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Celina

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Soy Alberto, les voy a contar algo que me pasó hace unos días.  Soy un tipo normal de esos que pasan desapercibidos.  Tengo 47 años y hace más de 1 año estoy separado de mi antigua pareja. Tengo un negocio cerca de mi casa en una pequeña ciudad del interior de mi país.

Bueno al grano. En mi negocio había contratado a una chica llamada Celina. Ella tiene 21 años, es un poco más baja que yo, delgada y con un cuerpo bien formado y una cinturita que me vuelve loco. Ella siempre me gustó desde que mi antigua pareja me la presentó hace un par de años. Con esto de la separación pasé unos meses muy mal, deprimido y derrotado. Si no hubiera sido por Celina no sé a dónde hubiera parado yo. Ella se convirtió en mi apoyo durante ese período tan difícil y siempre se sentí a gusto con ella. Ambos somos muy abiertos en nuestras conversaciones y no nos andamos con tapujos cuando hablamos algún tema. El asunto es que yo siempre le hice saber directa o indirectamente lo mucho que ella me gusta. La cosa es que ella no me paró bola, pues supongo que me veía tal vez como un hermano mayor o un padre o un abuelo o qué se yo.

Un sábado de esos que ocupo en ordenar mi negocio, estuve trabajando toda la mañana en ordenar las cosas y hacer limpieza, etc. Ya casi al medio día cuando me disponía a cerrar, recibo un mensaje de whatsapp de Celina preguntándome qué hacía. Le respondí que ya había terminado y que estaba a punto de cerrar. Ella me dijo que la esperara que me traería comida, como lo hacía de vez en cuando. Le dije ok y bajé la puerta enrollable para que no entraran más clientes. A la media hora llega Celina y le hago pasar. Me trajo una lasaña que ella misma había preparado. Se la agradecí y la compartimos. Estuvimos hablando de todo un poco, de cómo le iba en la universidad, de cómo me sentía últimamente y cosas triviales. Yo mientras tanto aprovechaba para mirar discretamente su cuerpecito bien formado. Ella tiene una cinturita de maniquí y un culito que es bien apetecible. En una de esas Celina me sorprende y me reclama en tono de broma: —Degenerado eres un depravado, tú podrías ser mi padre —a lo que yo respondo, —tu padre no, tu papi sí. Ella río y yo aproveché para seguir echando más leña al fuego: —¿Celina por qué tú y yo no nos conocemos un poco más íntimamente? Ella se sonroja y baja la mirada y me responde, que no sabría cómo mirarme si llegáramos a tener algo íntimo —además, me costaría mucho desnudarse frente a ti —me dijo. Yo le respondí: —por mi parte yo nunca te reprocharía algo así, además, si no te atreves a desnudarte, yo podría ayudarte, de eso no te preocupes jejeje,  —¡Estás loco! —respondió. 

Yo aprovechando el giro que había tomado la conversación seguí acorralándola con mis insinuaciones y como ella estaba sentada en una silla frente a mí, me acerqué un poco más.

—Pero Celina, si gustas, nadie se enterará de lo nuestro, yo soy muy discreto y podríamos buscar un sitio donde nadie se entere. 

—No sé, es que me pones nerviosa, yo nunca he estado con un hombre maduro — respondió.

—Tranquila, prometo ir suave si así lo deseas —.  A todo esto, ya había tomado sus manos y sentía cómo temblaban.  Ella solo alcanzaba a decir, “no sé, es que me da miedo”.

—No te preocupes Celina, yo nunca te lastimaría ni te obligaría a hacer lo que no deseas.

Ya para entonces yo acariciaba sus brazos y estaba más cerca de ella. Cosa que aproveché y le robé un beso. Ella se sorprendió y dijo —Alberto por favor no. Yo ya había puesto toda la carne en el asador, así que… para tras ni para tomar impulso…—Tranquila Celina sabes que me gustas mucho y te quiero porque has sido mi apoyo todo este tiempo y ahora te deseo como mujer.

—… por favor no sé qué decir, tengo miedo —dijo ella, mientras yo nuevamente le robaba otro beso, esta vez más intenso y pudo comprobar cómo Celina bajaba la guardia y ya no mostraba resistencia.  Nos ponemos de pie y la pego hacia mí y le plasmo otro beso, esta vez es más intenso, mientras acaricio su espalda. Ella suspira y siento que su respiración se acelera un poco.  Sin darle espacio a arrepentirse me pongo en su espalda y beso su cuello.  Celina tiembla y me dice: —ya para por favor… Yo hago caso omiso, sigo besando su cuello mientras la sujeto del vientre.  Ya Celina comenzaba a disfrutarlo, pues movía su cabeza y su respiración estaba acelerada.  Sentía cómo temblaba.  Yo estaba pegado a su espalda y ahora acariciaba su vientre por encima de la ropa y le decía al oído que es muy hermosa y que la quería más que una amiga.  Ella solo respiraba más fuerte e hizo algo que no me esperaba, tomó mi mano y la puso sobre su seno.  Yo comencé a acariciarlos y ella movía sus caderas.  Yo me había apoderado de sus senos sin aún quitarle la ropa. Sin pedirle permiso, suelto la correa de su pantalón y lo desabrocho y meto mi mano…ella asustada dice —nooooo… y pude comprobar con mis dedos lo mojado que estaba su sexo…. Y lo acaricié mientras ella gemía, y apagué su gemido con un beso profundo, así de lado como estaba yo.  Celina ya estaba entregada a mí, los movimientos de su cadera estimulados por mis caricias me lo decían.  Como un rayo, le bajo el pantalón y desabroché su blusa para poder acariciar sus senos.  Ella me ayuda quitándose el sostén mientras yo bajo suavemente sus panties.

Para entonces ya Celina era otra, había perdido la vergüenza de desnudarse frente a mí y yo ya era otro dispuesto a hacer lo que sea por poseerla.

Allí estaba yo, con la chica que tanto me gusta desnuda y a mi merced.  Ni corto ni perezoso me desnudo a la velocidad del rayo.  Mi pene ya estaba en su punto motivado por la escena del hermoso cuerpo desnudo de Celina.  Ella sintió algo de vergüenza al verme desnudo.  Yo en cambio le atraigo hacia mí y le digo: —Dios eres tan hermosa Celina.  Plasmo otro beso en su boca, bajo por su cuello y llego a sus senos, los cuales beso.  Acaricio con mi lengua sus pezones y los succiono suavemente mientras Celina gemía: —ayy Dios que rico… A todo esto, sigo bajando por su vientre plano, beso su ombligo y por fin llego a su sexo mojado, el cual beso tiernamente.  Celina se estremeció como si hubiera sufrido una descarga eléctrica —ayy Dios Alberto…, puedo sentir como se agarra de mis cabellos mientras yo comienzo mi ataque a su vulva ya entregada a mí.  Lamo sus labios vaginales de arriba abajo y de lado a lado.  Siento sus piernas temblar.  Yo no dejo se lamer y abro con mis dedos un poco sus labios para buscar su clítoris. Es allí donde Celina termina de estallar.  Con la punta de mi lengua acaricio suavemente su botoncito mientras ella tiembla y me dice: —ayyy papi sigue, sigue. Yo no le doy tregua, lamo y succiono suavemente su clítoris mientras ella ya casi no puede ni sostenerse.  Las piernas le tiemblan y yo rápidamente la siento en la silla y separo sus piernas y continúo con mi tortura. Levanto mi mirada y puedo ver cómo se agarra el cabello y se lo hala con desesperación. Está bellísima. Celina está completamente entregada a mí ya no hay duda.  De su boca solo salen pocas palabras: —papi sigue, sigue papi —y algunas otras palabras de grueso calibre jejeje.  Celina se quiere arrancar los cabellos a la vez que arque la espalda.  Y yo en mi vida había sentido tanto placer en ver a una mujer gozar así de una mamada.  Me sentía feliz y hasta orgulloso de lo que estaba haciendo.

Así estuvimos un buen rato, yo ya tenía la quijada cansada, pero estaba feliz.  Celina se incorpora y me pide: —ya papi, cógeme que no aguanto más, quiero que me des ya Alberto por favorrr.  “Sus deseos son órdenes mi amada princesa”, me dije yo, y me levanté, me siento en la misma silla y a ella le digo que se siente despacito como a ella le guste… ella obedeció, y se iba sentando poco a poco mientras mi pene apuntada hacia arriba y ella bajaba de a poquito. Dios mío ella gimió tan dulcemente al sentir el primer contacto con mi pene que tuve que hacer un gran esfuerzo para no venirme en ese momento. Sentí como su sexo estaba tan estrecho, mojado y caliente. Fue engullendo poco a poco mi pene mientras yo la sujetaba de la cintura y la miraba a los ojos.  Ella había cambiado, en ese momento, había un brillo en su mirada que me hacía quererla más y más. La besé y ella respondió agarrándose con fuerza de mi nuca. Bajó por completo y mi pene desapareció dentro de ella. Nos quedamos mirando fijamente unos segundos y no pude aguantar más y se lo dije: —Celina no tienes idea cuánto te quiero princesita… A ella se le aguaron los ojos y me dijo que ya no tenía miedo y que nada le importaba más en el mundo que estar juntos. Comenzó a moverse suavemente y pude sentir la humedad de su sexo en mis muslos. Yo la sujetaba de la cintura mientras ella marcaba el ritmo. Estaba loco por ella, besé sus senos y los succionaba con hambre. Ella solo gemía y se movía como poseída. Nunca en mi vía había sentido un sexo tan mojado como el suyo.  Casi que chorreaba y yo estaba tan feliz por eso. Estaba haciendo disfrutar a esta mujer como ella nunca lo había sentido en su vida.

Luego cambiamos de posición y ella se sentó de espaldas hacia mí.  Cosa que aprovecho para masajear sus senos y besar su cuello y oreja y decirle al oído cosas bonitas y otras sucias, por qué no, jejeje.

Al cabo de un rato, vuelvo a sentarla frente a mí y la levanto en peso y ella se sujeta a mi cuello y rodea mi cintura con sus piernas.  Le apoyo contra la pared y comienzo unas embestidas más fuertes, cosa que la enciende más: —… más duro papi dale dale papi —decía.

Yo estoy fuera de control, el placer es inmenso y esta mujer me está enseñando lo que es el sexo sin condiciones ni pudor.  Esta debería ser la muerte más dulce que se puede experimentar en el mundo, pienso yo.

En un momento dado, le digo: —… amor ya no puedo más… estoy a punto de venirme…

—Sí papi vente dentro de mí, quiero llevarte dentro, yo me tomo la píldora, pero papi no te salgas por favorrrrrr —me sorprendió su petición.

Oírla decir eso, fue la gota que derramó el vaso, yo ya estaba a punto de venirme y mis embestidas y mi agitación se lo hicieron saber.  Ella apretó más sus piernas para no dejarme escapar y en un minuto, Dioosssssss deje salir todo lo que llevaba en mis testículos.  Celina lo sintió y así me lo hizo sentir con un beso que acalló mis bramidos de toro enfurecido.  Fueron varias estocadas hasta que quedé yo diría que vacío.  Nos tomó un par de minutos normalizar la respiración, pero cuando saqué mi pene, pude notar que mi semen salía de su vagina.  Ella sonrío con cara de triunfo, me había hecho en ese momento el hombre más feliz del mundo.  Yo la besé y la estreché contra mí, quería meterla en mi piel.  Luego de esto, nos quedamos sentados y ella en mi regazo parecía como una beba que busca cobijo.  Luego nos vestimos y nos preparamos para salir.  Cerré el local y me dirigí a llevarla a su casa.

En el camino a su casa, detengo en auto, y le digo a los ojos: —Celina, quiero más…. Ella sonríe y se lo piensa y me dice —… está bien Alberto vamos.  Y tomamos rumbo hacia un motel donde nos esperaba una cama grande, Pero esa es otra historia que viene pronto.

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