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Date la vuelta

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Después de una cena llena de insinuaciones, caricias, susurros y provocaciones fuimos a tomar unas copas y seguimos con el juego provocándonos y excitándonos mutuamente. No parábamos de besarnos y de acariciarnos. Su boca era insaciable. Sus manos me acariciaron por encima de la falda, por encima de las medias, por encima de mis muslos… Mi lengua también le buscaba. Al final acabamos en su casa, devorándonos y quitándonos la ropa con ansia y desesperación. Me desabrochó la blusa con rapidez. A continuación, la falda acabo en el suelo. Mientras me devoraba la boca me quitó el sujetador liberando mis pechos, pasando a besarme los pezones que sobresalían erectos de mis tetas a la vez que acariciaba los pechos. Hasta que por fin me bajó las braguitas en dos movimientos rápidos. Entramos en su habitación. Siguieron las caricias, los besos.

—Date la vuelta. Este culete es mío –Me susurró al oído, a la vez que me enseñaba el bote de lubricante. Lo habíamos hablado muchas veces, pero nunca me decidía a probarlo. Hoy estaba muy excitada. Quería que penetrara mi culete.

— ¿Preparada? Relájate. Tranquila. Confía en mí.

Empezó entonces a besarme por la nuca, los hombros, la espalda. Me dio un suave mordisco en el culo. Posó su lengua en mi clítoris y me lo acarició un instante, para luego pasar a la entrada de mi culo y también acariciármelo.

Estoy de rodillas al borde la cama expuesta para él. Me abre los labios, me acaricia el clítoris que sobresale y mete un dedo en mi vagina. Me masturba. Me entrego a Julio. Noto como crece mi humedad. Primero siento el gel en el agujerito de mi culete. Para luego notar como introduce un dedo en mi ano. Despacio. Lo va moviendo despacio. Lo noto. Ahora noto dos dedos. Entran lubricados muy despacio. Los mueve con delicadeza. Sabe que estoy nerviosa. Me dilata poco a poco. Me inclino hacia la cama hasta tocar con la cabeza en las sábanas. Muevo mi culete y suavemente me besa la espalda.

De repente noto su duro pene rozando mi clítoris. Lo coloca entre mis labios. Lo introduce en mi vagina, lo suficiente para impregnarse de mis jugos. Me penetra varias veces. Mi deseo crece. ¡Qué combinación! Me está volviendo loca utilizando su miembro en mi vagina y los dedos por detrás a la vez. Saca su pene y se unta gel. Desaparecen los dedos de mi ano y noto su glande en mi entrada trasera. Entra, despacio. Lo noto. Me abro las nalgas. Noto como se abre mi ano. Entra despacio.

—¿Bien? – me pregunta.

— Sí. Sigue. Despacio –Le respondo, inmersa en un cúmulo de sensaciones nuevas.

Siento calor, excitación, morbo, placer, un poco de dolor.  Pero me excita, quiero que siga. Siento su presencia en mi interior. Sólo ha entrado un poco y se mueve lento, despacio. Sé que tiene cuidado.

—Mmmm… —Sale mi gemido sin querer.

—Dame tu culito.

Creo que me gusta. Sí, me gusta.

—¡Siiii! Sigue. Así. Sí. Fóllame amor, sí. Mmmm…

Noto que es placentero. Me agarro a las sábanas. Se introduce más. Noto un poco de molestia a la vez que excitación, es una sensación extraña, nueva.

—Despacio amor –Le pido.

Entra más. Suave. Algo noto en mi interior cuando entra del todo, mezcla de dolor−placer.

—¡Dios! –chillo.

Se para. Me abraza.

—Tranquila. Ya está toda.

—Mmmmm. ¡Oooh! ¡Siiii! –le contesto gimiendo.

Siento un intenso calor en mi interior. Me adapto al movimiento de su duro pene. Respiro profundamente. Más calor. Más placer. Ya no hay dolor. Ahora soy yo quien se mueve.

—¡Dios, que gusto!

Llega el placer. Sigo moviéndome.

—¡Mas! ¡Fóllame! —Le exijo, gritando.

—Bien, preciosa.

Me sujeta con fuerza por las caderas. Entra, sale, entra, sale.  Más deprisa.

—Mmmm… Sigue ¡Más!

Me penetra con más fuerza. Con más brío. Me aprieta las caderas. Lo noto en mi interior. Pero se retine, no entra hasta el fondo. Nos acoplamos. Me impone ahora él el ritmo. Me penetra, una, dos, tres veces… nueve… más.

—Mmmm… ¡Más, fóllame! Me gusta.

Gimo, jadeo, él suspira, gime…

Llega un fuego interior, pasión, lujuria. Noto como se desliza dentro de mí.

—Uffff, que pasada. Sigue.

Tira de mí hacia él. Me penetra. Acaricia mis pechos. Tira de mis pezones. Me pellizca.

Sigue moviéndose hasta que estallo –¡Siiii! —tiemblo, llego al clímax, al placer supremo, algo que no me imaginaba, un orgasmo bestial, tremendo.

Me sujeta más fuerte de las caderas notando como llega su momento culminante, explota, como lanza con fuerza todo su contenido en mi interior, noto su calor dentro de mí, mi calor, mucho calor, placer. Mmmm… 

(9,25)