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34.1 La entrega de Denís

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Lo tengo todo preparado para iniciar la semana, Ray se ha encargado de lavarme el coche y rellenarlo de carburante, imagino que ha realizado un control de todos los niveles, le gusta enredar en los coches, eso es evidente.

Bajo con Elie a prepararme mi té, la bolsa con el café, el té y una caja de pastas, que había permanecido en el coche desde la semana pasada, para llevarla a la oficina se me olvida en el despacho y subo a buscarla, mi jefe sale en ese momento y me acompaña de vuelta hasta la sala del café.

Realiza las preguntas cordiales del inicio de semana, sobre cómo  he pasado los dos días y dónde he estado, él sabe que algunos fines de semana voy a París para encontrarme con Nico.

Elie se da cuenta de que me sucede algo, no puedo ocultar a veces mis sentimientos que afloran cuando recuerdo a mi amigo, me pregunta pero no quiero hablar sobre ello y busco una disculpa. Esto sirve para darme cuenta de que debo esconder mi angustia y no contagiar a los demás con mis problemas.

Cuando llego a casa a la tarde Ray y Denís están en el estudio, deben de haber estado estudiando, tienen sus libros sobre la mesa de estar, se muestran contentos de verme y me hablan de lo que hicieron el sábado al ir al limpiar el coche. Le pago a Ray lo que le debo por el carburante y la limpieza.

-Voy a salir un poco a correr, podéis seguir con lo vuestro.  –me miran un poco extrañados pero no preguntan, me coloco un chándal para salir a la calle.

-¿Volverás pronto?  -Rayhan se levanta para acercarse a mí y entregarme la chaqueta.

-Quiero cansarme para poder dormir. –esquivo su mirada pero no puedo evitar el que me abrace y me bese.

-¿Quieres estar solo?  -¡jolines!, sin conocer lo que me pasa me está consolando un chico de dieciocho años, debo de ser transparente.

-No, al contrario, prefiero la compañía a estar solo, pero no os preocupéis, marchad cuando terminéis.  –me despido de los dos por si no les veo cuando vuelva.

Cuando paso al lado de la Catedral ya voy cansado, me exijo más y bajo hasta el Parque Henri Matisse, allí tengo que acortar el paso, paseo y cuando finalizo de atravesar el Parque decido que no voy a realizar la vuelta por las mismas calles, acorto por la Estación Lille Flandes.

La luz del estudio está encendida, cuando entro en casa encuentro a Ray sentado en el sofá con un libro de estudio en sus manos.

-¿Qué haces aquí solo?  -debo llegar desencajado y las palabras me salen con dificultad.

-Denís tenía que marchar y me he quedado a esperarte.  –se levanta y viene hacia mí que he quedado apoyado en la mesa e inclinado.

-Ven Daniel, no te vayas a quedar frío, vamos a la ducha. –me coge por los hombros y me lleva hacia el baño, en un momento me quita el chándal y me mete tras de la mampara de cristal, me quedó observándole sin abrir el agua, se comienza a desnudar y entra en el recinto de ducha, tuvieron acierto al ganar espacio para el baño en detrimento del resto. En una ducha normal no hubiéramos cabido los dos.

-Abre el grifo te estás quedando helado.  –le dejo hacer y es él el que gira la llave y comienza a mojarme, echa gel en la esponja y empieza a pasarla por mi cuerpo, luego la deja en su cestilla de acero y es su mano la que acaricia mi piel, le ayudo haciendo lo mismo con él. El pene se le erecta pero no pretende nada y después de secarme, como si de un niño se tratara, me ayuda a ponerme el pijama.

Ray, vestido con su camiseta de cuello redondo y su pantalón, se mueve por la cocina mientras yo trabajo escribiendo, y mirando unos apuntes que quería repasar.

Me trae un cuenco con un kiwi y un plátano, pelado todo y cortado en trozos, con un tenedor, no habla para nada y se limita a mirarme mientras lo cómo y continúo trabajando.

-Me voy a quedar esta noche contigo.  –le miro sorprendido y parando en el camino el tenedor que iba camino de mi boca.

-No es necesario Ray, mañana tienes que ir a la universidad.  –continúo comiendo pero ahora mirándole de frente.

-Sí, será a la tarde y las primeras horas solamente, no pienses en lo que tenga que hacer. He llamado a casa para advertirles que no iré a dormir, ya está decidido y ahora termina de comer para ir a la cama, a dormir.

No me ha pasado inadvertido el tono empleado en su “a dormir” como remate de la frase. Recoge todo y extiende la cama, viene hasta mí y masajea mis hombros.

-Cuando tú quieras podemos descansar.  –continúa su masaje que me está relajando de la tensión que llevo encima, y dejo de escribir para sentir mejor su efecto tan delicioso que me hace cerrar los ojos.

-Déjame trabajar un rato, ve tú y escucha música.  –me besa en el cuello y se quita el pantalón, me hubiera gustado poder ofrecerle algo de ropa de dormir, pero no le sirve nada de lo usa Nico, es mucho más ancho de hombros, y se mete debajo de la ropa de cama con su slip y camiseta.

Dos horas más tarde, cuando voy al baño le veo dormido con la música puesta y los auriculares en sus oidos. Se los retiro y apago el reproductor, abre los ojos y me mira sonriendo, cuando vuelvo  se aparta para dejarme el lugar donde él ha estado y mantiene el calor de su cuerpo.

Le doy un beso en los labios y me coloco de espaldas a él, pasa su brazo izquierdo por mi cintura y aproxima los cuerpos, me transmite su tibieza y suspiro encantado enroscando mi espalda en su pecho.

Me estoy quedando dormido y siento como su virilidad va despertando entre mis piernas, él no se mueve, solamente lo hace su verga que  va creciendo y nuestros pechos al respirar.

Me doy la vuelta y me coloco de frente, llevo mi mano a su boca y acaricio sus labios calientes y resecos.

-Estás muy excitado, ¿quieres que te haga algo? –le beso en los labios que los tiene ardiendo y con mi rodilla aprieto su verga.

Su contestación es besarme y abrazarme fuerte hasta casi romperme.

-Es imposible soportar estar cerca de ti sin excitarse, teniéndote de esta manera.  –no para de besarme y cada vez se excita más.

-No me importa mamártela y te quedarás tranquilo.  –suelta una risita apartando sus labios de mi barbilla.

-Cómo eres Daniel, date la vuelta y colócate como antes.  –vuelvo a mi anterior posición, su brazo rodea mi cintura y aparta la parte baja de su cuerpo para no rozarme, pero tiro mi culo hacia él enroscándome más, no quiero perder su contacto. El sueño me va venciendo y caigo en su negrura sonriendo.

**********

 

Continuaba pensando en la fórmula que me brindara una disculpa para visitar a los chicos de Londres,  poder ver a Ál antes de lo que tenga que pasar. La solución me viene dada, María es la que me llama, Carlos ha hablado con ella y le ha explicado lo sucedido en Bruselas y como Amadeo, Nico y yo somos conocedores de la gravedad de su hermano.

Empezaré diciendo que cuando desperté un olor delicioso a té visitó mi olfato.

Ray se había levantado y estaba vestido y aseado, mi desayuno estaba sobre el mostrador, poca cosa, galletas, el té con leche y un yogur.

Me acompañó hasta el coche llevando mi bolsa de deporte y apareció su padre, aparte de los buenos días no cruzamos otra palabra, miraba a su hijo pero no le hablaba.

-Recojo un poco tu casa y me marcho.  – después de hablar Ray se dirigió al estudio y su padre hacia el portón, me despidió llevando su mano a la frente en un saludo de evocación militar y con mirada inexpresiva, pensé en lo que podría pasar ahora entre ellos, estaba tranquilo en parte, su padre no había dado muestras de enfado, pero tendría que dar una explicación por haber dormido en mi casa.

En el camino pienso en Rayhan, me deslumbra el fondo tan bondadoso de su alma, no le intereso solamente por el sexo, me aprecia y soy un amigo para él, no soy solamente dos agujeros que dan satisfacción a su sexo.

Al mediodía me llama Rafael para decirme que irá al club para nadar y le noto muy contento y gastando bromas.

La llamada de María la recibí a la tarde en mi viaje de vuelta, conecté el manos libres del coche.

-Daniel, soy María, un beso para ti, por teléfono.

-María voy conduciendo pero podemos hablar, ¿qué tal estáis?  -lo pregunté en plural para indicarle que me interesaban todos y más que el resto Ál.

-Daniel, he hablado con Carlos, ya sabes lo que sucede.  –la voz se le rompe, la noto las lágrimas rodando por sus pálidas mejillas y no quiero acompañarla a llorar mientras conduzco.

-Si quieres detengo el coche y hablamos, o puedo llamarte luego.

-Perdóname, tengo poco tiempo, voy de camino para España, solamente quería que supieras que no había mala intención en no querer que lo supierais.

-Lo sé María, por eso no te preocupes. ¿Cómo está?  -no quería pronunciar su nombre.

-Con esperanzas, ha aceptado recibir un nuevo tratamiento, se había negado a que se lo aplicaran, está débil pero es fuerte y creo que resistirá.  –no sé cómo hacerle la pregunta.

-Crees que sería bueno que le visitara.  –ya lo he hecho y espero con ansiedad la respuesta.

-Ahora que ya lo sabes creo que le haría muy feliz el verte, te quiere mucho y pregunta por ti, lo cierto es que se interesa por todos. Te dejo voy a embarcar.

-Programaré mi tiempo para ir a visitarle. Gracias María, muchos besos y adiós.

-Espera Daniel, ahora no viven en su casa, se han cambiado a la residencia de los abuelos, allí están mejor. Adiós Daniel, se lo diré a tus padres cuando les vea, no saben lo que le sucede a Ál, déjame que sea yo quien se lo diga a tu madre.

Estoy en el parking del deportivo y las lágrimas ruedan por mi rostro, no me he colocado las lentillas para no tener que quitármelas para nadar. Espero unos minutos mientras me sereno y me voy poniendo contento. Ha dicho María que van a comenzar un nuevo tratamiento y eso siempre es bueno.

Al fin una esperanza para que la alegría renazca en mi cara. Hasta el nublado cielo me parece precioso. Rafael me espera en el interior, no hay quien esté sin moverse en la calle por el frío que reina.

-Qué contento se te ve, ¿aún estás disfrutando del viaje a Bruselas?  -le doy un beso y paso rápido ante él camino de los vestuarios.

-El viaje quedó atrás, pero he recibido una buena noticia a última hora.  –me quito el traje y lo coloco en una percha sin ponerme el bañador.

-Cada día estás más bueno, vaya culito que luces hoy.  –estamos solos en los vestuarios y me habla en español. Como estoy de espaldas a él sonrío hasta cierto punto halagado.

Me coloco el bañador y él está aún mirándome, me siento a su lado sosteniendo su mirada burlón.

-¿Qué miras? ¿Te has quedado colapsado?, cámbiate. –coloco la toalla sobre mis piernas.

-¿No te importa ver cómo me has puesto la verga con tu exhibición?  -habla poniéndose de pie, contoneándose y moviendo exagerado las caderas. Me levanto y le dirijo una mirada coqueta mientras voy hacia la puerta.

-Si te hubieras dado prisa y estuvieras preparado podías haberme hecho algo pero como eres lento has perdido la ocasión.  –avanza rápido hacia mí pero salgo corriendo y entre risas  le dejo allí.

Hay varias calles vacías y elijo la más cercana a la orilla, no veo a mi niño nadador. No espero a que llegue Rafael y me tiro para comenzar a nadar, para calentar comienzo con crol a un ritmo suave, hago cuatro vueltas y ya estoy metido de lleno en el ejercicio.

Mi cabeza no piensa más que en el movimiento de los músculos y lo que debo hacer en cada momento, para ganar velocidad y mover el cuerpo justo lo necesario para evitar la fricción y cansarme.

Es un día inusual, hay muy poco público y en las duchas están dos señores mayores, de unos cincuenta años, muy bien conservados,  varoniles y los músculos bien marcados, les miro y ellos nos miran, pero sus miradas nos comen, son gay casi seguro, cogemos las cosas de ducha y antes de salir uno de ellos se dirige a mí.

-Sois dos chicos muy guapos, podríamos pasar un buen rato los cuatro.  –si yo me he dado cuenta de que son gay, ellos de la misma forma lo han notado. Le sonrío con sinceridad y niego con la cabeza.

-Tenemos prisa, no puede ser.  –paso mi vista por sus cuerpos y no están nada mal, el vello de su pecho está lleno de pelos blancos que le da un aire sensual. Se da cuenta de mi observación y alarga la mano hacia su acompañante, este le entrega una tarjeta que me acerca. Por cortesía la recojo aunque no sé dónde guardarla, vuelvo para dejarla en la bolsa sin más.

-Cuando queráis podemos vernos un día y además de pasarlo bien siempre me gusta hacer un regalo para seguir la amistad.  –me hizo gracia el que me estuviera ofreciendo dinero, de forma tan elegante y sibilina pero a todas luces comprensible.  Sonreí y nos despedimos, cuando caminábamos por el pasillo de las duchas, aún me habló.

-¿No sois franceses?  -me interrogó afirmando y me volví hacia él.

-No, somos españoles.  –y le hice un gesto tímido con la mano para despedirme, creo que no nos siguió hasta la ducha de milagro.

-Cómo conquistas chico, eres increíble.  –Rafael se pone su mano en la boca para contener la risa.

-Has sido tú el que les has provocado. –le imito y coloco mi mano en la boca, tengo que morder mis dedos para no estallar en risas sonoras.

El agua cae sobre nuestros cuerpos.

-¿Quieres que te repase la espalda?  -me lo dice susurrando y agarrándose la polla.

-“Podemos pasarlo muy bien los cuatro”.  –imita la voz del señor y me meo de la risa, ahora no lo puedo evitar  y seguro que se me escucha en todo el vestuario.

-¡Ayyy! Déjalo Rafael, además no estaban tan mal, cuando nosotros seamos mayores tampoco nos gustará despertar la hilaridad de los jóvenes.

-Si vale, pero ofrecerte dinero de forma tan descarada.  –jolines, sigue provocándome la risa y no paro.

Cuando llegamos ante mi casa me mira rogando y sin hablar, una mirada que me lo dice todo, necesita follar y me tiene a mí a su alcance.

-Lo sé, quieres que estemos y yo también pero necesito mi tiempo para otras cosas y no me digas que algo rápido, sabes que no me gusta. –y le hago una sugerencia, un plan por si le gusta.

-El viernes quiero visitar a un amigo, puedo llevarte a un lugar que te gustará y luego…, luego podremos bailar.  ¿Te gusta el baile?  -mueve la cabeza asintiendo pero me mira sorprendido.

-Si tienes dieciocho años y tiempo libre, puedo llevarte a una disco de chicos bien, donde nos divertiremos. El jueves lo concretamos. –entiende la broma y ríe antes de abrazarme.

Me besa, primero suave y luego muy ardiente y coloco mi mano sobre su entrepierna, está que va a necesitar un consuelo antes del viernes.

-Rafael, es bueno masturbarse a veces, para no ir tan caliente por la calle.  –se lo toma a broma y emprende el camino saltando sobre los adoquines de piedra hacia la parte vieja, jugando al andar con sus pies, me gusta cuando los mueve de esa forma y me recuerda a un niño experimentando los movimientos de sus piernas, me erotiza además de producirme una inmensa ternura.

Ray me ayuda a llevar las cosas al estudio, también está Denís un poco rojo e imagino que habrán estado disfrutando de ellos, aunque los libros se ven abiertos encima de la mesa.

-Me quedaré también esta noche a dormir contigo.  –quería que me explicara si había tenido algún problema con su padre a la mañana, como estaba Denis no me atrevía a hablarle de ello, pero ya que había empezado.

-No Rayhan, ya lo hiciste ayer, no puedes quedarte para cuidarme todas las noches. ¿Te ha dicho algo tu padre cuando te ha visto esta mañana?, se habrá imaginado lo peor.  –Ray muestra sus blancos dientes en una sonrisa muy dulce.

-Mi padre no ha imaginado nada Daniel, sabía que yo iba a dormir aquí contigo, y le pedí permiso para hacerlo, no preguntó nada, ni lo hará, tiene bastante con lo que le dije. “Voy a quedarme con Daniel, necesita a alguien con él”. No hace falta más, si quieres puedo quedarme.

Estuvimos un rato hablando, no me piden nada, esperan a que yo esté dispuesto. Me está asombrando cada vez más el corazón de la gente, creemos que no hay seres humanos buenos y veo milagros de amistad maravillosa cada día.

Luego se marchan y yo me quedo a trabajar, aún me queda mucho tiempo hoy, para pensar, escribir, responder mensajes en la tranquilidad del anochecer y envuelto en mi música dejo la mente en blanco.

Al sacar la toalla de la bolsa de deporte, cae al suelo la tarjeta que me entregaron los señores mayores en los vestuarios, está húmeda y la dejo al lado de la que me entregó Paul, las miro pensativo y decidido las arrugo para tirarlas a la basura, no quiero tenerlas delante como tentación continua y tengo grabada en mi cabeza la dirección de Paul, al vivir cerca de Rafael en la parte vieja y en la misma calle es una inolvidable referencia.

**********

 

Durante toda la mañana ha estado lloviendo, vamos a dar el visto bueno a la puesta en funcionamiento de la nueva maquinaria de la depuradora. Elie y yo nos acercamos los primero, están retirando todo el equipamiento sustituido y la empresa instaladora da por finalizadas las pruebas.

Se supone que aquí, el entendido por parte de la empresa soy yo, por mi anterior trabajo en Leeds, pero atiendo las explicaciones del encargado de la instalación y estoy de acuerdo con él en las observaciones que me hace.

Cuando llega mi jefe realizamos la última inspección y discretamente eleva su dedo pulgar, es una forma de felicitarme y decirme que está satisfecho.

La visita a la depuradora ha ocasionado que vayamos más tarde a la cantina para comer y me he entretenido en el despacho para ultimar otras cosas. Me siento en la misma mesa de mi jefe que tiene lugares sin ocupar.

En el viaje de vuelta me detengo para hacer algunas compras, comida sobre todo y algún producto de limpieza. Cuando estaciono el coche Ray sale del estudio y viene a ayudarme para llevar mis compras.

He permanecido muchas horas de pie en el trabajo y estoy algo cansado, después de besar  ligeramente a Ray voy hasta el sofá donde se encuentra Denís, no se ha movido de su sitio y caigo a su lado rendido, alargo mi mano para coger la de él, le miro y me pierdo en sus ojos tan profundos y grandes, tiene la cara un poco roja y su camisa está con algunos botones sueltos, debe de estar acalorado.

Me deslizo en el asiento para ponerme a su lado, sujeto su barbilla para que eleve su cara, me aproximo hasta que nuestros alientos se funden y espero a que sea él el que una sus labios a los míos.

El beso dura segundos, baja su cabeza para colocarla en mi pecho y abrazarse a mi cintura con fuerza, le tiembla el cuerpo como si fuera un pajarito asustado, acaricio su cabello, es un chaval tan delicado y tan tierno.  Ray continúa colocando lo que he comprado en los armarios de la cocina y el frigo.

Denís va calmándose y su temblor desaparece, sube sus brazos para abrazarse a mi cuello y ahora me besa con ansia querido abrir mi boca con su lengua, la mete y la deja quieta, se la chupo y se me resbala, es de una dulzura y suavidad increíble, ríe retozón metiéndola y sacándola, Rayhan ha terminado y viene a sentarse sobre la mesa baja enfrente de nosotros, observa nuestros juegos, la mesa es baja y está un poco inclinado, lleva su mano a su entrepierna y allí juega masajeando.

-Lo vamos a hacer Denis, ¿estás de acuerdo?  -le separo de mi para mirarle a la cara, se pone más rojo aún.

-Lo estoy deseando, pero tengo miedo.  –su mirada se desliza por mi cuerpo hasta bajar a mi entrepierna.

-Tienes que tener confianza en nosotros, no te vamos a hacer daño ni causarte dolor, pero debes estar tranquilo y desearlo, ¿de acuerdo?  -acerco mi mano y tiene una evidente erección.

Me levanto y comienzo a quitarme la ropa, aún estoy con la que he traído del trabajo.  Miro a Ray que se había quedado parado observándome y sabe lo que tiene que hacer, sujeta de la mano a Denís y va quitándole su ropa mientras le besa. Denís parece un muñeco a su lado, yo estoy desnudo, jugando un poco con mi polla mientras les miro, Ray no tiene prisa y no deja de besar a su chico, no paro de comparar el cuerpo de los dos muchachos, Ray tiene el doble de volumen que Denís y el contraste de la diferente pigmentación de sus pieles deslumbra. El pene de Denís esta tieso y el de Ray pendulea entre sus piernas enorme y sin erectar aún.

Diferentes y para comerlos a los dos, recojo mi ropa y la coloco en una percha mientras les oigo jugar en el baño, reúno las suyas y las deposito en una silla, huelo sus boxer que han dejado tirados en el suelo, los dos tienen la humedad del precum en sus delanteras, me gusta el olor de los dos y aspiro profundamente excitándome, tengo que mantenerme tranquilo, soy el responsable de que todo salga bien para Denís.

Salen del baño envueltos en toallas, les dejo y paso a mi vez al baño, Ray ha dejado la cánula en el flexo, me limpio y la retiro para llevarla conmigo y recojo la crema, la vamos a necesitar. Están envueltos en un tierno beso, enroscadas sus piernas, acariciando sus cuerpos con sus manos y hasta con sus pies, tengo que contemplar esa belleza tendida sobre el colchón, esos dos cuerpos que rebosan vida, calor, deseo, lujuria y voluptuosidad. Es tan bello el arrullo y roce de los cuerpos que parece una visión mística que arroba y seduce los sentidos y el alma.

Me siento en el lado de Denís y comienzo a acariciar su cuerpo, con cierto miedo al principio, paso mi mano por su nalga acariciando su culo, recogiendo su calor con mi fría mano y se estremece a mi contacto, me arrodillo a su lado y comienzo a besar, tengo miedo de romper el encanto, de intervenir en una unión tan bella y sagrada. Ray sujeta mi muslo y sube su mano hasta mis testículos para acariciarlos  y tirar de ellos para que me mezcle y los tres seamos uno, otra mano, ahora de Denís acaricia mi espalda bajando hasta mi glúteo.

Mi boca se apodera de su verga, ellos continúan besando sus bocas y comiendo sus lenguas, las dos pollas están próximas a mí y voy chupando una y luego otra, la de Denís está a punto de romper la piel, no puede estirarse más, las froto una con la otra y meto el glande de Denís en el prepucio de la de Ray que le sobra, chupo las dos y juego con ellas pasando mi lengua y mis labios de una a la otra. La verga de Ray va expulsando a la de Denís según va creciendo y necesitando todo  el prepucio para contener su envergadura y dilatación.

Tiro de las caderas de Denís para ponerle a cuatro patas sobre la cama, su tierno culito está abierto para mí, vibra el anillo de su ano rodeado de unos pelitos muy suaves. Entierro mi cara en su culo, huele a gel y mi lengua lo siente delicioso, juego chupándolo con fuerza, Denis comienza a gemir pero cierra con fiereza su anillo cuando intento meter mi lengua en él. Ray mete sus dedos entre los medios melones de mi trasero, los lleva húmedos y juega en mi ano, me abro para él.

-Relájate Denís, deja tu culo muerto, que juegue él según lo que sienta.  –como respuesta lleva su mano y sus dedos a su culo, acarician su ano extendiendo la saliva que he dejado allí.

-Es que esta muy rico Daniel, no me puedo contener.  –sonrío pensando que vamos por buen camino.

Utilizo la cánula de la limpieza, antes ha estado dentro de su culito y ahora me va a ayudar, la envuelvo bien en la crema y se la voy metiendo, es una delicia ver como su ano la va aceptando y parece que la traga, la saco y sus anillos se abren y cierran como si tuvieran vida propia. Es un culito goloso que cuando esté en forma va a dar mucho gusto a las pollas que tengan la suerte de penetrarlo, meto mi lengua y ahora entra todo lo que puedo meterla, de su boca sale un ronroneo delicioso que me enciende. Ray asoma su cabeza para ver mis maniobras pero sin abandonar su terreno, me está dando un masaje interno que me lleva a suspirar, a veces es difícil determinar si atender al placer del chaval  o el mío propio.

Trabajo su ano con dedicación y empeño, llevo más de veinte minutos metiendo y sacando la cánula, luego mis dedos, echando litros de mi saliva y crema, es un culo nuevo y muy prieto, Ray tiene dentro de mi casi sus cuatro dedos y yo aún no he conseguido meter más que dos, va a lograr llevarme a un orgasmo son sus caricias del recto.

-Ray, déjame o me voy a ir antes de tiempo.  –se ríe y me da un beso en mi abierto culo.

-Si quieres te la meto mientras sigues con él.  –es tal la impresión que me causan sus palabras, que siento un estremecimiento, lo mismo que si me hubiera metido su polla de un golpe. Aparto su cara de mi culo con mi mano y mete su cabeza debajo de la verga de Denís.

-Está tirando precum a chorros.  -su voz suena divertida y le escucho mamar su polla con ruido de su boca. Tiro de su brazo para que se coloque a mi lado.

-Esto no va más, no sé si tu verga le entrará sin dolor.

-La mía igual no pero la tuya sí.  -me la sujeta y la va masturbando para terminar de ponerla tiesa, a veces la suelta para tirar de mi escroto y masajear mis testículos.

-Métesela. –lo suyo es una orden exigente.  El ronroneo de gusto de Denis se detiene.

-Sí, sí métemela tú.  –introduzco mis dedos por última vez y cuando los saco queda un boquete suficiente para que mi polla entre, éste se cierra con rapidez.

La coloco apuntando a su ano y lo toco con mi glande, se abre solo queriendo engullir mi capullo y va entrando, miro la cara de Denis apoyada en el colchón, hace gestos que no son de dolor pero gesticula mucho con los ojos cerrados y abriendo la boca.

-Si te hago año dímelo.  –el capullo está dentro de él, pero mi balano es de menor diámetro que el cimbel.

-Sigue, sigue, sí, es delicioso y muy rico.  –así lo debe sentir porque sus anillos aprisionan mi glande y se distienden para soltarlo, hay alguna resistencia, muy poca y mi polla va entrando lenta y sin compasión.

-Ya está dentro toda ella.  –es Ray el que habla mientras acaricia la cara y la espalda de su chico.

-Estás bien Denís.  –se inclina para besar su rostro, es muy tierno su interés.

-Me siento en el cielo Ray, esto es insuperable.  –Ray me mira sonriendo y su niño mueve sus caderas para acomodar mi polla o sentirla en toda su naturaleza.

Muevo mis caderas con suavidad, los anillos de su ano me transmiten sensaciones placenteras y escalofriantes al contraerse con suavidad y luego con fuerza, como si aplicara un masaje a mi falo o lo mamara como una boca. Ratifico mi opinión su culo va a dar mucho placer a mi amigo.

Comienzo a bombear y me animan sus palabras a seguir cada vez más rápido.

-¡Ayyy!, Sí, Sí que rico, que bien estoy, sí, sí.  –y movía su culo tirándolo hacia mí, siguiendo a mi polla cuando salía de él. Me iba a correr de un momento a otro, llevé  mi  mano a su pene pero Ray está masturbándole con suavidad para llevarle al éxtasis, lo notaba porque su ano convulsionaba apretando y aflojando mi verga con más fuerza y velocidad, y gritó, gritó como un cochinillo acuchillado y tuve que sujetar sus caderas para que no se desplomara, sus estremecimiento y convulsiones no tenían fin y abría sus ojos extraviados que no veían nada. En ese momento tembló mi cuerpo y me derramé entero en su interior, me metí hasta el fondo y no quería salir de allí, de ese pozo de placer maravilloso, magnífico.

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