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Una mañana de tantas

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Noche de calor. Me despierto a las 6 con un palo de aquellos, la cabeza rojísima y pulsando, los huevos hirviendo. A mi lado mi esposa a quien le gusta dormir desnuda. Está boca abajo mirando para mi lado. El culito sudado y bien parado, las tetas apretadas contra las sábanas, de una de ellas alcanzo a ver el pezón, durito, rosado, hermoso. Me acerco, recaliente y empiezo a acariciarla suave, suave por la espalda, me detengo en el culo. El pito me estalla. Con los dedos le acaricio suave el pezón. Le doy un beso en la boca. Se despierta. "Salí" me dice de mala manera "tengo sueño". "Y yo estoy recaliente" le digo "necesito ponerla antes de ir a la oficina, no me vas a dejar ir al trabajo así, tan al palo". "Arreglátelas como puedas, no cuentes conmigo" me grita la turra, se da vuelta y sigue durmiendo. Me levanto echando chispas, entro al baño, me toco el pene y acabo en un segundo. Le dejo todo el espejo lleno de leche. Me baño, me visto puteando y me voy a trabajar. Ella sigue durmiendo…desnuda. A las dos cuadras me doy cuenta que estoy al palo. "Que se caguen, la que quiera que mire y a la que no le guste que mire para el otro lado" pienso mientras me subo al colectivo.

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