la espinita de probarse en un trío" agregó con un cierto tono de autosuficiencia. "Y me ha tocado de todo. Lo único que aclaro siempre es que soy heterosexual. Lo más común es que aceptan llevarse anotado mi teléfono y son más las parejas que me buscan  ya decididas que las que no lo hacen"

Nos estuvo contando que lo que más frecuentemente le pasaba es que le pedían cogerse a la mujer mientras el hombre se limitaba a mirar. Algunas otras veces eran fantasías un poco más extrañas e inclusive la mujer sola con el permiso del marido. Fue una plática muy ilustradora que contribuyó a que no nos sintiéramos tan fuera de lo normal por haber traído ésta clase de inquietudes.

Cuando entramos al cuarto del motel hubo un cierto momento de tensión sobre todo por parte de Ana. Nicolás se tomó un momento para lavarse las manos lo que Ana aprovechó para acercarse a mí y comenzar a besarme. Yo le correspondí y aproveché para acariciar su trasero. Y luego desabroché su pantalón que por cierto era de mezclilla con muchas zonas rotas a la moda que dejaban ver que debajo traía una malla negra de rombos bastante sexy. Le bajé el pantalón sin dejar de basarla y luego procedí a quitarle la blusa dejándola inclusive sin su sostén. Bajo la malla Ana traía una sexy tanga roja. Ya ataviada sólo con esas prendas y su pecho al aire se recostó a lo largo de los pies de la cama ya visiblemente excitada y comenzó a tocarse entre sus piernas.

Yo disfruté de la vista mientras me desnudé tan rápido como pude para acompañarla.

Mientras ocurría lo anterior, Nicolás no había perdido el tiempo y se había despojado también de toda su ropa. Yo me hinqué en la cama junto a la cabeza de Ana que estaba tocándose la entrepierna con una mano y comenzó a buscar mi pene con su boca. Nicolás se acercó y le dio unos lengüetazos a Ana entre las piernas y luego se sentó en la orilla de la cama. Entre los dos comenzamos a acariciarla. Él comenzó a masturbarse con la otra mano pero no resistió la tentación de reclinarse a besar los pechos desnudos de Ana. Yo seguía sintiendo a Ana un poquito cohibida aún dentro de su evidente excitación así que decidí tomar su mano y la guie para que tomara entre sus dedos el pene de Nicolás, que por cierto era bastante más grande que el mío sin llegar a ser enorme. Ella lo apretó fuerte y como si hubiera sido la llave de su sexualidad, comenzó a masturbarlo visiblemente excitada. Nicolás al ver eso comenzó a bajarle la malla y la tanga de una sola vez y ella correspondió abriendo ligeramente sus piernas lo que Nicolás aprovechó para separárselas más y comenzó a darle toquecitos en el clítoris con la punta de su lengua. Al mismo tiempo, ella me daba a mí unas buenas chupadas para complementar el disfrute de verla recibir tantas atenciones.

Mientras Ana dándome aquellas ricas mamadas, Nicolás se colocó un condón y comenzó a penetrar a Ana. Admito que al principio fue una sensación extraña pero todo celo se disipó cuando la escuché soltar un gemido de placer. A partir de ahí pude disfrutar verla moviéndose y sentí una gran excitación de ver como el pene de Nicolás entraba y salía de la vagina de ella.

Casi sin darle tregua la hizo darse la vuelta y ponerse en cuatro. La penetró con fuerza y comenzó a darle de empujones una y otra vez jalándola de sus hermosas caderas y acariciando su delicioso trasero mientras ella apoyada sobre sus codos simplemente se dedicó a disfrutar emitiendo ricas quejas con cada empujón.

Por un momento pensé en colocarme para recibir un oral por Ana pero la verdad es que la vi gozando tanto que me alejé de la cama y de pie me estuve masturbando mientras la veía coger con Nicolás. No pasó mucho tiempo para que Nicolás le diera la vuelta y se pusiera encima de ella para meterse entre sus piernas y cogerla con gran intensidad mientras ella gemía y gemía. Ella de cuando en cuando volteaba a verme primero a la cara y luego hacía abajo para ver cómo me masturbaba mirándola coger.

Estuvo así un buen haciéndola venir no una sino varias veces y en algún momento Nicolás levantó las piernas de Ana para ponerlas en sus hombros. Con sus brazos rodeó las piernas de Ana y con sus manos le agarró con fuerza los pechos. Yo estaba de por sí como loco de excitación cuando en esa posición Nicolás intensificó la fuerza y la velocidad de sus arremetidas haciendo que Ana comenzara ya no a gemir sino a gritar con fuerza. La hizo venirse de nuevo varias veces lo cual era evidente por los cambios en los ruidos que Ana emitía con cierta regularidad. Para mí era un espectáculo por demás placentero ver su bello cuerpo desnudo moverse así con sus gruesas piernas al aire. Se notaba en los músculos de sus firmes muslos cada vez que Nicolás le provocaba un nuevo orgasmo con sus empujones.

Entre las arremetidas de Nicolás, Ana me miró a los ojos y me pidió: “por favor eyacula en mi cara”. Yo me acerqué y seguí masturbándome pero ésta vez con la clara intención de cumplir con su solicitud, lo cual no tardé mucho tiempo en lograr, sobre todo ante la excitante vista que tenía y con la ayuda de la lengua de ella que lamía de tanto en tanto mis testículos según se lo permitían los intensos y rítmicos empujones de Nicolás.

Nicolás estuvo en lo suyo buen rato, estoy seguro que su entusiasmo era provocado por el placer de ver a Ana gritar tan intensamente con el sexo. Le dio y le dio con fuerza aún después de haber acabado él mismo, hasta que Ana le pidió parar y al retirarse Nicolás ella se quedó echada sobre la cama respirando y recuperándose.

Nicolás se quedó sentado un rato en la cama también recuperándose. Ana estaba muy quieta respirando con los ojos cerrados. Yo me acerqué a acariciarla despacito para ayudarla a relajarse.

Ana me miró todavía un poco agitada: “¿ahora sí estás conforme?

Riéndome le respondí: “si para ti fue placentero yo estoy conforme”. Ella se limitó a respirar hondo y cerró los ojos para seguir recuperándose mientras yo la acariciaba con las yemas de mis dedos.

Nicolás se acercó a admirarla y me dijo: “de verdad qué buena y hermosa que está tu novia” provocando que Ana se sonrojara a pesar de todo lo que acaba de pasar.

Salimos una vez más con Nicolás algunos meses después pero sólo para comprobar que necesitábamos buscar nuevos horizontes.

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