Nuevos relatos publicados: 16

Recordando al primer amor (Capítulo 30)

  • 5
  • 4.906
  • 9,40 (5 Val.)
  • 0

CAPITULO XXX

 

Preparando el encuentro

Llamé a doña Juana con más miedo que vergüenza, ya que esta situación me superaba; eso de tener que depender de una señora para poder amar a mi Cristina en la intimidad, me parecía una profanación al amor puro y verdadero. Y otra vez me plantee lo precario de mi situación profesional: si hubiera estudiado o aprendido un buen oficio, fontanero por ejemplo, a mis veinte y cuatro años ya estaría situado y proyectando la boda con mi amadísima novia. Esta reflexión me trasladó a un estado tan deprimente, que colgué el auricular antes de que respondieran.

-¡Pero que haces! Me dijo Cristina que se hallaba a mi lado, en la cafetería desde donde llamaba. ¿Por qué cuelgas?

-Porque nadie responde.

-Pero cómo van a responder si has colgado en unos segundos.

-Cristina.

-¡Pero que te pasa! Tienes la cara lívida.

-¿Estas segura de lo que queremos hacer? Esto para mí es como una reválida. Le dije a Cristina con la tez pálida.

-¡Ah! ¿Pero tú no estás seguro a estas alturas? Mi decisión ante esta situación nadie la invalida; sigo igual de cálida.

-De lo que estoy seguro es que te amo con toda mi alma, pero hacer el amor así, de esta manera tan furtiva... ¿No crees que es una locura, mi mariposa crisálida?

-Déjate de poemas ahora Amador. Ya veo que la situación te da frío, y no te atreves a "cruzar el río".

-¿Y a ti te da calor?

-Anda cariño, vuelve a llamar que estoy deseando hacerte mío; y que me apagues este ardor que me da escalofríos.

-Vaya paradoja, ¿ardor y frío a la vez? Cada día entiendo menos a la mujer. ¿Me estaré volviendo "panoja"?

-Seguro, porque se te está poniendo la cara roja.

-Cariño, es que la situación me da congoja.

-¿Pero vas a llamar, o no vas a llamar?

-No me atrevo.

-Déjame que llamo yo. Que a mí llamar me importa un bledo.

        

Con decisión tomó el auricular y el número marco de una forma singular.

 

-Sí, dígame.

-Doña Juana, por favor.

-Soy yo. ¿Quién llama?

-Me llamo Puri y llamo de parte de Manolo.

-¿De qué Manolo? ¿De Manolo Segura?

-Un segundo por favor.

-Amador, ¿Cómo se apellida Manolo?

-Segura, Manuel Segura.

-Sí, sí, de Manolo Segura.

-Pues dígame lo que desea.

-Bueno... verá... mi novio es amigo de Manolo, se llama Amador, y creo que ya ha hablado con usted...

-Ya...ya... ya sé de que va el asunto ¿Y cuando quieras puedes venir con tu trasunto?

-Mañana por la tarde ¿Puede ser? A partir de las cinco.

-¿Os puso Manolo en antecedentes?

-Si señora, no se preocupe que somos personas de confianza, actuaremos como mandan las ordenanzas.

-Entra tú primero, pero antes te aseguras que del portal no entra ni gente sale.

-Vale. Delo por hecho señora, somos personas prudentes. ¿Es el piso bajo?

-Sí, el bajo D.

-Bajo de. Mañana tarde a las cinco estaremos a la disposición de usted.

-Muchas gracias señora. Hasta luego.

-Hasta luego.

-¡Ves! ya esta solucionado el problema. No sé porqué has tenido tanto miedo.

No es miedo cariño, son los nervios que me hacen tartamudear, pero estoy deseando contigo estar. Mira como me pongo sólo en ello pensar.

Cristina miró hacia mi bragueta, creyendo que a lo que refería en el cómo me pongo, "era lo que hay debajo del mondongo".

-No cariño, a eso no me refiero, me refiero a mis ojos. Que cuando me entran los nervios ante situaciones que no controlo, me aturullo y me descontrolo, y no doy pie con bolo y me extrapolo. ¡Jo chica! en ciertos protocolos me virolo.

-¡Jolín Amador! Ni que fueras un pipiolo.

-Lo que me has dejado anonadado es con tu desenvoltura. ¡Qué cara más dura! Has estado tan tranquila y segura, que cualquiera diría que dominas esta asignatura.

-¡Qué insinúas, criatura..!

-No te mosquees mujer. Me refiero a tu tesitura, has brillado a gran altura. ¡Ojala! yo pudiera adoptar ante todas las situaciones esa postura.

-Ya está la suerte echada.

-Mañana por la tarde, te prometo, que todo que tengo te lo meto...

-Menos retos Amador. 

-Me refería a que todo lo que tengo es la consecuencia de mi amor, porque tu eres mi razón, y es lo entrará todo en tu corazón.

-Por cierto: ¿Y el tema de los profilácticos?

-A los condones te refieres... ¿no? Qué lenguaje más poco sintáctico.

-A veces hay que usar un lenguaje menos práctico y más extático y menos didáctico. No te das cuenta aquel fulano que nos observa con mirada de tísico.

-Es verdad, ¿Le conoces de algo?

-De nada. Pero igual es un metafísico.

-O un astrofísico. Ve a saber.

-Yo creo que es un músico que observa tu carita de sinfonía.

-O un místico. No ves al verte la cara que ponía.

 

Pero era un pobre paralítico, que sentado junto al pórtico de la cafetería, se dedicaba a mirar a toda la gente que entraba y salía; y a las guapas como Cristina con más porfía. Lo supimos al ver que al levantarse dos muletas cogían del rincón donde las tenía.

(9,40)