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Y mi gorda y hermosa prima... ¡aprovechó!

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Andaba yo, que parecía ya un potro en celo por mis estados de permanente excitación sexual, así como de bestia más que de humano. Una inmensa genitalidad además era en mí característica hasta risible por lo inmensamente abultada a simple vista, y ello, seguramente, por esa contundente prolificidad de generación altamente abundantísima en mis enormes testículos, los cuales vivían elaborando esas desproporcionadas cantidades de semen que me provocaban dolores por su amontonamiento desmesurado, teniendo diariamente que masturbarme muchísimas veces para poder mantenerlos a raya, digamos. Y, para colmo, mi pene… era un escandaloso falo que agravaba aún más aquella, mi abultadísima estética genital.

Mi madre y mis tías hablan a ese respecto, y se contactan con sus hermanas las cuales vivían en una finca en el campo, y entre todas resuelven que vaya a pasar mis vacaciones allá, donde solamente vivían ellas dos, más la hija de una de ellas; es decir, esas otras dos hermanas que también obviamente eran mis tías y María, la cual -decían mamá y mis otras tías en casa, que "Con María no va a haber problemas, pues esa muchacha es una verdadera santita, y no lo va a excitar a nuestro muchacho".

Allá pues aparezco, y cuando veo a María (a la que no veía desde que teníamos diez años y de eso ya habían pasado otros diez) al verla...estaba hecha una inmensa y por demás hermosa muchacha gorda, de gruesísimas y anchas piernotas y unas tetas inmensas, y toda ella era sonrisas y simpatía, bondad y un modito así como de mosquita muerta y santa, aunque con su modito así sonriente y de santita, clavaba su mirada en mi bulto genital, y se sonreía sin sacar de allí su mirada...Yo, comencé a sentir ya..."cosquillitas".

Mis tías allí eran, una de ellas la mamá de María, y su tía; es decir, tía de ambos. Muy diferentes las dos: una, -la mamá de María-, muy formal y seria...pero la otra, ¡ay! una verdadera "diablita" toda repleta de suspicacias, astucia, y un modo de ser que sabía extraerle los secretos más inconfesables hasta a un mismísimo muerto seguramente. ¿Qué por qué digo esto..? pues... porque esa tía, el mismo día que llegué, me hizo ir con ella a hablar sentaditos los dos debajo de una arboleda en la sombra y tomando refrescos y sabiendo la muy cochina, cuál había sido el motivo por el cual me habían derivado hasta allí, comenzó a tironearme de la lengua con una calidad como mágica, logrando que yo le contase todos, pero absolutamente TODOS, mis gustos eróticos y mis maneras de sentir el deseo por el sexo y lo que me encendía en materia de excitaciones sexuales. O sea, algo que jamás, pero jamás de los jamases, había yo a nadie querido contarle, ni jamás lo había hablado.

Yo, un verdadero fetichista del pie femenino y las cuestiones de la dominación femenina y el deseo de sentir a las chicas dominándome enteramente y sometiéndome a cosquillas y manoseos múltiples, así ardientemente entregado a ellas y el deseo de ser por ellas masturbado y felado, montado como un caballo y el desear con ardientes pasiones esas cosas de entregarme como esclavo a ellas, pues... esas cosas que ni soñando yo se las diría a nadie, esta cochina tía...logra arrancármelas como confesiones, allí en esa charla con ella! Todo, pero todo lo que se dice así TODO, la muy astuta supo hacerme decirle.

¡Muy simpática ella y haciéndose continuamente la muy comprensiva y “ayudadora”, supo hacerme hablar hasta por los codos como vulgarmente se dice, hasta enterarse de todito como yo era, lo que jamás por mi boca nunca antes salido!

Cuando terminamos aquella muy extensa charla, para mis adentros pensé:

-"Pero... ¿qué hice???!" Tarde. Ya, era muy tarde...

Esa misma tarde, mi otra tía, la mamá de María, me dice:

-"Nene... ¿me harías el favor de ir mañana temprano hasta la casita de Doña Juana a traerme una frazada que me quedó de prestar? Yo debo viajar hoy por la nochecita, y vuelvo recién pasado mañana ¿no te olvidas de hacerme ese favor, querido?"

-"Claro que iré, tía... vaya usted tranquila que sí lo haré!" -Le respondí amablemente, y así quedamos.

Viaja pues mi tía tal cual lo había dicho, y quedando solos en la finca mi otra tía, María y yo, me dispongo a ir hasta la casita de Doña Juana allá lejos detrás de una arboleda, pero hete aquí que cuando iba marchando, recuerdo que había olvidado mi reloj y volví a buscarlo. Mi tía y María, no advierten ese mi regreso, y creyéndose que iba yo en marcha hacia la casa de Doña Juana, comienzan a hablar a voces, hasta sentarse las dos ahí detrás mismo de la ventana de mi piecita, la cual tenía las cortinas y estera de maderitas bajas, y podía yo escucharlas y verlas, pero ellas no advertir mi presencia ahí dentro...

-"Ay, María...no te imaginás las cosas que me confesó tu hermoso y pijudo primo!!!"

-"Ay, tiíta...contá, contá!!!" -Le decía la María sonriendo con esa carita de mosquita muerta pero pícara como ella sola...

Y la muy cochina de mi tía, comenzó a contarle con lujos de detalles, todas las cosas que había ella sabido arrancarme en confesiones.

La María, escuchaba tapándose la boca mientras no paraba de reírse...cruzada de piernas y con una pollera ancha pero muy corta, exhibía sus inmensas piernotas gruesísimas y por demás excitantes, y detrás de la estera yo mirando y escuchando...tenía mi verga afuera y como un garrote de larga y dura. ellas, seguían su cochina charla..!

-"María... tenés que aprovechar esta oportunidad, muchacha! ¡este chico está servidito en bandeja para vos, y podés comértelo como te guste!" -le decía la tía, y la María no paraba de reírse tapándose la boca con una mano...no decía ni sí ni no, pero tampoco paraba de reírse, y la tía meta y meta decirle que me tenía que agarrar, "y hacerme papilla".

-¡Agarrálo y hacéle saltaaaaaaar la leche por la pija, que es lo que él más tiene y le va a gustar! No seas boba, muchacha!!!"

La María, se reía...

Luego de más de una hora tal vez hablando así, las dos se retiran de allí a las risas, y se van a la cocina aprovechando yo para salir por el otro lado, retirándome sin que ellas lo noten.

Al rato, aparezco yo con la frazada que me entregara Doña Juana.

-"Ahhhh, querido...¡ya volviste! estuvimos hablando de lo buenito que sos aquí con tu prima." -Dijo mi tía, y la María se sonreía con esa sonrisita continua en ella y de reojo, me miraba el bulto... se dio cuenta que yo lo noté, y mirando para otro lado, seguía sonriendo...

Por allá, la tía que sale para ir al pueblo a unos cuatro kilómetros más o menos de allí, y con la María quedamos solos.

Yo la miraba, y ella de contínuo con su sonrisita...y por allá nos cruzamos en un pasillito adentro de la casa, y la muy cerda me toca el bulto descaradamente, y yo me río y ahí mismo ya me atrapa y los dos nos reímos, y ya empieza la gran farra gorda en la cual empiezo a ser el juguetito de mi gorda y linda prima que, sin ningún preámbulo, comienza a hacer de mí su más sumiso y cómplice objeto.

Completamente desnudo y con la María mucho más grande y pesada que yo, la llevaba montada sobre mis hombros mientras ella reía y me decía que era yo su caballito, y con sus pies me masturbaba haciéndome corcobear de cosquillas y placer, hasta hacerme llegar los orgasmos que comenzaron a arrancar de mi chorizo aquellos potentísimos y prolongados chorros de leche que la María me hacía saltar a chijetazos así comenzando aquella jodienda donde comenzaba a ser yo su objeto entregado, cómplice y felíz.

Desenfrenadamente la María se sacaba las ganas de hacerme lo que quería, y yo era el más felíz de los esclavos siendo de ella su caliente semental.

Me follaba, me mamaba, me hacía lamerla enterita y me enloquecía a cosquillas y manoseos múltiples. me llevaba hasta unos galpones allá alejados de la casa, allá solía hasta inyectarme con unos afrodisíacos sexuales que les inyectan a los potros para que tengan mejor rendimiento sexual con las yeguas, y me hacía ir con ella hasta el monte y allá, poseído yo en los efectos de aquella droga, era un verdadero monstruo desesperado debajo de la María divirtiéndose en grande con mi cuerpo. Recuerdo que me venían múltiples orgasmos desmesuradamente prolongados y hasta crueles en su intensidad bestial, que me hacían gritar y bramar y hasta corcobear como un potro con la María encima divirtiéndose, y aquella muchacha era una verdadera tormenta azotándome sin piedad...y siempre, con su risita de mosquita muerta.

Mi verga inmensa y dura como una piedra y gruesa y larga era engullida por la María que sabía mandársela todita adentro, y yo acababa a los gritos largando mis chorretadas de leche bien allá adentro de la María.

Esa droga que la María me inyectaba me dejaba en unos estados de erótica desesperación que me producía una calentura sexual como endemoniadamente desesperante, y a la María yo la veía como una inmensa cosa hermosa y motivadora de desesperantes placeres que me hacían perder la razón en un estado de locura total donde pataleaba y gritaba sólo con verla, mientras ella seguía con sus sonrisitas, y... sin parar de hacerme, hacerme y hacerme...

Un día, ya muy próximo a terminar allí mi estadía de vacaciones allí llevado para alejarme del sexo , la María me lleva al galpón, y me dice que va a darme esta vez una dosis...cuadruplicada en su cantidad. MUDO QUEDO...MUDO, Y PERPLEJO. No sé qué decir, y una desesperación atroz me invade, pero a nada atino sino a quedarme paralizado por el espanto. Entonces la María toma las drogas y la jeringa...se sonríe de continuo, como de costumbre, y estando yo ya desnudo y pronto, viene y comienza a inyectarme sonriendo, y esta vez...haciéndome la más burlona y cochina de las morisquetas. Yo...lloraba y hacía pucheros y medio reía y la María me inyectaba sonriendo y con esa morisqueta y sacándome la lengua. Y enseguida de terminar de inyectarme, me dijo rápida y decidida:

-"Rapidito...al monte!!!"

Corriendo los dos íbamos, mientras iba yo ya sintiendo cómo mi cuerpo empezaba a sentir unas sensaciones por demás enloquecedoramente viriles, eróticas y por demás inhumanas en su exagerado placer, y mis gritos y gemidos, aullidos y suspiros, más la hacían reírse a la María que, aquel día...le estaba poniendo un colosal broche de oro a lo que había sabido hacerme en su finca en esas vacaciones, sabiendo que yo debería volverme y que quería sacarse las ganas de hacerme una bieeen gooordaa, antes de que me volviese.

Y así fue nomás: aquel día...creo que fui un verdadero loco en manos de mi hermosa y gorda prima abusadora, que se divirtió como nunca así conmigo. Recuerdo cuando en uno de los momentos más desesperantemente atroces del placer ése desmedido y bestial, en un desespero alocado emití aquel grito que hizo reír como nunca a la María. Enloquecido y desesperado, grité, me acuerdo:

-"Socooooorrooo!!!!"

La María, a las carcajadas cabalgándome encima conmigo de espaldas en el suelo y sacudiendo yo mi cabeza en desesperación de loco, me follaba subiendo y bajando encima mío, follándome como una endemoniada y alzando sus brazos victoriosa, burlona y feliz.

Mis orgasmos, esa vez, eran alocadamente continuos, unos tras otros, hasta desvanecerme por fin, extenuado y casi al filo de un ataque que de casualidad no me llevó al otro mundo.

Al despedirnos cuando tuve que volverme, la María y yo nos besamos como enamorados, y las tías se reían.

Creo, no podré olvidar así como así, aquéllas vacaciones cuando tuve que ir hasta allá para olvidarme un poco de mis cuestiones de las calenturas y el sexo.

 

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