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Primer Chico - ¿Cómo Empezó Todo?

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"Cuando me pregunto cómo es que he llegado hasta aquí pienso en lo que hice, lo que no hice, lo que pude hacer, lo que estaba fuera de mi control, por lo que me dejé llevar."Hoy quiero platicarles acerca de un suceso que es clave en lo que respecta a mi vida, mis gustos y preferencias sexuales. Alguna vez se han preguntado o se han puesto a pensar por qué son cómo son. Yo sí, y mucho. De hecho, cuando quiero recordar por qué me gustan tanto los hombres pienso en lo que me sucedió y lo que vi para excitarme y decidirme ir por este camino. Pero lo esencial aquí es que yo les cuente a ustedes sobre mi primer chico, que si bien no fue mi primer amor, sí fue mi primer modelo de placer. Es hora de que les cuente cómo comenzó todo. El relato es bastante largo pero vale la pena.

En el verano de 2007, yo acababa de terminar la primaria y me estaba preparando para entrar a secundaria; nunca había tenido novias y no sabía muy bien cómo es que se podía tomar a chiste el ser gay. De hecho, en ocasiones había bromeado con mis amigos, pero no había pasado de eso. En fin, yo soy de México y ese año, como todos, iba a pasar el verano con mi familia. Cabe mencionar que somos de clase media alta, por eso nos vamos a pasear a varios lados. Pero ya tenía rato sin salir y tenía muchas ganas de ir y disfrutar de una bella playa turística, a pesar de que vivo en un lugar con playa. Las vacaciones de este año eran a Cancún, un bello centro turístico del Caribe que se encuentra en la península de Yucatán.

En fin, partimos rumbo a Cancún en carro. Fue un viaje larguísimo y ni siquiera llegamos ese día a Cancún, porque nos quedamos a dormir en una ciudad llamada Mérida.

Para ese tiempo recuerdo muy bien que se empezaron a poner muy pero muy de moda las sandalias-flipflops, sobre todo con una playera y el típico short de cuadros. Yo lo había empezado a notar en mi ciudad y también cuando fui a Veracruz también lo noté, pero no hice mucho caso. Aunque les confieso que cuando era más chico tenía pensamientos recurrentes sobre pies, especialmente los de los hombres; no sé por qué pero me emocionaba más cuando un hombre andaba descalzo que cuando lo hacía una mujer. Hacía años que yo no tenía ese tipo de pensamientos, sobre todo porque no quería que nadie lo tomara a mal si es que se me salía decírselo a alguien. Pero esta moda, vino a resurgir una excitación que no sentía desde hace mucho. Y sabiendo lo que me iba a esperar en Cancún, decidí tomar un break y dejar de pensar por un momento en eso. "Si vine para acá, es porque quiero verle los pies a hombres guapos", pensé.

 

Cuando llegamos a Mérida estábamos muy hambrientos, así que después de llegar al hotel y dejar nuestro equipaje decidimos ir a comer a un restaurante que quedaba enfrente del hotel, en una plaza comercial que está abajo de otro hotel. Como mi tío se tardó por estar hablando con la recepción, lo esperamos afuera. En eso pasó una señora, habría estado como treintona, y un chico como de 20 a lo mucho vestido con una camisa verde, unos shorts khaki y, el calzado del placer, unas chanclas cafés de piel más o menos delgaditas. Aparte estaba guapo y por mí yo creo que me hubiera ido con él si es que viniera sólo, pero tuve que esperar e irme a comer con mi familia. No se por qué, pero por azares del destino cuando llegamos al restaurante y pedimos de comer lo vi a él y a la señora con la que iba de espaldas. Ellos ya estaban comiendo y era probable que terminaran de comer mucho antes que nosotros. Y como fue, ellos terminaron y nosotros nos quedamos.

Al día siguiente partimos rumbo a Cancún. Para salir de la ciudad tuvimos que recorrer algunas calles importantes y otras muy estrechas; el momento que más me gustó fue cuando por ir sonseando y ver hacia los lados vi a una pareja de jóvenes y el chico se parecía a uno de los que salían en la novela argentina "Chiquititas" como Tábano, y aparte traía unas chanclas negras delgaditas que me encantaron, ojalá hubiera podido correr tras él.Tardamos en llegar, pero la espera fue bien recompensada. Por fin iba a poder estar descansando y olvidarme de mis preocupaciones y aparte que mejor forma de olvidarse de todo eso que observando el inmenso panorama de chicos guapos que Cancún te ofrece. Realmente me urgía llegar. Aunque al final la llegada a nuestro destino no fue como esperaba. Para colmo mi tío no encontraba el hotel donde tiene un tiempo compartido y todo el mundo se estaba quejando del hambre que tenían. Finalmente, malhumorados llegamos al hotel y nos instalamos en la villa. La villa estaba súper bien, dos recámaras, una sala de estar con televisión, cocina, frigobar en el cuarto; definitivamente lo que necesitaba. Pero no pude ni recostarme tantito porque todos los adultos nos estaban apurando. Yo estaba esperando, al igual que todos, que fuéramos a comer a un buen restaurante, pero por el simple hecho de comer terminamos en Vips, una cadena de restaurantes muy conocida en México.

Sin embargo, al llegar no nos atendieron bien. Tardaron para colocarnos en una mesa, y aunque estaba casi lleno había mesas disponibles desde hace mucho tiempo. La mesa que nos dieron estaba sucia y tardaron en limpiarla. Pero en fin, ya que ordenamos decidimos relajarnos un rato y platicar a gusto. Fue justo en ese momento que entra en el restaurante un grupo de jóvenes adolescentes y sólo es uno de ellos el que recibe inmediatamente toda mi atención. Se trataba de un chico delgado con cuerpo perfecto más o menos atlético, de tez morena clara aunque la verdad pienso más que sólo estaba bronceado, de entre 14 y 15 años, vestía una playera naranja oscuro, unos shorts khaki y por supuesto, el calzado del placer, unas chanclas negras tipo flip-flops; creo que si hubiera tenido un poco más de conciencia de ropa en ese tiempo podría decir que marca era la ropa pero estoy seguro que se trataba de Abercrombie, Hollister o American Eagle. Aparte llevaba puestos lentes oscuros e iba cargando una mochila como de tela negra en la espalda y también llevaba una cámara en mano, parecía que él era el fotógrafo oficial del grupo. Súper guapo, súper seguro de sí mismo, esbozaba una sonrisa de confianza hermosa; él fue en sí mi primer y máximo crush hot-flip-flopper en ese año. Los demás del grupo eran principalmente chavas y otro chavo más, pero no me atrajo y aparte llevaba tenis.

Tan hermosa era mi fantasía que fue interrumpida cuando nos trajeron la comida y tuve que llevar mi atención a ella, que por cierto estaba horrible. Pedí una hamburguesa y me la trajeron toda fea y aparte la carne estaba como que cruda y no, horrible.

Con esa comida, obviamente tuve que dirigir mi atención a otra parte, ya saben a donde: mi hermoso hot flip-flopper y sus hermosos pies. Lo más intrigante para mí es que tuve tantas emociones encontradas que prácticamente al ver sus pies y chanclas me puse a analizar lo hermoso que era ese tipo de calzado y lo que me permitía ver. Los pies de los hombres son irresistibles para mí y lo comprobaba viendo sus pies, tan perfectos tan hermosos, no veía el momento en que decidiera quitarse las chanclas y empezar a jugar con ellas o sólo quedarse descalzo.

Volteaba a ver lo que hacía: charlaba con sus amigos, se reía, les enseñaba las fotos que había tomado con su cámara y yo atento en todo momento. Yo ya ni me percataba de lo que estaba pasando a mi alrededor, sólo me importaba una cosa: los pies de ese chico.

Me encantaría contarles a detalle cómo sucedió, en serio, con lujo de detalles:

1. Desde que entraron y se iban a sentar, él captó totalmente mi atención como si fuera por predisposición. Lo vi a él, sus pies, era perfecto. Mi amor de verano. No, me lo quería comer.

2. Cuando se sentó, no, no, no; me quería correr de sólo verlo a él de espaldas y me daba un plano perfecto de sus pies, sobretodo de sus plantas. Y en verdad, anhelaba estar en una cama y poderme masturbar con toda tranquilidad, era hermoso lo que estaba viendo.

3. En mi mente deseaba poder arrastrarme por el piso y llegar hasta la mesa donde estaba él y acercarme a sus pies sin que se diera cuenta. Olerlos, besárselos y hasta tocarlos. No, no, no que fantasía.

4. Lo mejor de todo es que como si él me escuchara empezó a hacer lo que yo más deseaba: quitarse sus chanclas y quedarse descalzo. Y lo hizo lento, paso a paso. Se empezó a deslizar su chancla lentamente y lo hacía inconscientemente porque él seguía platicando con sus amigos como si nada.

5. No aguantaba quería esos pies hermosos y bronceados, quería tocarlos y tenerlos aunque sea por un rato. Lo observaba, lo amaba por darme lo que quería. Sus chanclas eran negras pero no de las tradicionales, yo diría, ahora porque no me percaté en el momento, que debían ser o de Abercrombie o de Hollister o de American Eagle. La parte donde se meten entre los dedos parecía ser como de tela también negra. Quería de alguna forma tener también esas chanclas, pero sobre todo sus pies.

6. Lo veía tan detenidamente, esos pies que se deslizaban fuera de la chancla cada vez más y que me dejaba ver su hermosa planta lisa, perfecta, sin imperfecciones. Conforme avanzaba pude notar también sus dedos; hermosos, parecían bolitas chiquitas desde el ángulo donde los estaba viendo. Pero que perfección.

7. Tan perfecto era el momento y de pronto me quedé y me pregunté a mí mismo si estaba viendo bien; tenía los pies en el aire. Sus hermosos pies descalzos los tenía en el aire, completamente descalzo. Era un momento que tenía que ser grabado para siempre, de hecho saqué mi celular e intenté tomar una foto, pero como vi que era muy obvio mejor no lo hice. Me gustaba tanto porque no movía sus pies para nada y podía apreciarlos súper bien. Tenía que tenerlos ya y correrme.

8. En eso, yo no sé si él se dio cuenta o alguien de la mesa que miraba hacia mí se dio cuenta y le dijo, pero se medio puso las chanclas otra vez y como que me volteó a ver. Yo por una parte me sentí paralizado y al descubierto, pero en ese tiempo aún no le tomaba tanta importancia. De hecho, sí me hice tonto un momento y lo dejé de ver pero volví en un segundo. Él seguía medio platicando con sus amigos y medio volteándome a ver de vez en cuando. No sabía exactamente si lo hacía porque me le quedé mirando mucho tiempo o porque llegué a hacer alguna expresión rara, pero sí era seguro que él pensaba que lo estaba viboreando.

En eso volviendo a mi mesa, me doy cuenta de que ya acaban de pagar la cuenta y nos tenemos que ir. No quería, quería quedarme y seguir viendo a ese chico y sus hermosos y excitantes pies. Pero no podía decir más así que me fui. Saliendo de Vips fuimos a caminar a una plaza cerca y ya como si nada. De regreso al hotel tuvimos que pasar por el Vips, y que casualidad que justo por una ventana pude ver al chico de espaldas como si fuera a pagar la cuenta con su playera naranja oscuro y con su mochila en la espalda. Realmente tuve que tener a ese chico, ahora lo sé. En fin, él no fue el único que viboreé en esas vacaciones.

FIN

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