Nuevos relatos publicados: 13

Nuestro Secreto

  • 3
  • 19.095
  • 9,62 (26 Val.)
  • 0

Nunca pasó por mi cabeza tenerla sola en mi casa, la confianza había, pero el tenerla aquí conmigo encendió un instinto en el que ya no era yo.

Es de las mujeres que no confunde el placer con el amor, no tenía idea que un solo aroma se fundiría en dos cuerpos, él la miraba con deseo, ella con curiosidad, ambos no tenían idea de lo que pasaría aquella noche.

Sonreías con cada palabra que salía de mi boca, miradas picaras al sacar la botella de whisky, éramos dueños de ese pequeño rincón del mundo, ese que se convertiría en nuestro pequeño secreto.

Había algo en ella que era diferente, su aroma.

Una mezcla de rebeldía, curiosidad, deseo y picardía, tenía todo para ser considerada perfecta.

Era de noche, algo que fumar, mucho licor y buena música, sonreíamos sabiendo que esa noche nuestras locuras jamás serian contadas.

Desde secretos hasta risas, hablamos por horas mientras el humo salía de nuestras bocas, cada vez se podía sentir el calor de nuestros cuerpos.

Me atreví a retarte algo y con mucha soltura aceptaste, en ese instante prometimos que nada saldría de aquí y lo hiciste.

Movías tu cuerpo lento sintiendo el calor desprendiéndose de tus movimientos, contagiaste de tu fuego a este cuerpo hambriento de ti.

No aguantaba las ganas de hacerla mía, un poco de alcohol me daría la valentía de jugar un poco con ella, acercándome y acariciando su cintura, ella, sin palabra alguna, solo con su cuerpo moviéndose al ritmo de la música, me tenía a sus pies, me embriague de ella.

Te mire, te agarre por la cintura acercándote a mi cuerpo, no había palabra alguna que aquel suspiro no describiera, estábamos solos, éramos dueños de esta locura.

Recostándote en mi cama comencé a subir mis manos temblorosas por todo tu cuerpo, sintiendo ese aroma que me estaba hipnotizando, no era amor lo que sentíamos, era deseo.

Besándote el cuello perdiste el control, me puse encima de ti y tu cuerpo se movía al ritmo del mío, la ropa estaba de más, arrancaste mi camisa y yo hice lo mismo con la tuya, me quedé contemplando tu cuerpo, te veías un poco intimidada, talvez no lo habías hecho antes, pero la forma en la que te movías me hacía pensar diferente.

Te pusiste encima de mí, moviéndote a un ritmo suave pero intenso, empezaste a notar que estaba excitándome cada vez más, desabrochándote el brasier logre percibir que dos hermosos pechos salían de este, eran perfectos, tamaño, textura, aroma, todo se conjugaba en un solo gemido al tocarlos.

Los besaba como si fuera lo más preciado que había visto, estábamos prendiéndonos fuego al frotar nuestros cuerpos ardientes y a la vez temblorosos por el miedo que poco a poco se iba opacando a lo lejos.

No es lo correcto, me susurrabas, lo sé, te respondía, pero el deseo mesclado con el licor nos hizo olvidar que somos.

Sentía tus uñas recorriendo mi espalda, tus dientes mordiéndome la espalda, yo astutamente te saqué las bragas quedando a mi vista el cuerpo que deseaba desde el día en que te conocí.

Continuara...

(9,62)