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Pequeños encuentros

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Es como si no me pasara a mí, como si leyera una de estas historias vuestras que me acercan más a la realidad oculta que hay detrás de cada uno de nosotros… Pero ahora tengo la sensación de explotar si no lo cuento, si no lo disfruto una y otra vez, si no lo revivo... ¡Dios!  Me hace sentir tan excitada como avergonzada

Llevaba ya trabajando dos años como guarda jurado y tenía a mis espaldas diez horas diarias de interminable rutina, de soledad y aislamiento... Haberme hecho del oficio me estaba haciendo ser esclava de mi propia vida, vida que compartía a diario con el perro de la finca que llego a ser el guardián más dulce que jamás me hubiera imaginado… ¡Blasco que andaba revuelto siempre en primavera!!! buena época de celo, se pasaba el día detrás de las hembras más cercanas y a diario le veía pasar moviendo el rabo y contentarse aumentando de tamaño su pene cada vez que veía alguna hembra a la que cabalgar.

Contemplar su pene eréctil rojo con esa mezcla aparente de humedad y dureza extrema me ponía todavía más violenta de lo que ya estaba… Llevaba más de ocho meses tan centrada en mi trabajo que se me estaba olvidando el contacto humano, el calor de un abrazo, la confianza en los demás… no me apetecía arreglarme o coquetear saliendo en mi día libre… desde que dejé a mi novio, no había vuelto a ser la misma. Cuando le pillé en la cama con mi mejor amiga, el muy cerdo… masturbándose con sus tetas y ella de rodillas, gozando como una perra al verle tan excitado, metiendo su dedito anillado en aquel culito que hasta entonces había sido mío… ansiosa por lamer su leche caliente... no pude evitar recrearme en esa escena que contemple agachada detrás de una puerta entreabierta mientras se lo hacían…Yo que pensaba que estábamos tan unidos… siempre habíamos bromeado sobre el tema y los dos disfrutábamos con aquellas comparaciones, él siempre me decía que mis tetas eran las mejores... más abundantes que las de mis amigas y casi perfectas ¡en su punto! Eso siempre me ha infundido una gran confianza en lo que tenía… después de 7 años de fidelidad y dedicación, ¡no había derecho!! No es por presumir, pero siempre he sabido lo resultona y mona que soy… con mi pelo rizado, pestañas largas, grandes caderas, piernas alargadas y un toque de exuberancia en mis labios que no pasaba desapercibido resultando ser una mezcla explosiva para los hombres bajo el uniforme azul y marrón que vestía a diario.

Ahora me resultaba todo diferente, no tenía ningún valor en mi cabeza claro, todo podía o no podía ser, todo era relativo y confuso. Me pasaba horas en mi garita de control con un libro abierto sin ver nada en él y muy excitada pensando en la manera en la que Blasco con aquella carnosidad creciente podría siquiera rozarme ¿tan desesperada y sola estaba?

Tal vez la soledad de los últimos meses y la necesidad de sentirme viva hacía que cualquier expresión corporal que saliera de otro ser humano me excitara tremendamente abriendo una puerta desconocida a mis sentidos hasta ese momento.

Algunos días llegaba corriendo a casa y yo misma empezaba a besar mi cuerpo, caricias sin sentido que me humedecían y finalmente llegaba a masturbarme, metiéndome lo primero que encontraba (el cono de una botella, el pico de la cama, un pepino untado de mantequilla…).Y peor aún, cuando salía alguna que otra vez por la noche para despejarme mis pensamientos andaban más de lo que yo misma me hubiera imaginado nunca… el roce de una lengua humedeciéndose los labios al beber una copa en un bar, un cruce de piernas, un movimiento de cuello que dejara al descubierto un escote... no podía dejar de seguirlos con la mirada, ¡¡dios mío, me estaba volviendo loca!! Para mi sorpresa no distinguía entre hombre o mujer… veía en cada ser una curva perfecta de placer sin medida… no importaba el final, no importaba el título que le pusiera, estaba en manos de una naturaleza caprichosa que sacaba lo mejor y lo peor de mi… rompiendo todos los límites que había conocido… Desde luego, no había duda, necesitaba unas vacaciones.

Aquella noche, al llegar a casa oí unos gritos, gritos a los que ya estaba acostumbrada y que poco a poco se hacían más intensos de lo habitual, mis vecinos siempre se peleaban a todas horas, y Ana mi vecina, era la que más sufría esta situación, llevaban solo un año de casados y a mí se me presentaba como el espejo de lo que podría haberse convertido mi vida con Carlos, mi novio. Al cabo de un rato y tras un sonoro portazo llamaron a la puerta, y allí estaba ella, Ana, con la cara desencajada por la tensión del momento, que le había dejado como saldo los botones de la bata rotos. Su marido, una vez más, borracho como una cuba le había intentado obligar a mantener relaciones y después se había marchado de casa… Ana me lo contó y volví a sentir esa mezcla de asco y excitación imaginándome el momento. Según me dijo, después de la peli porno que daban en la tele y con cuatro cubatas encima él se fue hacia la cama donde Ana estaba durmiendo, excitado como estaba le abrió bruscamente las piernas para penetrarla y hundir su polla en su coñito cerrado… él no sabía apreciar la tersura de su piel, ni acariciaba habitualmente sus pechos prietos y firmes, siempre se limitaba a metérsela de golpe, disfrutaba desgarrando sus entrañas y vomitándole el olor a alcohol que le transformaba hasta verter toda su leche caliente en ella, incluso después él se la metía en la boca para que le acabara de sacar lo que le quedaba…

Aun tiemblo al recordarlo, sentí que algo se me reventaba por dentro al escucharla… Ana era tan dulce.

Yo en aquel estado le ofrecí pasar para que se calmara y viendo su estado de ansiedad me ofrecí a bañarla y lavarle para que se quitara de encima el olor a macho que llevaba.

Apenas me dejó quitarle la bata y enjuagarle la cara, insistía en hacerlo ella misma, así cerró la puerta del baño y mientras yo, respetando su intimidad me dispuse a preparar café.

Tenía curiosidad por saber si su cuerpo conservaba o no las huellas del dolor, no tardaría mucho en saberlo, al instante Ana me llamó pidiéndome que le acercara la pastilla de jabón arrinconada. ¡Quédate un momento! Dijo, quiero que me ayudes, no quiero sentirme sola, parecía como si la distancia que minutos antes nos separaba nos hubiera convertido en las mejores amigas ayudada por la complicidad de su desnudez en la bañera.

En un segundo que a mí se me figuró eterno, se deshizo delante de mí del sostén y las bragas de encaje blanco, se arrodilló dentro de la bañera y dándose la vuelta dejó al descubierto su espalda tersa y suave, Yo frotaba el jabón contra la esponja hasta formar una espuma cremosa y me dispuse a dárselo para que ella misma se enjabonara tranquilamente pero Ana cogiendo la esponja y hundiéndola en el agua que empezaba a llenar el ambiente con ese vapor cálido que lo cubre todo, me pidió que me quedara y le enjabonara la espalda con mis manos… la esponja le resultaba algo áspera, entonces fue cuando hice de mis manos la mejor coreografía con su espalda húmeda y me entregué a la tarea de masajear tiernamente la espalda dolorida de Ana.

De pronto y tras un giro brusco dejó al descubierto sus dos pechos que yo sin querer rocé en un ir y venir con la espuma desde su espalda, hasta que al final abarqué con mis manos tiernamente la carnosa y prieta plenitud de sus pezones, - yo sorprendida por aquello y para quitarle importancia le dije. "tienes unos pechos tan hermosos Ana, creo que mi novio me dejó por unos como los tuyos. Ahora lo entiendo, pero ese hombre no te merece” ella sonrió y me pidió que le dejara ver los míos, que seguro que mis pechos eran mucho mejores y yo me equivocaba al pensar así… ella creía que ningún hombre era capaz de apreciar la belleza de unos senos dulces y suaves como parecía tener yo.

El agua caliente empezaba a surtir su efecto embrujador dando a los redondos pechos de Ana y a toda su joven y lisa piel un tono rosado que se me antojaba terriblemente tentador, pues buscaba en mí el cariño que jamás ese hombre le diera… En ese momento ella busco mis hombros mojados de agua, los besó oliendo el perfume del cuerpo jugoso que se entrega al placer.

Ambas llevábamos mucho tiempo sin recibir una muestra de ternura.

Me quité la blusa para no mojarme y poder enjabonarle mejor, así como el pantalón que tan apretado no me dejaba libertad de movimiento… sus pezones respondían a mi presencia poniéndose tan erguidos como dos preciados pitones. Ella cerraba los ojos y se dejaba hacer en aquel vaivén embriagador de mis caricias... sedienta de cariño, yo creía que no había pasado todavía el límite de lo prohibido, pero en realidad ya estaba completamente empapada... yo seguía frotando con mis manos que se desplazaban ahora a gran velocidad dando círculos alrededor de su ombligo… ¡¡dios!! Ella se dejaba hacer como si nada… y yo iba a explotar… para calmarme pensaba que solo estaba ayudando a relajarse a mi vecina después de una situación tensa… que no era nada importante…pero ahí seguía yo, enredada en aquel ombligo sin salida… ella descuidadamente entreabría las piernas, adivinando así la curvatura de mi siguiente movimiento.

Aquello hizo que se me resbalara por el hombro uno de mis tirantes del sujetador dejando entrever mis pechos firmes y duritos. Aquello pareció despertar a Ana del ensueño en el que se encontraba, mi amiga, que, reclinada ligeramente con las rodillas bien abiertas bajo el agua del baño, alcanzó mi sostén con sus manos y bajó la copa del encaje que lo envolvía para desnudar el pecho entero.

Cogió mi pequeño pezón rosado entre sus dedos pulgar e índice y lo hizo rodar con delicadeza pellizcándolos con cariño. ¡¡Ah, si haces eso me distraerás y no te lavare adecuadamente!! Le dije sin darle importancia aparente, aunque mi entre pierna empezaba a chorrear flujo deseando que me pusiera sus deditos encima….

¡¡Es que son tan distintos tus pechos a los míos!!- exclamó Ana, los veo tan delicados y apretados que dan ganas de pellizcarlos y morderlos como la copa de un helado... ¡uhmmm!! Mis pezones –dijo- apenas sobresalen del pecho cuando los enderezo…, ¡no es verdad! Exclamé… y ella pasando un dedo mojado sobre mis labios dijo, ¡es posible que tengas razón con esos labios tan jugosos que tienes seguro que eres capaz de hacerlos sobresalir mucho más!!! ¿quieres probarlos?

Yo seguí bajando mi mano abierta por el vientre mientras le escuchaba y así fui llegando hasta los rizos empastados de su pubis rozando el declive de sus muslos y aferrándome a ellos como si mi mente me traicionara y quisiera entretenerme más con su juguete caliente y prohibido que se me ofrecía tierno y jugoso entre sus piernas ahora separadas para mi…

Ana me miraba esperando una respuesta y dándome su bendición, aprobando la escena tan peculiar pidiendo más y jadeando de placer... En ese momento temiendo caerse en la bañera, se sujetó a mi cuello y ambas rozamos nuestros pechos con los pezones calientes y erguidos que excitados se buscaban con avidez… entonces mis dedos lubricados con espuma entreabrieron tras el pubis cálido y mojado sus labios sedosos y se insertaron tiernamente en busca de su tesoro más preciado.

Ana jadeaba cada vez más fuerte y llevó mi cabeza hasta sus pezoncitos que reclamaba mi boca... ¡¡lo siento dijo!! No aguanto más… me has puesto muy cachonda… y sé que tú lo estas también… entonces entrelazó su boca con la mía lamiendo la comisura de mis labios secos deseosos de algún contacto humano.

Nuestras lenguas jugaron violentamente mordisqueándose, mientras mis dedos se hundían cada vez más profundamente en su coñito que se abría y desplegaba para mí como nunca antes lo hubiera hecho …Deslizó su boca de la mía y se arrastró hasta mis pezones, y bajo mis axilas los lamió y las chupó haciéndome gemir de placer, esto excitó aún más a Ana que llevando el jabón a mi mano me pidió que la penetrara con él, a la vez que me arrancaba las bragas llevándoselas hacia su boca, me arrastró así a la bañera y yació íntimamente enlazada junto a mi cuerpo, excitándose cada vez más con el ir y venir del jabón dentro de su coñito lleno de flujo que reclamaba todos los dedos de mi mano… que zorra caliente estás hecha eh!! Le dije…

Estoy a tu disposición dijo entre susurros… Te necesito, y hundió sus manos dentro de mis braguitas y como una maestra experimentada en las artes lésbicas se adhería a mi vientre húmedo atormentándome con la espera de la caricia húmeda que deseaba con ansiedad… ¡Ella lo sabía y jugaba con ello…!! Quería oírmelo decir… mientras me miraba y tomaba el control de la situación…. ¡¡vamos, dijo!! No es tan difícil… dime que me deseas... que quieres que te chupe ese coñito juguetón y estas deseando que hunda mi lengua en el… ¡ohhh!! yo no podía más… Síii… hazlo…  las yemas de sus dedos vagaron ligeramente ¡¡por fin!! Sobre mis empapados rizos prolongando así la cruel tortura de quien espera ser penetrada con deliciosa frustración... ¡¡tienes ganas eh!!! Puedo olerte desde aquí… ¡zorrita caliente!!! ¡Dios… esa Ana dulce ahora era una perra encelada…!!

Ella seguía retorciéndose de placer metiéndome la esponja empapada en agua… hasta dentro... ¡¡como si me corriera dentro de ti! Dijo, −te gustara... y sin dejarle terminar explote con un jadeante gemido... Si, ya puedes gemir a gusto, dijo Ana, tú me acariciaste a mí y excitaste cuando yo estaba tranquila y calmada con esos vaivenes de jabón... Y ahora sufrirás las consecuencias mi zorrita juguetona… no te engañes creyendo que voy a soltarte después de un rápido clímax en el baño… esto es solo un anticipo de agradecimiento por ser tan buena amiga, sé que me has deseado desde el principio... después voy a secarte y arrastrarte hasta la cama y entonces te tumbare de espaldas y te abriré esas piernas alargadas de putita barata y te haré el amor hasta que te desmayes…

Al fondo se oía el pitido de la cafetera… ¡¡ya estaba listo el café!!

Nos hemos tomado unas cuantas tazas desde entonces amigos…

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