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36.2 Sigo observando curioso

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Me coloco arrodillado delante de él y bajo besando su pecho y su abdomen hasta encontrar el vello que adorna la base de su verga, la punta está pegada a su ombligo supurando su excreción que brilla a la luz artificial de la lámpara.

Tengo que emplear mi mano para separarla de su ombligo de lo agarrotada que la tiene, sus venas se ven azuladas casi negras y algo hinchadas, la suavidad de su glande roza mis labios y Rafael se queja tirando su culo hacia atrás para retirar su polla en un acto reflejo, sé que es del gusto que ha sentido y vuelvo a repetir el toque tan delicado y tan suave.

La rodeo con mi lengua y degusto su sabor, la dulzura de su precum y el salado de su polla, tenía un olor a rica verga de macho recién lavada, levanto mi vista y le veo como mira fijamente lo que hago, y cuando chupo con fuerza tira su cabeza para atrás dejando escapar varoniles suspiros y exclamaciones de placer, gritos de semental en celo.

-Chupa, así, chupa, ¡oh! Daniel que sabroso y rico lo haces, no pares. –dejo de obsérvale para ir metiendo toda su polla en mi boca hasta sentirla resbalar por mi garganta y tenerla toda dentro,  saco mi lengua por debajo para llegar a sus testículos que lamo con la punta.

La saco porque me atraganto y sujetándola con mi mano se me escapa, se resbala por mis babas que la inundan.

-Está estupenda, la quiero. –es tan turgente y tan suave que me da placer al rozar mis labios, mi lengua la prieta y la hace presión, para que resbale por mi paladar en el movimiento de bombeo que le imprime mi chico. Me está follando muy suave como si mi boca fuera un ano o una vagina y yo le ayudo, envolviéndosela toda en mi humedad, mi saliva y el calor de mi boca que amorosa la acoge.

A veces le sujeto de los glúteos y soy yo el que le arrastro hacia mí para sentirme ahogado con todo su miembro en mi interior.

Empuja fuerte varias veces y noto el correr de su leche por el conducto de su uretra, empujo de sus caderas para sacar su pene y dejar solamente el glande en mi boca y recibir el surtidor de su esperma.

Sale caliente y llena mi cavidad bucal, su olor metálico me electriza y ahora que ha descargado en mi boca le dejo que la meta toda, que es lo que intenta dando fuertes empujones y sujetando mi cabeza.

Paladeo su leche que me llena y envuelvo su polla en ella, tengo que tragar para no ahogarme y siento sus manos tirando de mis sobacos para ponerme de pie. Busca mi boca con la suya y desesperado me besa, su babosa polla golpea con la mía que está rígida y me duele, la suya se va aflojando mientras me besa.

-¡Dios!, es estupendo besar tu boca con sabor a mi semen.  –y muerde mis labios y pasa su lengua por mi rostro hasta que se va calmando.

Y yo gozo por el placer que él siente y también mi pene se va bajando y dejándome de doler, excepto un ligero picor en el glande.

-Límpiate un poco mientras preparo un té, ¿a ti que te apetece? –me hubiera gustado limpiarle yo lamiendo toda su verga pero no me ha dado tiempo, queriendo participar también él del festín de su semen.

-Una cerveza si tienes.  –sí que tengo, ahora compro algunas cervezas que Ray bebe de vez en cuando y a veces repone, aunque también prefiere el té, que yo no consigo igualar y refrescos de cola que gustan a Denís.

Continuamos desnudos, hace calor en el estudio y nos sentamos en el sofá, me tiendo apoyando mi cabeza en sus muslos y me inclino para beber de mi taza.

-El domingo tengo que viajar a Barcelona.  –mueve su mano para acariciar mi frente, la tiene fría de sostener la lata de cerveza.

-¿Me dejas acompañarte? Podemos pasarlo muy bien, conozco la ciudad y lugares que te gustará visitar para pasar unas buenas noches.  –parece entusiasmado con la idea y seguro que ya tiene actividades pensadas para una semana.

-No, no voy de vacaciones ni a hacer turismo, me envían a trabajar, o a examinarme, yo que sé, todo menos a visitar lugares gay o monumentos por mucho que me entusiasmen. –deja de poner cara de ensueño para mirarme con el ceño fruncido.

-¿Entonces para qué me lo dices?  -da un largo sorbo a su lata de cerveza.

-Para que lo sepas y también que el martes puedas ir o no a la piscina, estaré de vuelta el miércoles.  –se queda quieto y pensativo.

-Venga Rafael, no te enfades.  –llevo mi mano a su pecho y le acaricio suavemente, luego llego a su axila para tocar los pelos que se le escapan del sobaco.

-Tienes razón Daniel, solamente pienso en mí.  –inclina su cabeza y besa mi frente, su aliento huele a cerveza y creo que me emborracha de deseo, le cojo del cuello y tiro de él para que nuestras bocas se unan y voy saboreando su dulce saliva con sabor a la bebida, lleva su mano izquierda a mi sexo que sacude y araña con sus uñas, abro mis piernas y toca la membrana de mi ano que tiembla excitada por el deseo.

-Déjame que te la chupe.  –me pide queriendo devolverme el favor.

-No, quiero que me la metas, sentir toda tu verga en mi culo.  –ríe varonilmente como semental reclamado.

Me coloca sentado en el sofá con el culo en el borde, las piernas muy abiertas y recogidas hacia atrás, hace que me las sujete hasta pegar con mis pies en el respaldo del sofá, como una hembra en el sillón del ginecólogo, con mis atributos viriles y mi culo expuestos y a su disposición.

Se arrodilla ante mí y acerca su nariz a mi ano, aspira y me echa el aliento y logra que el diafragma de mi ano se abra y se cierre disfrutando del calor del aire que sale de su pecho.

Coloca su lengua aplastada en mi entrada y la refriega en movimientos muy cortos, cierro los ojos para centrarme en las sensaciones que me llegan, puntea en mi culo y aprieta queriendo entrar, me relajo para facilitarle el trabajo que tanto placer me está dando.

Dejo de sujetar mi pierna que queda al aire y toco mi ya excitada polla, recojo mis flujos y los llevo a mi boca, me voy masturbando suavemente con la misma mano y acaricio mis testículos, él las tiene ocupadas intentando abrirme más como si quisiera meter su cabeza en mi ano chupando sin parar.

-Métela ya para estar un poco juntos, deja de chuparme el culo, lléname.  –alargo mis brazos para atraparle haciendo equilibrios con mis piernas al aire.  Se pone en pie y soba su polla para que se termine de poner a tono.

Siento un escalofrío cuando la calidez de su glande amoratado hace presión en la entrada de mi ano, mi culo boquea de placer al sentirlo y me da la impresión de que se abre para recibirlo y poco a poco va penetrándome, horadando las paredes de mi recto, arrastrando todo con el roce de su glande contra la piel de sus paredes.

Es el éxtasis total y lo recreo con los ojos cerrados emitiendo ronroneos de gozo.

-Ya la tienes toda dentro, puto goloso.  –siento un estremecimiento y le abrazo haciéndole caer sobre mí.

-Sí, sí, lo noto, es delicioso, soy un puto goloso de ti, de tu verga.  –me siento embargado de sensaciones maravillosas, lleno de él, abrazando sus caderas con mis piernas que muevo para acariciar su culo con los talones de mis pies, mis brazos abrazando su cuerpo, acariciando sus espalda  y su cintura y llevarlas hasta sus sobacos para tirar de él y buscar una máxima penetración hasta que sus testículos se aplastan contra mi ano.

Tan próximos, tan cercanos, piel con piel, su pene en mi recto, mis manos en su cuello dirigiendo su boca hasta la mía para chuparle sus labios y lamerlos, y recibir su lengua furiosa, envidiosa de no estar tan dentro de mí como el miembro viril de su dueño.

-Muévete mi valiente semental, dale placer a tu puto, llénale de tu hombría.  –noto como mis palabras le excitan y ponen más rígida su verga que comienza el maravilloso vaivén que quiero que dure y no termine.

Está unos minutos en un duro entrar y salir, el sudor le chorrea por el cuello y la frente, acaricio sus pectorales y me contraigo agarrándome muy fuerte allí cuando comienzo a sentir el orgasmo imparable que me llega y no acaba, ahogándome en su pasión y placer. Mi polla escupe semen a montones llegando hasta mi rostro, me contraigo poniéndome duro como el acero y dejo caer el cuerpo todo desmadejado y rendido.

Abro mis ojos para encontrar su sonrisa lujuriosa, satisfecha de saber que ha dado placer a su amante, que se ha portado como todo un hombre que aún no he terminado su labor.

-Verás ahora lo que te espera putito.  –comienza a bombearme sin piedad, con mucha fuerza y bravura, rojo como una amapola.

A pesar de haberme corrido continúo disfrutando, gozando de ver su cara tan roja, las venas que se le marcan en el cuello, su fuerte respirar y sus quejidos al empujar para meterse hasta el fondo, mi verga moviéndose ahora sin fuerzas de un lado a otro.

-Toma, toma, querías polla.  –no entiendo cómo puede hablar y abre su boca buscando aire, clavado agarrado a mi pierna, abrazándola pegado a ella hasta que se encoge, y siento como me llena, como va dejando depositada su vida, su semilla maravillosa muy dentro de mí y fecundando mi vientre.

Cae rendido y le acojo en mis amorosos brazos, respira con dificultad mientras acaricio su pelo, su cuello, me elevo para besarle cerca de su oreja, para premiar a mi niño, a mi hombre que me ha hecho gozar de manera fabulosa. Mientras se va reponiendo aprovecho para acariciar su piel. Dice que yo la tengo fina y la de él parece seda, me encanta su cuerpo tan diferente al de Nico y Ray, uno tan duro, otro tan grande y tan recio, el suyo tan perfecto y suave.

**********

 

Esta mañana, cuando salí a la calle después de un sueño reparador y profundo, me encantó el día que hacía, las nieblas habían desaparecido y el cielo estaba poblado de nubes y azules claros, me sentía feliz recordando las horas pasadas con Rafael. En el padre de Ray se estaba produciendo un cambio extraordinario, su impenitente seriedad  había cambiado y en cinco meses la había transformado en sonrisas amables y hasta cierto punto cautivadoras.

Ahora que me fijaba más en él, cuando acudía solícito para que tuviera abierto el portón, apreciaba las grandes similitudes que había entre ellos, salvando la diferencia que puede haber entre un niño de dieciocho años y un hombre ya mayor.

Sonreían de igual forma y con una boca que parecía la misma, en este caso envuelta en la negra barba, no muy larga, y adornada con algún hilo de plata, la contextura más recia y grande y la nariz diferente.

Parece que en algunas cosas coinciden y en otras son algo dispares, pero de alguna forma se parecen, si no los ves juntos se les nota familiares. Y claro, otra diferencia podría ser lo que oculta su buzo de trabajo, eso quedaba para tu imaginación, aunque se le marcara muchas veces un bulto de causar miedo.

En esta ocasión abrió la puerta manualmente para que quedara expedito el paso, y me saludó con una sonrisa donde se le podía ver el rojo profundo del interno de sus labios y sus perfectos dientes blancos. Como tengo que fijarme en todo no me pasó desapercibido su tremendo paquete pegado a la altura de la ventanilla del coche.

El día transcurre rápido, recibo las últimas recomendaciones de  André, en el último momento vuelve a surgir el asunto de su hijo Jean, han pasado algunos días y creía que todo estaba olvidado.

-¿Has hablado con tu amigo para venir a comer un día en nuestra casa? –me sorprende su pregunta  cuando estaba saliendo de su despacho, en el dintel de la puerta que separa a ambos, y vuelvo para atrás a sentarme  donde estaba antes.

-André, no me veo mucho con mi amigo, tenemos programas diferentes.

-¿Os habéis enfadado?, no importa puedes venir tu solo, aunque tu amigo dejó encantada a mi familia.  –no afloja en su empeño.

-¿Quieres que hablemos de Jean? Pues bien, te diré que he pensado en él, pero no veo que una charla con el chico vaya a ser un remedio mágico. Lo ideal sería que se relacionara con muchachos igual que él  y de su edad más o menos, alguien con el que fuera descubriendo su potencial y asumiéndose, y tiempo, mucho tiempo.

-Pero tengo que hacer algo, tenemos que intentarlo.  –si en aquella conversación que mantuvimos le veía preocupado ahora daba  la sensación de estar asustado.

-Intenta llevarle a otro psicólogo, una persona que entienda de su problema.

-No quiere ir y si le llevas a la fuerza no colabora, se encierra más y más. –es que no se que más decirle.

-Seguimos hablando a mi vuelta si quieres. -me hace un gesto de asentimiento y ya me marcho para casa.

Ray está solo y le explico lo de mi viaje del domingo y que dejo el estudio en sus manos. Estamos hablado un rato hasta que llega Denís, me da un beso rápido y se siente en las rodillas de su chico prendiéndose de sus labios en un beso interminable, miro la tierna escena de los labios de ambos, moviéndose acariciadores los unos pegados a los otros, el eterno beso termina cuando vuelven a la realidad y se dan cuenta del espectador que les mira embobado.

Denís alarga su brazo para enlazar mi cuello y acercar mi cabeza hasta ellos, y posar sus labios en mi boca en un beso igual al que antes regalaba a Ray, pero más corto porque enseguida une el rostro de Ray con el mío para que entre nosotros intercambiemos el calor de nuestros labios.

-Deseamos estar un día contigo. –Denis susurra en mi oído mientras Ray me besa chupando de mis labios.  –Los dos lo queremos Daniel.  –separo mi boca de la de Ray que me va a dejar sin labios.

-Gracias Denís, gracias a los dos por el ofrecimiento, quiero llamar a mi pareja de baile y ver si me quiere acompañar esta noche.  –no sé cómo han sonado mis palabras y Ray las contesta.

-Denís no te lo ha dicho como un cumplido, anhelamos de verdad estar contigo y por lo menos queremos que lo sepas.  –no resisto la tentación de besar a los dos pero solo tengo una boca y tiene que ser a uno y después al otro, ya sé que me quieren pero no puedo dejar de verme como el convidado de piedra, con una sensación muy extraña de desasosiego sin llegar a ser molestia.

-Lo sé y se dará la oportunidad, me interesa que vosotros vayáis bien y disfrutéis de vosotros, que os gocéis.  –Ray iba a responderme pero callé sus labios con los míos y me levanté del sofá.

-Voy a llamar a mi bailarín loco para pasar una noche de escándalo.  –ellos siguen abrazados, con sus caras pegadas y sin besarse, mirando cómo me muevo por la habitación mientras intento que Rafael responda mi llamada.

-¿Me vas a acompañar esta noche o dejas el terreno libre a Paul?  -se escucha mucho ruido de voces.

-Van a tener una fiesta aquí pero me suena mejor tu invitación, ¿en una hora y media en la puerta, te va?  -se le nota que está alegre desde tan pronto.

-No sé si será suficiente, soy coqueto y tengo que prepararme. –mi respuesta suena ácida. –Como me sobra la mitad del tiempo te espero en el café de mi amigo el camarero lindo.  –así es como él le denomina cuando le ve hablando conmigo.

-Venga, antes de una hora estoy allí.

Ducharme y terminar de prepararme no me lleva mucho tiempo, tardo más en vestirme por los juegos de Denís escogiendo la ropa que se le encapricha que me ponga, debía de estudiar costura o diseño y moda, como se llame.

-Ponte este jersey de escote en pico y sin nada por debajo, te hacer parecer muy erótico y sexy. –jolines, solo un jersey con el frío que hace me parece poco.

-Has pensado en el frío que está haciendo, que soy muy friolero. –me mira detenidamente.

-Con este jersey gris pálido y el pantalón burdeos ajustado vas genial Daniel, para la calle te pones un fular y el abrigo, ve así, vas a enamorar, estás para salir a una pasarela.  –Ray y yo nos reímos de lo que dice y le dejamos que haga, me ayuda a colocarme las prendas y pasa sus manos para marcar mi cuerpo.

Cuando estoy preparado Ray da el visto bueno ante el contento del chaval.

Rafael ha cumplido su palabra y está esperando cuando llego, no veo al “lindo” por parte alguna y me siento en su mesa, creía que se iba a levantar para besarme pero se queda alelado.

-¡Joder, qué guapo te veo!  -mi carcajada es sincera, acompaña su halago con una mirada de genuina admiración, ahora sí que acerca su silla para llegar hasta mi y besarme.

-¿Qué quieres tomar?  -por querer me apetece comer un par de pastas de las que gustaban a mi madre con un té, pero Ray me ha llenado el estómago de fruta y yogurt y tengo la boca limpia.

-Un té rojo. –no parece que sea una sorpresa y se lo encarga al camarero.

Hoy llegamos un poco más tarde y tenemos sitio para sentarnos gracias a las mesas de nuestros amigos que van y vienen, siempre hay algún lugar libre.

Bailo hasta quedar rendido, he visto de lejos a Paul que no se ha acercado en ningún momento, a Telmo le he podido abrazar y me ha acompañado en alguna pieza, siempre incompleta porque de tocar algo parecía preferir las caderas de Rafael a las mías.

Es muy tarde cuando salimos y buscamos un taxi que nos lleve a su casa, vamos comentando las incidencias que han surgido en la disco, parece que esté vigilando en lugar de disfrutar de la danza,  y vilipendiando a los pobres hombres que se han acercado a mí en la pista, entonces le hablo de que me he dado cuenta del cortejo al que le ha sometido Telmo. Terminamos riendo los dos en el asiento trasero del taxi.

Su casa está en silencio, hay una lámpara de luz tenue en el salón, procuramos no hacer ruido y vamos a su habitación, por la luz que penetra por la ventana se ve el volumen de varias figuras tendidas en su cama. Rafael suelta una interjección y yo río muy bajo divertido, tirando de su mano para sacarle al pasillo y cerrar la puerta.

-¿Te das cuenta? Nadie me ha pedido permiso para ocupar mi cama y la usan como si fuera un picadero.  –río quedo abrazando su cintura.

-Déjales pobrecillos, ni se han dado cuenta de nuestra presencia, ven nos quedaremos en el salón.  –nos tumbamos en el sofá, no es que sea muy cómodo para dos personas. Permanecemos unos minutos en silencio y más tarde Rafael susurra en mi oído.

-¿Tú crees que intereso a Telmo?  -antes de contestarle le beso en la boca aprovechando que la tengo cerca y la necesito. Su boca sabe a alcohol y tiene un ligero olor a tabaco.

-Estoy convencido de que le atraes y le gustas.  –mi beso ha despertado su furia y no abandona mi boca, me da besitos cortos y rápidos en los labios y luego por todo mi rostro.

-Detente, me estas llenando de babas.  –no puedo contener la risa al ver su excitación y deseo que le ha venido tan repentino. Paso mi lengua por su lóbulo y el cuello, sabe saladito a sudor. Él juega con la suya imitándome y llega  a mi boca, absorbe mi lengua y la chupa, es delicioso, la prensa entre sus labios como cuando abraza mi polla y hace fuerza para que le entregue más.

-Mámame la polla Daniel.  –más que un ruego es una orden, bajo mi mano y tiene su polla a cien, para romper sus pantalones, se la masajeo por encima de la tela y bajo su cremallera, él lo desabotona y puedo meter mi mano y llegar al calor que desprende, está húmeda, mojada más bien.

-¡Qué burro se te pone!  -quiero más preámbulo pero él está muy caliente.

-¡Por favor, por favor! Dale tu boquita a mi polla.  –a la vez que me habla va empujando mi cabeza, tengo que darme la vuelta y colocarme en postura inversa, bajo un poco sus pantalones y su bóxer para permitirme tener acceso a su periné y aspiro el aroma de su hombría, coloco mi mejilla sobre ella y la siento palpitar y como su sangre fluye y circula.

Es maravilloso tener esa verga de almohada, marearme en el olor tan masculino que me llega y aspirarlo con placer.

La meto en mi boca y chupo intensamente, debía de estar haciéndolo bien por los suspiros que dejaba salir de su boca además de  palabras soeces que me excitan.

-Así, así putito mío, te gusta mamar la verga de tu macho.  –le hubiera contestado si tuviera la boca desocupada pero no podía porque mamaba hambriento de su miembro, esperando que me llenara con su leche.

Lamía sus testículos pegada mi nariz a su vello púbico y acariciaba su ano con mis dedos, volvía a pasar mi lengua por sus pelotas y arrancaba algún pelo al pasar mi lengua por ellas.

Aspiraba de su glande que no veía pero lo tenía retratado en mi cabeza, no dejaba de pasar mi lengua por ella, la relamía el frenillo y los pliegues de su prepucio y me la metí en la boca para saborear su glande que explotaba, entró hasta el fondo y me causó una pequeña arcada.

Al poco tiempo sentí como corría el esperma por su conducto y coloqué el glande en la puna de mi lengua, dándole piquitos para excitarle, él también sentía que se corría sin remedio.

-Bebe, bebe toda mi leche putita.  –quería meterla más y yo no le dejaba hasta que convulsionó y empezó a lanzar sus latigazos de semen que pegaban en mi lengua y saltaban al paladar. No me había tocado y por poco me corro yo también de placer que sentía al llenarme de su varonil esencia, de su leche que me llenaba hasta desbordar de mi boca.

Empecé a tragar su esperma sin dejar de chupar su glande que a veces se me escapaba resbalando de mis labios. La estuve chupando hasta que se relajó y pude tenerla toda ella en mi boca blanda pero llena de sabores.

-Gracias, gracias mi bebé, eres un prodigio con tu boca. –lamía mis labios y me entregaba su lengua para que la mamara también y se la envolviera en mi saliva con sabor a su semen.

Pasamos un rato así, besándonos y él recuperándose de la batalla librada.

No pasó un cuarto de hora cuando se levantó para terminar de desnudarme y quitarse él mismo toda su ropa quedando los dos desnudos.

Se arrodilló y empezó a chupar la cabeza de mi verga, a recorrerla con su lengua, seguía notando el olor y sabor de él al respirar y tragar saliva y me excitaba más aún sintiendo mucho calor en mi rostro.

Acaricié su cabeza metida en mi entrepierna y me abrí en una entrega completa. Mi ano se contrajo al notar su aliento antes de que llegara su boca y ardía de deseo, quería más a pesar de darme el máximo placer, quería disfrutar de este macho, mi hombre al que adoraba en ese momento.

Llevé mis manos a mi hoyito, lo tenía y sentía muy abierto y él no paraba de lamer mis dedos que abrían mi culo queriendo que  metiera más su lengua.

-Dame, dame tu polla Rafael, por favor, fóllame, fóllame ya.

Acomodó su pene, lo frotaba en la entrada de mi ano que se abría queriendo atraparlo y me hacía sufrir, en lugar de meterlo lo empezó a pasar a lo largo de mi periné, frotándolo en todo la raja y mí ano lo sentía pasar sobre él.

Yo acariciaba su cuerpo y enroscaba mis brazos y piernas en él, queriendo seguir la dirección de su verga y encajar la punta en mi entrada.

-Por favor, por favor Rafael, me estás matando de placer, fóllame.

Le imploraba y colocó la punta apuntado a mi ano, suspiré esperando su entrada con los ojos cerrados, pero no me penetró, me engañaba, se agacho y volvió a hundir su lengua en mi agujero sin dejar de acariciar mis caderas y cintura, era insoportable, me penetraba muy profundo y sorbía de mi ano, y cuando creía que tendría que correrme, conformándome con su lengua en mi trasero, se levantó de repente y en un segundo me la metió bruscamente. Grité sofocado de dolor y gozo mezclado.

Comenzó a entrar y salir con fuerza tirando de mis piernas y arrastrando mi cuerpo y cuando estaba a punto de irme la sacó, me puso a cuatro patas y volvió a meterla, todo muy rápido, no pensaba que tendría tanta fuerza, se me caía la baba y gemía con sus estocadas, él comenzó a gemir también y escuchaba el breve chirriar del sofá.

Tenía todo mi trasero a su disposición, abierto por completo y comiéndole su verga, pegue mi pecho al asiento y él tiró de mi pelo levantando mi cabeza, mordió mi nuca tirado sobre mi espalda y resbalando en el sudor de ambos.

Cuando empujaba levantaba mi culo y le ofrecía mis nalgas, y abría y cerraba mi ano que me ardía apretándolo con fuerza.

-Te voy a llenar putita, prepárate para recibir la leche de tu macho.  –y empezó a darme más fuerte, era el final de una cópula perfecta y sublime y no pude reprimir un grito ahogándolo en el asiento, enterrando mi rostro en él mientras el orgasmo me sacudía, y temblaba mi cuerpo muerto en el placer, y terminó metiéndose en mi, abriéndome entero para derramarse y llenarme como prometió.

Estaba rendido y desmadejado, quedé tirado en el sofá, muerto y bañado en mi semen y su esperma que brotaba de mi culo, sin importarme lo que pudiera manchar.

Después de un rato se levantó para ir al baño a lavarse, y buscar algo con lo que limpiar la escandalosa corrida que había sobre el sofá, le seguí a trompicones y me senté en el bidé, caían hilos interminables de esperma de mi interior. Le miré mientras limpiaba su polla, no pude contener mi risa al pensar en el placer que me había proporcionado lo que ahora él trababa sin amor ni cuidado, limpiándola de cualquier manera y me dio pena su polla.

Tenía necesidad de ducharme pero me limpie ligeramente y me encaminé al salón, allí Rafael se afanaba en dejar decente el escenario de nuestro derroche de amor, me vestí rápidamente, volvió del baño y nos tumbamos otra vez para ver si podíamos dormir un poco.

Rafael no hablaba y me eché a reír tapando mi boca con la mano. Bese su cara y pasé mi mano por ella, él la besó al pasarla por sus labios.

-Vaya follada Rafael, y todos estos sin enterarse a pesar de mis gritos. -volvió a entrarme la risa.  –Y los tuyos que vaya como gruñías y gritabas.

-Están borrachos aún. Te quiero Daniel, eres lo mejor que he tenido en mi vida.  –abraza mi cuello y va dejando besitos en mi frente mientras caigo en el sueño.

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