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Clara y el viejo jardinero

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Hola, me llamo David, tengo 36 años y soy informático. Vivo en el centro de Sevilla, en un apartamento, mientras que el resto de mis parientes habitan en los pueblos de alrededor.

Una mañana de verano fui a visitar a mis tíos a un chalet con piscina que tienen en Alcalá de Guadaira. Con ellos vive mi prima Clara, un bellezón de 24 años, morena, de pelo largo, con un cuerpo de escándalo y una elegancia y finura dignas de cualquier princesa.

Aquella mañana estuve saludando a mis tíos y pregunté por Clara. Dijeron que estaba tomando el sol en el jardín. Me asomé a la terraza y ahí estaba ella con un bikini azul turquesa espectacular. Tenía un cuerpo bronceado de las horas que tomaba al sol y unos pechos y un trasero de infarto. A unos 10 metros estaba Pepe, el jardinero, hombre de casi 70 años, que pese a estar jubilado, iba por las mañanas a cuidar y regar el verde de la finca. Pepe era un hombre gordo, con aspecto sucio, se pasaba el día en los bares y que de vez en cuando visitaba algún burdel de mala muerte para aliviarse porque su mujer llevaba años inválida. Contrastaba verles, el rudo y barrigón Pepe con las formas, belleza y dulzura de Clara. Me fijé que mientras regaba el jardín, a Pepe se le iban los ojos hacia las piernas y el cuerpo de mi prima, pero claro, es que nadie es de piedra.

Saludé a Clara y estuvimos conversando. Aprovechando que debía ir al centro, se arregló y me acompañó. Se puso un top verde y una minifalda vaquera que quitaba el hipo. Dijimos adiós a Pepe, que la miró de arriba abajo y nos fuimos.

Días después, volví al chalet de mis tíos para arreglarles un ordenador. Estaban preparándose para ir a Sevilla cuando entré, así que apenas les saludé me dijeron que mi prima estaba en el jardín si necesitaba algo. Marcharon y yo aproveché para solucionarles un problema en el ordenador antes de saludar a Clara. Terminado el asunto, me asomé a la ventana y vi algo increíble: allí estaba Clara totalmente desnuda tomando el sol. Parecía una auténtica playmate. Nunca la había visto así, por lo que el calor se apoderó de mi cuerpo. Me escondí para que no me viera porque temía que se avergonzara al verla, hasta que oí unas voces.

Me acerqué y oí a Clara como, totalmente desnuda y tumbada en la hamaca, llamaba a Pepe. El viejo se acercó y le pidió que le untara el cuerpo de crema. Pepe accedió encantado, ¡quién no¡, y empezó a pasar sus fuertes y áridas manos sobre las piernas, espalda, pies y culo de Clara. Era increíble lo que estaba viendo: mi prima pija que siempre usa los perfumes más caros siendo manoseada por un gañán que normalmente desprende olor a sudor y vino. La escena era perturbadora, y mi erección aumentaba por momentos. Pero lo más impresionante estaba por llegar…

Después de unos 20 minutos de sobeteo, Clara le dijo que la había sentado muy bien el masaje y que no sabría cómo pagárselo. Pepe dijo que no tenía importancia, y Clara le preguntó por su mujer, la pena que tendría que apenas pudiese tener relaciones con ella. Pepe dijo que había que resignarse, pero entonces fue cuando Clara le comentó que no se preocupara, que ella le ayudaría. Terminó de bajar la cremallera del buzo de Pepe y metió la mano por debajo del calzoncillo:

—Quítate la ropa, estamos solos

—Pepe ¿y si viene cualquiera?

—Tranquilo, déjame a mí —dijo Clara.

Yo estaba sudando al ver aquella escena. Clara estaba con sus manos haciéndole a una paja a un viejo repugnante y, no contenta con eso, metió en su boca toda la polla, iniciando una mamada que yo jamás esperaría de alguien como mi prima.

A los pocos minutos Pepe, entre gemidos exclamó que se iba a correr. Pensé que Clara sacaría la polla de su boca, pero me equivoqué y vi como Pepe empezó a dar pequeños espasmos, lo que supuse que se estaría corriendo y, lo más increíble, que Clara se estaba tragando todo aquello como si fuera la mayor de las fulanas. Yo comencé a pajearme porque aquello era inaudito, y entonces Pepe cogió a mi prima, la puso a cuatro patas, y empezó a follársela como si fuera la última vez que lo haría en su vida. Mi prima me estaba sorprendiendo, jamás pensaría que fuera tan caliente, nunca dio esa imagen. Era capaz de hacérselo con un viejo desaliñado sin ni siquiera utilizar condón, y luego se las iba dando de pija mojigata. La penetró por delante, después por el culo, la besaba, la chupaba, y Clara entregada como una vulgar furcia. Yo me acabé corriendo con mi paja mientras les contemplaba, porque estuvieron más de una hora follando sin parar.

Pepe se volvió a poner el buzo y Clara, desnuda le comentó que iba a ducharse. Antes de que pudieran verme me marché, pero desde entonces el buen hacer de mi prima no se me iría de la cabeza.

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