Nuevos relatos publicados: 13

Jugando al despiste (3ª parte)

  • 12
  • 13.019
  • 9,00 (2 Val.)
  • 0

 

 

-Algún día de estos nos devolverá a tortazos lo que le estamos haciendo-Comentó John, refiriéndose al tema de Katherine, mientras intentaba coger a Pistacho-Y cuando llegue ese día, yo no quiero padecer su ira, porqQUIERES ESTARTE QUIETO- Acaba gritando al pobre gato que esa noche estaba juguetón.

-Lo sé, lo sé, y no se me olvidará, no te preocupes.-Le contesta Victoria mirando de reojo al asiento de atrás del coche, donde estaba una Katherine, entre maletas, dormida.-Puedes darle un paragüazo, te prometo que no le diré nada-Le sugiere mientras esboza una sonrisa mirando la escena que estaban montando el gato y él.

La tarde había pasado rápido. Victoria había ayudado a John a recoger todo lo que había en el apartamento que ellos mismos habían traído ocho meses atrás. Cuando todavía no había visto a Katherine, y se dedicaba a seguirles la pista al grupo que no hacía más que tocarles las narices a la organización. Alex, otro amigo y miembro de su banda, la había estado ayudando y fue entonces cuando dieron con una pista, que los llevó directamente a una universidad en España. Bastante extrañados, decidieron abandonar Canadá y viajar a hacia allá con la esperanza de encontrar finalmente aquello que tanto quería aquel grupo llamado “Milzbrand” que habían perseguido a varios de sus aliados y retenido en lugares  y causas desconocidas por el momento.

Estaban acostumbrados a ser perseguidos por lo aquello que ellos no habían elegido ser. Lo que por naturaleza se les otorgó en su información genética, algo que algunos consideraban virtud y otros defecto.

Marcharon a España John y ella, porque eran de los pocos que sabían español, y siendo John su mano izquierda en este caso (todo quede claro, Victoria es zurda) y su mejor amigo, y siendo Victoria la “alfa” de la organización, salieron tan pronto como pudieron para allá. Lo que no se esperaba ella era que allí encontraría algo que no pensó encontrar. Katherine. La vio a los pocos días de estar vigilando la Universidad. Fue algo efímero, solo un contacto vagamente visual, y entonces Victoria notó una corriente que la estremeció de cabeza a pies. Esas mariposas en el estomago, esa aceleración del pulso cardíaco, ese temblor de piernas tan característico de lo que ya podrás adivinar de qué se trata. Algo que ella jamás pensó encontrar. Y en ese instante, aun sin haber hablado ni saber nada de ella, se enamoró como solo un cambia-formas puede hacerlo. Al día siguiente, cuando volvió a Canadá a informar de lo visto, se tatuó en su hombro izquierdo el símbolo celta que representaba a Katherine. Pocas personas lo sabían, solo los miembros de su banda, ya que tenían un juramento de silencio el cual impedía que ninguno los miembros pudiera contar de qué nombre se trataba el que estaba tatuado en los cuerpos de cada uno de ellos.

Desde entonces, cursaba una carrera solo para guardar las formas y disimular. Se dedicaba día y noche a mirarla, a intentar averiguar sus gustos, imaginando mil formas de conocerla, mil historias diferentes. Y entonces olió su fragancia, su perfume. Y aun más cautivada si podía ser, “involuntariamente” se tropezó con ella en el pasillo. Necesitaba conocerla, cualquier excusa podría valer, necesitaba oír su voz con la que tanto había soñado.  Porque ella no se iría de allí sin quien ahora le había robado el corazón inconscientemente. Momentos después de haber quedado con Katherine, le llamó John para informarle que era a su chica a quién estaban buscando, y así fue como comenzó todo.

-Te has saltado ese stop. Y dos semáforos en ámbar.-Replicó John acariciando la cabeza de Pistacho, quien ronroneaba en sus piernas.

-Técnicamente, puedo pasar cuando el semáforo todavía está en ámbar-Le replicó Victoria omitiendo lo del “stop”.

-Y técnicamente no puedes saltarte el stop. Y ya que te lo has saltado, ponlo en tus pensamientos sobre tu bella durmiente, válgase la redundancia, y cuéntame algo, sosa.-Acaba sonriendo, él era un estupendo lector para la cara de su amiga, que siempre había sido para él un libro abierto.

-Tenía que ser ella... es que tenía que ser ella-Dice negando con la cabeza y agarrando con fuerza el volante.

-Qué le vas a hacer, mujer, las cosas son así. El corazón tiene razones que la razón no entiende-Dice recitando casi de memoria John.

-Ya, que filosófico, ¿de dónde te lo has sacado?-Pregunta mirándole de reojo y sonriendo.

-Lo leí en un sobrecillo de azúcar para el café. Pero lo que importa es la frase, no dónde la he encontrado- Dice intentando justificarse. Ante esa respuesta Victoria suelta una carcajada y añade:

-Ya, ya, ya me extrañaba a mi que leyeras tú.- Dice intentando buscar aparcamiento en el aeropuerto de Madrid.

-Así que no te gusta leer- Se oye una vocecilla que proviene del asiento de atrás. Ante esto, Victoria cierra los ojos, e intenta seguir concentrada buscando aparcamiento, pero con el olor que ahora sentía de Kat que se había medio incorporado sobre el asiento y los sonidos de los coches, se estaba volviendo loca.

-¡Que sí me gusta! Pero las cosas que me interesan, ya sabes, azucarillos, revistas...-Intenta justificarse John mirándola por el retrovisor.

-Vamos, un Bécquer que tenemos aquí-Comenta Kat pinchándolo, le gustaba cabrearlo, le resultaba realmente divertido y entretenido.

-¡Bah! Verás tú de lo que soy capaz, mis conocimientos sobre la vida gracias a los sobres de azúcar son realmente increíbles.- Le contesta John mientras ayuda a Victoria a encontrar aparcamiento-Ahí había uno-Apunta.

-Podrías haberlo dicho antes-Le dice dedicándole una mirada acusadora.-Aquí.- A lo que gira el coche rápidamente y queda aparcado perfectamente. Ante tal movimiento y tal brusquedad, Kat y John se quejan notoriamente. Pistacho también participa, y exhibe un bufido de disgusto.

-Tú antes molabas, tú antes molabas.-Le acusa John que ahora carga con la mitad de las maletas, arrastrándolas, mientras Victoria lleva una parte y Kat otra.

Tras facturar las maletas y esperar a su vuelo, Victoria intentaba no hablar con Katherine, le estaba costando concentrarse llevando poca ropa, una camiseta y unos vaqueros, ya que su chaqueta se le había roto a John jugando con el gato. El llevar poca ropa, influía notoriamente en Victoria, ya que intentaba no acercarse más de lo necesario a ella y no hablaba con John, ya que este estaba ocupado hablando del tema de lectura con Katherine que había tenido lugar antes en el coche.

“Vale, bien, de acuerdo. No pasa nada, no la mires, y concéntrate en cualquier otra cosa” Pensaba Victoria mientras notaba la mirada de Kat en su nuca. Como bien he explicado antes, tenía influencia sobre su actitud, pero también físicamente. Notaba como su cuerpo pedía a gritos acercarse a ella, sus ojos se desviaban inconscientemente a recorrer todo su cuerpo, y no solo los de ella, sino también los de mucha gente, ya que Katherine poseía un físico estupendo por lo que atraía constantes miradas. Y eso precisamente no hacia que mejorara su estado de ánimo, no le gustaba absolutamente nada que tanta gente la mirara. Sí, era posesiva, pero está claro que no podía reclamar nada, desgraciadamente, por el momento.

Sonrió al pensar eso “por el momento” ya que pensaba hacer cualquier cosa para conquistar a Katherine. No pensaba quedarse de espectadora mirando si ella intentaba también algo. Lucharía por lo que quería que fuera únicamente suyo. Oh, y tanto que lucharía.

Ante esa sonrisa repentina en el rostro de Victoria, Katherine intentó sonsacarle información:

-¿Ves algo que te guste?-Le pregunta Kat, obviamente la pregunta iba con segundas, por lo que Victoria se sonrojo tenuemente, lo que le pareció algo muy tierno a Katherine. ¿Una mujer tan fuerte y segura como parecía ser Victoria sonrojándose? Eso sí que le pareció extraño.

-¿Tú que crees, chica de ciudad?-Le devuelve la pregunta Victoria ahora mirándola.

-¿Chica de ciudad? Que sepas que he vivido más en un pueblo que en una ciudad-Le recrimina Katherine. ¿Qué se pensaba? Ella sabía perfectamente lo que era vivir en el campo.

-Oh, ¿Así que aldeana, eh?-Entra en la conversación John.

-Si, por supuesto. Vestía con trajes de paja y esas cosas-Le responde irónicamente Kat, algo dentro de ella se sintió un poco triste por no poder mantener la conversación solo con Victoria.

-¿Entonces usabas bragas de esparto?-Le preguntó John carcajeándose.

-¡Serás animal!-Le recrimina Victoria, dedicándole una mirada... que si las miradas mataran...

Katherine también comenzó a reírse, la verdad es que John era un chico muy majo y tenía cada ocurrencia que era para matarlo. Pero, desde la conversación en el apartamento no habían hablado nada sobre el “secuestro” ya que este se había transformado en un “secuestro consentido por parte de la secuestrada” como John lo definió. Porque era para que Katherine estuviera a salvo, pero pedir el intercambio a Canadá le pareció algo extremista que pensó que tardarían bastante tiempo en hacerlo, por lo que se sorprendió notoriamente cuando le confesaron que ya lo habían solicitado con anterioridad y que lo habían hecho porque confiaban en que ella entrara en razón “Sino, sartenazo en la cabeza y arreglado” recordó que John le había dicho. Y se sonrojó al recordar las palabras de Victoria “No te dejaría aquí. Si no querías te llevaríamos igual, sé que entrarías en razón.” ¿Por qué aquella chica se preocupaba tanto por ella? ¿Le gustaba? Desde luego la había pillado varias veces mirándola de arriba a bajo sin mucho disimulo, por no hablar del momento que la pilló mirándole los pechos. Cuando recordó ese momento comenzó a reírse.

-¿Qué es tan gracioso?-Le pregunta curiosa Victoria. Ya estaban en pleno vuelo hacia Canadá, y estaban situados Victoria y ella, los asientos eran dobles, y John con la “jaula de Pistacho” detrás. Aquello había supuesto una disputa para repartirse los asientos, pero al final Victoria consiguió sentarse con Katherine.

-¿Acaso no puedo reírme por que sí?- Le recrimina Kat con una media sonrisa.

-Supongo, pero será por algo gracioso que has recordado o imaginado. De todas formas, no quería entrometerme-Confiesa Victoria con una sonrisa de disculpa. Algo que turbó a Katherine en esos momentos, no se lo esperaba.

-No, no, de verdad, no pretendía sonar borde. Simplemente me he acordado de algo, pero no tiene importancia.-¿Por qué se esforzaba en darle explicaciones? De alguna forma u otra, no quería que Victoria se formara una mala imagen de ella. Aunque debería ser ella la que debería formar una mala imagen de Victoria, ya que ella le había secuestrado. Literalmente.-¿Puedo llamarte Vic?- Preguntó derrepente.

Victoria sonrió ante esa pregunta. Le gustaba la idea que Kat le llamara de una forma que solo ella podía llamarle. Claro que esa no era la razón que Kat se imaginaba por la que estaba aceptando.-Claro, sin problemas-Le respondió con una sonrisa.

-Bien... ah, un segundo, voy un momento al servicio.-Se excusó levantándose. Pero sucedió algo que ninguna de las dos esperaba. Katherine se encontraba situada en el asiento interior, es decir, el que daba a la ventana. Victoria, por otro lado, estaba en el exterior, a la izquierda de Katherine, por lo que se apretó contra su asiento no dando señales de moverse, para hacer que Kat tuviera que pasar por encima o muy justa para salir al pasillo del avión. Fue algo que se le ocurrió en el momento, y no pensaba desaprovechar la ocasión para poder restregarse contra ella, pensaba utilizar todas sus armas para conquistarla.

Katherine por su parte, viendo que esta no tenía intención alguna de moverse, pasó muy justa entre las piernas de Victoria y el asiento, haciendo que sus piernas se rozaran notoriamente contra las de Vic. En ese instante a Victoria se le ocurrió una idea que las pondría en una situación bastante picante ambas, por lo que “sin querer” dejó caer sus rodillas contra la córva de las rodillas de Katherine, lo que produjo que esta las doblara y cayera sentada sobre las piernas de Victoria y quedando su espalda recostada sobre el abdomen y pechos de esta.

Estuvieron unos segundos sin moverse, asimilando la situación y sintiendo el calor de sus cuerpos juntos. Victoria deslizó sus manos por el vientre de Katherine lo que produjo un agradable cosquilleo y se les disparó el libido a ambas. Y elevando un poco su cabeza, dejando sus labios rozando la oreja de Katherine le susurró muy suavemente:-¿Estás bien?- Aquello hizo que Kat temblara, por dentro y por fuera, y volvió la cabeza hacia Victoria lo que provocó que sus caras quedaran muy juntas, sus labios a unos centímetros de distancia y todo el olor de Katherine invadiera las fosas nasales y drogara todo el cerebro de Victoria, siento esta poco o nada consciente de sus actos, respondiera Kat:-Mejor que bien.-

Esta vez los ojos de Victoria bajaron a los labios de Kat y este acto no pasado por desapercibido hizo que Katherine se pasara la lengua, humedeciéndolos, un acto realmente sexy que provocó que Victoria se acercara peligrosamente hacia ellos. Estaban a un suspiro, faltaba nada para que se rozaran, para probar un trozo del cielo. Los brazos de Victoria la rodeaban y sus manos la apretaban contra ella haciendo imposible el escape de esta. Katherine tenía una mano en el hombro de Vic y otra rozando casi imperceptiblemente su nuca.

-¡PERO NO BAJES AL SOTANO, ANORMAL!-Grita de pronto John hacia su pantalla en el respaldo de Victoria, donde miraba una película de suspense-terror. Aquello hizo que ellas se sobresaltaran y cayeran en la cuenta de la situación la que se encontraban. En el asiento de un avión con algunas personas mirándolas curiosamente, tanto a ellas como a su amigo, que seguía diciéndole cosas a la pantalla ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.

Katherine se levantó rápidamente y salió escopeteada hacia el baño, dejando a una Victoria sobresaltada y con la respiración agitada, por su momento con Kat y por las ganas de matar a John repentinas que le estaban entrando. Una vez en el baño, Katherine se tiró algo de agua en la cara, para despejarse y quedarse mirando su reflejo:-¿Qué diantres acaba de pasar?- Fue lo único que consiguió decir antes de sentir unas manos tapándole la boca para que no gritara.

(9,00)