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Experiencia única

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El hombre anónimo

Hola soy un chico de Oviedo (España) y me gustaría contar una aventura que me sucedió hace poquito, y que por desgracia no consigo de dejar de pensar en ella.

Todo ocurrió un jueves, el primero de julio, hacia buen tiempo, y con mucho calor. Como casi todos los días de esa época no tenía nada que hacer, así que me dispuse a ir al sex-shop por donde todos los días me pasaba, a ver si veía algo interesante, y porque no, para follar, puesto que, a mí con estos calores, de lo único que me dan ganas es de estar todo el día follando, y como último recurso, con la pija en la mano, ustedes ya me entienden, ¿verdad?

No me enredo más, ahí os cuento lo que pasó.

Yo soy joven, sobre unos 22 años, y no tengo muy buen tipo, y si muchos complejos, por eso a la hora de entablar una relación en esos sitios, me da mucha vergüenza, porque pienso que nadie se fija en mí.

Cuando entré al sex-shop, me llevé una gran alegría para mi vista, un pedazo de macho, rubio, ojos azules, con dos pendientes, y con un bolso a un lado, se llamaba Roberto, ¡y estaba cañón! Sin decirnos nada, pasamos cada uno a una cabina distinta, pero unidas por un minúsculo agujerito por el que se puede introducir tu polla, o por el cual puedes ver lo que ocurre en la otra cabina. Una vez que vi. que era él y que estaba desnudo, comencé a excitarme, a robármela por encima del pantalón, en ese momento, él la introdujo por el agujero, y yo sin dudarlo un segundo, me abalancé sobre ella y comencé a chupársela, estaba riquísima, aunque no era muy grande, sobre unos 15 cm., pero olía a macho y eso a mí era lo que me excitaba, así estuvimos un buen rato, hasta que el chico me preguntó si deseaba pasar a su cabina, yo le dije que no, que había mucha gente, y que me daba corte, entonces él me dijo que si me iba a su casa, yo al principio dudé, pues nunca lo había hecho, el ir a casa de ningún chico, por miedo a que me vieran y se descubriera mi secreto.

Una vez de camino fuimos hablando, lo menos posible, pues yo estaba muerto de la vergüenza, y ahí fue donde yo le di mi nombre, y él me dio el suyo, y nada más, puesto que yo le dije que no quería dar más datos.

Una vez que llegamos a su casa, sin apenas cerrar la puerta, comenzamos a comernos la boca, a besarnos apasionadamente, hasta llegar a un precioso salón, y allí mismo, sobre el sofá, comenzamos a amarnos locamente.

Nos fuimos desnudando, mientras que nos seguíamos comiendo la boca, yo estaba excitadísimo y a su vez nervioso, pues nunca me había pasado eso, yo solo me dedicaba a comer pollas o a penetrarme, lo de los besos lo dejaba para gente especial, y este era el caso.

Nos quedamos completamente desnudos, sobre el sofá de cuero, era una sensación extraordinaria, puesto que tenía a un hombre caliente encima de mí y el sofá frio debajo, ummm casi me corro de placer, pero aguanté, quería saber hasta dónde podía llegar de placer.

Así estuvimos hasta que de nuevo comencé a chupar esa dulce polla, que iba soltando sus primeros jugos, y estaba cada vez más deliciosa, así hasta que él, sin mediar palabra, se arrodilló ante mí, y abriéndome las piernas, comenzó a lubricarme el culito, ummm que placer, solo de acordarme se me pone dura de nuevo, una vez bien lubricado, puso su puntita en mi ojito y dentro, no le costó mucho, pues estaba excitadísimo, así estuvo con el mete saca durante un buen rato, mientras yo recorría su cuerpo con mi lengua, y él el mío, hasta que me dijo que se iba a correr, que donde lo hacía, dentro o fuera, yo le dije que aún no lo hiciera, que se la sacara.

Una vez fuera, comencé a lamérsela, poco a poco hasta que él ya no pudo más, y se vino en mi boca, no paraba de gemir de placer, dijo que era un culo perfecto y un orgasmo como nunca había tenido, yo no lo dudé y me la tragué entera.

Acto seguido yo comencé a masturbarme, puesto que yo no había terminado, él al verlo, me preguntó si lo quería follar, yo acepté, él colocándose encima, se la metió entera, le costó un poco, pues mi polla mide 17cm, e incluso más en ese momento, porque estaba como nunca. Y comenzó a cabalgarme como un jinete hasta que yo no pude más y me corrí, pensé que no pararía de soltar toda mi leche. Acto seguido nos besamos y nos dirigimos al baño a tomar una ducha.

Y aquí es donde os digo lo de anónimo, yo no esperé a que él acabara, y me fui, sin dejar ningún número de teléfono para contactar, ni nada. Así a día de hoy, lo que más quiero es volver a reencontrarme con él, por eso todos los días me dirijo al mismo sitio donde me llevó ese día, y aun no lo he podido ver de nuevo, espero que lea esto, y que se ponga en contacto conmigo.

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