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Mi inocente cuñada

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Mi novia, Alejandra, es la menor de tres hermanas. Alejandra tiene un año más que yo (19) y Cristina, su hermana mediana, 21. Este año mi cuñada se quedó sin trabajo y mi mujer me insistió para que durante la semana que íbamos a pasar con ellos, aprovechara para dejar el trabajo a un lado, pero a escondidas me lleve unas anales con algunas cosas. En la costa vamos a un apartamento más bien pequeño para todos los que somos… Es bastante caluroso, pero bueno, está muy cerca de la playa.

Mi cuñada es alta, tiene una cara con facciones muy definidas, los ojos verdes y bastantes hermosos, a la vez que una boca con unos labios carnosos que siempre que los veo me los imagino algo más abajo de mi ombligo... El cuello es largo, tiene unos pechos prominentes. Es culona, pero conserva una gracia juvenil que llama la atención. Y lo que más me atrae… es inocente. Parece no enterarse nunca de nada. Llegamos a playa, y directamente nos trasladamos al piso. Era tarde, las doce de la noche y, cansados del viaje, nos echamos a dormir. Esa noche, en la cama, empecé a dar vueltas a mi cabeza. La idea de quedarme solo con Cristina en el piso me ponía muy cachondo, a la vez nervioso. ¿Cómo iba a ser capaz de lanzarme a por ella? Era un riesgo que no quería correr, pero mi cabeza iba por delante, y por delante de mi cabeza, mi polla; haciendo una presión enorme al calzoncillo. Mi mano empezó a menear mi polla, pero decidí terminar en el baño. 

La luz del baño estaba encendida. La puerta estaba entreabierta. Cuando me acerqué observé que era Cristina. No sé de dónde saqué el valor, pero con lo cachondo que estaba no sé si era yo quien decidía mis pasos. Me quité los calzoncillos y, abrí la puerta del baño. Estaba dispuesto a metérsela directamente en la boca, pero una vez dentro su reacción me devolvió a la realidad “¡¡¡¡Fernando!!!! que estoy yo!!!!!”. Y sin apartar su mirada de mi erección se marchó del baño. Terminé lo que tenía pendiente y volví a la cama.

A la mañana siguiente el apartamento era un cuartel, el jaleo era enorme, todos preparándose para ir a la playa... excepto Cristina y yo. 

Preparé la mesa con alguna documentación que me había traído. Estaba deseando verla (había salido a la compra) para saber qué indumentaria había elegido, eso me podría decir algo.

Por fin llegó, llevaba una camiseta negra larga de tirantes, me pareció que no llevaba bikini, pero sí la parte de abajo. Nada de tangas. Parte de abajo clásica. El pelo recogido. Se sentó a mi lado, encendí el ordenador y me pegué a su silla. La familia se despidió y de repente pasamos del jaleo más ruidoso al más absoluto silencio. Quedamos callados, ella esperaba que empezara, pero el ritmo del corazón me iba a delatar. El avance de mi pierna ya entraba en contacto con la suya. No la apartaba, tampoco era necesario. Somos cuñados, desde hace casi quince años.

Mientras le mostraba un cuaderno de notas, con el codo noté el roce de uno de sus pezones, miré y los tenía de punta, eran enormes. Yo tan solo tenía puesto el bañador y noté cómo mi polla se endureció. Seguí en esa posición, ella me miraba fijamente, “¿Te has enterado?”, le pregunté mientras dejaba caer mis manos con el cuaderno sobre sus muslos. “Creo que sí”, respondió. Quedamos callados, sus pezones estaban a mi lado, estábamos solos, la hermana de mi mujer y yo, las piernas de ambos no se separaban. Miré su boca, y me acerqué a ella leeentamente. Nuestras bocas se iban a juntar cuando ella me apartó con “¡¡¡¡¡Fernando basta por Dios!!!! ¿¿¿Te has vuelto loco???”, “Perdona Cristina, no sé qué me ha podido ocurrir”. Me fui al baño a refrescarme la cara, pero era imposible. Cristina escuchaba un pequeño reportaje en el ordenador a través de los auriculares. Yo estaba de pie detrás de ella, y decidí acercarme, una leve explicación que le hice acerca del video me permitió estar justamente a su espalda. Pegué mi bañador a su espalda, ella tenía que estar notando mi polla detrás suya, la fina tela del bañador era lo único que nos separaba.
Así estuvimos un rato, lo mismo sólo fueron treinta segundos, pero cada segundo que pasaba y no se apartaba me ponía aún más cachondo. Puse mis manos sobre sus hombros y comencé a masajearlos, desde arriba podía ver cómo sus enormes pezones estaban pidiendo más… Lentamente, decidí bajar hacia ellos. Casi quince años deseando tocarlos y estaba a tan solo unos centímetros. Seguí bajando, bajando, notaba su latido, su clavícula, y mis dedos comenzaron a introducirse por debajo de los tirantes. Ella seguía inmóvil. Llegué a los pezones. ¡Dios!!!!! Eran enormes. Comencé a juguetear con ellos, primero con sumo cuidado, luego cada vez con más presión. Ella no reaccionaba. Aún seguía con los auriculares puestos cuando decidí seguir el juego, me fui a un lado y con mis manos tocando sus pezones, sus muslos, me puse de rodillas y me metí debajo de la mesa. Su actitud inmóvil desapareció para abrir sus piernas, cada vez más abiertas, me facilitaba lamer su coño. Tenía las bragas mojadísimas. Antes de quitárselas junté mi boca y la mordisqueé suavemente, sus piernas se abrían cada vez más y comenzó a jadear levemente. Levantó un poco su cintura, lo justo para quitarle las bragas y ahora sí; mi cuñada me servía su coño para que yo me lo comiera. estaba mal depilada, pero hasta me gustó más así. Mi boca se abría para rivalizar con su enorme coño, cada vez estaba más mojado y mis manos apretaban su culo. Comenzó a moverse, “ERES UN CABRON, ERES UN CABRON”, comenzó a decir; a mí me encantaba escuchar su voz, me hacía consciente de que el coño que estaba lamiendo era el de mi cuñada. Ahora eran sus manos las que aprisionaban mi cabeza contra su coño. Sus movimientos cada vez eran más brutales, comenzó a gritar “AHHHH, AHHHHH, CABRON, CABRON, FERNANDO CABRON. AHHHH ¡¡PARA YA!!”.

Y siguió gritando mientras mi lengua volaba. Decidí follármela. Salí de debajo de la mesa, estaba aún vestida, sin auriculares. Me miró con cierta cara de miedo, creo que estaba fuera de sí, como creo que ambos lo estábamos, “TE VOY A FOLLAR CRISTINA”. “NO FERNANDO, ESO NO. NO ME FOLLES, ESO NO. NO LO HARÁS”. Aun siendo ella alta, yo soy algo más corpulento. La levanté, tiré la silla al suelo y empujé a Cristina hacia la mesa, “NO FERNANDO, NO ME FOLLES, NOOO”. Le levanté la camiseta, separé sus piernas con las mías, ella seguía pidiéndome que no la follara, pero cuando vi su coño rosado frente a mi polla....

Estaba completamente mojada.

La ensarté de una sola vez, el grito fue enorme, pero según comencé a bombear, ella comenzó a jadear.

Mientras me la follaba, la palmeaba cada vez más fuerte en el culo, cada vez notaba mi verga más dura, cada vez estaba más cerca de correrme, ella volvió a gritar, saqué la polla, y tirándola del pelo supo perfectamente lo que quería. Se arrodilló y se metió la polla en la boca, no hizo falta mucho más para correrme. Me sorprendió que no se la sacara, mientras me corría ella seguía con mi polla dentro de su enorme boca. 

La "inocente" de mi cuñada se está tragando mi leche, y le gusta. Con mis manos le apretaba aún más hacia mí, ella se ahogaba, hasta que me metió un dedo por el culo, rápidamente, me sacó toda la leche que llevaba dentro.
Cuando quedamos en calma, ella fue la primera en reaccionar.
“¡JODER, VAYA LIO FERNANDO, LA QUE HEMOS ARMADO AQUÍ!!!”.

Se levantó, recogió sus bragas y se fue a la ducha. Yo me quedé sentado en el suelo, empezando a darme cuenta de lo que realmente había sucedido. 
Salió de la ducha completamente desnuda, entró a su habitación, se vistió, salió del cuarto y se sentó a un lado de mí, la voltee a ver y ella me miraba con aquellos ojos "inocentes" y hermosos, la bese y abrase, ella me dijo: "la que hemos armado Fernando, ufff será una larga semana".

Me levanté junto con ella, la besé apasionadamente y le dije: "un gran secreto, ¿crees aguantarlo?".

Recogí la mesa, me duché y esperé a que regresara toda la familia. Era el primero de siete días. Me pregunté si habría más encuentros con mi cuñada...

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Espero les haya gustado, como siempre si comenta se los agradeceré y de esto hay una segunda parte.

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