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Los Vecinos Ruidosos (2)

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Esa noche fue de lo mas tranquila. No se oia ni un solo ruido en su casa. A la mañana siguiente, subí a su casa. Llame y Rocío me abrió con un pijama que era la antitesis de sexy. Pase a su casa:

-          Desnúdate.

-          Pero.

-          Hazlo zorra.

Ella se desnudo y se quedo solo con las bragas.

-          He dicho que te desnudes. Quítatelo todo

Se desnudo completamente.

-          Habrá que poner algunas normas. Lo primero es que quiero que estes siempre desnuda en tu casa.

-          Pero Antonio...

-          Es cierto. Te vestirás media hora antes de  que llegue pero el resto del dia estarás desnuda. Has de estar disponible siempre para mi o para quien yo diga. Ahora llévame a ver tu ropa.

Fuimos a su habitación y me enseño su armario. Era el armario mas pobre que he visto en mi vida. Le pedí una bolsa. Ella la trajo y empecé a desechar ropa. Quite los pantalones, casi toda la ropa interior y bastantes camisas que tenia.

-           Habrá que ir a comprarte ropa. Pídele dinero al cornudo que mañana iremos a ello.

Otra norma que habrás de cumplir es pedir permiso para todo. Si tienes que ir al baño, nunca deberás cerrar la puerta, que cualquiera que pase te pueda ver.

-          Pero ...

-          No hay pero que valgan. Esto no es una negociación. Se hace lo que yo digo y ya esta. Ahora ponte de rodillas y empieza a chuparmela.

Ella se arrodilló y muy despacio me bajo el pantalón empezando a chupar como le había dicho que debía hacerlo

-          Hummmm. Muy bien putilla. Vas a ser una chupapollas de primera.

Ella estaba totalmente roja de vergüenza y su vergüenza era mi placer. Cuando llego el momento de correrme, lo hice en su boca sin avisar. Ella lo recibió y lo trago sin que yo le dijera nada.

-          Muy bien perrita, veo que vas aprendiendo. Túmbate en  tu cama que te daré un premio.

Ella se tumbo. Le pedí que abriera bien las piernas y lo hizo. Me coloque entre ellas y comencé a lamerle el coño. Ella empezó a gemir dando sacudidas de vez en cuando. Como tenia tiempo, me lo tome con mucha calma. Empecé a lamer bien la zona. Le meti la lengua en el coño para follarla con ella. Eso casi la vuelve loca jeje. De repente me concentre en su clítoris. Ahí ya no pudo aguantar mas. Empezó a gritar como una loca y a retorcerse. Una vez hubo acabado, le di una ultima orden

-          Quiero tener para mañana una copia de las llaves de tu casa. Así me será mas fácil entrar. No quiero tener que esperar a que me abras fuera. ¿alguna duda?

-          No mi Amo.

-          Esta bien  zorra, mañana iremos de compras.

A la mañana siguiente, subí temprano a su casa. Quería aprovechar el dia al máximo

-          Hola. ¿Tienes algo para mi?

-          Sus llaves mi Amo

-          Así me gusta. Bien vístete que vamos a salir de compras.

Salimos y fuimos a unos grandes almacenes. Lo primero fuimos a la sección de lencería. Allí elegí varios tangas y sujetadores a juego, algún liguero y varios pares de medias. Todo esto tras preguntarle la talla de sujetador

-          Una 95c

Me dijo.  Le dije que pagara todo y que antes del hacerlo, me preguntara delante de la dependienta si creía que a su marido le gustaría esa ropa o se la pondría solo para mi. Así lo hizo y yo disfrute de su vergüenza en el momento de hacerlo. Luego fuimos a la planta de mujer. Allí elegí faldas cortas (todas por encima de la rodilla) y varios tops muy ajustados. Fuimos al probador. Le hice entrar quedándome yo en la puerta del probador pues con la silla no podía entrar

-          Desnúdate – le ordene -.

Ella lo hizo pero podía ver si preocupación porque nadie de fuera pudiera verla. Precisamente era lo que yo quería que pasase, así que fui abriendo la puerta cada vez mas hasta que el marido de otra mujer que estaba esperando miro en nuestra dirección. Por el espejo se la podía ver totalmente desnuda. Le dije que no se vistiera aun y deje que aquel caballero se deleitase con la visión de mi puta. Cuando parecía que le iba a dar un infarto al pobre hombre, le dije que empezara a probarse las cosas. Ella lo hizo todo a la vista de la gente de fuera pues no cerré la puerta.

 

Una vez hecho esto, se vistió de nuevo y salió. La envié a pagar y volvió con todas las bolsas de sus compras. Evidentemente iba cargándolo todo y casi no tenia manos para coger las bolsas pero no me importó y por supuesto que no la ayude.

 

Volvimos a casa.

-          ¿Qué has de hacer ahora?

-          No lo se señor - Me dijo – .

-          Como te he dicho que has de estar siempre en casa.

Ella lo comprendió y empezó a desnudarse. Una vez desnuda, le dije

-          Ahora hay que arreglar eso de ahí abajo por que el pelo ahí no me gusta

-          Pero que le diré a Antonio...

-          Invéntate lo que quieras, higiene, una infección, eso es cosa tuya. Dame el material de afeitado de Antonio y túmbate en la cama

Me trajo la maquinilla, la espuma, un bol con agua y una toalla y se tumbo boca arriba en la cama. Le dije que se estuviera muy quieta y empecé a afeitarle ese coño tan peludo. Cuando hube acabado con el. Daba gusto verlo. Estaba muy suave y limpio.

-          Deberás hacerte la depilación laser, ya que así no te deberás preocupar por el, pero ha de estar como ahora siempre, entendido

-          Si mi Amo.

-          Te he comprado un regalito.

Saque una bolsa que llevaba y en la que había un consolador. No era muy grande.

-          ¿Adivinas para que es?

-          ...No se...

-          Es para tu culo

-          No mi Amo, eso no. Por ahí me dolerá y no quiero que eso pase mi Amo por favor

-          Puta, harás siempre lo que yo te ordene y cuando te lo ordene así que vamos a probarlo. Vamos a tu cama y túmbate en ella.

Fuimos y se tumbo. Para lubricarlo un poco pues la verdad que la puta me daba algo de pena, se lo metí primero por el coño. Estuvimos un rato así y cuando se iba a correr se lo saque, le di la vuelta y lo puse en la entrada de su culo

-          No Amo, no. Se lo suplico.

-          Relájate y así te dolerá menos. Ahora es todo cosa tuya.

Empecé a introducirlo despacio entre sus quejidos hasta que estuvo todo dentro. Una vez allí, lo tuve un ratito y empecé a asarlo y meterlo, primero despacio, luego cada vez mas rápido. La muy puta pronto empezó a gemir.

-          Te gusta ¿eh zorra? Si es que todas cuando lo probáis, luego no podéis estar sin ello.

Aproveche su postura para de cuando en cuando darle algun azote en sus nalgas. Parece que eso le gustaba también porque después del susto inicial, gemía levemente. Al fin La hice correrse como nunca lo había hecho. Sus gritos fueron tales que me preocupe por los vecinos, pensando que podían oírnos. Menos mal que donde yo vivo todo el mundo trabaja y por las mañanas no hay nadie en las casas, solo alguna madre con un niño pequeño, pero no en mi bloque, así que no había problema.

-          Bueno zorra, mañana será otro día.

 

*               *                      *

 

 

 

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