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Las Sensuales Piernas de mi Hermana - Parte 2

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Llevaba (mejor dicho, llevo) bastante tiempo disfrutando de las piernecitas de mi hermana. Mirándoselas y acariciándoselas luego de haberla hecho desmayarse, pero en cierto modo, quería hacerle saber lo que hacía con ella, o saber si ella sabía lo que yo hacía.

 Así que fui a su habitación. Estaba vestida como colegiala, con su falda negra corta, y las medias del mismo color que le llegaban hasta debajo de la rodilla. Me senté a su lado y empezamos a conversar. Noté cómo mientras hablábamos ella se manoseaba su rodilla izquierda. De repente, sentí el impulso y puse mi mano en su pierna izquierda. Empecé a acariciarla desde los muslos hasta debajo de las rodillas, lentamente. Ella empezó a sonreir. Empezé a sobarla más rápidamente, y sonrió aún más. Dejó de hablar para ver el cómo sus piernas tan suavecitas y sensuales eran acariciadas.

  Empecé a bajar y subir la media de su pierna, mientras ella mantenía su sonrisa. Finalmente, le tomé las dos piernas y le besé las rodillas. Ella sonrió aún más y vi como hermosamente cayó desmayada. Cuando despertó no supo lo que pasó.

  Al día siguiente entonces me puse a hablar con ella… y empecé a hablarle sobre sus piernas:

- Qué bonitas piernas tienes – le dije mientras estaba acariciándose la rodilla izquierda.

- Jeje, gracias – me dijo con su delicada y tierna voz.

- ¿Me harías el favor de desmayarte?

- ¿De qué hablas?

-Sí, para poder tocártelas – le dije a modo de broma.

- Qué tontera dices…

  Y de repente me entró la gana de querer darle otro golpe en la cara como la otra vez. Sin pensarlo mucho lo hice. Luego de haberle dado ese golpe ella sonrió y volvió a desmayarse. Y al volver en sí no recordó nada. Pensé en lo sencillo que era hacerla desvanecerse.

  Más tarde fui a su habitación de nuevo y dormía en su cama boca arriba. Mostrando sus piernas y motivándome a acariciárselas. Y eso hice. Rápidamente ella despertó. Pensando rápido, recordé lo del otro día y le di un fuerte beso en la rodilla. Ella cayó de nuevo.

  Y al día siguiente fue hermosa la cosa. Yo estaba sentado en mi cama y ella llegó y se sentó a mi lado. Empezamos a conversar, y ella otra vez se acariciaba una de sus rodillas. El impulso me guió de nuevo, y comencé a sobar su rodilla derecha. Ella dejó de hablar y comenzó a sonreir. Dejé de acariciar su rodilla y entonces ella misma siguió sobándosela. Y decidí continuar.

  Tomé su pierna derecha y la hice que quedara sentada cruzada de piernas. Acaricié sus muslos lentamente, y cuando empecé a hacerlo más rápido ella sonrió aún más. Empecé a darle unas pequeñas palmaditas en sus rodillas y muslos, y luego se desmayó cuando con fuerza le apreté una rodilla. Me quedé largos minutos mirándole las piernas. Y nuevamente no recordó nada al despertar.

  Y esa misma noche la espié en su cuarto. Noté que se miraba sus piernas y que se había quitado las medias. De repente entré, y me senté a su lado, y puse mi mano en su muslo.

- Buenas piernas tienes – le dije.

- Jeje, gracias, pero no me las toques – dijo.

  Hice lo contrario, apreté sus muslos. Y en vez de enojarse, sonrió. Parecía que con sobarle la pierna ella perdía control sobre sí misma. Le pedí que se pusiera otra vez las medias y lo hizo.

- Déjalas hasta justo debajo de las rodillas. Tus piernas se ven más lindas así – y así lo hizo.

  Genial. Podía hacer lo que quería con sus piernas. Mirárselas, manoseárselas, todo sin que ella después lo recordara. Ella es muy sensible, y su carita tan angelical como sus piernitas. Pero días después, empezó a hablar conmigo…

- Hey, por favor basta, no has dejado de mirarme las piernas – dijo con su tranquila voz.

 Y en vez de contestarle, me senté a su lado y le empecé a acariciar ambas rodillas. Su inseguridad se volvió tranquilidad, empezó a inconscientemente sonreir de nuevo. Me congelé cuando me habló con su sexy sonrisa:

- Gracias por acariciarme las piernas. Míramelas sin parar…

  Pero del susto, o tal vez queriendo, le di un buen golpe a su carita angelical y sensualmente la hice desmayarse. Al despertar le dije que me había dicho tales cosas y me respondió que estaba mintiendo’.

   Parece que sabe que me gustan sus piernas, pero al mismo tiempo no. Los días siguientes seguí deleitándome con las piernas sensuales de mi hermanita. Vestida como una tierna colegiala, su falda negra corta y sus piernecitas tan suavecitas, hermosas y que se merecen muchos besitos. Es lindo pensar que cada día al regresar del colegio la he hecho desmayarse para manosear sus piernas. Pero pretendo contarle todo, y que no lo olvide al desvanecerse…

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