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Inmigrantes

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Cada año, miles de inmigrantes vienen a esta nación para buscar mejores oportunidades y mejorar sus condiciones de vida.

Siempre sentí empatía con las personas que lo hacían porque comprendía el deseo de querer progresar o buscar un mejor futuro para ellos y sus familias.

Muchas personas emigran a otros países en busca de mejores oportunidades, sin embargo, no siempre quienes cruzan la frontera lo hacen con las mejores de las intenciones, toda clase de personas cruzan esa frontera, mi familia y yo lo entendimos.

Nosotros somos una familia de clase mediana, no nos sobra mucho dinero, pero tenemos lo suficiente para vivir tranquilos.

Yo soy un hombre maduro de casi 52 años de edad, dedicado al campo y a mi familia: conformada por mi esposa y mis dos hijas. Mi esposa es Camila, una mujer madura de 50 años de edad, ya algo marcada por la edad, pero sigue siendo una mujer muy atractiva, rubia, ojos azules, cuerpo embarbecido, pero seguía excitándome su cuerpo, tiene unos pechos y un trasero muy apetecibles. Mi hija mayor es Joanna, ella heredó la belleza de su madre, es una chiquilla de 17 años, pero su cuerpo está muy formadito, pareciese más grande, aunque de la cara sigue conservando muchísima ingenuidad. Tiene Carita angelical, rubia ojos verdes (como los míos), rostro afilado, cuerpo delgado, pero bien torneado, cintura pequeña, pechos de tamaño normalito y muy bien paraditos, un trasero muy bien formado y paradito junto con unas piernas largas y bien torneadas; yo estaba consciente que mi hija era una mujer hermosa por donde se le viera, pero a su vez nunca la vi con otros ojos. Debo decir que así lucía mi esposa cuando ella estaba más joven, pero con sus pechos y trasero más prominentes.  Y por último queda, Stefani, mi niña tiene 11 años que es una combinación entre su madre y yo, es pelirroja (como yo), ojos azules, blanca, en sus mejillas tienen pecas, pero se le ven muy lindas. Aún no se le desarrolla el cuerpo de mujer, aunque si se puede ver que un poco más grande va a tener un cuerpo muy bonito. Ellas tres son mi adoración.

Vivimos en una zona rural alejada de las grandes civilizaciones, pero para nosotros, este lugar es perfecto. Mi casa es de las primeras viviendas que están cerca de la frontera. En algunas ocasiones hemos podido ayudar a uno que otro indocumentado socorriéndolo con comida, agua, baño y unos días para que busquen donde trabajar e instalarse en otro lugar.

Somos personas muy trabajadoras, estábamos haciendo nuestras labores diarias. Yo estaba en los huertos trabajando sin percatarme de nada, y yo no vuelvo a casa hasta en la tarde, esto que narraré me lo contó mi mujer.

Estaba el día de lo más tranquilo cuando unos tipos invadieron mi casa, entraron muy deprisa buscando guarecerse. Eran tres tipos que venían muy ajetreados, sucios y de aspecto diferente a los oriundos del país. Eran indocumentados. Camila y Joanna se encontraban en la parte baja de la casa.

El jefe de los tipos era de unos 48 años, medio calvo, panzón y de aspecto grotesco, no era repugnante, pero si estaba bastante desaliñado supongo por la travesía que habían recorrido. Inmediatamente fue hacia mi esposa y la sentó en el sillón individual advirtiéndole que no hiciera tonterías o la matarían.

Mi hija Joanna estaba en la cocina que todavía no se percataba de lo ocurrido, uno de los chicos de unos 28 años se dirigió a la cocina y regresó a la sala con mi hija amenazada con una daga. La sentaron en el sofá frente a mi esposa y por unos momentos no le prestaron atención a ella y ambos fijaron sus ojos en mi esposa. 

El tercer tipo, al parecer era el menor de ellos, tenía 25 años a lo mucho; subió a la parte alta de la casa.

El tipo que era el jefe se sentó al lado de mi esposa explicándole que ellos estaban de paso que solo querían su colaboración y se irían pronto.

El otro tipo que estaba con Joanna fue a la cocina por víveres para que comieran mientras mi hija se quedó sentada sorprendida por lo que estaba ocurriendo casi no entendía lo que ocurría pues, en toda su vida nunca había vivido algo así.  Mi hija era inocencia pura.

Regresó el chico y los dos hombres se pusieron a comer y beber hasta saciarse, llamaron al tercer tipo, también se dispuso a comer y beber, inmediatamente cuando terminó se subió de nuevo y nunca más bajo.

El jefe dirigió su atención a mi esposa, tomándola de la quijada agradeciéndole por la hospitalidad y los víveres proporcionados, el tipo empezó a elogiarla a decirle que era una mujer muy hermosa y muy gentil.

Acariciaba su rostro mientras hacía comentarios sarcásticos y doble intencionados de cómo podría él agradecerle tan humilde gesto. El tipo comenzó a bajar su mano por el cuello de mi esposa y se detuvo en sus pechos acariciándolos con sus nudillos en seguida quiso desabotonar la blusa de mi esposa, pero ella forcejeo con él, pidiéndole que por favor se fueran pero que no le hicieran nada. El tipo jaloneó a mi esposa y le puso la punta de la navaja en el cuello advirtiendo que no tenía mucha paciencia y que si no cooperaba la degollaba.

El tipo arrancó botón por botón con la navaja hasta la mitad de la blusa, dejando descubierto solo los pechos y parte de su estómago. Al jefe se le desorbitaron los ojos cuando vio los pechos de mi mujer pues, con la blusa no se le veían tan grandes. Inmediatamente, empezó a manosearlos por encima del sostén, el tipo estaba encantado con mi mujer. El otro chico se olvidó de mi hija y se acercó a mi mujer, desabotonando su pantalón y sacándolo, hasta ese momento mi esposa había mantenido cierta templanza por no asustar a Joanna, pero allí le ganó el sentimiento y comenzó a llorar, fue cuando mi hija intervino sin entender ni comprender porque los tipos le hacían eso a su mamá, se acercó y le preguntó a Camila que porque lloraba. Fue cuando los chicos voltearon a ver a mi hija recorriéndola los dos con la mirada. Como si anteriormente no hubiesen puesto atención en la belleza de mi hija.

El jefe le dijo al chavo que lo dejara a él. Se levantó el viejo y se acercó a mi hija, Joanna por instinto fue retrocediendo cada vez que el tipo se acercaba hasta que ella chocó con el comedor, el tipo se le acercó y le dijo a mi hija que era una nena muy linda y con falsa cordialidad le pidió disculpas por su comportamiento. Mi hija atemorizada empezó a llamar a su mamá.

- ¡Mamá, mamá!

El jefe puso su navaja en la boca de mi hija y le dijo que calladita se veía más bonita. Mi hija choqueada se quedó callada.

Mi esposa en un intento por socorrer a Joanna intentó levantarse, pero el otro sujeto, le colocó su daga en el cuello y la amenazó con matarlas a las dos si no se portaban bien. Camila no pudo hacer más.

El tipo cortó el sostén de Camila y terminó de arrancar los demás botones de su blusa.  Mientras que el jefe recorría el rostro de Joanna con su navaja, al mismo tiempo notando la inocencia e incredulidad de mi hija que no entendía nada de lo que ocurría y el “tranquilizándola” en tono burlón que no tuviera miedo que sólo querían pasársela bien, que se iban a divertir mucho.

El tipo comenzó a besar el rostro de mi hija, él sabía que con mi hija no había problema, estaba más concentrada en tratar de entender lo que estaba pasando y les estaban haciendo que en querer defenderse.

La recargó en la mesa y la hizo subir un poco, estaba entre sentada y recargada. Besaba su cuello, besó sus hombros, besó la parte superior de los pechos, bajó un poco más y besó su ombligo y vientre descubiertos (mi hija siempre se anudaba sus blusas a la altura del ombligo.

El jefe desanudó la blusa y la desabotonó lentamente. Disfrutando con calma lo que veían sus ojos. El cuerpo virgen y angelical de mi hija. Joanna sólo estaba incrédula y apenada porque el sujeto la estaba viendo en paños menores.

El sujeto intentó agarrar el brassiere de mi hija, pero ella por instinto se cubrió. El tipo le advirtió que si no se portaba bien iba a castigar a su mamá. Ella quitó las manos ruborizada de la pena. Se veía su incomodidad por estar así frente a un desconocido.

El jefe tomó el sostén de mi hija y lo bajó lentamente, dejando al descubierto los hermosos y bien desarrollados senos de mi hija. El tipo empezó a besarlos, a acariciarlos, le chupaba un pecho mientras acaricia el otro pezoncito rosado (hasta ese día supe cómo eran los pezones de mi hija ya desarrollada como mujer). Mi hija estaba con los ojos desorbitados, se le veía confusión, no entendía lo que hacía el sujeto. En el granero tenemos animales y ella siempre vio que las diferentes hembras madres utilizaban sus senos para alimentar a sus hijos y ella siempre entendió que para eso servían los pechos, pero nunca imaginó que un hombre podía ser amamantado por unos pechos que no tenían leche para alimentar. Simplemente mi hija no entendía absolutamente nada.

El tipo al estarse agasajando a mi hija se empezó a excitar mucho y por la reacción de mi hija, ella pegó un pequeño respingo, el tipo comentó:

―Si muñequita, sentiste mi fierro, me lo has puesto muy tieso y ahorita te voy a enseñar para que se utiliza.

Ella hizo un gesto entre extrañada e ironía inocente (dando a entender que sabía que servía para hacer del baño y extrañada porque no sabía que el miembro masculino se erguía).

El jefe se incorporó unos segundos y observó el busto y abdomen de mi hija con lascivia. La jaló con un poco de brusquedad y la puso de espalda a él, colocando las manos de ella en la mesa, el tipo acarició la silueta de mi hija, desde los hombros hasta sus caderas. Subió sus manos desde su vientre hasta sus pechos, manoseándolos y los apretó un poco fuerte porque mi hija exclamó una pequeña molestia de dolor: -  ¡Auu!

El tipo no le prestó atención y empezó a quitarle el pantalón: le desabrochó el cinturón, desabotonó el pantalón, bajando su cierre y bajó la prenda al mismo tiempo que contorneaba con sus manos, las caderas y el trasero de mi hija.

Recostó a mi hija en la mesa, Joanna recostó su mejilla dejando de ver por completo a su madre. El jefe arrancó la fina pantaleta rosada de mi hija, él se desabrochó el pantalón, se los bajó y sacó su pene. Comenzó a besar los hombros el hombro de Joanna, lo lamía con cachondez y excitación. Estuvo así un rato, jugando con su pene en la parte íntima de mi hija.

Mi esposa no podía ver bien lo que hacía el sujeto hasta que Joanna pegó un grito de dolor y empezó a llorar mucho. De una fuerte embestida, el jefe había desvirgado a mi hija. Allí estaba ese sujeto cogiéndose a mi hija.

Para ese momento eran como las 4 pm yo regresaba a casa con la intención de ir a comer. Cuando entré a la casa, llegué al recibidor y vi esa escena tan perturbadora.

A mi derecha, estaba un viejo cogiendo a mi hija en la mesa, jadeando y gimiendo como un cerdo, mientras que mi hija lloraba inconsolablemente con gesticulaciones de mucho dolor.  A mi izquierda había un tipo más joven haciéndose una paja con los senos de mi mujer.

El jefe al verme incorporó a mi hija y tomó su navaja, la puso en el cuello de Joanna, el joven seguía masturbándose como si nada, pero no me quitaba los ojos de encima. Mi esposa tenía terror en sus ojos.

Yo noté el tipo de armas que traían y sabía que, a mi costado, sin voltear a ver para no ser obvio, estaba mí escopeta, de un movimiento muy rápido tomé la escopeta y le disparé en la cabeza al viejo, y en un giro le disparé al joven, en el costado izquierdo el tipo cayó herido al suelo. Mi esposa rápidamente tomó la daga del chico y yo fui corriendo a ayudar a mi hija.

Llegué a donde estaba mi hija temblorosa y llorosa. Muerta de miedo, impactada y con pequeños espasmos musculares. Tomé una cobija que estaba cerca de allí, envolví a mi hija y la llevé a sentar al sofá, al mismo tiempo que le preguntaba a Camila como estaba ella. En ese momento mi esposa me comentó que había un tercer tipo.

Yo inmediatamente cargué la escopeta y subí, por unos instantes me asombré que el sujeto no hubiera bajado por el ruido de los disparos. Lo busqué sigilosamente por las recámaras y el baño, sólo me faltaba el cuarto de Stefi, entré al cuarto y el sujeto estaba allí, de espaldas a mi acostado en el suelo y Stefi estaba también de espaldas debajo de él, llorando, él la estaba violando mientras le cantaba una de las canciones favoritas de mi niña ya que él traía puesto los audífonos de Stefi.

Tenía ganas de matarlo, pero no quería asustar más a Stef, me acerqué muy sigilosamente y le solté un culatazo con la escopeta en la cabeza. Por ende, cayó inconsciente aplastando a mi nena. Inmediatamente le quité al sujeto de encima, cargué a Stefi que sólo estaba con su playerita de dormir y la llevé a su cama, tratando de consolarla y hacerla sentir segura conmigo. Ella me dijo que le dolía mucho y llevó su mano hacia atrás, y su manó se manchó de sangre. Observé que pasaba y noté que el desgraciado había violado a mi hija por el ano, se lo había desgarrado.

En esos instantes me llené de rabia, de coraje, de impotencia y hasta de culpas por no haber estado antes para protegerlas. Para cuidarlas, para evitar que les sucediera tales aberraciones. Mis tesoros más preciados siendo atacadas de una manera tan vil y tan ruin. Quiero vengarme. Estoy sediento de venganza.

Si no pude proteger a mis mujeres, por lo menos quiero vengarlas…

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