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Este relato pertenece a La habitación Privada, Amazon. Blog de Dilan: http://Theprivateboy.blogspot.com.es

 

Lo primero que debería decir es que todas las historias tienen un protagonista y en esta no seré yo. Esta es la historia de Dilan. Lo segundo es que yo soy malo y él es muy bueno, aunque en apariencia parezca lo contrario.

Lo primero que necesita un chico para escribir una historia es una habitación propia y lo segundo: dinero, y cuanto menor sea el esfuerzo de obtenerlo más gratificante resulta.

Cuando recibí el primer mensaje no me resultó nada extraño; en el mundo y sobre todo en las páginas de internet abundan los desconocidos que buscan lo inimaginable; fantasías, fetiches, parafilias, parcialismo y las ansias de conseguir placer en las formas más extrañas e incomprensibles: algo en lo que Dilan es muy bueno, y yo muy malo, no porque esas prácticas peculiares se acerquen a sus gustos personales, sino porque le divierte todas esas cosas que escapan a lo convencional y las situaciones raras; en esas en que las personas revelan su naturaleza más primitiva. La mente humana es como la luna y todos tenemos ese lado oscuro que intentamos ocultar a la mirada y el juicio de los demás: este es el mío.Y por ultimo, pero no menos relevante tengo que decir que Dilan y yo somos la misma persona. O casi.Me fui zumbando como una abeja por las por las calles del mundo visitando los jardines mas extraños y viendo cómo otros buscaban nutrirse de las formas más impensadas. El mundo está lleno de locura y perversidad, y sin embargo nada que venga del hombre debería asombrarnos, porque es cuando reprimimos nuestra naturaleza que esta se vuelve violenta contra nosotros, buscando escapar en ocasiones furtivas en las formas más agresivas y mundanas. Incluso repulsiva.Logroño es como una colmena y los sábados en la noche un enjambre de cuerpos tibios y bicolor invade sus calles; la travesía de Laurel, la calle Portales, Sagasta y la plaza Mercado: escenario del último auto de fe público ejecutado por la inquisición contra la brujería. La vida se manifiesta entre las ruinas de las murallas de Revellín y edificios antiguos color sepia. Todos giran y giran en busca de una deliciosa miel. En tanto que más dulce más venenosa, más venenosa más adictiva.Del otro lado de la habitación propia mi compañero de piso llama repetidamente la puerta; me invita a salir de putas esta noche: yo invito, dice para motivarme. La verdad es que me parece un tío tan solitario hasta el punto de que incluso echar un polvo pierde emoción si después no tiene con quien comentarlo. Es que para la mayoría el sexo es un tema de conversación necesario como una especie de ritual: cobra vida a través de las palabras. No hablar de ello es casi tan parecido a no practicarlo. Mi vida en parte es así, algunas cosas que hago también pierden emoción porque no tengo con quien hablar de las cosas que me suceden a diario, ninguna de las personas con las que me relaciono sabe lo que hago, excepto mi única amiga que vive a diez mil kilómetros de distancia en linea recta, al otro lado del mundo, cruzando el océano y con seis horas de diferencia. Patty es la única que sabe, la que me conoce, a mí y también a Dilan.Sin abrir la puerta le respondo, tosiendo bastante fuerte para que advierta la gripe que me pesqué anoche corriendo desnudo por el parque La Grajera, que no me siento con ánimos ni fuerzas suficientes para ir de putas. Pero la verdad es que yo soy una puta, pero en versión hombre: puto, escort, acompañante, taxiboy, chapero, prostituto, gígolo. Son sólo etiquetas porque para mi es un trabajo como cualquier otro con las mismas responsabilidades y beneficios. La diferencia es que me encanta mi trabajo y no lo cambiaría por ningún otro.

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