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Sólo nuestra

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Durante el invierno pasado mi abuela, con quién viví desde pequeño falleció. Sin más familia cercana tuve que ir a vivir la ciudad, lejos de la tranquilidad que envolvía nuestro pueblo. 

Al llegar a la central de autobuses me recibieron mis tíos. A quienes no veía desde hacía más de quince años. Me acordaba muy poco de ellos, y menos me acordaba de mi prima Isabel. No le gustaba ir a provincia decía mi abuela. Llegamos a un departamento chiquitito en un edificio entre muchos más. Me acomode en un cuartito chiquitito. Había otro igual de chiquito para mi prima y uno no más grande donde dormían mis tíos. Quienes estaban discutiendo por mi causa. —¿Por qué aquí? —le preguntaba la señora. —No tiene a nadie más—trataba de defenderme mi tío. Y yo, como chinche. ¿Sabrán que en este huevito de departamento se escucha todo? Mi prima fue dormir con sus amigas, creo que tampoco le agradaba la idea de un provinciano en su casa.

La mañana siguiente mis tíos, ambos, salieron a trabajar, junto con mi prima que iba a la escuela. Me dijo que calentar y me dijo como usar el microondas. Venía de un pueblo, no de la Edad Media. En fin, después de desayunar recorrí la casa, en 10 minutos. Hasta qué pare en la habitación de Isabel. Revise sus libros, sus revistas, sus fotos. Diablos, estaba bien bonita. Echando cálculos tenía era mayor que yo dos años. Ya estaba en la universidad. Unos veintiún o veintidós. Yo ya casi cumplía diecinueve. Pelo negro, morenita, chaparrita, nalgona. Abrí sus cajones con cuidado para ver su ropa interior. Tangas de muchos colores y uno de esos cacheteros, tenía poquitas chichis por lo visto. Escuche cuando volvió de casa y se encerró en su cuarto, como a la hora salió azotando la puerta. Llevaba ya dos días viviendo ahí y no había visto a mi prima. 

Cuando llego el fin de semana, mi tío me llevo a conocer la ciudad, a Isabel la llevaron a gritos y reclamos. Comimos unos tacos bien chiquitos y fuimos al zoológico. Yo de manera discreta miraba a mi prima. Que rica está, ¡pinche berrinchuda! No quiso tacos y en el zoológico no soltó su teléfono. Por más intentos de mi tío, Isabel nunca me dirigió la palabra. 

Tuvo que pasar otra semana para que desayunáramos juntos, como todavía no arreglaban mis papeles para que entrara a la prepa abierta, pasaba todo el día en el cuarto de mi prima. Frotaba su ropa en mi verga, imaginando sus nalgas. Un día me estaba masturbando con una minifalda, de sus favoritas, la tenía apretada contra mi verga, y era tanta mi excitación que no pide contenerme y la manche de semen. Faltaban unos 15 minutos para que ella llegará, no me daba tiempo de lavarla y que se secara. ¡Mierda! La puse bajo mi colchón y me hice el dormido. En la noche le reclamo a sí mama. —¿Dónde pusiste mi falda? —Le reclamaba a sí mamá. —En tu cajón, como siempre. —Pues no está y la necesito para el viernes, acuérdate de la fiesta. Mi plan de lavarla y colocarla en su lugar se esfumó, al día siguiente la lave, la planché y la puse en otro cajón. Pero, no fue suficiente. Cuando la encontró, salió y me miro con odio, pero no dijo una palabra. Al día siguiente entré con miedo a su habitación y al abrir su cajón encontré una hoja de cuaderno que decía “pinche indio naco” ella sabía. Pero no me importo, agarré la misma falda y me masturbé con ella, me vine y la deje en su cajón, así, batida de mocos. ¿A ver qué hace la niña fresa? Cuando llego entro directamente a su cuarto, en silencio llevo su falda hasta la lavadora y regreso con la mano embarrada de semen a mi habitación y se paró frente a mí. —¿Y también te gusto yo? ¿o sólo te excita mi ropa? —me quede mudo y mi prima froto su mano en mi playera. —Guárdate tus mocos para ti cabrón. Tome su mano y la lleve hasta mi verga, restregaba la palma de su mano en mis huevos. —Así me froto con tu ropa—Me saque la verga y ella me empalmo la verga. —¿Así está mejor? —Mucho mejor—No tarde nada en venirme y toda mi leche fue a dar a la falda que traía puesta. —¿Tú no te cansas de ensuciarme la ropa verdad pinche provinciano? —quise levantarle la falda, pero me detuvo de inmediato. —No paisano, aquí la que manda soy yo. ¿O quieres que le diga a papá que juegas con mi ropa? —Se fue y se encerró. No la vi hasta la cena y no me dirigió la palabra, ni siquiera me volteo a ver. Al día siguiente antes de salir a la escuela me dejo una nota bajo la puerta. “Cuando regrese quiero que estés bajo mi cama".

Cuando escuché que subía la escalera del edificio, corrí a esconderme bajo su cama. Mi prima entro con quien pensé que era su novio. Fue un pinche martirio escuchar como se la cogía ese cabrón. —¿Ese es tu novio? —No, ¿ni siquiera te diste cuenta verdad? —¿De qué? —Olvídalo, ven bájate los pantalones. —Obedecí de inmediato, y pensé que mi prima me iba a hacer otra chaquetita. Pero ella se puso de rodillas y empezó a mamarme la verga. Nunca me habían chupado el pito, nunca ha besado a una mujer, nunca he tenido novia. Esto es fantástico. Mi prima no sacó mi verga de su boca hasta que me vine, se tragó mi leche y seguía mamando. Pinche putita la fresita. Yo sentía que mis rodillas me temblaban. Cuando por fin término conmigo me tire en la cama. —Mira Filemón. —Fidel, me llamo Fidel. —Como sea, yo tengo varios amigos que me visitan, y sí tú te portas bien y no dices nada, yo voy a ser buena contigo. ¿Ok? —¿No era tu novio? —¿mi novio? No mames, esto es la capital. Esas modas ya no se usan. —pero... —Estamos...? —¿Sí, pues a mí qué? 

Durante semanas vi desfilar al menos a diez tipos diferentes por la casa. Algunos casi de la edad de mi tío. Pero a mí no me importaba. Mientras ella siguiera mamándome l verga. A veces me dejaba venirme en su cara, me gustaba que esa sensación que tenía al principio con su ropa, ahora la veía reflejada en su carita, los párpados, la nariz, sus labios y a veces su pelo lleno de mi lechita. Nunca me dejaba penetrarla, sí acaso un par de veces se levantó la falda y me corrí en sus nalgas.

Pero nada es para siempre. Un día, no sé cómo, mi tío se enteró de los tipos que visitaban a Isabel y justo a la mitad de una mega cogida, entro a casa. Sacó a madrazos al que creo que sí era su novio y le pegó otros tantos a mi prima Isabel. A mí me amenazó con mandarme de regreso al pueblo y mi tía dejo de hablarme. Por pinche alcahuete me decía. 

Pasaron varias semanas, un día mi tío regreso temprano del trabajo. Reviso toda la casa buscando a algún cabrón. Aunque Isabel le aseguraba que no había nadie. Mi tío venía borracho y no paraba de preguntarle. —¿Dónde está? ¿Dónde se escondió?¡¿Dime?! 

—Tratábamos de calmarlo, pero insistía. Luego fue hasta la habitación de Isabel y nos llamó.

 —A ver putita, ¿te gusta la verga? Aquí está la de tu papá. ¿O qué, ahora te vas a hacer la santa? Sí hasta el pinche vigilante te cogía. ¡Puta! —Mi prima estaba llorando, y yo intentaba calmar las cosas, mientras mi tío se frotaba la verga frente a su hija. Entonces Isabel dejo de llorar y pude ver esa mirada que me hacía sentir escalofríos.

—¿Quieres a tu hija la putita? Bueno, pero sin arrepentimientos papá. 

Isabel se acercó y tumbó a mi tío en la cama. Luego le dio un trago a la botella de tequila y comenzó a chuparle la verga. —Esto está mal hija. —Ahora te chingas, ¿querías a la putita de tu hija no? —yo miraba desde el marco de la puerta y mi verga pedía a gritos salir de la bragueta. Isabel se quitó la ropa, sólo se quedó con una tanga blanca, la movió a un costado y monto a su papá. 

—No, eres mi hija y esto no... —Isabel le tapó la boca y lo cabalgaba cada vez con más fuerza. —Me voy a venir... Me voy a.... —Mi tío sacó la verga y le baño las nalgas con semen, ella se fundió en un beso con él y luego lo sentó al borde de la cama. Con la cabeza me indico que me acercara. —Ahora te toca mirar. 

Empezó a mamarme la verga mientras su papá miraba estupefacto, ya con la conciencia desecha por el hecho de haber cogido con su hija. —¿Esta putita querías ver? —Yo, no aguantaba más, estaba a punto de venirme, pero mi tío de un movimiento la jalo a la cama, la coloco de a perrito, le quitó la tanga, abrió sus nalgas con ambas manos y comenzó a fornicarla de una manera violenta. Le sujetaba las manos contra la espalda y bufaba a cada embestida. —Eres mi puta, vas a ser sólo mi putita. ¿Me oíste? —Siii siii soy la putita!!!

—Haaa!! Haaaa!!!

—Soy la putita de papi cógeme rico papi! 

—Haaag!!! Haaaag!!!

Mi tío volvió a venirse, esta vez la espalda de Isabel quedo totalmente batida. Se paró y se fue al baño. Pero, ¿y yo que? Tenía que aprovechar ese momento. La mantuve empinada le frotaba su panochita tibia, me puse atrás de ella y sin pensarlo le metí la verga. Isabel ni siquiera puso resistencia, entraba y salía a placer, ella sólo recibía verga. En realidad, era mi primera vez, por fin estaba metiendo mi verga en ese culito redondo que tanto deseaba. Cuando estaba por venirme, me salí y fui directo a su cara. Ella se volteó y recibió mi leche, siguió chupando. Regreso mi tío fuera de sí y volvió a cogérsela. Recargó las piernas de Isabel en sus hombros y volvió a estar dentro de ella. Nos turnamos su conchita un rato más, mi tío la sentó sobre su verga y la combinaba su panochita y su ano, luego le ponía la verga en la boca. Yo aprovechaba para usar también su cola. Nos la cogimos hasta que ya no tuvimos una gota de semen para ella, luego nos bañamos y dormimos un rato. 

Cuando por fin se le bajo un poco la borrachera a mi tío, quiso hablar con nosotros. Pensé que nos regañaría o castigaría. Pero lo único que dijo fue. —Eres nuestra putita. Sólo de nosotros. —Isabel lo beso en los labios y luego me beso a mí. Asintió con la cabeza dando por sentado el trato. Entonteces se escuchó la cerradura y mi tía entro, preparamos la cena y vimos un rato la tele. Me gusta la capital.

@MmamaceandoO

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