Nuevos relatos publicados: 16

Mónica y Roberto

  • 27
  • 23.927
  • 9,43 (35 Val.)
  • 3

Lo que voy a contarles, ocurrió el verano pasado y cambió nuestras vidas desde entonces, debido a que hubo señales que no supe ver y errores que cometí y que propiciaron ese cambio que todavía sigue trayendo consecuencias.

Somos un matrimonio compuesto por Mónica, una hermosa mujer de 1,75 de estatura, delgada y dueña de unos hermos pechos y una cola que provoca miradas lascivias de los hombres y la envidia de muchas mujeres. Mi nombre es Roberto y mido 1,80 teniendo ambos buen estado atlético gracias a las horas que le dedicamos al gimnasio. Mónica es contadora y yo abogado. Tenemos 35 años y 15 de matrimonio con dos hijos de 15 y 12 años.

Luego de 15 años de forjarnos cada uno una carrera profesional, logramos acceder a un muy buen pasar, lo que es mucho decir en nuestro país tan afecto a los vaivenes económicos, políticos y sociales. Así logramos tener un hermoso piso en el coqueto barrio de Recoleta, Capital Federal y la casa de veraneo en una localidad llamada Las Balizas en la Costa Atlántica. Es nuestro lugar en el mundo, es un pueblito pequeño que no supera los 700 habitantes estables, con amplias playas y hermosos bosques.

Esta casa está ubicada en una zona alejada del centro urbano, rodeada de hermosos pinares y allí solamente hay dos viviendas, la nuestra por supuesto y otra lindante que se hallaba deshabitada desde hace mas de 5 años, por lo que yo me sentía el “amo” del lugar.

Es así, que luego de presentarnos en sociedad, compartiré lo ocurrido ese verano. Sin planificarlo de antemano decidimos realizar ese viaje sin los hijos, que quedaron con los padres de mi mujer, para alegría de los abuelos y de los nietos quienes ya declaman a los cuatro  vientos su aburrimiento en dicho lugar, por lo que así podrían seguir en contacto con sus amigos.

Partimos el 2 de Enero y se transformó en un viaje diferente, sin las clásicas quejas de los cachorros que a grito pelado exigen el arribo a destino en forma urgente, aburridos de sus dvd portátiles, de sus celulares, sus tablets y tener que “soportar” al hermano, transformando la parte trasera del vehículo en una reedición de Caín y Abel, siglo XXI. Dije que fue un viaje diferente porque pudimos conversar durante el trayecto como lo hacíamos de novios o recién casados antes de la llegada de los críos.

Al llegar notamos con sorpresa que la casa vecina se hallaba habitada nuevamente, lo que me dejaba sin chances de volver a disfrutar de la soledad del lugar y mi “título de amo” del mismo. Nuestro vecino vino a nuestro encuentro dándonos la bienvenida y presentándose como Ramiro. Nos informó que los anteriores propietarios, cansados de los continuos viajes para mantener la propiedad, decidieron vendérsela a un precio muy accesible.

Ramiro tiene 65 años y es dueño de un cuerpo, trabajado evidentemente en el gimnasio, envidiable para su edad, ya que a simple vista yo hubiera calculado no más de 45 o 50 años.  Inmediatamente me impacto su mirada penetrante y la seguridad que transmitía cuando hablaba.

Noté que Ramiro había causado una fuerte impresión en Mónica. Acá debo comentar que ella tiene un carácter fuerte y decidido, no soporta las bromas con doble sentido, en definitiva es una mujer muy estructurada. Por eso me sorprendió cuando antes de marcharse nos dijo que nos esperaba a las 20 horas en su casa para un asado de bienvenida. Mi mujer con una sonrisa tonta en sus labios le dijo que sí.

Una vez instalados en nuestro lugar en el mundo, pregunté a Mónica por Ramiro, me dijo que era un hombre muy atractivo y que hacía notar su presencia. Fue una respuesta que me sorprendió.

 

Durante una semana Ramiro prácticamente convivió con nosotros. Compartió con nosotros las caminatas matinales en la playa, desayunaba, almorzaba y cenaba en nuestra casa. Todo esto sin ser invitado, simplemente se presentaba y ya está.

Culminando esa primera semana ocurrió un hecho que marcó el comienzo de esta nueva etapa que nos tocaría vivir. Estando los tres cenando en casa, como de costumbre Ramiro sentado al lado de mi mujer y yo frente a ellos, surgió una discusión entre ella y yo. Como volviendo a nuestra rutina de los últimos años, recriminaciones, insultos y yo yéndome de la casa como si me retirara del campo de batalla con mis fuerzas en inferioridad de condiciones, para luego volver al cabo de unas horas con la esperanza de que el oponente acepte mi retirada como su triunfo y se supere el hecho soportando el vencido una catarata de sermones, advertencias y conjuros.

Como parte de esa rutina volví a la casa tres horas después, el viejo ya no estaba y sorprendentemente mi mujer me abrazó y pidió disculpas por su comportamiento. Nos dimos un tierno beso y acto seguido me informó que al otro día nuestro vecino nos llevaría a una playa que los turistas no frecuentaban y que partiríamos en dos cuatriciclos dado que la misma quedaba a una hora de viaje aproximadamente.

Esa noche no pude dormir, trataba de analizar lo ocurrido desde que llegamos y el cambio de mi mujer cuando conocimos a nuestro vecino, recordé como en todo momento  me ignoraba ya que solamente hablaba con mi esposa, lo que a todas luces significaba que deseaba cogérsela. Por lo tanto urdí un plan para confirmar si en realidad ese era su propósito.

El día lunes de la segunda semana de nuestra estadía, cuando se presentó para la salida matinal, con dos cuatriciclos de gran cilindrada. Aduje no sentirme bien por una fuerte jaqueca. Esperaba como de costumbre las recriminaciones de mi esposa sobre mi falta de cuidado en las comidas durante las vacaciones, etc pero no, solamente me dijo “OK  cariño descansa yo iré con Ramiro” a lo que éste agregó “Cuando regresemos tené preparado el asado”.

Ni bien abandonaron la vivienda, comencé a seguirlos en el cuatri que quedó en casa, amparado en lo tupido del pinar y la altura del médano. Cuando comenzaron a rodar por la playa veo asombrado como Mónica se abraza a Ramiro montada detrás de él. Parecían una pareja pasando sus vacaciones sin ningún tipo de problemas.

Luego de una hora, llegaron a una playa desierta y se refugiaron del calor que ya empezaba a sentirse junto a un pequeño médano con un gran tamarisco que aportaba la suficiente sombra.

Ramiro extendió dos lonas, se despojó de sus bermudas y remera, quedando con un bañador muy pequeño que dejaba ver la importancia de su paquete, hecho que a mi mujer, por lo que pude , no le pasó inadvertido. Mónica lo imitó y noté que se había puesto un bikini blanco, que yo le había comprado el año pasado y que siempre se negó a lucirlo alegando que era escandaloso por lo pequeño del mismo.

Fue ahí que recordé un episodio ocurrido tres días atrás cuando mi mujer estaba ordenando sus cosas y nuestro vecino vio este bikini. Mónica repitió el mismo comentario pero Ramiro le respondió que ese conjunto era ideal para su figura, a lo que ella, contrariando su temperamento, solo se ruborizó y ensayó una sonrisa tonta.

Yo desde mi sitio seguía los acontecimientos con un par de binoculares que oportunamente había adquirido para avistamiento de aves y que ahora servían a otro propósito: a ser un mudo testigo de cómo ese viejo canalla seducía y controlaba a mi mujer.

Él tomó el bronceador y sin preguntarle siquiera comenzó a pasárselo a Mónica por su espalda lo que me sorprendió dado que jamás había permitido que un desconocido lo hiciera, y este viejo por más que prácticamente “viviera” en nuestra casa, para mi seguía siendo eso, un extraño. Situado detrás de ella, sus manos recorrían su espalda, hombros, y luego iban hacia adelante rozando sus hermosos senos,  apenas contenidos por el corpiño.

Mi mujer aceptaba gustosa este trato, y en un momento entrecerró sus ojos y llevó su cabeza hacia atrás apoyándose sobre los hombros del viejo que, ante esta actitud, directamente le arrancó el corpiño y comenzó a sobar sus tetas  intensamente, provocando en ella más de un gemido. Veía como el viejo le hablaba muy cerca de su oído, llegando a mordisquearlo levemente, logrando que Mónica se estremeciera.

Las manos de ese viejo, viajaron hacia el plano abdomen de mi esposa, con masajes muy sensuales, demostrando ser un experto en el tema y, cuando llegó más abajo a la zona peligrosa, separó un poco su bombacha y directamente masajeaba su vagina. Ella a esta altura ya deliraba y con sus manos se aferraba a las piernas de él, como un naufrago lo hace en medio de una tormenta. No pasó mucho tiempo para que tuviera su orgasmo y fue cuando el viejo literalmente le comió su boca.

Cuando ambos se repusieron, él le pidió que le extendiera el protector. Jamás había visto a mi mujer tan sumisa y solícita como ahora a las órdenes que el viejo le impartía, porque a pesar de ser un pedido su tono sabía a orden. Podía ver el tremendo paquete de Ramiro y calculaba que su verga superaba holgadamente a la mía.

Observaba como las manos de ella recorrían su cuerpo con la excusa del bronceador hasta llegar a su verga, ya fuera de su bañador, aferrándose a ella y sobándola con fervor. En un momento sus caras coincidieron y se fundieron en un beso apasionado con caricias cada vez más osadas de parte de ambos amantes.

Cuando el calor de la pasión mermó, la tomó de la mano y se dirigieron hacia el agua. Otra circunstancia que me llamó la atención con respecto a la conducta de mi mujer. Ella siempre tuvo reparos de entrar al agua debido a que en nuestras playas su temperatura suele ser inferior, por ejemplo, a las playas de Brasil.

Pero otra sorpresa y van…. Mónica de la mano del viejo se arrojó a las aguas y comenzaron a jugar como si fueran una pareja de novios. En un momento una ola le hizo perder pie a ella y el viejo fue en su auxilio. Emergieron abrazados, mi mujer aferrándose a su cuello y sus piernas enlazadas a la cintura del hombre que había logrado seducirla.

Así salieron del agua en dirección hacia su refugio. El la depositó sobre la lona y siguió abrazándola, evidentemente ella se había asustado. Luego de hablarle otra vez al oído y besarla frenéticamente, la despojó de su traje de baño y acto seguido él hizo lo mismo. Ella dirigió su mirada encendida hacia su verga, ahora fuera de su encierro, comenzó a pajearlo. El puso su mano en la nuca de ella, con la clara intención de que se la chupe. Mónica se resiste, dado que entre nosotros jamás practicamos sexo oral.

Evidentemente desde mi posición, si bien no los escuchaba, interprete que ella le explicaba esta situación. Grande fue mi sorpresa cuando el viejo la convence y ella comienza a chuparla pero se notaba su falta de práctica. Él no dejaba de hablarle y acariciar su dorada cabellera. Esta actitud le sumó confianza a Mónica que de repente comenzó a chuparla como el viejo pretendía. A veces enfocaba mis binoculares a la cara de él y esto me ratificaba la buena labor que ella estaba haciendo. En algunos momentos recorría toda verga con su lengua y hasta a las pelotas del viejo, evidentemente siguiendo sus consejos.

Luego los amantes varían su posición y comienzan un espectacular 69, donde veía el accionar de él que con su boca arrancaba de ella verdaderos alaridos que provocaban que abandonase la chupada de su verga. Yo ya había sacado la mía y comencé una paja descomunal por el acto que estaba presenciando.

Luego el viejo toma a mi mujer como si fuera una muñeca y la coloca boca arriba y le introduce su tremenda verga. Viendo la cara de ella me doy cuenta como sentía ese tremendo aparato dentro de ella. El viejo con hábiles movimientos de cadera volvía loca a mi mujer. No se podía creer el aguante de ese hombre con sus 65 años, como tampoco el comportamiento de ella totalmente desatada. Durante nuestro matrimonio en la cama siempre fue muy cortada, es evidente que en nuestra falta de experiencia habría que buscar las causas.

El viejo seguía con el mete y saca, hasta que cambia de posición poniéndola en cuatro y comienza a penetrarla por atrás, Mónica ya deliraba por las acometidas de Ramiro, hasta que él comienza a tensarse y derrama su semen en su espalda y cae sobre ella que está casi desmayada, mientras que yo acababa casi con ellos.

Entendí que debía volver a la casa lo antes posible y comencé mi regreso rápidamente, mientras ellos seguían tendidos sobre las lonas y abrazados. Dentro de mi sentía la sangre hervir, era un mar de contradicciones. Por un lado estaba lleno de ira y por otro lado nunca me había excitado tanto en mi vida viendo a mi mujer cogiendo con otro.

Llegué luego de una sostenida carrera con mi cuatri, y me apresuré a preparar todos los elementos para el asado, tal como lo había “ordenado” Ramiro. Una hora y media después llegaron ellos tomados de la mano.

Mónica tenía una cara distendida y una sonrisa que hacía mucho tiempo no había visto. Se acercó a mí, me dio un beso de lengua terrible, acarició mi pija y me dijo “Te amo mi vida” y acto seguido informó que se iba a bañar. Una vez que quedamos solos creí conveniente encararlo a Ramiro. Hijo de puta te cogiste a mi mujer te…No me dejó terminar mi frase. Con su mano derecho me tomó por mi cuello, me faltaba la respiración, sentía su mano que cerraba mi garganta, se me nublaba la vista.

Entonces me dijo. No te hagas el boludo pendejo. Ví que nos seguías y sé que nos espiabas con unos binoculares. Me cogí a tu mujer y la voy a seguir cogiendo para poder salvar tu matrimonio. Voy a aflojar la manito, si te volvés a hacer el pelotudo no respondo de mi, te queda claro?.  Asentí con la cabeza con las pocas fuerzas que me quedaban.

Cumplió su promesa, pero no retiró la mano como una advertencia de que si volvía a reaccionar seguro me quebraba el cuello. Viendo mi sumisión, siguió hablando. Hoy vamos a un boliche de un amigo donde tocan salsa y cumbia. Moni, (Moni??? Mi mujer odiaba, o así parecía, que la llamasen de esa manera), se va conmigo al centro a comprarse ropa. Vamos a ir los tres, pero en el boliche vas a volver a hacer el teatrito de que duele la cabeza y decís que vas a volver a tu casa, pero en realidad te vas a quedar porque quiero que veas como emputezco a tu esposa. Cuando salgamos del boliche, Moni se viene a mi casa porque vamos a seguir cogiendo y se quedará a dormir conmigo. En la mañana primero va a volver ella para hablar con vos. No te hagas el boludo pendejo, tratala bien, después llegaré yo y vamos a seguir hablando. Ahora prepará el asado que tenemos hambre.

Me dejó solo con mi dolor en el cuerpo y en el alma. No podía creer lo que había escuchado, ese viejo que manejaba nuestras vidas a su antojo, me decía que cogía a mi mujer para hacerla una puta y así salvar mi matrimonio. Tal como era mi costumbre volví a abandonar el campo de batalla y cumplí con lo que me ordenó empecé a preparar el asado. Comimos y se fueron ambos de compras quedando yo para hacer la limpieza. Volvieron y el viejo se fue a su casa y Mónica se fue conmigo a descansar.

A la noche nos reunimos con Ramiro y partimos para el boliche se su amigo que quedaba en la ruta. Allí se bailaba salsa y cumbia, dos ritmos que mi señora no le gustaban, pero durante la semana ella y el viejo estuvieron practicando y ella se movía bastante bien llevada por el viejo que se mostraba como un gran bailarín.

Algo me llamó la atención, el trato que recibía el viejo era muy sospechoso. Al estacionar el coche, me preparaba para pagar el estacionamiento y el empleado al verlo lo saludó con una mezcla de respeto y temor, llamándolo Don Ramiro. Por supuesto no pagamos estacionamiento. La misma situación vivimos en  el boliche. Había numerosas personas aguardando ingresar pero los de portería cuando lo vieron nos hicieron ingresar saludándolo de la misma manera que el personal del estacionamiento.

Ya dentro nos recibió el encargado de relaciones públicas. Debo aclarar que el viejo y mi esposa caminaban tomados de la mana y yo detrás. Él nos presento como sus amigos pero sin soltarla. Quien nos saludó nos acompañó hasta la mesa que nuestro vecino tenía reservada siempre. Ni bien nos instalamos trajeron una botella del mejor champagne y cuando nos disponíamos a brindar, le dije a mi señora que no me sentía bien y que volvería a casa. Ella quiso acompañarme pero le dije que se quedara con Ramiro y que la pasara bien, que no se preocupara. Los saludé y me retiré observando la sonrisa burlona del viejo.

Al llegar a la puerta, el relaciones pública me salió al paso y me informó que por orden de Don Ramiro tenía un lugar asignado en la planta alta. Era una zona muy bien ubicada ya que se dominaba todas las pistas y era utilizada por los de seguridad para observar todo. Ocupándose esta persona de que me trajeran bebida.

Desde allí los observaba, hablaban muy juntos y de a ratos se besaban. Fueron a la pista a bailar y no podía creer que esa mujer fuera ella, sus movimientos eran muy sensuales, bailaba como para festejar a su acompañante. El viejo cada tanto miraba disimuladamente hacia donde él sabía que yo estaría mirando y sonreía maliciosamente.

Volvieron a sentarse y siguieron besándose ya con pasión, él le hablaba al oído y ella lo miraba dulcemente asentía y colocaba su cabeza sobre su hombro, para cualquier extraño pasaban por una pareja de enamorados. En varias oportunidades se acercaba gente a saludarlo con el mismo respeto y temor que vi en los ojos del empleado del estacionamiento y les presentaba a mi mujer, inequívocamente se observaba que lo hacía como si fuese su pareja. Mónica saludaba muy amablemente y hasta participaba de las pequeñas charlas que ocurrían.

En un momento, se me acerca el relaciones públicas y me entrega una nota. Era del viejo donde me informaba que ya debería irme y me dejaba instrucciones que debía cumplir: llegar y aguardar en mi casa el arribo de ellos. Hacerme el dormido cuando mi señora me fuese a ver. Cuando ingresaran a la casa de Ramiro, debía cruzar pasar al patio trasero y buscar detrás de un masetero las llaves para ingresar sin hacer ruido, caso contrario recibiría mi merecido.

Una vez en el interior dirigirme hasta la entrada a su dormitorio dónde él dejaría la puerta entreabiera. Él deseaba que espiara cuando cogieran para que luego me marchara a mi casa y me pajeara en su honor.

Así fue que una vez en mi casa me metí en la cama para simular que estaba dormido. Minutos después siento que alguien ingresa a nuestra habitación sin encender la luz, era mi mujer que me llamó un par de veces y al ver que no obtenía respuesta se encaminó hacia la casa del viejo.

Aguardando un tiempo prudencial me dirigí hacia allí respetando las órdenes de Ramiro. Desde mi posición y gracias a una noche de luna llena podía observarlos en la habitación en penumbras y distinguir sus figuras, como también su conversación.

RAMIRO: Y? El pendejo estaba dormido?

MONICA: Si papi

R: Bueno putita qué quiere tu papi ahora?

M: que me ponga en pelotas y te chupe la pija

R: acá la tenes mami es toda tuya.

Mi mujer se despojó de su vestido y su tanga, se acercó muy sensualmente a la cama tomó la verga del viejo y comenzó una mamada digna de una peli porno. Recorría con su lengua cada palmo de esa pija, la bañaba con su saliva y gemía loca de placer.

R: así mami vas a convertirte en una verdadera puta de lujo y el pendejo me lo va a agradecer toda la vida, porque va a coger como nunca se imaginó.

En un momento el viejo le sacó la pija de la boca y le ordenó que se pusiera en cuatro. Le comió la concha y el culo, diciéndole Imaginate cuando te cojamos el pendejo y yo vas a delirar de placer.

M: Vos crees papi que él quiera? Dijo Mónica entre gemidos por las embestidas que ahora le propinaba el viejo.

R: Hoy, cuando hables con él y después llegue yo las cosas quedarán claras. Vos a partir de ahora sos su esposa y mi hembra, él será tu marido y yo tu macho entendiste?

M: Si papi, contestó mi señora, presa de un orgasmo tremendo. Él siguió embistiendo, tomándola de sus cabellos hasta que, resoplando le preguntó donde quería su leche. Sobre mis tetas papi!! Le contestó y acto seguido el viejo la dio vuelta y comenzó a lanzarle su leche que, por la fuerza llegó hasta su rostro. Ella tomó su pija y se la limpió. Ella fue al baño a ducharse, y en un momento dado él la siguió, haciéndome señas para que lo siguiera. Así lo hice y desde la hendija de la puerta podía seguir los acontecimientos.

Ella estaba ya en la ducha y él la sorprendió. Increiblemente su pija ya estaba reponiéndose y al tomar contacto con su cuerpo ella se dio vuelta y lo besó apasionadamente sobándosela. Yo ya iba por si tercera paja. Tenía sensaciones encontradas, por una lado sentía rabia por lo que estaba pasando, miedo y pánico porque veía que estaba perdiendo a mi mujer y una excitación terrible viéndola con el viejo.

En un momento dado, Ramiro me hizo una seña para que me vaya y obedecí de inmediato, como lo vine haciendo desde el primer momento, a él no le podía decir que no. Entré a mi casa y prácticamente no pude dormir hasta que la luz del nuevo día me sorprendió en nuestra habitación.

Me levanté como pude y en la cocina comencé a preparar el desayuno. Ocurrió algo gracioso, no sabía se prepararlo para uno, para dos o para tres. Me decidí por la segunda opción teniendo en cuenta lo que nuestro vecino le dijo a Mónica mientras cogían. Estaba preparándolo cuando ella llegó. El corazón  galopaba sin cesar, quería abrazarla, besarla, pero también la quería cagar a trompadas. Definitivamente y tal como es mi carácter me quede donde estaba y solamente le dije buenos días.

Su aspecto delataba la noche de sexo furioso que había pasado. Me miró a los ojos, me retribuyó el saludo, me dio un beso y comenzó a desayunar conmigo. Es increíble si sacaba lo vivido en esa semana, parecía que todo seguía como antes, que había sido un sueño, bueno más que un sueño una pesadilla.

Pero como de los sueños y de las pesadillas al final despertás, me miró y dijo tenemos que hablar. Asentí con la cabeza, porque directamente no podía hablar y, como siempre pasaba en mi matrimonio, ella empezó.

MONICA: Sé que ayer me viste coger con Ramiro en la playa y en su casa y que también nos viste en el boliche. Quisiera que me expliques porque no hiciste nada para impedirlo.

YO: No te lo puedo explicar, porque yo mismo no lo entiendo, ayer cuando iban a la playa, sabía que Ramiro te cogería, marché hacia allá pensando que lograría impedirlo, pero cuando los vi me calenté, aunque no lo creas, hasta me hice una paja!.

M: Te hiciste una paja mientras me cogían? Cada vez estoy más confundida.

Y: Y vos? Por qué lo hiciste?

M: No lo sé. Estoy igual que vos. Ramiro al principio no me gustaba para nada, pero me puede. Un día me dijo que todos nuestros problemas se debían a que soy muy estructurada, fría y calculadora. En vez de mandarlo a la mierda, acepté lo que me dijo.

Así fue que me refirió lo que ocurrió ese día que me fui de la casa luego de una discusión.

M: Te acordás esa noche que te fuiste cuando discutimos? Yo me quedé con mi clásica rabieta, empecé a juntar los platos de la mesa cuando Ramiro me tomó fuerte de la mano y me obligó a dejar lo que estaba haciendo. Lo miré para mandarlo a la mierda, pero su mirada me intimidó. Me dijo sos tan pendeja como él. Me quebré y me puse a llorar. Dejá de llorar! me ordenó y así lo hice. Vos a partir de ahora vas a cambiar, conmigo vas a empezar a ser una mujer!! Y  el pendejo y vos me lo van a agradecer.

Me llevó de la mano al living, se sentó conmigo en su regazo. Ahí noté el volumen de su paquete y apoyé mi cabeza sobre sus hombros y rodee su cuello con mis brazos. Me sentía protegida, abrigada. Entonces él giró su cabeza y su boca encontró la mía dándome un beso de lengua intenso. Cuando retiró su boca, pero siempre cerca de mi rostro, me dijo en voz baja pero firme, como una orden, mañana a las 8 nos vamos vos y el pendejo a una playita que quiero que conozcan.

Pero hace frío a esa hora!!! Le contesté en un tono de chiquita mimosa. Me dijo dejate de joder, tenemos una hora de viaje y vamos a ir en dos cuatri de 800 cc. Los cuatri siempre me encantaron, pero Roberto nunca quiso comprar uno, a pesar de que a él siempre le encantaron, más que nada por los chicos.

Le dije que siempre quise manejar uno. Vas a venir conmigo y el pendejo en el otro. A mitad de camino va a ir manejando vos, yo te voy a enseñar así de paso tengo cerca ese culo hermoso. Reí como una tonta, y pensar que unas semanas atrás le hubiera dado vuelta la cara de un cachetazo!.

Entonces me ordenó ir al dormitorio para ver que trajes de baño había traído además de los que ya me conocía y que le parecían de vieja chota según sus propias palabras. No le gustó ninguno, hasta que observó en un rincón de la valija una bolsa de regalo y al abrirla encontró un bikini tipo cola les que mi marido me había comprado y que originó una de las clásicas rabietas de mi parte. Se ve que Roberto la puso sin mi conocimiento.

Me dijo me encanta ponetela con esos zapatos de tacos chinos y vení al living para que yo te vea. Ah, me agrega y traete un vaso de wisky con hielo. Me quedé sola en el dormitorio e increíblemente en segundos estaba cumpliendo su pedido-orden, y llegué a donde estaba él con el vaso de bebida ordenado.

Ese bikini cubría muy poco de mis pechos y la tira de atrás dejaba poco a la imaginación de los hombres y mucho a la envidia de las mujeres.

Vení más cerca, me ordenó. A partir de ahora, mientras no esté tu marido me va a llamar papi. Tomó su vaso, lo dejó sobre la mesita, se paró y comenzó a pasar sus manos por mis tetas, por mi culo mientras yo cerraba los ojos en una mezcla de placer y vergüenza. Abrí los ojos y mirame cuando te toco! Me ordenó. Así lo hice. Las hembras miran a sus machos a la cara cuando éstos les dan placer, porque sentís placer cuando te toco no? Contesté afirmativamente con mi cabeza, porque no podía emitir un sonido en ese momento por el cúmulo de sensaciones.

Contestame carajo! Y entonces le dije varias veces que si y vi en sus ojos el placer de la victoria, una más que conseguía sobre mi persona. Me sentó a su lado y me besó apasionadamente, beso al que yo respondí sin ningún pudor. Y una de sus manos ingresó en la bombacha y llegó a mi concha que ya era un océano de flujos. Acarició, pellizcó y penetró con varios de sus dedos llevándome al cielo y al infierno con la misma facilidad, hasta que acabé con una furia inusitada que jamás me había pasado en los años que estamos juntos.

Sacó su mano, mientras yo trataba de recuperar mi respiración y pulsaciones, e introdujo sus dedos en mi boca. Me ordenó que los chupara y literalmente me los comí. Se la chupás así al pendejo? Me preguntó y le dije que jamás lo habíamos hecho porque a mí no me gustaba. Bueno, conmigo vas a aprender a chupar pijas como una verdadera puta y vas a volver loco al pendejo, me contestó.

Tomó mi mano y la llevo dentro de su pantalón y sentí ese miembro palpitante todavía prisionero de su bóxer. Me pidió que se lo sobe y así lo hice recordando lo que me dijo que las hembras miran a su macho cuando le dan placer. Esto lo puso como loco, me dijo que buena hembra va a ser, no me cabe la menor duda, y sus palabras me excitaron aún más.

Sacalo me ordenó. Lo hice y tuve en mis manos esa barra de carne palpitante. Besalo fue la siguiente orden, que cumplí recorriéndolo en su totalidad besándolo cada vez con más pasión. Tranquila, me dijo, mañana habrá tiempo para que me la chupes, mientras me acariciaba mi cabeza. Bueno mami acompañame a la puerta que me voy, me dijo. Cuando llegamos antes de irse me pegó una franela impresionante y, al dejar de besarnos me pidió que lo llame cuando llegaras. Le dije que así lo haría, llamándolo como él me dijo papi.

Cuando terminó de contarme lo sucedido en mi ausencia, mi cabeza era un hervidero de emociones. Me miró y vio mi erección a través de mi traje de baño. Mirá como te pusiste!! Y acto seguido se acercó, me saco la pija que estaba dura como una roca y me empezó a chupármela por primera vez desde que nos conocimos. Yo jadeaba como nunca.

 Yo:  quién te enseñó a chupar la pija tan bien?.

 Mónica:  papi!!

Y: Papi le decis?

M: Sí, pero era cuando vos no estabas presente, pero ahora no creo que tenga mucha diferencia no?

Me siguió chupando la pija y en un momento dado me miró a los ojos y me dijo cógeme por favor!.

Fuimos al dormitorio, nos desnudamos y comenzamos un 69. Por primera vez podía chuparle su concha aunque no lo crean. Luego me montó como una experta amazona.

Y: Que puta estas hecha!!

M: Papi me está haciendo puta para que vos y él me gocen. Dame así mi amor!. Te amo! Sos el hombe de mi vida!!!

Acabamos de una manera bestial, cuando saque mi pija de su concha aun choreando leche, se la llevó a la boca y se tragó todo lo que quedaba dejándomela limpia. Por mi parte debido a esa declaración que me dejó knock out como a los boxeadores. Ella que me conoce como nadie, me miró a los ojos y me dijo es verdad lo que te acabo de decir, te amo más que a mi vida. Entonces le pregunté por Ramiro. ¡Mi amor, es otra cosa! Es sexo como nunca lo viví, saca la puta que llevo adentro y que todos estos años estaba dormida. ¿O me vas a decir que este polvo lo podés comparar con las relaciones que tuvimos hasta ahora? Tuve que aceptar que no.

Entonces le pedí que me contase cómo fue la cogida en la playa.

M: Cuando dijiste de quedarte, ya sabía lo que se venía con Ramiro. Nos subimos al cuatri y nos dirigimos a la playa desierta. Mientras circulábamos cruzando los médanos, me aferraba fuerte al pecho de él, era una sensación muy agradable. En una parte del trayecto detiene su marcha y paso adelante para conducir el cuatri, él me iba guiando hasta que tomé confianza, el guacho mientras conducía me decía al oído como te voy a coger nena, que lindo culito que tenés, hoy te voy a empachar de pija y yo alucinaba.

El refugio como él lo llamaba era hermoso, un médano con tamariscos para brindar la suficiente sombra para un día de agobiante calor. Ramiro puso dos lonas y acto seguido comenzó a pasarme bronceador. Te aseguro que sus manos son inigualables, cada vez que rozaban mi piel era una descarga eléctrica en mis sentidos.

Cuando sus manos llegaron a mis tetas, cerré mis ojos y llevé mi cabeza hacia atrás sobre sus hombros y me dejé llevar, cuando él me arranca el corpiño y comienza a sobar mis tetas. Me decía hoy vas a conocer lo que es una buena pija, vas a tomar mucha leche, te voy a hacer mi puta y vas a querer que te coja siempre. Cuando masajeó mi vagina creí morir de placer y le pedía por favor que me coja. Me hizo llegar a un orgasmo como nunca había tenido, perdóname, pero es así.

Luego fuimos al agua, estaba fría pero no me importó, una ola me tiró y él me ayudo tomándome en sus brazos y así llegamos al refugio donde me deposito en la lona y empezamos a besarnos y terminamos cogiendo. Me decía que hermoso culo que tenés, pero va a ser mío, yo te lo voy a estrenar. A todo le decía que sí. Me dijo quiero acabarte en la boca, y estaba tan caliente que me llenó de leche y la tragué por primera vez, así como hice con vos con lo que te quedaba. Te prometo que la próxima vez me va a acabar en la boca.

En ese momento entró al dormitorio nuestro viejo vecino, quien ya se había agenciado un juego completo de llaves gracias a mi mujercita. ¿Hola que bien, así me gusta verlos en la camita y me imagino después de un buen polvo? Quien contestó fue mi Mónica: ¡Si papi nos echamos uno tranqui, con chupada y todo!

Tranquilamente comenzó a desnudarse, y allí en primer plano tuve la noción de la pija de mi viejo vecino, una verdadera máquina de coger que yo calculo en erección plena de 22 cm de largo y no menos de 6 de ancho. Se sentó a nuestro lado en la cama y le partió la boca a mi mujer, quien recibió ese beso con pasión. Después dijo ahora vamos a hablar y a poner las cosas en orden. Estaba claro que el único que iba a hacerlo era él.

RAMIRO: A partir de ahora las cosas van a ser así: Tu esposa es mi mujer, vos sos el esposo y yo soy su macho, algunas veces cogeremos todos juntos y otras ella viene conmigo a coger sin importar si vos estas. ¿Claro hasta ahí?

Por supuesto que el destinatario de este monólogo era yo así que expresé que si, como una muestra palpable de mi rendición incondicional a los eventos que en el futuro cercano se sucedieran.

RAMIRO: Hoy tiene que quedar claro que no me interesa romper tu matrimonio, al contrario, creo que a partir de ahora ustedes van a funcionar en un nivel diferente al actual. Estoy seguro que en este nivel no habrá discusiones pelotudas como el otro día, porque Mónica va a estar bien cogida y atendida. Entiendo que acá no hay que buscar culpables de la situación que ustedes vivían, ninguno tuvo la experiencia para el sexo así que voy a enseñarles a ambos a darse placer.

Me preparé para lo que iba ser nuestra primera “sesión de ayuda” con Ramiro, pero algo rumiaba en mi cabeza averiguar quién era y qué hacía este misterioso hombre. Ya era hora de ver mejor las señales y tratar de no cometer nuevos errores.

 

CONTINUARA.

(9,43)