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Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 57)

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Capítulo 57

 

Para no levantar sospechas entre los empleados que presenciaban la escena, le dije al conserje de noche.

--Pablo; dele al señor una de las habitaciones de reserva, la mejor; es amigo de la casa; y que le suban el equipaje.

Entendió Ernesto mis precauciones, pero me dejó muy claro que me esperaría muy despierto en mi habitación. Y que tuviera mucho cuidado con lo que decía o hacía.

Sobre las tres de la madruga subí, allí estaba esperándome como dijo, despierto, y con una copa y fumando un cigarrillo.

--¡Qué! ¿Ya has despachado a todos?

--A ti es al que te tenía que despachar. ¡Cacho cabrón!

--No seas bordesocia, que ya verás lo bien que lo vamos a pasar.

--Cuánto dinero quieres por la cinta.

--La cinta ya la tienes, y gratis. Para que te regodees del concepto que tiene de ti el curita que te follabas.

--Sabes muy bien que me refiero a la original.

--Esa cinta es mi seguro de vida niña. Verás como yo si sabré sacarte los millones que mi hermanito y el "obis" no supieron. Y de momento vete bajando las bragas, que me tienes "el cirio, que se me derrite".

Sentía una terrible angustia. Tuve que soportar en mi vida a tíos cerdos en sus aberraciones sexuales; defecarme y orinarme encima de ellos, y darles por el culo con consoladores, pero esto no; me atragantaba.

Ahora, con dos niños a mi cargo, y con un futuro despejado para el resto de mis días: con un amor como el de Margarita, (el de Raúl era una incógnita) me sucedía esto. ¿Pero tan mala he sido para merecerlo?

Sólo sabía mi gran amigo Lopetegui la relación sentimental con Sergio, nadie más, por lo que a él acudiría en demanda de ayuda. Lo malo es que se había jubilado del Cuerpo de la Policía. Mañana le llamaría por teléfono a su nueva residencia de Gandía, y le contaría mi problema.

Tuve que hacer terribles esfuerzos para aguantar a este hijo de la gran puta encima de mí, toda la noche.

Su enorme falo, que otrora me parecía una obra divina de la Naturaleza para goce y disfrute de la mujer, ahora me quemaba en las entrañas.

Por la cabeza se me pasaban los más horribles pensamientos; hasta matarle, pero no me quedaba otro remedio que aguantar hasta encontrar una solución que no supusiera ningún escándalo ni riesgo.

--No te veo gozar, cacho zorra. Con "el curita" si que te lo montabas bien.. ¿eh? Y no pongas esa cara de mosquita muerta, porque más puta que tú no la ha habido en España.

La degradación y la humillación a la que estaba sometida rayaban en los límites del aguante humano; pero pensé en los hijos de Raúl a mi cargo, y por ellos soporté lo indecible.

--Bueno niña, ahora que "me has vaciado el depósito" vamos a hablar de negocios. Toma nota: lo primero que quiero que hagas... a ese tal José Antonio...

--¿A mi gerente?

--Lo que sea, pero le das puerta, ¡aire! ese puesto desde hoy es mío.

--Pero tú que coño sabes de negocios, pedazo de animal. Sin José Antonio al frente, matarías a la gallina de los huevos de oro, y el Hotel se iba a pique.

--Bueno ya veremos. Pero de momento soy tu invitado hasta que decida que hacer con ese tal José Antonio.

A la madrugada le pedí que se fuera a su habitación, le dije que tenía que atender a los niños, y que no era bueno que nos vieran en la mía.

Una vez sola me puse a pensar y a razonar. Ernesto pretendía llevar las cosas muy lejos, lo que no iba a consentir de ninguna de las maneras. De momento el hijo de Satanás ya había conseguido acostarse conmigo porque me pilló tan de sorpresa que no supe reaccionar.

¿Cuál era su fuerza? Una cinta de audio sin más valor que unos comentarios que me implicaban a mí y a su hermano Sergio, futuro cardenal y dicen que el próximo Papa.

Pero lo que estaba claro, que en la España democrática actual, la consecución del poder es a base de malas artes; descubrir las miserias de los rivales, airearlas en los medios afines para desprestigiarles, es una práctica muy común.

En la Dictadura, me hubiera bastado una llamada al Ministro de la Gobernación, y Ernesto ya estaba "entre rejas".

La paradoja es, que, yo soy la menos perjudicada de todos, ya que toda España sabe quien es Manolita, lo dejé bien claro en el programa Caldo Amarillo.

El problema, es que al ser la alcaldesa y militante del partido más conservador y de derechas, la noticia bien manipulada por los partidos de la izquierda iba a ser terrorífica. Me imaginaba los titulares:

"La Iglesia y la derecha cohabitan juntas"

Y eso en un titular más suave, porque los anticlero iban a tirar a degüello.

Mi Partido, (PPP) iba a sufrir sin comerlo ni beberlo un gran varapalo, ya que no tenían ni la menor idea de mi idílico pasado con un sacerdote, hoy Obispo.     De haberlo sabido, ni remotamente me habrían promovido al cargo del Alcaldesa.

Al igual que doña Patrocinio hizo de mí, la prostituta más famosa de España; José Antonio erigió a la política más popular y querida por el Pueblo. La decepción sería terrible. Toda su obra al garete.

Aunque era muy temprano, las siete y diez de la mañana, llamé por teléfono a Lopetegui, a su nueva dirección de Gandía.

--Diga.

Era la voz de Lopetegui. ¡Qué alegría oír su voz!

--Lope, soy Manolita.

--Ya te he reconocido, muy grave debe ser el tema que te trae, para llamarme a esta hora.

--¡Gravísimo Lope! ¡Gravísimo! Tan grave que te necesito aquí en menos de veinticuatro horas.

--Pues mira, me has pillado de chiripa, acabamos de llegar de un crucero por el Báltico.

--Te vienes con tu mujer, y agotáis los últimos días del verano en mi Hotel.

--Por cierto: ¡Vaya Hotel! ha salido en todos los medios que promocionan el turismo en España.

--Y en toda Europa. Pero ¡por favor Lope! no me falles.

--¿Te he fallado alguna vez?

--No Lope, eres un sol. Bendigo la hora que te conocí, y de eso hace más de treinta años.

--Saldremos inmediatamente para Los Alcores; en Madrid tomaremos el Tren de Alta velocidad. Calculo que esta tarde me tienes allí.

--¡Qué Dios te bendiga otra vez, Lope!

A las veinte horas y veinticinco minutos, de este mismo día llegaba. Después de los saludos, y los besos de rigor, me presentó a su esposa; a la que le pedí disculpas por haberle robado al marido.

--¡No, qué va! Te puedes quedar con él todo el tiempo que quieras, después de ver este paraíso que tienes, me quedo a vivir aquí.

Le reí la gracia, porque lo dijo en un tono de guasa, y de veras que me sentí liberada; me preocupaba que hubiera puesto pegas ante tanta urgencia.

--Antoñita: (así se llama la mujer de Lopetegui) todo el Hotel es tuyo, disfruta de sus instalaciones, y si no has traído bañador, en la zona nudista te puedes bañar, tal cual.

--¡Qué bien! Eso no me lo pierdo.

Pasamos a mi despacho, a Antonia, le dejamos cotilleando por las instalaciones.

--Empecé explicándole: Lope, el tema es muy grave, pero no a nivel delictivo, no, aquí no hay nada para que el aparato policía y judicial intervenga.

--¡Ufff! me quitas un peso de encima, ya sabes que estoy jubilado. Cuenta.

--¿Te acuerdas de Ernesto de La Flor Campillo?

--¿El hermano del Obispo de Cataluña?

--El mismo.

--¡Cómo no voy a acordarme! si fui yo el que te di los informes que me pediste de él.

--Está aquí en el Hotel, y me quiere hacer un chantaje que no me afecta demasiado, pero a mi partido político, le puede perjudicar considerablemente,

--Me lo imagino, Manolita, no me digas más. Ha descubierto tu relación con su hermano el curita, y te quiere extorsionar. ¿Quién sabe más del tema?

--Nadie más que tú, Sergio y yo. Y él naturalmente.

--Pues así debe seguir siendo.

--Y qué le digo a mi gerente, que ha sido el alma y el corazón de mi nueva imagen.

--De momento nada. Deja el tema en mis manos. Soy un cliente, no nos conocemos, pero dime quién es "el pajarito" para ir preparando las redes de caza.

--No repares en gastos Lope, lo que necesites.

--Me gustaría escuchar esa cinta, que será una copia naturalmente. La original la tendrá a buen recaudo.

Escuchó Lope parte de la misma, más o menos lo que yo.

--No tiene ningún valor pericial, pero en manos de Agapito del Pino en su programa:Caldo Amarillo,  os puede destrozar públicamente; ya sabes, el laicismo que vive el País trae estas consecuencias.

--¿Tienes algún plan fiable?

--Déjalo en mis manos, te prometo resultados positivos muy pronto. De momento dile a todo que sí, que se confíe, seguro que le pillamos en alguna. 

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