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Los cuernos de Quique

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Aprovechó que estaban en su casita de la playa y después de desayunar, Maica se disponía a tomar el sol junto a la piscina y el esposo le soltó con fastidio.

−Sé que me has estado engañando.

−Cuéntame cómo empezó! quiero conocer hasta el más pequeño detalle. Necesito saberlo antes de tomar una decisión que posiblemente cambiará nuestras vidas, de hecho, las nuestras, ya las has cambiado.

Maica se tumbó en una hamaca con una copa en la mano y se puso las gafas de sol, aunque la sombrilla protegía su rostro y comenzó a relatar la historia; estaba dispuesta a satisfacer plenamente el morbo de su marido a sabiendas que le dolería, pero era lo que merecía por como la había tratado en los últimos años.

Al salir de trabajar fui a la tienda por algunas cosas que había encargado desde la oficina y llegando al ascensor se me rompió una de las bolsas; Chimo entraba en ese momento y me ayudó a recoger las naranjas que estaban diseminadas por el vestíbulo y así fue como nos conocimos, fue muy amable y me acompañó hasta casa. Fue varios días después que pensé en él; la tarde que me estuviste contando que habían organizado un viaje a Barcelona para asistir a la final de la Copa el Rey; recuerdo perfectamente que sería en sábado, el 30 de mayo para ser exactos.

Ese día planee tener mi propia final o para ser más exactos mi gran principio; esa noche te fui infiel por primera vez al menos en mi fantasía; mientras me follabas pensé en él y en como lo haría, el tiempo me dio la razón pues es mucho mejor amante que tu, aunque no quiero adelantar acontecimientos ya que quieres conocer “todos” los detalles.

Me propuse dejarme seducir, a los hombres os gusta que os lo pongamos fácil pero no que os seduzcamos y unos días después ya conocía alguna de sus rutinas; a pesar de que trabaja en casa, todos los días sale poco antes de las ocho de la tarde y regresa cerca de las once en chándal y con una bolsa de gimnasio.

Sé que te horroriza ir al gimnasio y desde que cambie de empleo y dejé el que tenía cerca del trabajo quería encontrar alguno, aunque no me decidía; la noche que fuiste a la despedida de soltero de Carlos lo espié para verlo llegar y tropecé con él “accidentalmente” en la portería, y aproveche para preguntarle si venia de un gimnasio cercano. — fue muy amable y me respondió.

— ¡Necesito hacer ejercicio! soy diseñador industrial autónomo y trabajo en casa, en ocasiones salgo a visitar a algún cliente, pero he tomado la costumbre de ir al gimnasio siempre que puedo; hay uno pequeño a unos diez minutos caminando al que voy casi todos los días.

A mí me da más miedo que pereza; a mi marido no le va lo que llama “culto al cuerpo” y por mi trabajo solo podría ir en la tarde-noche y eso de regresar a casa sola por estas calles solitarias no me gusta y no quiero que Quique me venga a buscar. — le respondí con estudiada timidez.

Resultó como esperaba pues de inmediato respondió.

— Si quieres podemos ir juntos; suelo ir todos los días y si te parece quedamos mañana y te acompaño para que lo conozcas y estoy seguro que te gustará, todos nos conocemos y desde hace tiempo solo admiten nuevos socios por invitación de los antiguos, de ese modo se mantiene el buen rollo evitando a los elementos perturbadores que podrían malograrlo, eso va en beneficio de todos y estoy seguro que encajarás perfectamente.

Si haces memoria, al día siguiente de la despedida de Carlos fui al gimnasio por primera vez; fue con él y ese día descubrí que ese gimnasio es una verdadera maravilla, estábamos llegando y en la entrada preguntó algo apurado. — ¿Sueles hacer toples o desnudo integral? Es que solo hay un vestuario para todos y hasta el momento nadie se ha sentido molesto, a veces bromeamos, aunque soléis ser las chicas las más incisivas y cuando una mujer se dedica a aguijonear es terrible.

Le respondí que hago nudismo siempre que puedo y que me encanta como bien sabes, aunque a ti no te hace gracia que los demás me miren a pesar de que tú las miras a todas con descaro y sin importarte que estén acompañadas o que yo esté junto a ti hablándote.

Quique se revolvió en su asiento, pero continuó en silencio; sin prestarle importancia Maica continuó con su relato.

Entramos en el gimnasio y nos dirigimos a un pequeño despacho; Chimo asomó la cabeza y le oí decir a alguien que había dentro. — Traigo a una amiga para que conozca las instalaciones y si le gusta pasaremos luego paras que le hagas la ficha.

Alguien debió responder, aunque no lo oí; me tomo de la mano y entramos en una sala con aparatos para trabajar, piernas glúteos pantorrilla pecho brazos hombros espalda abdomen, también había, barras, discos, mancuernas y varias cintas motorizadas para correr encaradas dos a dos para poder charlar mientras se hace ejercicio, del mismo modo que las bicicletas para spinning de las que también había ocho y todas ellas ocupadas.

En otra sala estaban haciendo una sesión de step y Chimo me dijo que después un grupo haría Pilates; las edades de unos y otras oscilaban entre los veintipocos y los cincuenta y muchos, todos se veían saludables y me sorprendió no ver a ninguno de esos obsesos por la musculación, al preguntar si durante todo el día la tónica era la misma me aseguró que así era y que solo había seis monitores; tres parejas, una hacia el turno de siete a quince, la que empezaba a esa hora estaba sola hasta las cinco de la tarde que es cuando llegaba la tercera pareja y los cuatro estaban hasta las diez que es el tramo horario de mayor afluencia, y la última se quedaba hasta las doce o incluso más tarde si algunos clientes lo solicitaban.

Entramos al vestuario y encontramos a dos chicos de no más de veinticinco años y una mujer de unos cuarenta cambiándose los tres y ella les decía sonriendo.    

— ¡Después de sudar un poco os espero en la sauna!

Al vernos, saludaron a Chimo afectuosamente y a mí de forma correcta; la mujer se presentó como Lurdes y me dijo que ojalá me quedara porque me veía muy guapa y estaban en inferioridad numérica. Chimo me preguntó si en mi antiguo gimnasio solía ir a la sauna y al responderle que no tenían comenzó a explicarme las ventajas para el organismo y me invitó a pasar un rato en la cabina, me ofreció una toalla para que me envolviera en ella, aunque la sauna esta junto al vestuario.

Nos desnudamos y mientras lo hacía me fijé en su miembro, su tamaño es descomunal y al ver como se armó imaginé que me “clavaba” contra la pared como a una mariposa en un tablero y me llevaba al paraíso una y otra vez; entramos en la sauna y vimos una chica de no más de veinte entre dos tipos de unos cuarenta que bromeaban, ella sin ningún pudor sujetaba el ciruelo de ambos que acariciaban sus pezones, uno con los dedos y el otro con los labios; nos saludaron con un simple hola y continuaron a lo suyo.

Chimo me miró fijamente y preguntó un tanto apurado. — ¿Te molesta continuar aquí? Son amigos y se divierten, pero entenderé que te sientas incomoda. Me desprendí de la toalla y aparté la suya; no quería romper la magia que flotaba en el ambiente ni perder la oportunidad de gozar de esa espléndida “POLLA” con mayúsculas.

Me pegue a su cuerpo y al notar su verga contra mi coño dejé de pensar; me besó al tiempo que me abrazaba aplastándome de forma brutal y esa sensación de indefensión me pareció el sumun de la entrega; poco después estaba sentado en el borde de uno de los bancos y yo sobre sus piernas encarado con él clavando mis pezones en su pecho mientras su cilindro invadía mi cuerpo sin piedad, logrando con cada arremetida arrancarme un jadeo y volviéndome loca con un primer orgasmo; en los ocho años que llevo contigo no han sido más de veinte las veces que me has obsequiado con uno y solo en tres ocasiones he disfrutado de dos orgasmos consecutivos y porque estabas tan borracho que no te corriste pero no porque te hayas preocupado jamás por satisfacerme y aunque no se trata de un reproche es una realidad.

Chimo consiguió tenerme en vilo hasta que alcancé un segundo orgasmo y cuando creí que se había terminado dejó que me doblara hacia atrás y estuvo mordisqueándome los pezones hasta conseguir arrancarme un tercero que me dejó muerta; se inventó la forma de alargar ese orgasmo y cuando los últimos espasmos se extinguían me atrajo de nuevo y sujetándome fuertemente por la cintura estuvo manchando como un poseso hasta correrse dentro de mí en el que fue el cuarto y definitivo orgasmo al que llegamos juntos, y por primera vez en mi vida sufrí un desvanecimiento que me llevó a un maravilloso limbo en el que me habría quedado de ser posible.

Al recuperarme vi a los demás mirándonos y enmarcada en la puerta estaba Lurdes que con una bella sonrisa me dijo. — bienvenida chica, estoy segura que lo pasaras muy bien entre nosotros y eres afortunada al ser la elegida de Chimo, junto a él descubrirás muchas cosas agradables y no te apures porque aquí no somos nada envidiosas y si en algún momento quiere obsequiarnos con su compañía estamos dispuestas. Miré a la otra chica; la que estaba entre los dos cuarentones que afirmó con los ojos entrecerrados y restos de eyaculación en el cuello y sobre los pechos.

Volvimos al vestuario donde me di una ducha rápida, nos vestimos y me despedí de Lurdes al pasar junto a la puerta de la sauna, y me fijé en el termómetro que marcaba una temperatura de 45 grados. Chimo se dio cuenta de mi extrañeza y señalando otra puerta aclaró. — esta otra es también seca y como ves tiene una temperatura de 65 grados y una humedad del 80% para tomar una sauna de no más de cinco minutos cada vez que entremos, pero eso será en otra ocasión si te decides a venir con frecuencia.

Mis jadeos se habían oído en todo el gimnasio como pude comprobar cuando hicimos un segundo recorrido en medio de las miradas cómplices de unos y otras, a los que Chimo me fue presentando por sus nombres.

Me acompañó a casa y nos despedimos en el ascensor; la tarde siguiente fui al gimnasio para que me abrieran la ficha y dar el número de cuenta para que cobraran las mensualidades, esa semana fui solo dos veces y la siguiente cuatro y ese fin de semana marchaste a la final de la “Copa del Rey" te fuiste con tu cuñado el viernes por la tarde, supongo que para correros una buena juerga y regresaste a casa el domingo a media tarde y nosotros lo pasamos aquí; poco después de que marcharas me recogió en el parquin de casa y con su coche nos vinimos, regresé el domingo por la noche con tu hermana, a la que llamé para que pasara a recogerme y todo el camino lo pasamos criticándoos por habernos dejado solas el fin de semana; me preguntó porque no la llamé el viernes cuando me vine, y le respondí sin mentir que la llamé a casa; lo hice para dejar constancia de haberla llamado, sabía que no estaría porque que me propusiste ir con ella a la casa que tus padres tiene dos pueblos más abajo.

A partir de ese día nos vemos tres o cuatro veces en semana cuando en teoría me voy al gimnasio; algunos días sí que vamos, aunque la mayoría de tardes bajo dos plantas y nos quedamos en su casa y si haces memoria, desde esas fechas dejé de acorralarte para tener sexo.

Ya lo sabes todo, pero quiero que me prestes mucha atención unos minutos.

Hasta ahora lo has decidido prácticamente todo, cuando casarnos, donde ir de vacaciones, la compra de esta casa y muchas otras cosas y aunque algunas las consultaste siempre lo hacías cuando todo estaba atado y dispuesto, de modo que al intentar cambiar algo te enfadabas hasta salirte con la tuya y dejé de discutir hace bastante tiempo.

En esta ocasión he decido algunas cosas que no voy a discutir y no te queda otra que aceptarlas o tomar la alternativa que te ofrezco; no pienso dejar el gimnasio, ni el piso o esta casa y mucho menos a Chimo y si quieres dejarme puedes hacerlo, aunque no te concederé el divorcio si pretendes vender lo que hemos comprado juntos para llevarte una parte.

Si decides marchar con lo puesto no hay problema y di decides quedarte, tendremos sexo como hasta ahora pero no intentes separarme de Chimo o de cualquier otro que elija si él decide cortar conmigo. Si quieres puedo llevarte al gimnasio y presentarte como un amigo, si me das tu palabra de que no comentaras con nadie que somos matrimonio. Estoy segura que allí encontraras alguna que te cuadre y naturalmente no quiero ningún tipo de enfrentamiento con Chimo.

¡Por cierto! La nota que encontraste en el buzón la escribió Chimo por indicación mía; queremos ir unos días a Lanzarote y pensé que lo mejor era destapar el asunto ahora para evitarnos problemas.

Quique se quedó en silencio unos minutos y al fin respondió.

— Pensaba que era algo peor, no tendremos problemas si sois tan discretos como hasta ahora, y si, acepto lo del gimnasio, aunque como sabes no me atrae demasiado; supongo que tendré que hacer algo de sacrificio para obtener una buena recompensa.

La discreción está asegurada si no nos delatamos mutuamente; todos los del gimnasio excepto nosotros son de la otra punta de la ciudad, incluso algunos vienen de Santa Pola, son solo veinte minutos en coche.

 

©PobreCain

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