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La noche de la pasión fue con Carla

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Aquel día hacia un frio que te dejaba el cuerpo cortado, nevada en la calle, y no por eso con menos ganas de fiesta. Como casi todos los findes un paseíto por la disco de noche a tomar unas copas gratis y a ver si caía algo, que como casi siempre era que no.

Estaba yo en el borde de la pista bailando un poco y llegó Ana, ella indiferente como siempre, saludos un par de besos que tal y esas cosas.

―Donde andan Álvaro y Carla?

―Álvaro está de viaje y Carla supongo que no vendrá, con esta nevada no creo que salga de casa, ya sabes que es muy friolera.

―Bueno pues habrá que pasarlo bien entonces.

Ana se fue a saludar a la gente y yo me fui a la barra a ver a mi amiguete y tomar algo. Cuando llego me sorprende que Carla estaba allí sentada charlando con un camarero.

―Pero ¿estabas aquí?, ¿si Ana me ha dicho que no vendrías?

―Esta Ana como es, te ha vacilado y tú ni te has dado cuenta.

En esto que llega ella me ve y se ríe.

―Pero mira que eres mala Anita cielo.

―Has caído como un tonto, y lo mejor ha sido verte la cara.

Yo no tenía muy claro si Ana sabía que Carla me la había meneado aquel día en el jardín pero ahora me daba cuenta de que seguro que sí.

Hacía ya tiempo que no coincidía con ellas, así que estuvimos un rato de charla. Ana se fue a bailar con unos amigos y yo me quedé allí con Carla.

Estaba pletórica, como siempre, una falda vaquera, unas medias negras, bien gorditas por el frio, y un jersey de cuello vuelto blanco ajustadito, con aquellas dos tetas que tenía bien marcaditas.

La noche fue pasando sin más, algún bailecito, unas copas y llega Ana.

―Que nos vamos, te acerco a casa o te quedas?. Yo no tenía coche, iba siempre “de prestado”

―Si os vais si, acércame que sino luego con el frio que hace, a ver como lo hago.

Así que salimos los tres nos dirigimos al coche de Ana, había dejado de nevar, pero el coche era un montón de nieve. Empezamos a limpiar la nieve y como suele pasar acabamos a bolazo limpio.

Entramos en el coche, y yo me senté atrás y ellas dos delante, la cosa no pintaba bien la verdad, otro día que me iba a casa sin comerme un rosco. El coche arranco bien pero patinaba con la nieve y no podíamos salir.

―Nos toca empujar Anita?

―Pues va a ser que sí.

Allí nos bajamos Carla y yo  a empujar un poco el coche. Los que halláis pasado por esto, sabéis que no hay que ponerse en línea con la rueda por lo que puede pasar, yo no sabía eso y en el primer acelerón me puso de nieve hasta arriba.

Al final salió el coche nos montamos y de camino para casa, yo estaba empapado, la nieve parece que no moja pero cuando te das cuenta estas calado y helado.

―Te has puesto guapo de nieve eh?, dijo Ana

―Pues si la verdad, me has empapado.

―Yo no, tu que no sabes.

―Tengo calados hasta los huesos.

―Ahora una ducha calentita en casa y listo, comento Carla.

Llegado a un punto del camino, como la cosa por la nieve estaba complicada, Carla comento déjanos aquí y ya vamos andando, podíamos tener 15 minutos a su casa y yo parecido a la mía.

―Pero tú estás loca como te voy a dejar aquí?, si te pasa lago tu marido me fusila, comento Ana.

―No te preocupes que Richard me acompaña hasta casa, verdad?

―Por supuesto, no voy a dejar que vayas sola a estas horas.

La verdad es que no había nadie en la calle, pero no me parecía normal dejarla ir sola, y fuimos paseando agarraditos por el frio y charlando.

―Bueno ya hemos llegado, súbete que me voy para casa que estoy heladito.

―Sube si quieres, y entras un poco en calor antes de marcharte.

―Y Álvaro?, pregunte yo

―Álvaro está de viaje, si está no te digo que subas.

Así que subimos a su casa, silencio en el ascensor, yo no sabía a qué atenerme ni que iba a pasar, quizás una cerveza y a casa o acabaríamos en la cama, no tenía ni idea pero la situación era tensa.

Entramos en su casa y directos a la cocina a quitarnos el calzado para no mojar todo,  chaquetas al colgador y la bufanda y los guantes al radiador.

―Voy a quitarme esto que tengo las medias caladas

―Que lastima con lo guapa que estas, busquemos otra forma de que entres en calor

―Pero que malo eres, anda saca unas cervezas del frigo que ahora vuelvo

―Quieres que te traiga algo de ropa, tienes los pantalones mojados

―Me parece bien, porque estoy heladito, lo cierto es que de la nieve tenia los pantalones calados.

―Voy a pegarme una ducha para entrar en calor, quieres ducharte tú?

―Por mi encantado.

Aquello me pego un vuelco al corazón y a mi pene, recordé cuando me la meneo en el jardín y me excité en el momento. Aparece con una toalla y algo de ropa para mí y me dice, esa es la puerta del baño, cuando salgas espérame en el salón.

El bajón que me pegó fue tremendo, de pensar en terminar follando a acabar tomando una cerveza y listo. Me duche tranquilamente y me masturbé para quedarme más relajadito.

Salí del baño, me puse un chándal que asumí era de Álvaro y con mi cervecita al salón. Se oía la ducha de Carla. Allí me quede un rato sentado viendo un poco la tele. Hoy como se apagaba la ducha. Me acerque a su puerta, estaba cerrada, pero no me atreví a entrar, estaba echo un lio. Estaba claro que aquello era por algo, pero y si la liaba.

―Necesitas alguna cosa, la dije para romper el hielo.

―Abrió un poco la puerta, y asomando la cara me dijo, salgo en un momento no te preocupes.

Así que vuelta al salón, a seguir con la tele y la cerveza, que ya iba por no me acuerdo cual. En esto que aparece por fin, con una batita, pelo mojado, se sienta me mira y me acaricia la cara.

Yo la miro a los ojos y correspondo con mi mano en su rodilla, la tenía fría y húmeda por la ducha, fueron los segundos más largos de mi vida, y mi excitación paso a ser tremenda.

Yo acariciaba sus muslos con la yema de mis dedos, pero sin atreverme a subir mucho mi mano, no quería que aquello terminase. Ella mientras seguía mirándome.

Por fin Carla me abrazo echándose sentándose encima de mí de medio lado, dejando ver sus piernas, momento en el que ya no pude más y empecé a besarla el cuello. Yo sin más experiencia que un par de polvos en las fiestas del pueblo y alguna tocada de teta a mis compis del insti.

Carla empezó a besarme, besos cálidos, sin lengua, muy carnosos, en los labios, la oreja, el cuello, estaba excitadísimo, seguimos besándonos durante un buen rato, besos más pasionales con lengua, me rozaba los labios con la punta de su lengua….. estaba en el limbo.

Me dejaba hacer, más que nada que se notaba quien mandaba, yo la acaricia y besaba, intentaba responder a sus caricias pero estaba muy excitado. Desabroche su bata como pude y me lancé a por sus pechos, a chuparles y manosearles, aquellas tetas tan grandes, no se acababan nunca.

Carla sentada encima mio sujetando mi cabeza entre sus pechos, yo succionando sus pezones, mordisqueándoles, chupando, acariciando, que placer tan intenso.

Empezó de nuevo a besarme, mientras acariciando sus hombros le bajaba la bata. Y fundiéndonos en unos besos muy pasionales la abrazaba. Me quito la camiseta en un momento y empezó a besarme el pecho.

Yo extasiado en el sofá, una mano bajo hasta mi pantalón, me acariciaba el pene, estaba muy empalmado, siguió besando mi cuerpo mientras me la meneaba.

Empezaba con ritmos lentos y suaves mientras me miraba, que cara de golfa que tenía.

―Vamos a quitar esto te parece, y me quito el pantalón y el bóxer.

Allí estaba yo con Carla arrodillada entre mis piernas y con mi polla tiesa como un palo. Ella seguía meneándomela, y empezó a chuparla despacito. Era una sensación que no había tenido nunca, me la habían chupado antes pero no así.

Mientras ella chupaba lentamente, me tocaba los huevos con la mano, paraba y me miraba, se reía y empezaba otra vez, rápido, se la sacaba y la chupaba con la lengua de arriba abajo.

―Como sigas así me voy a correr.

―Pues hazlo, mientras empezaba a chuparla muy rápido acompañando con pellizcos en mi pecho.

Al poco rato no aguante más y solté todo lo que tenía guardado para ella, me agarre a su cabeza para que no se apartase, un placer enorme, y seguía soltando leche en su boca, que se le escapaba por la comisura de los labios.

Siguió chupando mientras hasta que dejo mi polla limpita, seguía dura un poco morcillona pero con ganas de guerra.

La levante y tumbe en el sofá, empecé a besarla, acariciaba sus pechos, baje mi mano hacia su rajita, y Carla me paró.

―No cielo estoy con la regla, hoy no toca, otro día.

Que bajonazo me entró, pero seguimos besándonos durante largo rato, jugando acariciándonos, me hizo otra buena mamada y puso mi polla entre sus tetas hasta que me corrí de nuevo. Nos quedamos un rato acurrucaditos.

―Te quedas a dormir, me dijo.

―Por mi bien.

Y nos fuimos a su cama, nos besamos abrazamos y dormimos lo poco de noche que nos quedaba.

Lo que pasó a partir de ese momento lo dejo para otro momento.

Saluditos.

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