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Deliciosas clases de anatomia.

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Raymundo era su nombre, mi profesor de anatomía en la facultad de Medicina, un guapo cirujano apenas rayado en los 30 (joven para su puesto) que me robo el corazón desde el primer momento en que lo vi, mi objetivo siempre fue ser la alumna estrella de esta clase, pero jamás pensé que me enseñaría la anatomía humana de una manera tan sublime.

Me llamo Regina, estudio el tercer año de medicina, las clases son perfectas, mi vida es un caos y el amor está lejos de la vida de los médicos, me han dicho y francamente lo comienzo a creer, los estudiantes de medicina caminamos como zombi por la facultad y si cruzamos palabra con el de al lado es para preguntar si podría prestarnos algún libro, he dejado de salir con mis amigos, de mensajear con chicos y el sexo es algo que no se contempla en mi vida.

Comenzamos un nuevo curso y las clases comenzaban tan estresantes como de costumbre, corrí a la cafetería y compre un vaso de café expresso para prepararme a entrar a mi primera clase de anatomía III, cuando caminaba por el pasillo me percate que la clase iniciaba y corrí a ella lo más rápido que pude, toque la puerta y una voz ronca y arrogante (como es costumbre en mis profesores) me respondió: -Adelante, tome asiento y saque una hoja como sus compañeros, esta voz sonaba diferente, pero de igual forma la acate y no voltee a ver al profesor para nada; --“Como es costumbre doctores, les damos la cordial bienvenida a la facultad de nueva cuenta con un terrible examen diagnostico, espero que las vacaciones no borraran su memoria porque si es así tendré que reprobarlos en este instante, yo soy el Dr. Raymundo ***** y esta es la clase de anatomía III” La voz más bien era de un apuesto joven y levante el rostro para mirar a mi profesor.

Tenia razón,  frente a aquella clase se encontraba un musculoso y guapo trigueño de 32 años por mucho, con uniforme quirúrgico azul entallado y el cabello negro que peinaba constantemente con sus manos, tenía un bello rostro varonil y brazos fuertes que se notaba, eran producto del gym al igual que el pecho y esa trabajada espalda que note al momento que escribió en el pizarrón su nombre, ni que hablar del trasero, que se marcaba fuerte y torneado por el pantalón; pregunto uno a uno nuestros nombres y la clase transcurrió igual que siempre.

Pasaron las semanas, su clase era apasionante y el esfuerzo que yo imprimía en ella se comenzó a notar, el Dr. ya sabía cuál era mi nombre y muy a menudo me preguntaba con cierto interés en mis respuestas, esa mañana explicaba en un modelo figurado la anatomía del sistema reproductor femenino y acariciaba de manera particular las partes que componen a este, yo ponía atención a lo que él decía y en un instante me pareció que me guiñaba un ojo mientras hablaba acerca de la fisiología del clítoris y con sus dedos mostraba la zona exacta en la que se encuentra, yo no quise dar importancia a este suceso, sonreí, acomode mi cabello tras mi oído y continúe escribiendo.

Esa tarde recibí una llamada de un número desconocido, conteste con extrañeza y me respondió una voz masculina diciendo: --“Hola, soy el Dr. Raymundo tu profesor de anatomía, me tome la libertad de pedirle tu número telefónico a uno de tus compañeros para invitarte a la unidad de morfología a una serie de conferencias que se llevaran a cabo el día de mañana” yo hable con naturalidad y acepte la invitación, al día siguiente me presente a la hora acordada en el auditorio y el profesor se encontraba en la puerta de entrada con algunos otros doctores, se acerco a mí y me dijo; --“Regina, te estaba esperando, la conferencia ya va a empezar hay que registrarse” Muy amablemente me prestó su bolígrafo y entramos a escuchar las conferencias, nos sentamos juntos, yo escuchaba con atención lo que se decía en aquel recinto y notaba de cuando en cuando que el profesor me miraba y me decía en repetidas ocasiones:  --“Admiro tu interés, serás una gran medico” yo agradecía sonrojada y evitaba continuar la conversación.

Concluyeron las ponencias y salimos del recinto, el Dr. Me agradeció la presencia y yo correspondí agradeciendo su gesto al invitarme, caminamos al estacionamiento y pregunto cuál era mi coche, yo le dije que no tenia y el amablemente se ofreció a llevarme a mi casa, yo accedí con un poco de vergüenza tras su insistencia, subimos a su auto y comenzó a hacer las preguntas típicas de un viaje en coche ¿En dónde vives? ¿Por dónde nos vamos? Y cosas así; después de transcurridos unos 10 minutos de viaje tomo una avenida y se detuvo en un café, me indico que pasáramos por algo de comer pues moría de hambre y no me quedo más que acceder y entrar al negocio.

Era un confortable café de paso, nos sentamos frente a una pequeña mesa y después de pedir un café y algunos bocadillos comenzó a platicarme respecto a la conferencia, platicamos por una hora o más, tenía una narrativa impresionante y yo lo miraba entre admirada y atraída, después de comer continuamos la charla y de pronto cambio abruptamente de tema: --“Ya basta de medicina por hoy, mejor cuéntame ¿Tienes novio?” yo hable por un rato de mi situación sentimental, con cierto recelo pues me encontraba con mi profesor, pero poco a poco fue dándose una charla más confiada y  cercana.

Salimos del café, trascurridas poco mas de 2 horas y media, caminamos hacia el auto y el rozo levemente mi brazo, me abrió la puerta para subir y sonrió al cerrarla, corrió a subirse y encender el auto, continuo el viaje y la conversación, para ese momento ya era algo más que una plática entre alumna y maestro, el hacia cumplidos de mi persona y yo correspondía coqueteando un poco, esa tarde el trafico fue nuestro mejor amigo, puesto que transcurrieron cerca de 2 horas en el trayecto en los cuales nuestra platica nos llevo a intrigarnos mas y mas el uno por el otro; al llegar a mi departamento él se estaciono y fue a abrir mi puerta, yo lo invite a que aguardara que el trafico se disipara un poco en mi casa, le propuse que continuáramos la plática y que más tarde se fuera sin el molesto tráfico, lo dudo un minuto y acepto mi tentadora oferta, mis piernas temblaban y yo imaginaba algo más que café en esta velada.

Entramos a mi casa, lo invite a que se pusiera cómodo y le ofrecí café o tal vez un trago, para mi sorpresa acepto el trago y me dirigí hacia la cantina por una botella de vino, serví dos compas y nos sentamos en el sofá a charlar; no tardo mucho en comenzar a coquetear más en forma, se acercaba mas y mas a mí y me rodeo con su brazo, un instante después nos besamos, me pidió disculpas y yo solo sonreí, continuamos platicando y no tardo en repetirse el beso, esta vez yo tuve la iniciativa y el supo que el deseo era mutuo, nos continuamos besando por un rato y los besos eran cada vez más cachondos, era un increíble besador, sentía su lengua correr por mi boca y sus fuertes manos recorrer mi cuerpo, que se acomodaba confortablemente en el sofá, sentía su respiración y el peso de su cuerpo sobre mí hasta que ya nos encontrábamos completamente recostados uno sobre el otro, se levanto un momento y se quito la camisa, pude ver su abdomen marcado por el ejercicio, me quito la blusa y se abalanzo a besarme nuevamente, recorrió mi rostro, mi cuello y mi pecho, me despojo con maestría del sostén y beso mis pechos uno a uno, excitándolos cada vez más, yo hacía lo mismo con sus pechos y arañaba de cuando en cuando su espalda, por la posición en la que nos encontrábamos yo ya podía sentir como se erguía su pene, dimos una vuelta abrupta en el sofá y me coloque encima de el, nos besamos un rato mas mientras el frotaba mis nalgas aun con el pantalón puesto y yo movía mi cadera frotando mi vientre con su paquete para sentir como se excitaba mas y mas, me levante y le baje los pantalones, el se sentó y yo me arrodille frente a su bóxer y saque su pene erguido frente a mí, me lamí los labios deseosa de probarlo y mi boca se hizo agua,  comencé a estimularlo, Raymundo cerraba los ojos y gemía cuando comencé a mamarlo con malicia, le frotaba los testículos y con mis tetas masturbaba su verga hermosa, entraba y salía rápidamente a mi boca y cada vez más profundamente, sentí como se vino la primera vez dentro de mi boca, saboreé su salado semen que corrió hasta mi pecho, el grito y me levanto, tomo mis tetas una en cada mano y masajeo suavemente mis pezones con sus dedos, un suspiro salió de mi y nos besamos mientras el continuaba estimulándome en círculos los pezones que se encontraban como de roca.

Se paro frente a mí, busco una tira de condones que casualmente traía en el bolsillo del pantalón y se quito los zapatos y su pantalón cayo al piso  yo apretaba mis pezones mientras admiraba su musculosa fisionomía, se volvió a abalanzar sobre mí, me beso completa y comenzó a bajar mis pantalones, me quito los zapatos y la pequeña tanga de encaje que traía puesta (como si ya supiera lo que me esperaba) y se coloco frente a mi sexo ardiente, con suaves movimientos comenzó a frotar mi clítoris y recorrer mis mojados labios con los dedos, después me beso el clítoris y uno a uno fue metiendo cuatro dedos a mi vagina, succionaba mi clítoris y yo me retorcía en el sofá, movía los dedos de un lado al otro, sentí como me venía por primera vez tras un grito de éxtasis y el movió sus dedos un par de veces más para después lamerlos, se levanto y se coloco un condón a su pito frente a mí mientras me miraba con una malévola sonrisa en su rostro, lentamente comenzó a introducir su pene a mi vagina, primero la cabeza y poco a poco lo más grueso, era una gran verga larga y gruesa y yo gemía mientras la movía poco a poco adentro y afuera y cada vez con más fuerza, me envistió con furia y yo sentía como las tetas se me movían, gritaba del placer que me estaba dando y gemía constantemente, levanto una de mis piernas y sentía como vibraba del esfuerzo y la rapidez con la que me envestía, nos vinimos por segunda vez juntos y gritamos excitados, se recostó sobre mi y nos besamos, le quite el condón y me coloque sobre de él en 69 y volví a mamarle el pito, le mordía los testículos y frotaba mis tetas en su pene, me nalgueo y me dijo que dejara de hacer eso o se pondría duro de nuevo, yo lo voltee a ver y muy seria le dije:--“Esa es la idea, yo podría estar aquí toda la noche” se rio y yo regrese a meter esa deliciosa verga a mi boca mientras el metía su cara a mi vagina y me succionaba el clítoris mientras jugueteaba con mi ano y mis labios hinchados y mojados.

Se levanto y se coloco otro condón y me dijo: --“Ahora por necia te voy a reprobar” yo corrí a mi habitación y me lance a la cama, llego y se abalanzo sobre mí, recorrimos hábilmente el kamasutra y una y otra vez, gritábamos y gemíamos al unisonó hasta que quedamos rendidos, desnudos y abrazados en mi cama.

Solo queda por decir que el trafico nunca mejoro y al día siguiente no pudo aplicar examen, esa fue la primera de mis múltiples y cachondas clases de anatomía con mi sabroso Dr. Raymundo.  

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