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Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 49)

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Capítulo 49

 

 Año 1993.  Ya soy alcaldesa

¡Qué genio es José Antonio! Todo sucedió como lo predijo. Arrollé en las elecciones municipales; había conseguido el setenta y cinco por ciento de los votos, por lo que me convertí en la circunscripción electoral más votada del País, y de la noche a la mañana me vi envuelta en una espiral de popularidad.

El gran acierto y la clave para lograr la alcaldía, fue la campaña de publicidad que organizó "mi genio".     Me dijo ante de las elecciones.

--Manolita: el poder en Democracia se consigue convenciendo a la gente para que te vote; y se les induce generalmente diciendo lo que quieren oír.

Y como lo que quieren escuchar son cosas muy difíciles de realizar, necesariamente hay que prometerlas, aunque después no se puedan llevar a cabo.

--Pues vaya atajo de mentirosos son lo políticos ¿no?

--Así es la Democracia, hija. Así es.

--Tú, tienes un pasado lleno de luces y sombras, Manolita. Las sombras no las vamos a ocultar porque los rivales políticos te destrozarían en cuanto las omitieras en la campaña. Hay muchas personas jóvenes que no las conocen; por lo que vamos a utilizaras como el revulsivo de las nuevas generaciones. ¿Lo vas pillando?

--Pues la verdad que no, José Antonio.

--Verás. Tú fuiste una luchadora de la Dictadura, porque hiciste lo que millones de mujeres no fueron capaz de hacer. La mujer de hoy desprecia a la sumisa, a la que se sometía a los caprichos del varón. Se ha liberado social y sexualmente. ¿Te acuerdas de aquel ministro tan odiado que se le imputaron decenas de crímenes durante su mandato? Y que hoy miles de familiares de aquellos que mandó masacrar le siguen odiando

--Ya lo creo que me acuerdo. ¡Menudo hijo de puta! Espero que se esté quemando en el Infierno.

--¿Y del gobernador de esta provincia que dicen que murió de un infarto?

--¡Cómo no me voy a acordar de otro hijo de Satanás, si fue el que me echó del pueblo en el año 1958 cuando era el alcalde de aquí! Pero bien que me vengué dándole por el culo con aquel consolador de veinticinco centímetros. Lo que sentí es que se me muriera antes de desollarle la piel a latigazos.

--Bien Manolita, pues tu pasado, el que la oposición se frota las manos para sacarlo a relucir en tu contra en cuanto empiecen los comicios, es el que nos va a dar la victoria.

--¿Y mis acciones y donaciones a esta villa no van a servir de nada?

--Eso es agua pasada Manolita.

--¿Y la fundación Doña Manolita, que le doné cincuenta millones de entonces?

--Más agua pasada. El affaire con el cura y el obispo acabó con tu fundación. Olvídate de eso, que los tiempos son otros en España.

--Pero les será fácil averiguar que he estado con mujeres, que he sido prostituta, y qué...

--No les hará falta que lo averigüen, porque lo dirás tú.

--¡Cómooooooooo! Exclamé sorprendida.

--Sí, dirás que el amor homosexual es tan o más sublime que el heterosexual. El colectivo gay es muy amplio y te apoyará. Hoy en España no es un estigma la homosexualidad.

--Pues tú dirás cómo lo vas a hacer.

--Mañana he quedado con un antiguo amigo tuyo, que le ha arruinado su mujer, y por unos milloncejos de nada que le he ofrecido, nos va a servir de mucho, y que va ser clave en la campaña.

--¡Quién es!

--¡Ah! mañana lo verás.

Quedé con una duda terrible, y "el cabrito" de José Antonio que no me decía de quién se trataba. Menos mal que sólo estaría un día en la duda, más tiempo no lo hubiera soportado.

 

Al día siguiente

 --¡No me lo puedo creer... No me lo puedo creer! Mi gran amigo Servando, el Marqués de Flores del Campo. ¡Mi primer cliente! El que tuvo el honor de estrenarme.

--Más que honor, fue un placer Manolita, un verdadero placer. Dijo el Marqués en un arrebato de sinceridad.

--¿Qué es de Esther, me dijo que se casaba contigo?

--¡No me la nombres, no me la nombres! Me ha dejado en la puta calle y arruinado.

--Pero... ¡Cómo ha sido eso, Marqués!

--Me hizo firmar unos documentos bajo la amenza de abandonarme si no los firmara, y la cagué, le di todos los poderes para hacer y deshacer en mi nombre.

--Y más que hizo te deshizo, por lo que veo. ¡Ay Marqués, Marqués..! ¡Pero cómo se te ocurrió casarte con Esther!

--Ya ves Manolita, dejé a mi mujer por ella, y mira.

--¿Pero tu mujer vive todavía?

--¡Qué si vive...! Y bien viva que está, y además descojonándose de mí. Y menos mal que le dejé bien apañada, ya que el divorcio me costó la mitad de mi patrimonio, al estar como bienes gananciales.

--Menos mal. Al menos hiciste bien las cosas con respecto a ella.

--Bueno, vamos a lo nuestro. Interrumpió José Antonio. Que hay que preparar muchas cosas, y bien preparadas.

--Atender los dos, por favor, que esto es importantísimo. Don Servando, va a ser tu memoria, ya que fue testigo de primera línea de todos tus avatares, y va a dar testimonio de todo lo que digamos en la campaña.

Desplegó una especie de cilindro muy grande de papel cartulina y lo que vi me alucinó. Era ni más ni menos el cartel base para la misma.

Figuraba en una de las caras a una Manolita en todo su esplendor con un látigo en la mano diestra en actitud amenazante, y debajo en letras grandes para que se pudieran muy bien leer.

 Manolita: el azote de los dictadores

 Y en la otra, se veía a una Manolita complaciente, con una balanza equilibrada en la mano, con la siguiente leyenda en el mismo tipo de letras.

Manolita: la esperanza de Los Alcores

 Y ahora viene la parte más complicada, en la que tú y el Marqués tenéis que estar muy compenetrados.

--No me asustes, José Antonio!

--Vamos Manolita, que a ti no te van a asustar los micrófonos y las cámaras de la tele.

Había preparado una serie de entrevistas en la radio y televisión, en la que todos conocieran a la Manolita que tuvo que ser puta a la fuerza, y a la Manolita que triunfó en un sistema donde el machismo imperaba.

Llevaría consigo al Marqués, como testigo de todos mis avatares. José Antonio le había "comprado" por quince millones de pesetas y una pensión vitalicia de cincuenta mil pesetas mensuales, como colaborador de Construcciones Manolita.  Dijo en broma.

--¡Con estas condiciones, cuentohasta como te cagaste encima de mí, y encima pagando!

--No hace falta llegar a eso, Marqués, usted ratifique y de fe de lo que declare Manolita. Le dijo José Antonio.

La primera entrevista televisada se realizo en la Cadena Desencadenada, la que emitía el programa más visto y popular de la tele: Caldo Amarillo.

Lo presentaba Agapito del Pino, locutor muy avezado en ese tipo de programas mal llamados del corazón, puesto que eran más propios del hígado.

Después de las presentaciones de rigor, en las que no faltaron referencias a mi vida anterior y con el plató a rebosar de público, así empezó la entrevista.

 Presentador

¿Cuál es el principal motivo de presentarse a alcaldesa de Los Alcores?

Manolita

Son varios los motivos, le diré uno de ellos; que ninguna mujer tenga que salir de su pueblo por un mal de amores, ni por ningún otro motivo causado o propio de una sociedad obsoleta.

(Grandes aplausos)

Presentador

¿Es cierto que usted regentó un prostíbulo durante la Dictadura.

Manolita

¡Cierto, muy cierto! y aquí les presento a mi primer cliente, una personalidad de aquella época.

Presentador

¿No le parece una deshonra ese pasado, para optar a alcaldesa?

Manolita

Habría que preguntar a las mujeres y hombres de esta nueva sociedad, si ser prostituta es una deshonra. Pero le puedo afirmar, que para aquella sociedad hipócrita si lo era. Señores con el Marqués de Flores del Campo, aquí presente, que condenaban a las putas y alababan a las decentes; bien que se aliviaban con nosotras, y hasta perdían su dignidad a nuestros pies.

(Más aplausos)

Presentador

¿Es cierto eso que dice doña Manolita, señor Marqués?

Marqués

Muy cierto señor del Pino. Reconozco y lo digo sin pudor, que yo fui un cumplidor de los preceptos políticos y religiosos de la Dictadura, que gracias a mi situación, como tantos otros, teníamos como una especie de bula, que nos permitía burlar nuestras propias normas. Hoy esto, es impensable gracias a la Democracia. De ahí la grandeza de doña Manolita

(Más aplausos)

Presentador

También se dice que es usted lesbiana, Manolita. ¿No le parece un mal ejemplo?

Manolita

Le digo lo de antes. ¿Ser lesbiana es una deshonra? Yo creo que es un orgullo. Pero no, no soy lesbiana, soy bisexual. Es cierto que me he enamorado de una mujer, y que todavía sigo enamorada de ella; por eso creo firmemente que el amor no tiene sexo.

(Enormes aplausos)

Presentador

¿Cuál es el bagaje profesional que aporta a la Democracia?

Manolita

Aporto uno que muy pocas personas poseen, conocer muy bien la cara oculta de los hipócritas, sus miserias humanas, y la "porquería de sus cerebros". Y lo más importante: no necesito el cargo para hacerme millonaria; ya lo soy.

 El plató irrumpió en una salva de aplausos de la inmensa mayoría de jóvenes que llenaban el escenario.

Sin duda había triunfado, las nuevas generaciones entendían mejor a un ex ramera sincera, que a un político cínico y embustero.

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