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Terapia: Tercera parte

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III

Siguieron conversando en el sofá, Silvana le había ofrecido a Marina una taza de té como de costumbre. Al cabo de un rato la puerta de la habitación contigua se abrió sin que Marina se percate, de esta salió su hijo el cual se acercó por detrás y empezó besando su cuello. Se asustó pero su asombro fue mayor cuando vio que se trataba de su hijo. Estaba en shock y su cuerpo se congeló, no podía moverse.

―M: ¡Detente, por favor hijo! –al decir esto su hijo pasaba sus manos sobando sus tetas por encima de su ropa. Mi madre vestía una blusa ligera y una falda holgada por el calor del verano. Sentí a sus pezones ponerse erectos.

―S: ¿De verdad quieres que se detenga? Sé que te gusta lo que te hace. Creo que te estás calentando. Sabes, tú bebida tenía dos afrodisiaco amazónicos: puzanga y yombina. –Ella sabía de esos afrodisiacos, una tía suya solía llevarla allí cuando era niña. De la cavidad vaginal de mi madre la humedad empezó a asomarse.

―A: ¡Mamita linda! Yo te quiero mucho y quiero hacerte muy feliz. Sé que no has tenido un hombre en mucho tiempo. –una de sus manos había bajado a su pierna, subiendo por sus muslos y hurgando entre sus faldas.

―M: Eres mi hijo. No debo –entre jadeos. Su calzón se empezó a humedecer. Levanté su vestido y deslicé su calzón por sus piernas dejándolo en uno de sus tobillos. Estaba empapado.

―A: Mamá, quiero que te grabes bien esto. De ahora en adelante serás mi mujer…. Serás solo mi hembra. –abrí completamente su blusa, bajé su sostén hasta su estómago y empecé a jugar con sus grandes tetas y pezones.

―M: ¡No! Soy tu madre –parece que su moral luchaba con sus instintos. Mientras jadeaba por las caricias que le propinaba.

―A: ¿Te gusta lo que te estoy haciendo? –Metí un dedo dentro de su coño, luego haciendo lo saqué y empecé a hacer círculos por la parte externa de su vagina.

―M: Sí, por favor sigue.

―A: Desde ahora eres mi puta y solo disfrutarás de mis caricias. –tocando su pubis peludo y haciendo círculos en su coño. Estaba apretando mis dedos y no podía mucho por la prenda, pero mi madre se retorcía de placer— Apuesto que haz de sentir rico que te lo frote. ¿Se siente muy rico verdad mamá?

―M: Hijo, estoy muy caliente, ¡Siento que explotaré! –Nalgueé a mi madre fuertemente.

―A: ¡Muy bien, puta! –Coloqué a mi madre en cuatro, quité su falda. Su coño era estrecho y rosado, con mucho vello púbico. Escupí en su coño y mis dedos, metiendo un dedo, luego otro. Su piel tersa y clara por no broncearse en mucho tiempo.

―M: Amo eso se siente muy rico. –La vagina de mi madre estaba goteando. Muy empapada. Lamí su coño con mi lengua, su sabor era salado y su olor a mar era muy fuerte, pasando a lamer también su ano, de sabor agrio— ¡Vas a hacer que me chorree!

―A: Cuando termine contigo vas a convertirte en una mujer pervertida –Su vagina es lascina, el vello púbico se empapó, su culo se contraía.  

Serás mi esclava ¿Quieres ser mi esclava sexual? –Seguía magreando su coño y sobando sus tetas y estómago- ¿Dónde se siente bien, esclava?

―M: ¡En mi vagina y en mi culo! ¡Ahh! Mi vagina.

―A: ¡Qué vagina tan lasciva! ¡Aún no te he clavado y aún así te viniste!

―M: ¡Me estoy viniendo! –Me quité el pantalón. Ya tenía una erección de burro.

―A: Vas a sentir tan bien que vas a venirte de inmediato. –Sobé la cabeza de mi pene por la entrada de su coño— Cuando meta mi verga se sentirá mejor que cualquier otra. Ahora voy a metértela, mamá.

―M: ¡Ahhh cógeme! Sigue clavando mi vagina, el coño de tu madre.

―A: Tu coño es increíblemente apretado, mami ¿Te gusta? –dije con voz sarcástica.

―M: ¡Ahhh! ¡Me vengo! Tu padre nunca pudo entrar tan profundo en mí como tú. ¡Ohhhh! ¡Así bebé, voy a venirme! Voy a venirme Iván, vas a hacer a mami venirse.

―A: Tu coño y mi polla están temblando. –Le susurré al oído mientras le metía la lengua en su oreja, siguiendo en la posición del perrito.

―M: Bebé, estoy muy caliente, siento que explotaré.

―A: También voy a correrme, madre-esclava.

―M: ¡Qué rico cariño! ¡Ahhh! Podemos venirnos juntos… ¡Me vengo! –el coño de mi madre parecía una fuente, mientras espasmos convulsionaban su cuerpo hasta que se calmó. Su pecho subía y bajaba por su respiración acelerada hasta calmarse. Una terrible sensación de tranquilidad invadió todo su cuerpo. Por mi parte, se la saqué y me fui delante de ella, sus pechos y su cara estaban en el piso, al levantar su mirada vio mi pene erecto delante de ella.

―A: Ya no puedo parar, mamá. ¡Vamos ahora chúpamela!

Ella empezó a mamar, su cuerpo estaba cubierto de fluidos, fluidos vaginales, baba, lágrimas y sudor. Era su primera mamada –No eres más que una puta cerda.

―M: Soy Marina, tu puta –respondió, sacándose el pene y pajeándome, para volvérselo a meter. Me corrí en su cara, el semen caía de su boca, era mucho, tosió y caía junto con su baba deslizándose por su cuello y pechos.

Su respiración se agitó hasta calmarse. Senté a mi madre en el sofá con las piernas abiertas y la dejé descansar. Después de todo tendría mucho tiempo para cogerla y entrenarla en las artes amatorias. 

Mientras todo esto pasó, Silvana se había sentado en el sillón y se masturbaba frenéticamente. Me coloqué boca arriba y mi madre estaba sobre mí clavada por mi pene, aunque ya estaba un poco flácido luego de tremenda corrida, unidos por nuestro sudor y fluidos, nuestros cuerpos pegajosos y brillantes de sudor.

―A: ¿Qué hacemos con ella, mami?

―M: ¿Qué quieres hacer, mi amor?

―A: Podemos llevarla a la casa. Gianina (mi hermana) necesita una mascota y aceptar nuestra nueva vida.

Me acerqué a ella y me pose de costado, como en posición de cucharita. El roce de su cuerpo, el olor de su piel. No pude evitar tener una erección. Mi madre la sintió porque su cuerpo se erizó, pasé mis dedos por su piel, jugar con su ombligo, bajar jugar con sus pezones hasta que se pusieron duros mientras mordía ligeramente su cuello. Con mi otra mano mis dedos hacían círculos en los pelos de su chocho, hasta sentir como se llenaba de humedad mi mano. Un gemido escapaba de sus labios.

Con el pasar de los días íbamos al consultorio a hacer el amor, mientras Silvana se masturbaba viéndonos y de paso pensar un plan para que Giannina acepte nuestro amor, puesto que no podíamos dormir juntos en nuestra casa. Aunque era excitante ir a hoteles y hacerlo allí.

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