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Casada fiel y recatada se entrega a otro hombre

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Luis es un hombre muy profesional, dedicado a su trabajo y a su familia, de 45 años, es el Director Financiero de la empresa en la que ambos trabajamos. Su mujer  Marta, es una chica de 42, con la que tiene dos hijos.  Una mujer dedicada a su familia en cuerpo y alma, una perfecta ama de casa; buena madre, discreta, tímida, viste de forma clásica y recatada. No es guapa pero debajo de su ropa, nada provocativa y siempre amplia para no marcar sus encantos, se adivina el cuerpo de una hembra necesitada de explorar su deseo  sexual no satisfecho.

Siempre la había visto junto a su marido y apenas hablaba debido a su timidez o por sumisión, pero me había  percatado de sus miradas solapadas  que me producían cierto morbo y curiosidad por descubrir lo que se escondía debajo de su  ropa. La conocí algo mas con ocasión de una cena de  Empresa en Navidad y no andaba muy descaminado en mis presentimientos. Terminada la cena, fuimos un grupo de compañeros con sus mujeres, a una discoteca a terminar la noche.  En mi condición de divorciado iba solo.  Bailamos en grupo y pronto Luis, que es bastante aburrido y poco dado a fiestas, se fue a la barra con algún otro compañero a seguir de copas.  Despues de un buen rato de baile movido, los acordes de un ritmo lento me puso en bandeja a Marta, que de forma natural la cogí de la cintura para bailar pegados.  La apreté contra mí y ella se pegó sin resistencia, noté sus pechos duros chafados en mi pecho, junté mi cara a la suya, estaba sudorosa y ardiente, le hablé al oido de lo hermosa que era y como me agradaba sentirla en mis brazos, su excitación le hizo apretarse mas  contra mí y mis manos bajaron a su culo, palpé sus nalgas redondas y duras, realmente la señora estaba buenísima y como había imaginado  era supercaliente.  Notó mi erección y la buscó moviéndose al compas de la música, frotaba  su pubis mi paquete y ardía como un volcán, le hablaba al oido poniéndola cada vez mas cachonda, se notaba su deseo de ser follada en aquel momento. No   quies llamar la atención y le dije de ir junto a su marido para evitar problemas.

A los pocos días la encontré en unas galerías comerciales, donde ambos habíamos acudido  a ultimar algunas compras de Navidad. La invité a un café y tuvimos ocasión de  conocernos mejor y compartir algunas  confidencias que nos  abrió dandonos  confianza.  Le conté algunos pasajes  de mi vida y ella me explicó que su marido era su único hombre, lo había conocido de adolescente y despues de un largo noviazgo se casó con él siendo aún bastante joven.  Solo había conocido el sexo con su marido y el transcurso de los años y la rutina, habían hecho que practicaran poco sexo y sin demasiado interés.  Me confesó sentía con frecuencia deseo que su marido no satisfacía y que al estar siempre sola, ya que sus hijos pasaban el día en el colegio,  solía masturbarse entrando a veces en páginas porno.

La besé y fue  receptiva , estuvimos un buen rato morreándonos y aunque en principio pareciió poner reparos, acabó entregándose entremezclando su lengua y excitándose.  Pude repasar su tetas por encima de la ropa y me afirmé en la sensación del primer día de que aquella hembra estaba buenísima y muy follable. Nos despedimos sin mas, no nos dimos móvil  ni le pedí quedar,  no me apetecía meterme en lios con la mujer de un compañero.

No volví  a verla hasta la primavera, con ocasión de una reunión de trabajo de directivos de la empresa, convocada en una Ciudad de Provincias, siendo invitadas las esposas al celebrarla en fin de semana.  La convocatoria era el viernes a última hora de la tarde, así que llegué al hotel, ocupé mi habitación y despues de asearme  bajé justamente antes de la cena y allí la encontré  con su marido. Los saludé y despues de charlar un rato entramos  en el restaurante ocupando un asiento a su lado, ella entre su marido y yo. Durante la cena acerqué mi pierna a la suya  como de forma descuidada y no la apartó, eso me dio pie a bajar mi mano por debajo del mantel y tocarle la rodilla. Llevaba  medias y fui subiendo hasta   palpar su piel, suave, delicada, seguí acariciando mientras ella se abría para facilitar mi acceso, llegué a su sexo y al notar la presión de mis dedos sobre su vagina por encima de sus bragas,  se mordió los labios denotando sus excitación.  No quise comprometerla y retiré mi mano mientras ella me miraba de soslayo con cara de deseo.

Terminada la cena su marido se lio en una partida de cartas con otros compañeros y ella  se unió a otras esposas de tertulia.  Yo me senté cómodamente con una copa de Cardú, observando que pasaba a mi alrededor.  Al cabo de un rato  Marta  salió al jardín del Hotel, así que dejé  pasar unos minutos y salí a su encuentro.  Estaba  fumado un cigarrillo, la  abracé por detrás y la besé en el cuello, se dio la vuelta y nos besamos con pasión, para evitar nos vieran, la arrastré de un brazo hasta un lugar oscuro y discreto del jardín para seguir besándonos con lengua  como si nos faltara el aliento.  La apoyé contra la pared y  metí mano en su entrepierna, ella las separó y mis dedos fueron directamente  a un costado de sus bragas para introducirlos en su vagina que estaba   chorreando y dilatada.  Le estimulé bien el coño mientras la hacía estremecer de gusto,  gemía de gozo  como una hembra hambrienta, era evidente que la muy zorra necesitaba de una buena polla que  le hiciera disfrutar del sexo que nunca había tenido, que sacara la calentura reprimida desde hace años que no le  había permitido saber  la puta que llevaba dentro.  No tardó en suplicarme se la metiera porque no aguantaba mas.

No  era el sitio apropiadao pero no iba a desaprovechar la ocasión de follarme  un putón reprimido,  antes de que le vinieran remordimientos y se le pasara la calentura.  Me bajé la cremallera de la bragueta, le abrí bien las piernas y sacando la polla puse el capullo entre sus labios, abiertos deseosos de recibir mi verga a punto de explotar.  La metí por un costado de sus bragas y una vez que entró la mitad de verga,  la agarré  con las manos por las corvas de las rodillas  y la elevé  mientras mi polla entraba  entera hasta los huevos.  Ella se sujetó bien  cruzando sus piernas en mi cintura y empece a clavarle de abajo a arriba  flexionando mis rodillas y empujándola contra la pared que hacía de tope para poder clavarle bien.  La zorra se  estremecía de gusto mientras pedía mas polla y me mordía como una yegüa salvaje en el cuello y me metía la lengua hasta  las amigdalas.  No tardamos en corrernos a la vez y cuando terminamos la bajé al suelo con cuidado y le di mi pañuelo para  que  se limpiase y no ensuciara su ropa.  Me lo devolvió empapado y lo tiré a una  papelera.   Le dije convenía  volviera al Hotel para no levantar sospechas y yo salí por otra puerta del Hotel a la calle para dar un paseo antes de acostarme.  Antes de despedirme le  había dicho que al día siguiente la esperaba en mi habitación despues del desayuno, para follarla como se merecía y que disfrutara de un buen polvo que su marido nunca le había echado.

Al día siguiente me ausenté de la reunión que empezaba a primera hora de la jornada, con la excusa de que había surgido un asunto urgente que había que resolver y subí a mi habitación.  No tardó Marta en llamar a la puerta,  nos besamos de forma apasionada y empezamos a quitarnos la ropa de forma apresurada.  En segundos estábamos tumbados en la cama, desnudos, devorándonos con lujuria.  Como había imaginado tenía un cuerpo escultural, hecho para pecar, era todo vicio, imposible que aquellas tetas, piernas, culo, chocho, .....  no hubieran sido disfrutadas por nadie mas que por el bobo de su marido.  Le comí las tetas y bajé por su piel hasta su vulva, la tenía ardiendo y echando flujos  como una fuente, su clítoris duro y erecto lo lamía haciéndole temblar y mi lengua  trabajó a conciencia su vagina produciéndole orgasmos seguidos mientras se convulsionaba como si le dieran ataques epilépticos.  Tenía la polla que no me la aguantaba y me levanté dispuesto a metérsela.  Ella tumbada boca arriba, subió sus piernas flexionándolas sujetas  con sus manos por las corvas de las rodillas, ofreciéndome un coño espectacular que pedía a gritos ser penetrado.  Aún recuerdo  la imagen de aquella hembra en celo, ofreciendo su coño dilatado, chorreando jugos y sus labios abiertos deseando recibir la verga de un macho cabrón que iba a hacerla sentir mujer por primera vez.  Me coloqué de rodillas entre sus piernas y se la metí de un golpe,  le arremetí con todas mis fuerzas haciéndole gritar de placer, aguanté lo que pude para  que se corriera  seguido mientras gemía y pedía mas, hasta que no pude mas y  solté mi esperma inundándole el coño.  Al sacarla  un  chorro de leche y fluidos  escaparon  de su   chocho.  Se hacía tarde y regresé a la reunión dejándola en la habitación.

De vuelta a Madrid no tardé en llamarla para disfrutar de otra sesión de sexo y lo hice nada mas llegar a mi despacho el mismo lunes.  Quedamos para el día siguiente por la tarde en mi casa.  Me sorprendió con una ropa interior sexi, me dijo la había comprado para la ocasión, algo que agradecí, pero estaba tan buena que sin mas preámbulos la dejé completamente desnuda y sin perder tiempo la empecé a follar.  Lo hicimos sin parar toda la tarde, de todas las maneras posibles.  Me corrí hasta tres veces y ella me mamaba  para recuperarla y volvía a metérsela dentro para disfrutar y  tener prgasmos.  Como colofón me pidió le follara el culo, dijo que su marido nunca se lo había hecho y quería probar.  Le había resbalado tanto semen y  flujos  que lo tenía empapado y me sirvió de lubricante para dilatárselo  con dos dedos.  Le dije se relajara y cuando el esfinter  vi  permitía el acceso, llevé mi capullo hasta el ano y fui  introduciendo la  verga con cuidado hasta  que entró entera.  La  zorra se frotaba el clítoris con una mano y con la otra se  sobaba las tetas  dando alaridos de  gusto y pidiendo  le rompiera el culo.  Le di unos buenos azotes  que la excitaban  mas, a la vez que le decía lo puta y guarra que era, eso le hacía excitarse hasta el punto que empezó a llamarme cabrón y me gritaba  que era mi puta y que le diera polla.  Le metía una y otra vez la verga por el culo hasta que me vine  corriéndome dentro.

Las sesiones de sexo duro  siguieron un par de meses una vez por semana.  Ella necesitaba joder mas y me llamaba a todas horas, la guarrilla ya empezaba a ser impertinente pues me cansaba de decirle que no tenía mas tiempo para ella entre semana y ella no podía quedar en fin de semana por razones obvias.  Acabé por sugerirle  que se registrara en una página de contactos, subiera unas fotos, pusiera un anuncio y le sobrarían tios dispuestos a follársela.  Hizo caso de mi consejo y cuando quedamos me confesó ya había tenido varios encuentros y tenía unos amigos que la satisfacían cuando tenía necesidad, que debía ser a todas horas a la vista  de su adicción al sexo.

Cada vez eran menos frecuentes nuestros encuentros, habían pasado mas de tres meses y volvimos a quedar.  Ese día me confesó estaba preñada pero no sabía quien era el padre,  aunque estaba segura que no era de su marido.  Mas tarde supe que había dado a luz un niño cuando Luis me dio la noticia.  Le felicité y pregunté por el estado de salud del niño  y de la madre, a la que envie mis saludos y felicitaciones.  Pasado un tiempo se divorciaron.

Ya  no me acordaba de Marta, hasta que pasados un par de años, un día  de copas con un amigo la encontramos en un puticlub.  Se alegró de verme y me contó su separación, que habían resuelto el divorcio con normalidad, le había quedado una buena pensión y que aunque no necesitaba trabajar de puta para vivir bien, su  deseo sexual  le llevó a ello, asi follaba y encima cobraba en lugar de hacerlo gratis.  Su versión no era del todo cierta, por lo que me contó su marido cuando le  dije la había visto en el puticlub.  Se hartó de ser cornudo consentido y lo que era peor, tenía desatendidos a los hijos por su adiccón al sexo, asi que le puso un detective y una vez con pruebas pidio el divorcio y la custodia de los hijos, que actualmente atendía con la ayuda de la madre que era viuda.  La pensión que le pasaba era ajustada, de supervivencia, y ella acostumbradaa a vivir bien optó por dedicarse a la prostitución como solución fácil para vivir desahogada.  Se veía le iba bien , en el local observé  tenía muchos clientes.  

Se la recomendé a mi amigo que me contó volvió otro día para comprobar si era tan buena zorra como le había dicho.  Me aseguró era mucho mejor y que  volvería  como cliente fijo de vez en cuando.

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