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Fantasia con Marcela (Parte 3) Final

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Ese fue el único video que hicimos, fue una experiencia fuera de serie, después de eso hablamos en variadas ocasiones de lo ocurrido y ella ya no sentía ningún tipo de arrepentimiento, preguntaba siempre por el cliente misterioso y yo le decía que debía mantenerlo en absoluta reserva por nuestra seguridad.

Marcela estaba demasiado ansiosa por saber cuándo seria su próxima actuación hasta que un sábado, tres semanas después, decidí ejecutar la última parte de mi excitante plan:

—Marcelita, tengo que hablar contigo seriamente.

—¿Qué sucede, es acerca de mi próximo trabajo???

—Es correcto, pero en esta ocasión todo será completamente diferente, mi cliente ha quedado fascinado con tus fotos y tu video, por lo que me ha pedido que te diga que quiere tener sexo contigo…

—¿Sexo? ¿te refieres a acostarme con él y que me haga el amor?, como se le ocurre tal barbaridad, ¿acaso quiere que me convierta en su puta?

—Tu sabes cómo funciona esto, Marcela, eres tú quien toma la decisión final, así siempre ha sido, las fotos y el video han sido bajo tu aprobación, pero necesito una respuesta hoy, deberá ser esta noche, solo tienes que decirme si quieres o no. Está dispuesto a pagarte $ 600.000.00, solo una noche.

Marcela me pidió tiempo para pensarlo, ya había hecho cosas muy locas y esto era el ápice de toda locura, mientras tanto yo estaba muy ansioso por su decisión, eran más de medio millón de pesos que estaría dispuesto a pagar para tener una noche de sexo con ella, en realidad lo valía, cada centavo.

A las 9 PM, timbró mi celular, era ella, había aceptado…

Pasé cerca de su casa a las 11 PM, se veía realmente bella, espectacular, era algo alucinante, llevaba un vestido de noche negro, cabello recogido, un abrigo de imitación de Minh, zapato tacón alto… realmente bella.

Tomamos un taxi y la llevé a una bodega donde estuve viviendo un tiempo y donde ya tenía todo preparado, en el camino le expliqué las condiciones del cliente, primero que no quería ser visto para no ser reconocido por lo que acondicioné la habitación para que no entrara ningún tipo de luz y estar totalmente oscuro; segundo que Marcela debía ser muy complaciente, le dije que él no tenía gustos bizarros pero que gustaba de la complacencia total. Ella aceptó las condiciones con una mirada algo deprimida, me preguntó si yo estaría cerca y le dije que estaría en el segundo piso, eso la tranquilizó un poco y se veía más relajada.

Llegamos a la bodega, le indiqué donde quedaba la habitación, le dije que debía esperarlo aquí, totalmente desnuda, ya que él estaba en el segundo piso y que yo debía ir a buscarlo y quedarme allí mientras él bajaba. Apagué todas las luces de la bodega, subí, me quité la ropa y me quedé un rato desnudo mientras me fumaba un cigarrillo, me apliqué un poco de loción Lacaste, bajé y entré a la habitación. Podía escuchar su respiración, era agitada pero suave, estaba de pie junto a la cama, estaba realmente oscuro, la abrasé su sentí un estremecimiento en su cuerpo, —Hola —dijo, yo no contesté y la besé en los labios, la besé como siempre había querido besarla y no había podido por obvias razones.

Por fin la tenía, Marcelita, Claudia Marcela, solo para mí, la besé en el cuello mientras acariciaba su espalda, podía sentir el aroma de su perfume, me tenía muy excitado, ella sollozaba entre gemidos mientras yo tocaba su vagina supremamente empapada por sus fluidos para luego meter mis dedos en su boca, realmente disfrutaba del sabor de sus líquidos, mientras ella chupaba mis tetillas agarró mi pene y comenzó a tocar la punta del glande, el semen cristalino salía y ella lo usaba para lubricarlo, se puso de rodillas, introdujo todo mi miembro en su boca y empezó a mamarlo de una manera que al poco tiempo me hizo venir dentro de su boca de manera copiosa, gemía mientras su boca se llenaba de mi amor para luego tragarlo, se incorporó y me susurró al oído: —¿Te gustaron mis fotos?, que tal el video, ¿te masturbaste mientras lo veías?. Saqué de una mesa de noche un preservativo especialmente preparado para la ocasión, le había hecho una pequeña perforación en el centro, lo destapé, Marcela me lo quitó de las manos y me lo puso, mi pene totalmente recuperado.

Tomé un antifaz de los que se usan para descansar y se los coloqué, la tomé de la mano y salimos fuera de la habitación, encendí la luz y podía verla, desnuda, lista para ser mía por fin, la acosté en una mesa, abrí sus piernas y metí mi cabeza para que mi lengua hiciera su trabajo, su vagina estaba tan húmeda que no se daría cuenta cuando se rompiera el condón, lamí sus labios rosaditos y afeitaditos, su clítoris estaba duro como un maní, la hice tener tres orgasmos consecutivos, subí a sus senos, esos hermosos senos que chupé como un loco desaforado, ella gemía de placer, Marcelita lo estaba disfrutando de verdad, no mediaba palabra alguna, luego ella sola acomodó mi pene en su agujerito e hice el resto con gusto, la penetré con fuerza para que el condón cediera pero estaba demasiado mojada para que la fricción lo rompiera, pero no importaba, Marcela empezó a gemir con más fuerza, yo la veía, podía ver todo su cuerpo estremecerse al son de mi ritmo, era algo delicioso, un sueño hecho realidad, luego antes de venirse por cuarta vez me dijo: —Soy tu puta, soy tu ramera y lo sabes, lo seré con gusto, seré tu esclava, ¡pero solo tuya!. Eso me emocionó de tal manera que el condón se rompió y ya podía sentir todo su sexo interior a plenitud, sé que ella también se dio cuenta pero no dijo nada, lo tenía dentro de su vagina, entrando y saliendo, luego cambiamos de posición y decidí darle una buena mella a su culito, virgen aun, dilatadito, Marcela gemía como loca y eso me hizo venir, pero yo no me detenía, seguía, continué penetrándola , ahora por su vagina, hasta que empezó a perder lubricación lo que me hizo venir de nuevo, ella empezaba a quejarse del dolor y el ardor por lo que cuando eyaculé su vagina se lubricó brevemente y ella descansó.

Me quedé sobre ella por un momento, me dijo que no podía moverse, que estaba exhausta, mi semen empezaba a salir por los bordes y mi pene a ponerse flácido, yo no quería moverme de ahí, quería que mi semen se quedara para lograr embarazarla, deseaba que tuviera un hijo conmigo, sabía que estaba ovulando por lo que hice lo del condón. Al rato me pidió que me moviera, estaba en verdad cansada, la ayude a bajar de la mesa y la llevé a la habitación, mientras caminaba mi semen se escurría por sus piernas, pero eso a ella no parecía importarle, la acosté en la cama y la besé apasionadamente en la boca, le quité el antifaz con la habitación aun oscura y le dije cambiando la voz: —Descansa…

Subí al segundo piso, me vestí, bajé fingiendo unos susurros, abrí y cerré la puerta de la bodega para dar la sensación de que alguien había salido.

Volví a la habitación y Marcela ya estaba vestida y lista para irnos, no le dije no pregunté nada, encendí la luz de la habitación y sobre la mesa de noche estaba el sobre que contenía el dinero, lo señalé, ella lo tomó y sollozó dejando escapar una lagrima, luego salimos y la acompañé a su casa.

Camino a mi casa me entró un gran remordimiento de lo que había pasado, pero a su vez una gran satisfacción, lo había logrado, Claudia Marcela había sido mi mujer durante toda esa noche. Repetimos esas sesiones dos veces por semana durante tres meses hasta que quedó embarazada, después lo dejamos, decidió tener el bebé lo cual me emocionó enormemente, nunca se dio cuenta que había sido yo y cada vez que pregunta por el cliente yo le digo que se fue del país llevándose con él todo el material y que nunca iba a olvidarla… nunca…

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