Nuevos relatos publicados: 11

La mejor amiga de mi esposa

  • 4
  • 40.474
  • 9,24 (41 Val.)
  • 0

Durante mi vida de concubinato tuve la oportunidad de conocer a las amigas de mi compañera Paola. En aquella época Paola se hallaba en estado de embarazo de nuestra primera hija; Carolina, su mejor amiga, se había convertido en la mejor amiga de ambos.

Paola, quien es oriunda de otra ciudad, salió a visitar a su familia y me dejó solo en el departamento, Carolina quien era de nuestra absoluta confianza iba a visitarme de vez en cuando después de salir de trabajar, ella es Educadora Especial al igual que Paola por lo que su horario de trabajo es bastante elástico.

Era viernes, acompañé a Paola a la Terminal de autobús, me despedí de ella y regresé a casa, pasé por una tienda de alquiler Pussycat, llevé unas películas de lesbianas y de mujeres que se masturban para verlas ese fin de semana. Al llegar a casa me di una gran sorpresa cuando encontré esperándome en la puerta a Carolina.

Allí estaba ella, sentada en el recibidor del edificio con unas bolsas, la atendí y entramos al departamento. En las bolsas traía una botella de whisky y unos canapés, nos sentamos en la sala, abrimos la botella y charlamos durante un buen rato.

Pasada la media noche y bajo la influencia de los tragos, comenzamos a hablar acerca de lo mucho que nos gustábamos. Me decía que cuando nos conocimos le gusté de manera intensa y sexual y que le había molestado que hubiera escogido a Paola, le dije que bailáramos, estaba sonando una baladita muy deliciosa y mientras bailábamos la besé en el cuello, ella comenzaba a rehusarse y a ceder hasta que llegué a los labios, allí nuestras lenguas se entrelazaron mientras bajaba la cremallera de su vestido dándome cuenta que no traía sostén, mis manos pasaban por sus pequeños senos y mis dedos jugaban por sus pezones endurecidos mientras seguíamos bailando excitándome con sus gemidos, mientras tanto, Carolina jugueteaba con mi pene sacándolo y acariciando su glande con ternura y delicadeza. Le quité el vestido y solo traía una hermosa tanga roja con encaje, se la bajé cuidadosamente con mis dientes hasta dejar al descubierto un hermoso chochito rosado recién afeitadito el cual lamí desaforadamente. La penetré en el sofá mientras gritaba de placer, luego en la cocina, en el baño, en todas partes.

Estaba tan ebria que talvez no se daba cuenta de lo que estaba haciendo, estábamos desnudos besándonos por todo el departamento hasta llegar a la habitación. Una vez allí la acosté en la cama, la misma cama donde duermo con Paola, nos metimos en las cobijas y comencé a hacerle sexo oral mientras metía mis dedos en su ano. Ella gemía con locura hasta llegar a un orgasmo que salpicó mi cara, lamí cuidadosamente todos sus líquidos. La penetré ya que a ella no le gusta hacer felación a los hombres, yo estaba totalmente perdido en mí, movía sus caderas con fuerza, no usábamos preservativo por lo que el riesgo de embarazo sería muy alto ya que estaba ovulando. Me pidió que colocara una de las películas, era de lesbianas, eso la excitó tanto que llegó a otro orgasmo, igual de húmedo.

Siempre he tenido el problema de tardar en eyacular, pero en esta ocasión eso era una ventaja, igual disfruto del sexo, pero cuando por fin lo obtengo es algo fuera de serie. Estaba a punto de venirme, ella estaba debajo de mí, lo saqué, subí llegando a su cara, metí mi pene en su boca y lo hundí hasta el fondo, ella se incorporó sorprendida quedando sentada en la cama y yo no paraba de meterlo y sacarlo, lo hice tan fuerte que la hice vomitar, eso me excitó tanto que me vine dentro de su boca obligándola a tragarse mi semen.

Lo hicimos durante toda la noche y Carolina aprendió que la felación era algo natural. Dormimos juntos durante todo ese fin de semana, el domingo permanecimos todo el día desnudos como pareja, cocinamos, bailamos, disfrutamos mucho el uno del otro, fue inolvidable. Luego el lunes siguiente llegó Paola, me preguntó como la pasé y le dije que, de maravilla, aunque la había extrañado mucho, le hice el amor de una manera demente varias veces ese día. Embaracé a Carolina dos meses después y luego se fue a vivir a Venezuela con nuestro hijo.

(9,24)