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Mi tío y sus amigos (1)

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Me llamo Antonella y la historia que estoy por contarles de seguro a más de alguno lo pondrá cachondo.

Siempre he sido una tía muy caliente, a la que le encanta tener sexo descontrolado y sobre todo con hombres mayores que yo. En la actualidad tengo 20 años y estoy más sexy que nunca, mi cuerpo es espectacular (amo ir al gimnasio) tengo un buen culo y también unas buenas tetas, como se pueden dar cuenta soy egocéntrica y no me importa en lo más mínimo, pues así he conseguido todo lo que he querido en esta vida. Por supuesto, también soy superficial, me gustan los hombres musculosos y peludos, si tienen barba mucho mejor; para qué hablar de su verga, mientras más grande y gruesa mejor.

Pero vamos al grano... hace unas semanas atrás conocí por primera vez en mi vida al hermano de mi mamá, quién vivió en Argentina por 20 años. Cuando llegué a casa y escuché unas voces que provenían de la cocina, sólo pensé: "A quién se estará follando esta zorra ahora?, de seguro es un pendejo insoportable como todos los otros" (siempre que van hombres a la casa es porque alguna de los dos se lo está o quiere follar). Sin embargo, cuando entré a la cocina solo pude ver a este hombre desconocido que cumplía con todos mis estándares, era alto, musculoso, moreno y peludo, así que con mi mejor cara y sonrisa dije hola y pregunté quién era. La sorpresa, evidentemente fue desmedida cuando supe que era mi tío, y no pude dejar de pensar en cómo me gustaría estar saltando en su verga ahora mismo, pero claro, somos familia y la familia no folla entre sí.

La sorpresa aumentó cuando mi mamá me contó que mi tío (que se llama Emilio), iba a vivir con nosotros por un par de meses mientras encontraba un lugar donde vivir. En principio esto me desagradó un poco pues no estamos acostumbradas a tener que lidiar con un hombre en la casa, pero bueno, yo no soy quien manda en esta casa.

Por costumbre, unos días más tarde cuando desperté me puse unas pequeñas bragas con una polera blanca de tiritas, y salí a tomar el desayuno a la cocina aún con sueño pues la noche anterior había salido de juerga. Entre en la cocina, avancé por inercia hasta el refrigerador, saqué una botella de leche y bebí directamente de ella derramando un poco en mis tetas, y cuando me di la vuelta para sentarme en la mesa veo que estaba mi tío sentado comiendo su desayuno sin quitar sus ojos de mi cuerpo. Avergonzada, le dije buenos días y me senté junto a él, el desayuno estuvo bueno, me preguntó que hacía después y le dije que iría al gimnasio con mis amigas, a lo cual respondió que tenía que unirse a un gimnasio acá en Santiago también, así que iría conmigo. Cuando me levanté de la mesa, pude sentir como me perseguía con sus ojos sobre mi trasero, el que por supuesto moví un poco más exageradamente (lo zorra se lleva en la sangre).

Con el pasar de los días la relación se hizo mucho más cercana y conversábamos de los más variados temas, incluso me llegó a preguntar por mi vida sexual, ante lo cual mi respuesta fue que era tranquila (la mentira más grande de la vida, la noche anterior había estado en un trío con dos tíos que conocí en la fiesta). Por supuesto, comencé a aprender sus hábitos como, por ejemplo, que después de la ducha de la mañana iba solo con su toalla a la cocina a buscar un café para luego ir a vestirse, así que cada mañana antes de que eso pasara estaba sentada en la cocina esperándolo para ver sus abdominales y bíceps que me tenían vuelta loca, porque sabía que no los podía tocar. Por mi parte, cada día me levantaba con ropa más pequeña para que él pudiera ver mi hermoso cuerpo y desearlo, ambos sabíamos que era cosa de tiempo hasta romper la regla de la familia.

Pasó el tiempo, y el fin de semana recién pasado salí a una fiesta con mis amigas (cuál de todas más zorra, yo por supuesto jajaja) y llegué aproximadamente a las 04.00 am a casa con el pelo alborotado y el labial un poco corrido por la mamada que le di al tío que me llevó a casa. Cuando entré fui a buscar algo de comer a la cocina y en el camino me encontré con una situación que jamás creí que pasaría... en el living estaba mi tío sentado desnudo con un vaso de whisky en la mano, mirándome fijamente. "¿Estas son horas de llegar jovencita?" me preguntó con un tono que jamás había escuchado de su boca, ante lo cual respondí "Yo llego a la hora que quiero". Se tomó su vaso de whisky de una, y se puso de pie dejando ver su enorme verga entre las piernas (la cual miré por instinto más del tiempo que habría querido), se acercó a mí y me dijo al oído susurrando "ahora vas a ver lo que le pasa a la gente que es insolente conmigo" y me tomó por la cintura para dejarme caer sobre su hombro mientras me llevaba a su cuarto.

Cuando llegamos a la orilla de la cama me tiró bruscamente sobre la misma, con lo que emití un gemido de dolor un tanto placentero. Sin decir palabra alguna me tomó del pelo y me llevó mi boca a su pene para que comenzara a chuparla, la cual sin ninguna duda lamí y chupeteé con todo, pues ni tonta de perder la oportunidad. "Mírame mientras lo hace perra" me dijo mientras empujaba con fuerzas mi boca en su verga que no podía tragar más allá de la mitad, "Estaba seguro que esto resultaría y que hoy te follaría, ya vas a ver cómo te gusta que te culee tu propio tío". Acto seguido me quitó el vestido y me puso en cuatro mirando un gran espejo que tenía en su pieza, sin decir nada comenzó a darme fuerte por la vagina mientras nos mirábamos en el espejo, lo cual me excitaba de sobre manera al ver dos personas tan sensuales follando (recuerden que les dije que soy egocéntrica y superficial). De pronto dejó caer un escupo sobre mi ano y comenzó a frotar su dedo pulgar fuertemente mientras con su otra mano tiraba mi pelo hacia atrás, el éxtasis que sentía en ese momento era increíble y nunca antes lo había sentido. Sin decir palabra alguna, me lo comenzó a meter por el ano y yo solo podía gritar de forma exagerada pues sentía como cada partícula de mi cuerpo quería más y más. Sus nalgadas eran fuertes y placenteras. Cuando ya habíamos follado en diversas posiciones, retiró su verga de mi ano, se sacó el condón y eyaculó en mi boca y cara. Me tiró una toalla y dijo "límpiate".

Posterior a eso, mientras recogía mi ropa para irme a mi cuarto, me dijo "Sabía que era una zorrita, no te creí nada de lo que me habías dicho. A partir de ahora serás mi nueva esclava sexual y harás todo lo que te ordene. ¿Entendiste?". Sin pensarlo ni un segundo, mi respuesta fue sí. Y así es como toda la historia comienza.

La historia se repitió durante toda la semana, hasta que el viernes me dijo: "mañana vienen unos amigos de Argentina, así que ni se te ocurra salir". Ya podía imaginar lo que se venía y no pude evitar ponerme toda húmeda.

 

Continuará...

(9,19)