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37.2 La noche de Barcelona

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Salía de la ducha satisfecho y contento, rememorando mi aventura de la noche, recordé que tenía que esperar a Joel y quería tomar algo en la cafetería para que no me sucediera lo de ayer.

Esperé en la puerta del hotel como habíamos quedado, no tuve que esperar mucho, su sentido de la puntualidad estaba a pleno rendimiento.

Estiró su cuerpo para retirar algunas cosas que tenía sobre el asiento el copiloto, y dejarlo libre para que me sentara a su lado. Me tendió su mano para que se la estrechara y comenzó a preguntarme sobre cómo había pasado la tarde y si me gustaba Barcelona, cuando no había visto nada en esta ocasión, aunque si había probado y disfrutado  algo maravilloso que no podía explicarle.

Salimos de la ciudad cogiendo una ruta hacia el norte y algunas veces se podía ver la costa. Giró y comenzamos a viajar hacia el interior, dejando el Mediterráneo a nuestras espaldas.

-¿Cómo va tu relación con André?   -se refería a mi jefe y no sabía donde quería ir a parar.

-Bien, es una persona atenta y admirable en su trabajo, estoy contento porque creo que me valora, es un poco exigente, pero eso debe ser lo normal y que se le pide de su función.  –calló durante unos segundos, acariciaba los mandos de su coche, le gustaba, era indudable.

-Se molestó cuando te solicité para que vinieras a Barcelona y se empeñó en que fueras a Francia, nuestra fábrica es de lo mejor que tiene la empresa en Europa y la más moderna. Tú hubieras estando muy bien aquí en tu primer año.

-Joel, yo había pedido ir a Francia en primer lugar, creo que España fue la tercera opción que elegí, André no tiene culpa de nada.

-Se podía haber arreglado y hubieras estado mejor aquí, hubieras podido rendir más y acrecentar mejor tus conocimientos.  –parece que Joel busca el rendimiento de los medios productivos de la empresa, o seguir el enfrentamiento con André.

-Tampoco es que me sienta descontento donde estoy y recuerda, que según el programa, no puedo estar más que un año en cada lugar.  –parece que es un problema de celos profesional, y además sin importancia, lo que enfrenta a  Joel y André.

-Todo eso se puede arreglar, los programas no son tan rígidos, si la empresa precisa de alguien lo que está decidido puede alterarse, al final lo que precise la empresa es lo que prevalece sobre todo lo demás. Son cosas extrañas que suceden a veces, el programa de selección en el que participaste era en principio mundial y luego lo redujeron a Europa y solo para cuatro países.

-Tengo entendido que si lo quisieran pueden enviarnos a cualquier lugar donde nos necesiten.  –lo cierto es que no comprendo lo que le tiene tan sorprendido.

-Sí, eso es así, pero vuestra formación la han limitado a esos cuatro países de Europa y otras veces han enviado a los participantes a otros continentes para su adiestramiento, no lo reducían a Europa.  –Joel está dando muchas vueltas a decisiones cuyo significado  se le escapa y a mí ni me importa, lo único que quiero es hacer bien mi trabajo.

-El caso es que no tenéis porque estar molestos entre vosotros, André no es responsable, ni tú en este caso.

La verdad es que, al final del proceso de formación, me gustaría que la empresa me destinara a España, mis padres son mayores, y quiero estar lo más próximo que pueda a ellos, y creo que si pasara el último año aquí tendría más posibilidades de que me dejaran permanente, pero bueno se ve que todos son sueños y no conocemos el final.

No volvemos a hablar hasta que llegamos a la fábrica, externamente y salvando las diferencias de paisaje, para mí parece la misma, idénticas torres, grupos de producción diferenciados, tanques de almacenamiento, todo igual, la fachada de los edificios son algo diferentes.

Joel es el director de la fábrica, aunque tenga despacho también en Vía Laietana. Cuando accedemos me entregan un detector de presencia para visitantes. Un ayudante me atiende y me pide que espere en una sala pegada a su despacho, supongo que será su lugar habitual de trabajo donde tiene las reuniones.

Cinco minutos más tarde sale el hombre que estaba con él, me pide que le siga hasta una sala donde me indica que cambie mi calzado por botas de seguridad, y me entrega un casco mientras me explica que me va a llevar a visitar la fábrica.

Hacemos el recorrido indicándome lo que tiene de diferente a la de Francia hasta que llegamos a su planta de pruebas, allí comenzamos a trabajar, me deja con los técnicos que la atienden, como con ellos en el comedor de la fábrica y a la tarde, en las oficinas, tenemos una reunión donde está Joel.

No sé si lo habré hecho bien o mal, y si era lo que esperaban de mí o he resultado un fracaso estrepitoso, yo estoy contento de lo que he podido ver, y constatar ciertas diferencias en mejor y peor que me gustará hablar con André mi jefe, para implementarlas en Francia si es posible.

Estoy rendido, agotado, y durante el trayecto de vuelta es Joel el que habla impartiendo instrucciones y consejos. Dice que como no pudo estar en la anterior reunión que tuvimos el grupo en U.K., igual en Marzo pueda desplazarse y pasar un par de días en la próxima reunión y me despido de él en la puerta del hotel donde me deja.

Quiero tumbarme y procesar tanta información recibida, para que se asiente en mi cabeza. Pregunto en recepción por Vasiliy, no ha llegado aún y me alegro, dejo una nota para él, para que sepa que estoy en mi habitación cuando vuelva y subo para tirarme en la cama sin quitarme la corbata tan siquiera.

Me estoy quedando dormido cuando llaman a la puerta,  cuando abro es Vasiliy el que se encuentra en el pasillo, al principio me mira ligeramente sorprendido, quizá por el aspecto con el que me ve, reacciona con rapidez y se cuelga de mi cuello.

-Te echaba de menos. –sin más besa mi boca y me abraza, no quiere desprenderse de ella a pesar de que le empujo para quitármelo de encima y poder cerrar la puerta. Tengo que hacerlo empujándola con el pie, le elevo en mis brazos para llevarle a la cama y sentarle sobre ella.

-Te noto cansado y estresado, ven túmbate.  –se ha colocado de pie y me dirige, me retira la corbata y la camisa, se sienta en la postura del loto y coloca mi cabeza sobre sus cruzadas piernas, pasa las yemas de sus dedos sobre mis sienes apretando ligeramente y las mueve en círculos, luego desciende y hace lo mismo detrás del pabellón de mis orejas.

La suavidad de sus manos, su frotamiento que me parecen caricias, logran que mis ojos se cierren y mi respiración se relaje hasta hacerme creer que no respiro. Se ríe muy quedo y puede inclinarse para llegar con sus labios a besar mi frente, pasa sus dedos por mis labios en una tierna caricia.

-Se te ve tan hermoso.  –susurra y vuelve a besarme.

-Creo que con una ducha de agua tibia te encontrarás como nuevo. Ven, vamos a tomar un baño.  –antes de levantarme me quita el pantalón y todo el resto de ropa y en un momento se deshace de la suya, me lleva de la mano al baño.

Va pasando una esponja con gel por mi cuerpo y yo mis manos por el suyo, todo es muy suave, muy tierno, muy íntimo, y muy escaso de deseo sexual, es como si se tratara de acariciar a un niño.

-Has tenido mucho trabajo, seguro que ha sido eso.  –me mira sosteniendo la ducha sobre mi cabeza y luego enfocándola por mi cuerpo para retirar el gel, me hace abrir las piernas para limpiar mis partes íntimas. Le sonrió agradecido y le compenso envolviéndole en una toalla y llevándole de vuelta a la cama.

-Me siento mucho mejor, gracias Vasiliy.  –nos quedamos en silencio, tendidos sobre la cama y envueltos en nuestras toallas.

-¿Daniel?   -no respondo.

-Si te dijera que quiero quedarme contigo…  -callamos y al cabo de un momento le contesto.

-Te diría que no.  –silencio…, y su mano sujeta mi brazo.

-No iba a suponer una carga para ti, mis padres tienen dinero, pueden pagar muy bien mis gastos, quisiera estar contigo siempre y cuidarte.  –me giro para mirarle, la toalla se desliza y quedo desnudo.

-No, no Vasiliy, no es ese el motivo. –llevo mi dedo para aplastar su pezoncito.

-Eres…, siento ternura y cariño por ti y sí, eres un chico precioso, bello hasta abrumar, tierno, gracioso, pero…, no eres para mí.  -sujeto su mano para besarle los dedos.

-¿Cómo es él?  -le miro sorprendido.

-No hay él, ya no, en realidad nunca lo ha habido.

-Bueno, entonces, ¿cómo era?

- Vasiliy, por favor, no me preguntes esas cosas que quedan tan lejos y ya están olvidadas.

-Es un hombre con suerte. Yo nunca encontraré alguien como tú y que me ame, no hay hombres así.  –se queda pensativo, pero no triste porque brilla una sonrisa en su cara.

-Cuántos años tienes.

-Diecinueve.

-Lo encontrarás Vasiliy, hay hombres así, mejores que yo y a montones, yo tengo la suerte de conocer a unos cuantos.

-Como andas de tiempo mañana, quiero decir si tienes que participar en alguna prueba, porque estoy pensando…, ¿te gusta el baile?

Vasiliy me mira extrañado y con los ojos muy abiertos.

-Me seduce bailar, patinar para mi es danza pura.  –me acerco y misteriosamente le digo al oído.

-Podemos ir a algún antro gay, a una disco y pasarlo bien, ¿qué me dices?  -su respuesta es  abrazarse a mi cuello y comenzar a besarme.

-¡Qué idea tan maravillosa!  -está encima de mí, los dos desnudos y sin las toallas.

-Entonces no hay nada más de que hablar, nos ponemos vestidos de brillantina para fiesta y a mover el esqueleto a una disco o lo que sea.

-De acuerdo voy a decirle a nuestro responsable que mañana voy a faltar,  no tengo más que hacer, ya he terminado mis pruebas.

Comemos algo en una de las cafeterías del hotel y pedimos consejo en el mostrador, nos recomiendan que le pidamos a un taxi que nos lleve a divertirnos, ellos conocen los lugares.

Vasiliy tiene libre mañana y mi vuelo no sale hasta la tarde, salimos alegres a la calle y cogemos el primer taxi libre.

-Queremos bailar y pasarlo bien.  –el chico del taxi nos mira por el retrovisor queriendo que le concretemos más.

-Un lugar para bailar y divertirnos, sin más.  –sonríe y emprende su recorrido.

-Me vas a tener que enseñar, me llevas mucha ventaja, tú sabes lo que es dominar el cuerpo. –le hablo mientras le beso, se ha puesto ropa muy provocativa, cuando se quite el abrigo parecerá que va desnudo, una camisa de red plagada de lentejuelas y un pantalón negro brillante, a juego de la camisa floja que le da cierto volumen, se ha recogido el pelo en la nuca en una coleta corta y algunos mechones se le escapan al no tenerlo muy largo. Enseña, de esta manera, toda la belleza de su cabeza sostenida en su largo cuello.

-Vasiliy, estas que se te van a rifar, no va a haber macho que se te resista.  -suelta una carcajada ruidosa y me besa en la boca con un profundo beso.

-Si tú piensas así me conformo. –volvemos a besarnos de nuevo y aunque se haya reído es cierto lo que le he dicho, ya he visto las miradas que le dirigían algunos señores en la cafetería.

Lo que pensaba se ha cumplido, muchas miradas nos siguen y creo que vamos a tener muchas insinuaciones e invitaciones directas para todo.

Exageramos nuestras poses de enamorados para espantar a los más atrevidos y recurrimos a menudo al beso en nuestros labios y las risas cómplices al oído.

Baila como un dios divino, tengo envidia de cómo ejecuta sus movimientos y vive el ritmo, me deleita mirarle y se exhibe para mi, o para todos, están muy abiertos los ojos que le miran. Nos provocamos mutuamente y excitamos a las  personas cercanas, se añaden a nosotros para tener la oportunidad de poner sus manos en unas caderas que incitan a poseer a su dueño. Tampoco yo me libro del manoseo.

********************

Se ríe a carcajadas tirado sobre la cama, y sin saber por qué, le acompaño en su loca risa.

-¿Te fijaste que todo eran manos queriéndonos atrapar?

-Te lo advertí y hubo otras cosas, además de las manos había muy buenos bultos, también bailaban muy bien dos o tres chicos, pero como tú ninguno, la manada estaba loca y los lobos con muchas ganas porque las lobas eran escasas.

Estuvimos unos minutos riendo, recordando anécdotas del baile, donde cada poco tiempo teníamos que abrazarnos y unir nuestros labios, para que todos vieran que esa noche no pillaban sus parejas en nosotros.

Nos fuimos calmando, eran más de las tres de la noche.

-¿Nos quitamos el sudor?  -le pregunté por curiosidad antes de meternos en la cama para intentar dormir.

-No, no quiero que nos quitemos el sudor, quiero que tú me quites el calor que llevo toda la noche conmigo. –y acto seguido su boca quedó prendida de la mía, me besó hasta que me dejó mareado y sin aliento.

Volvieron sus dulces labios a mi boca, su rosa lengua a luchar con la mía, a veces en encuentros lentos como las hondas del agua mansa y otras en cruenta lucha. Besé cada milímetro de su rostro, aspiré de su aliento, cambiábamos nuestros fluidos pasándolos de una boca a la otra  y cuando se quitó el recogido del pelo, acaricié su cabello que se escapaba entre los dedos como hilos de seda.

Le retiré la ropa sudada, su camisa de lentejuelas brillantes, su pantalón en el que marcaba su verga preciosa y retozaba sobre la cama agitando sus piernas largas y sin fin, provocándome e incitándome a dejarme enroscar mi cintura por ellas.

Me desnudé sin prisa, mientras miraba sus movimientos insinuantes, boca abajo sobre la blancura de la sábana que se confundía con su carne, sus movimientos rozando su verga con la cama, el contraer de sus nalgas redondas, donde se marcaban los morbosos hoyuelos, las que ocultaban el secreto tesoro.

Me tenía a mil con su espectáculo follando la sábana y me tiré a su lado.

-Sabes que eres divino y un puto provocador.  -me coloqué encima de él y metí mi polla entre sus piernas. Se reía y entre sus risas le escuchaba.

-Eso, sí, eso es lo que quiero.  –mordía su nuca y mi boca bajó por su cuello, y su espalda hasta encontrar el arco, ahora invertido, de su baja espalda. Luego mordía, chupaba los globos tan llamativos de su culo, y hasta cogí mi polla con la mano para estrellarla en latigazos suaves contra ellos.

Vasiliy reía a veces y suspiraba, pero sobre todo reía en distintos tonos. Le di la vuelta para encontrarme su boca encharcada en su baba que la caía. Mi boca sonreía intentado imitar a su risa.

¿Qué te divierte?, ¿qué te causa tanta risa?  -me llevó hacia él tensando sus delgados brazos en mi espalda.

-Daniel, me has llamado puto. –es imposible describir la expresión de su rostro, alegre y gozoso, contento y hermoso donde brillaban dos lagos azules.

Bese y lamí la baba de su boca y bajé para atender la calentura de su pene. Tenía olor a sudor, a macho embriagador, un olor a rica verga, a jabón, a la esencia varonil que le brotaba de su glande y a su colonia. Sabía un poco salada, y que se diluyo cuando la metí entera en mi boca.

Creo que él tenía más caliente su pene que yo mi boca, su glande golpeaba en el fondo de mi garganta y sentía todo su tronco rodeado por mi lengua, mis labios se enterraban en el matorral de los pelos de su base y aspiraba fuerte, por la nariz para llenarme de su olor, y por la boca para llevar su verga más dentro de mí.

-Déjame Daniel, deja que dure, yo también quiero mi parte.

Mi miembro estaba a mil y tenía todo el fuste mojado. Abrió su boca y comenzó a comer el trozo de carne trémula que era mi polla. La saco para decirme pícaro.

-Está saladita y muy rica. –siguió con su trabajo lamiendo y succionando, yo le hacía igual y eran continuos nuestros gemidos de placer, y a veces nos arrancábamos gritos.  Los ruidos de succión se escuchaban muy altos cuando las pollas se escapaban de nuestras bocas.

Me recreaba jugando con mi lengua en su glande que cuando lo miraba parecía sangrar. Él, por su parte, sacaba a veces mi polla de su boca y se golpeaba los labios o las mejillas, era un delirio de sensaciones y gozo.

Retiré su rojo pene de mi boca y le di una palmada en su suculento trasero.

- Vasiliy, ¿quieres metérmela?   -su boca abandonó mi polla, la sostenía en su mano.

-No, ¡oh!, no. Quiero que tú me la metas, que me utilices y que me des tu leche.

Me tumbé a su lado para que nuestras bocas se encontraran y le susurré.

-¿Te gusta que te folle?  -no me decía nada con su boca, y sus ojos rientes y los movimientos de su cabeza me afirmaban lo que le preguntaba.

Le puse boca arriba y le abrí las piernas, le pedí que las sujetara sobre su pecho y me incliné para llevar mi boca a su ano, mi lengua entró a la primera, se había dilatado durante el juego amoroso, no me pareció extraño porque yo sentía el mío también abierto. Le introduje dos dedos que entraron con facilidad, los unté de mi saliva para llevarla a su agujero, los metí y jugué con ellos en círculos.

Vasiliy gemía y cerraba y abría su ano apretando mis dedos, disfrutaba como un loco.

-Fóllame, ya, fóllame, dame tu polla, Daniel, ven.

Dejé de hurgar en su culo y me dispuse a cumplir su deseo, también yo necesitaba meterla en el calor de su interior. Gritó de placer cuando inicié mi entrada en él, se mordía los labios y se agitaba jadeando y soltando suspiros morbosos.

Cada vez me ponía más cachondo y mi polla iba a reventar, sostuve sus piernas en uve y sujeto a ellas entraba y salía muy fuerte moviendo su cuerpo con mis embestidas profundas.

Cada vez me movía con más ritmo, más rápido y más fuerte, sentía la deliciosa calentura de su recto y como aprisionaba mi polla al salir y la dejaba libremente entrar.

Perdí la consciencia de mi cuerpo y solo era una máquina moviendo infernal mis caderas, le veía disfrutar, sus sonrisa no se borraba más que para morder sus labios, hasta que comenzó a temblar, a estremecerse entre jadeos, metí mi polla muy profundo y arrancó a eyacular, era magnífico ver como brotaba de su fuente la vida.

Caí sobre él y creí que le aplastaba, convulsionaba yo también y apretaba mis riñones para vaciarme en su vientre, en lo más profundo de su ser.

-Así, así, Daniel te quiero.  -su ano se cerraba alrededor de mi verga, sus piernas en mi cintura sujetas en mis caderas y sus brazos en mi cuello, pegaba nuestros cuerpos haciendo de dos uno solo.

- Vasiliy pequeño, eres adorable. –le besaba dándole las gracias con mis besos y él no dejaba de apretarse contra mí y creo que lloraba pero no me dejaba verle la cara apretando fuerte mi cuello.

Después nos besamos un rato, había llegado a querer a aquel muchacho en solo dos días, le había llegado a conocer como si hubiéramos estado juntos durante meses. Lo que menos quería era causarle daño y esperaba y deseaba que en unos días me recordara como una agradable aventura.

Ahora me sentía embargado por la ternura de tener entre mis brazos un cuerpo tan delicado, tan limpio y agradable al tacto de mis manos.

Se fue quedando dormido, arropado entre mis brazos y me sentí poderoso, el poder dar cariño y placer  me hacía más grande y fuerte.

**********

La luz iluminaba la habitación cuando desperté, tenía enroscados mis brazos en el pecho del dulce chico, el que estaba debajo de él me dolía y con cuidado lo retiré.

Contemplaba la blanca y lisa espalda, un poco inclinada hacia adelante, no veía pero notaba sus glúteos pegados a mi bajo vientre y sin darme cuenta me erecté.

Volví a sentir necesidad de él y mi polla comenzó a crecer sin que yo lo pretendiera.

No quería moverme ni despertarle e intenté retirarme un poco, creía haber conseguido lo que quería, su mano se movió para sujetar mi cadera.

-No, no te separes, no me la quites.  –impulsó su trasero hacia mí para restar la lejanía.

-Daniel, amor, es muy hermoso despertar así, quiero que me ames, va a ser nuestra última vez. –se dio la vuelta y me encaró, con lo alegre que siempre se muestra y la tristeza cubría su rostro.

Me quería comer y su boca no cesaba en sus besos, sus labios eran una caricia continua y los lastimaba con mi poco abundante barba.

Con ternura y sin prisas me la chupó, de igual forma pude meter su bello mástil en mi boca y lamer de nuevo su culo con restos de mi leche de la noche.

Se sentó en mi abdomen y se metió mi miembro, jugaba con él, bajaba su rostro para besarme y me cabalgaba disfrutando de mi polla dentro de su vientre.

Me gozó y le gocé, nos dimos nuestro postrero amor y nos dejamos ir en un éxtasis placentero y suave, dejándonos llevar a nuevos mundos de placer no mensurables.

Resultó una magnífica y sublime muestra de amor, dos hombres que se querían, pero que la vida no les había predestinado a permanecer unidos en sus vidas y se decían adiós, lo teníamos bien asumido pero eso no impidió que las lágrimas brotaran en una despedida de alegría y de dolor.

-Iré contigo al aeropuerto, no tengo otra cosa mejor que hacer.

Me acompañó en la ducha para limpiar nuestros cuerpos y acariciarlos por última vez, teníamos marcadas señales de una noche de amor, luego llenamos mi maleta y bajamos a comer, nos sentíamos muy cercanos y lejanos a la vez.

-¿Me darás un teléfono para que te pueda llamar?  -Le miré y sonreí para que se animara, no me parecía el mismo chaval del primer día.

-No, te daré un correo por si alguna vez tienes necesidad de mí, no quiero prolongar la agonía del adiós, a partir de este momento tienes que dejar de pensar en mi. Sonríe por favor.  –sujeté su mano y se la acaricié.

Para animarle le explique que seguramente en Marzo iría a Yorkshire y posiblemente podríamos vernos, eran tantos condicionales que no me creyó pero la sonrisa volvió a su rostro y fue ver el sol en un día triste y nublado.

Después de facturar el equipaje compré dos enormes ensaimadas para que Ray llevara a su casa y no quise cargarme con más paquetes.

Mi vuelta era con un vuelo directo a Lille, llegamos con tiempo y podía haber permanecido un poco más de tiempo con él, pero se hacía difícil el separarse y preferí pasar  el control de seguridad y despedirme.

Después de un abrazo y un beso, que se hacía interminable, soportó estoico hasta el último momento agitando su mano en un prolongado adiós.

***************

Podía haberle pedido a Ray que hubiera ido a buscarme, pero decidí que era mejor       coger un taxi. El vuelo se realizó sin incidencias y llegué al estudio antes de lo que yo tenía estimado.

Tenía a Ray esperándome y aproveché pare llenarle de recados también de besos y abrazos.  Denís no se encontraba allí, estaba observando que había algunos días laborables que no le veía.

-¿Qué le sucede a Denís, no le veo tanto como antes?  -mientras tanto iba vaciando mi maleta.

-Ahora tiene clases algunas días a la tarde, también para mi empezarán la semana que viene y no podré ayudar a mi padre.  –se quedó un momento en suspenso, dejé de recoger la ropa y le miré.

-Tampoco podrás ayudarme a mí, me acostumbraste mal. –le sonrío para quitarle importancia, en algún momento debería suceder, pero es cierto que me había acostumbrado a tenerlo todo recogido y en sus lugares.

-Lo tuyo no es tan grave, tengo los sábados y domingos para hacer lo que me quieras mandar, para mi padre es peor porque tendrá que dejar el trabajo que hace a las tardes.

Preparé unas bolsas de ropa para llevar a la lavandería y las dejé listas en el coche para llevarlas mañana cuando volviera del trabajo. Me despedí de Ray y le rogué que tuviera cuidado con la caja de dulces que llevaba para su casa.

Me lo agradeció y miré el jarrón de flores tan bonitas y frescas sobre la mesa, otra cosa que se terminaba, está bien hay que adaptarse a lo que se nos ofrece y aprovecharlo cuando lo tenemos.

Me quedaba algo de fruta y ya era muy tarde para salir a cenar, me conformé con lo que tenía y llamé a Nico para que supiera que estaba en casa, también a Rafael y saber si estaría mañana en le piscina y otras muchas cosas antes de meterme en la cama.

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