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Sexo en la ducha con Carolina

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Esto pasó una tarde, casi noche, en que fui a casa de Carolina (de ahora en mas Caro). Había estado pensando en ella todo el día y eso me traía excitado por demás.

Como poseo un juego de llaves, Caro dijo que, cuando llegase, entre sin llamar; fui para la sala y, ya dispuesto a preparar un par de tragos, oí me decía que fuese donde ella.

Conocedor del camino, encaré para el dormitorio pero, al oír el sonido del agua corriendo, noté que Caro estaba en la ducha o presta a ingresar a la misma

De solo imaginarla con el agua deslizándose por su cuerpo, sentí como algo comenzaba a crecer dentro de mi bóxer.

Asomé apenas mi cabeza y, desde la puerta, saludé y pregunté:

- Hola mi amor! Te ayudo? – respondiéndome

- Hola cielito, si es tu gusto no me voy a negar.

Me desnudé, ingresé al baño y, al correr la mampara, apareció en todo su esplendor, de espaldas a mi...!qué culo señor...! respingón, además tiene una cinturita que lo hace parecer mas grande (sus medidas son 95 -56 - 93, uds digan) y unas piernas que ni el mejor artista podría haberlas hecho tan perfectas.

La abracé desde atrás apretándola contra mi pecho, giró su cabeza ofreciéndome sus labios y su lengua, que se enredó con la mía en un beso salvaje pero tierno. Mis manos acariciaron su vientre y fueron subiendo hasta que encontré sus pechos firmes, con los pezones erectos, duros; tomé cada uno de ellos con los dedos pulgar e índice y se los fui "amasando" arrancando gemidos que contribuían a elevar nuestra excitación. Mi verga estaba apoyada entre sus nalgas y tan dura que empezaba a doler.

Fui besando su espalda, a lo largo de su columna hasta llegar a sus nalgas a las que le di suaves mordiscos que se, le encanta. Se apoyó con sus manos en el lavabo y así, con su culo frente a mi cara, separé sus nalgas y, sin mas, pegué mi boca a su tentador agujerito. Lo besé, lo lamí, le daba pequeños soplidos y ya jugado, introduje la lengua y eso la hizo estremecer y lanzar un gemido de gozo. Intensifiqué mis embestidas lingüísticas notando como su ano ya no ofrecía resistencia alguna…si es que, el algún momento, la había tenido.

Me fui incorporando haciendo el camino inverso y con el mismo trato hacia su espalda. Cuando intenté hacer que gire para enfrentar nuestros cuerpos, se fue agachando y, pasando una mano por entre sus piernas, agarró mis huevos y los pellizcó, eso hizo que, instintivamente, me echase hacia atrás. Medio riéndose, agarró mi verga y dice:

-No papito, de acá ud no se va, después de todo lo que hizo, hay un agujerito que está esperando muy ansioso.

Dicho esto se agachó y comenzó una mamada de esas que solo ella sabe como hacer. Cuando vio que ya no había posibilidad de que mi pija se ponga mas dura, la tomó en sus manos y así me llevó hasta la cama, se sentó en el borde y, con los pies en el suelo, se acostó, me pasó un pote con crema y dijo, con su mejor sonrisa, la frase que hacía mucho deseaba oír: quiero que me hagas el culo. Lo juro, fue tal la excitación, que estuve a punto de acabar ahí nomás.

-Crema no, me dejas a mi-dije. Me arrodillé, cual si fuese a elevar una oración a mi pareja de dioses favoritos, Venus y  Eros, levanté sus piernas y mi lengua se introdujo en su empapada concha, con mis labios rodeé el hinchado y duro clítoris lo que hizo se corriese con fuerza y sus deliciosos fluidos llenasen mi boca y, también, mojasen con abundancia su ansioso ano. Sumé mis dedos para contribuir a la dilatación y, cada vez, los gemidos de Caro se hacían mas y mas intensos.

Ni ella ni yo dábamos mas por lo que, puse cada una de sus piernas sobre mis hombros, una pose por demás hermosa ya que permite, también, acariciar los senos y hasta besar su boca Apoyé delicadamente la cabecita, inflamada y colorada, cubierta de líquido preseminal, en su deseado anillo y fui penetrándola, lenta y pausadamente para que, su recto, se vaya acostumbrando al invasor. Un quejido y un “no pares” me animaron a empujar mas fuerte hasta que mis huevos hicieron tope contra su cuerpo. Me mantuve quieto unos momentos tratando de aguantar todo lo posible mis ganas de acabar, así pude ir moviéndome en un saca y mete suave que acompañaban los gemidos de mi diosa. Me incliné buscando su boca y en medio de ese fantástico beso, llegó su orgasmo y, sin mas resistencia, acabé descargando mi semen en sus intestinos. Quedamos abrazados, empapados de transpiración y extasiados por el momento vivido. Un suave chasquido indicó que mi ya fláccida verga abandonaba tan bello alojamiento, pero como último regalo, Caro me dice:

-Mirá amor, eso que tanto placer te causa, y levantando las piernas, veía como de su ano escurría un hilo de leche.

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