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La batería 2

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—Ahora bájate los calzones —dijo Luis con firmeza.

Nathaly obedeció y se bajó los calzones muy despacio hasta la mitad de las nalgas. Luis contempló la hendidura que las separaba. Se veía preciosa con el culo moreno enmarcado por los calzones blancos.

—Más abajo —ordenó Luis.

Haciendo un mohín Nathaly se los bajó hasta la mitad de los muslos y se tendió boca abajo sobre el regazo de Luis con todos los poros de las nalgas al aire.

Luis le puso una mano firme sobre la espalda y la otra mano sobre las nalgas. Con la palma de la mano le sobó el trasero como si fuera a ponerle una inyección, alzó la mano una cuarta por encima del culo y sin demasiada fuerza, pero con firmeza, le dio la primera palmada. El chasquido de la palmada sobre el músculo sonó como un tambor y Nathaly no pudo evitar manifestar dolor con un ligero grito.

Luis esperó unos segundos y descargó el segundo azote, esta vez con más fuerza. De nuevo ella se estremeció y trató de ahogar en vano un quejido. El chasquido de la mano sobre las nalgas y los quejidos de Nathaly excitaron a Luis, que siguió dándole palmadas a intervalos regulares en el mismo glúteo hasta que se puso rojo. A cada golpe, Nathaly arqueaba la espalda y apretaba las nalgas al momento de recibir la palmada contrayendo involuntariamente el ano, que volvía a dilatarse enseguida dejando a la vista la pequeña área rojiza y algo morena que lo rodeaba. Luis contemplaba con arrobo el espectáculo suculento que le procuraba la vista del culo rotundo de Nathaly, cuya hermosura le había provocado una erección insoportable. Quería penetrarla allí mismo y tuvo que hacer un esfuerzo enorme para contenerse.

Nathaly gemía y se retorcía con los azotes hasta que después de un rato Luis consideró que era suficiente. Después de unos segundos Nathaly aflojó el cuerpo y comenzó a sollozar en silencio, agitando las nalgas.

Profundamente conmovido, Luis comenzó a acariciarle la zona magullada para aliviar el ardor que debería de estar sintiendo. Ella pareció agradecer las caricias levantando el culo y moviéndolo rítmicamente al contacto con la mano de su protector sintiendo el alivio de sus caricias. Luis aprovechó el momento para amasar la carne de las nalgas con la mano separando los cachetes para ver la mancha oscura del ano que lo había fascinado.

Luis deseaba usarla por atrás, saber qué se sentía meterla por ese apretado agujero, y comenzó a acariciar la estrecha abertura presionándola ligeramente con un dedo para dilatarla. Nathaly dio un profundo suspiro sin dejar de balancear las nalgas de un lado al otro. Luis comenzó a dibujar círculos concéntricos alrededor de su ano con el dedo y ella Nathaly separó las piernas para facilitarle el acceso.

Esta era la señal que Luis esperaba. Metió la mano en la entrepierna de Nathaly para acariciarle la parte interna de los muslos subiendo poco a poco hasta llegar a la vulva. Nathaly dio un respingo cuando sintió sus dedos recorriendo sus labios para abrírselos, luego suspiró y abrió más las piernas. Luis acarició el vestíbulo de su vagina y enseguida se hundió en el interior como devorado por un monstruo hambriento por el movimiento que ella hacía con la pelvis. Como lo esperaba, ella estaba húmeda y caliente. Al sentir el dedo en su vagina comenzó a mover las caderas al ritmo de las caricias de su amo, gozando las caricia en sus labios, en la parte externa de su sexo y en el clítoris. Luis le puso la palma sobre la concha y comenzó a acariciar su clítoris haciendo unos círculos alrededor del glande.

Nathaly cerró los ojos y gimió de placer…

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