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Me enamoré de mi prima

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Antes de nada, quiero decir que en este relato hay datos ficticios y otros reales, dejaré a la imaginación de cada uno saber cuáles son cada cual.

Para empezar el relato, os diré que soy un chico de una ciudad al NE de España. No me considero guapo, pero tampoco soy feo. Mido como 1.85, peso unos 93kg (no estoy gordito, pero tengo mi curva de la felicidad), tengo ojos verdes y pelo moreno. Estoy casado desde hace tres años, y tengo 30 en la actualidad.

Mi historia es la siguiente, yo siempre duermo desnudo, tanto en verano como en invierno y mi mujer solo usa braguita para dormir. Y para estar por casa solo usamos pijamas, bien de verano o de invierno, según sea la época. Lo cual quiere decir que mis "atributos" siempre van a su aire.

A principios de verano vino a visitarnos mi prima, es de otra ciudad, y al tener el piso más o menos montadito, no pidió si se podía quedar con nosotros, ya que hasta ahora siempre iba a casa de mis tíos. Como es de nuestra misma edad y nos llevamos genial, le dijimos que encantados.

La tarde que llego fui a buscarla, ya que mi mujer trabajaba y yo estaba de vacaciones, la acompañé hasta casa para que se acomodara y se diera una ducha si quería.

Deshizo su maleta y se metió a la ducha, y como a los diez minutos de oír correr el agua la oigo gritarme —Lolo Lolo no tengo toalla —llamé a la puerta la entreabrí y le dije tengo que entrar, están el armario de debajo del lavabo. A lo que ella me contesto, "vale, pero no mires". "ok, le conteste". Entre en el baño, me acerque hasta el lavabo y ¡oh! Qué casualidad desde el espejo del lavabo podía ver su hermoso culo tras la mampara de la ducha, se volvió para ver que estaba haciendo y pude ver una de sus tetitas gritándome ella, "Lolo, no mires" pero riéndose como yo lo estaba haciendo. Le dejé la toalla y me fui del baño. Aquella tarde solo fuimos a visitar a la familia de la ciudad y para casa.

Cuando llegamos a casa, ya estaba mi mujer, se quedaron saludándose y yo me fui a ponerme mi pijama de verano, que constaba de un pantalón corto de algodón y una camiseta sin mangas. Con lo que, al andar, mi cosita iba de un lado a otro, mi mujer no le dio importancia porque es la costumbre, pero mi prima, esa con la que había crecido desde niño, se me quedo mirando ahí abajo.

Ella se fue a poner cómoda, y yo aproveché para saludar a mi mujer como es debido. Ella en casa solo utiliza pijamas dependiendo de la época y de ropa interior la braguita. Así que le di un fuerte abrazo, a la vez que la besaba y le tocaba los exteriores de sus tetas, por debajo de sus brazos. Era lo habitual, pero nunca habíamos tenido a mi prima mirándonos. Cuando nos dimos cuenta, nos separamos, yo morcillón, y mi mujer avergonzada (es demasiado vergonzosa) ya que se le notaban sus pezones erectos.

Mi prima se había puesto un short de lycra, de esos que justo tapan el culo, y una camiseta de tirantes, por lo que según se movía, podía verle sus tetitas. Eran pequeñas, una 90 o 95, pero puntiagudas. Sus pezones apuntaban ligeramente hacia arriba, y apenas tenía aureola. Solo unos pezones rosaditos, perfectos.

Cenamos, estuvimos viendo la tele un rato a la vez que charlábamos y nos poníamos al día, y nos fuimos a dormir.

Nunca cerramos la puerta del dormitorio, pero esa noche mi mujer dijo que le daba vergüenza salir con las tetas al aire desde el vestidor hasta la cama, y que yo como iba desnudo, que diría mi prima. Así que cerré la puerta.

A mitad de noche entre el calor y el medio calentón de ver a mi prima, intente que mi mujer se animara, pero no lo conseguí, así que me levante y me fui a la cocina a por un vaso de agua fresca. Justo cuando volvía, me cruce con mi prima que iba al baño, pero ni se dio cuenta de que estaba ahí, iba medio sonámbula. Pero yo sí que me di cuenta de que al salir de su habitación y estar la mía abierta, la corriente de aire le había levantado sus pezones, con lo que a mí se me levanto otra cosa.

A la mañana siguiente, mi mujer se marchó a trabajar, y yo me quede en la cama más rato, aprovechando el fresco de la mañana. Al rato me entro sed, así que me levante a la cocina a beber agua. Fui directo a la nevera, y al salir de la cocina, veo sentada en el sofá del salón a mi prima, viendo las noticias.

"primo, ¡¿haces así?!" me grito.

Nada, siempre duermo así, y no esperaba verte aquí, le dije a la vez que me tapaba levemente.

Ella rio, y me dijo, "tapa, tapa ahora, que ya te la he visto toda" y me dio un golpe en la mano para quitarla. Al hacer eso, no sé porque se empezó a levantar.

"Lola ¿te alegras de verme?, me dijo a la vez que empezó a tocármela".

Le pregunte qué estaba haciendo, a lo que me respondió, que se había dado cuenta de que le estaba mirando las tetas la noche anterior, y que era tonto por no haberme fijado que no llevaba bragas, y se le notaban todo el conejo.

LOLO: no debo hacer esto, sabes que estoy casado y que quiero mucho a Inés.

ANA: tú no sabes que estoy enamorada de ti desde niños. Que tengo sueños mojados por ti.

LOLO: pero que podemos hacer. No estarás insinuándome que quieres que te folle.

ANA: no, lo que quiero es que me hagas el amor.

LOLO: no puedo, yo no te amo, te quiero como prima.

ANA: pues haz lo que quieras, pero quiero tenerte en la cama.

Tras hablar largo rato del porque si y por qué no, accedí a follarla (que hombre se resiste a un polvo incestuoso).

Como estábamos en el sofá, me tumbe sobre él, y ella empezó a desnudarse. Cuando se quitó la camiseta, al fin pude ver unas tetitas que desafiaban a la gravedad, ya que iban hacia arriba, eran como medio limón, y no pude resistir el empezar a lamer esos pezones inhiestos, que reclamaban el ser devorados.

Sin yo darme cuenta, ya que estaba como un bebe, amorrado a una teta, ella se había quitado el short, y note una humedad en mi colita. Era Ana, que había encajado mi miembro entre sus labios y subía y bajaba a lo largo de mi falo, dejándomelo empapado de sus jugos, era fantástico.

La tumbe sobre el sofá con los pies en el suelo, y de rodillas ante ella, empezar a lamer aquel coñito chorreante, no os penséis que era un chocho de porno-star, sino un chocho de lo más normal, con su pelo (el justo, eso sí) donde tiene que estar.

Lamía desde el capuchón del clítoris hasta el ano, y ella se retorcía de placer en el sofá. Por increíble que parezca, el olor de su coño, junto con el de su ano, me estaba poniendo como un toro, lamí ese ano, hasta que se empezó a dilatar y metí un dedo, ella me dijo que no, pero era el precio a pagar por volver a mi mujer una cornuda. Mientras mi dedo jugaba en su ano, lo cual ya le empezó a gustar, seguí trabajándome su coño, y ella no pudo más, empezó a retorcerse y convulsionar, diciéndome de todo por su boquita.

Yo sé que mi aguante no es gran cosa, y mi primer objetivo estaba cumplido, así que una vez que recupero la cordura me acerqué a ella y empecé a clavarla poco a poco. Lo hice despacio como a las mujeres les gusta, además, mi polla no es muy larga (16cm), pero si tiene un buen grosor, lo cual hacia que ella tuviera que ir adaptando su cueva a mi cola. Para mí fue muy placentero, ya que hacía tiempo que no entraba en un sitio tan estrecho, y disfrute de cada centímetro que metí. Cuando termine el acople, empezó un movimiento frenético de caderas, que me levanto del suelo, me tumbo en el sofá, y como una diosa me monto hasta que me hizo vaciarme dentro de ella.

Abrazados y exhaustos, nos quedamos en el sofá en la misma posición.

Cuando recuperamos el fuelle nos dirigimos a la ducha, donde entre caricias y besos, nos dimos un buen aclarado.

Salimos a comer por ahí, ninguno de los dos se atrevía a decir nada. Ni siquiera podíamos mirarnos a la cara, pero ambos deseábamos volver a casa para acabar lo que por la mañana empezamos.

Llegamos a casa, y nada más cerrar la puerta, como dos jóvenes ansiosos, fuimos corriendo al dormitorio. Empezamos un maratón de besos, caricias, lametones y roces, que llevarían a cualquiera al paraíso. Mi prima me traía loco. Esa iba a ser nuestra despedida, ya que en la comida me dijo que no aguantaría en casa con mi mujer delante, así que tendría que pagar su precio. Yo le había hecho el amor, pero ella me tenía que dar su culo. así que empecé la tarea de lubricar, ante todo quería que no se sintiese violada, sino amada, así que la tumbe en el borde la cama, y empecé de nuevo a lamer como lo había hecho por la mañana, y el resultado fue todavía mejor. Ana estaba muy caliente y enseguida su culo se dilato. Le indiqué que se pusiera de pie con las manos en la cama y seguí trabajando su culo. Le lamía desde el ano hasta sus labios. Mi prima, tiene un serio problema de flujo, porque hay que ver como goteaba. Sin que ella se diera apenas cuenta, cambié mis dedos por mi puntita, y hasta que no empecé a meter el tronco, ella no se enteró. Me pidió que fuese despacio, y como buen caballero, así lo hice, y el resultado es, increíble, chicos. Creerme cuando os digo que es una maravilla. Ese receptáculo, es mucho más moldeable que el coño, y entre mi lubricación, y la de sus caquitas, la sensación es maravillosa.

Una vez acoplados y ella bien adaptada, empecé a bombear ese culo de ensueño, por fin un sueño, hecho realidad. No penséis que me olvidé ella, ya que apoyado sobre su espalda, empecé acariciar si clítoris. Ella empezó a jadear, y eso me enciende, así que enseguida me derrame en su culo. Aguante de pie como pude, hasta que la hice acabar a ella, gritándome que me quería.

Nos volvimos duchar juntos, a modo de despedida.

Ella hizo las maletas, y marchó. No quiso ni que la acompañase a su tren. Subió al AVE hacia Lérida. Y tres meses después, sigo sin saber nada ella.

Gracias por vuestra amabilidad y perder vuestro tiempo en leer mi historia.

Un abrazo para ellos y un besito en la humedad para ellas.

(8,09)