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Hipnosis erótica

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'Tuvieron ojos y no supieron ver,

tuvieron oídos para oír y no supieron escuchar'.

(Antiguo Testamento)

 

No pude terminar la carrera de psicología, apenas me faltaba un año para dejar de soportar aquella universidad monolítica cuando un empleo en la administración me guiñó el ojo. El resto de mis compañeros habían ya hipotecado su futuro, incluso Nuria, la rebelde, la reaccionaria, la más contestaria de mis compañeras atacada por un repentino mantra familiar de pobreza se inscribió en un patético curso puente de pedagogía que le permitiría ganarse cómodamente el pan entre niños sin cuello y toneles con chupete.

Nuria era el espejo eterno de la levedad pesada del ser de llamarse Nuria, si había alguna situación mágica y especial que alguna mujer pudiera fastidiar era el tipo de cosas en la vida que ella adoraba. Solo Nuria podía en una reunión de madrugada, en una vieja casa en ruinas y a la luz de las velas y cuando todos dormían, revisar los postulados de Nietzsche quitándose levemente su camiseta y charlando en sujetador porque simplemente le apetecía ponerme nervioso. Nunca fuimos nada más que amigos, tenía un novio adorable que estudiaba económicas y que de manera adorable la dejaba sola durante meses y meses, por poco que se conociera a Nuria era el tipo de relación que ella buscaba... una mentira.

Los pesados apuntes, los pesados discursos del Catedrático 'Yo', el nerviosismo de los exámenes, y los pasillos de aulas repletos de acné y pasos por el invernadero débil de la antesala de la vida se transmutaron por negociados en la administración y toneladas inútiles de papel oficial. Ya no soportaba discursos de gente amargada y frustrada, ahora debía de aprender a convivir con gitanos comerciantes de sí mismos, especialistas en la venta ambulante de su persona. Habían pasado más de cinco años, no tenía un futuro especial ni brillante en la administración, y el gusanillo de terminar la carrera pareció quedar dormido. Mis días eran una preciosa rutina cuadriculada que bien podía resumirse así: Levantarse, desayunar, ocupar una silla, leer la prensa, almorzar, tomar cervezas, ver la televisión, dormir.

No tropecé con Nuria por casualidad como en las novelas, tampoco fue al salir de una conferencia sobre la psique del mosquito amazónico, una tarde al levantar el teléfono de casa apareció su voz y eso fue todo, como siempre, como si apenas hubieran pasado las vacaciones de verano.

-Cabeza, como estas?

-No me llames cabeza, sabes que no me gusta.

Habían pasado más de cinco años y allí estábamos, hablando como si solo hubiera pasado un mes. Solo una vez anecdótica y perdida hace dos años nos habíamos visto, no necesitábamos decir lo contentos, lo emocionados que estábamos de oírnos, de tener noticias del otro pero por los matices de la voz lo sabíamos. Nunca la había conocido tan emocionada, tan de voz quebrada excepto cuando se abrazó al camarero de un restaurante chino en solidaridad por la matanza de Tia Na Men.

-Bueno, te resumo mi vida en dos frases: Me casé, tengo un hijo, y me divorcié.

-Son tres.

-Vete a la mierda.

-Estas gorda, hecha una foca, con estrías y tu marido te ha dejado por otra más joven de tetas erguidas.

-Sigues siendo un caballero, tan galante como siempre, eres un encanto lo sabias?

Poco la hubiera conocido si pensara que aquella llamada obedecía a un repentino interés doméstico por saber de mi vida, por tomar café y cambiarnos las fotos familiares y empezar el eterno rollo aburrido de siempre de recordar los compañeros de la facultad. Almorzamos en el mismo restaurante chino de toda la vida, fue casualidad o mano del destino más que un patético sentido de la nostalgia, había decidido tomarme parte del día libre en el trabajo y era el Chino más cercano que nos evitaría tener que ir charlando entre atascos y búsqueda de aparcamiento. Apenas ocupamos una mesa de esas chinas, con música ridícula de fondo, y mantelitos impecables apareció la hermana de Nuria, la recordaba vagamente, traía como una excusa su hijo pequeño. Hablaron de biberones, de papillas y pequeñas disputas domésticas, pude conocer a su hijo, era igual de hermoso que ella. Se excusó la hermana y llevándose al pequeño nos dejaron solos de nuevo, entonces Nuria sin pensarlo y mientras comía a pequeñas dentelladas trocitos de apio soltó la bomba:

-No soy tan floja como tú, continué estudiando, me marché a Paris con los ahorros del verano e hice un master en La Salpetiere, estudié Hipnosis y Sofrología. Más que un fenómeno de barraca de feria o de circo la hipnosis clínica me abrió un campo espectacular, después estuve trabajando en una clínica de vanguardia en Barcelona, bueno, me casé y ya sabes el resto.

Ahora de vuelta aquí sobrevivo entre regresiones y cuatro cuentos para viejas, estoy tan animada y convencida sobre ese campo que recientemente hice un descubrimiento formidable, un campo muy poco conocido: Hipnosis clínica aplicada al sexo.

La represión, el principio de angustia, todas las facetas ocultas que llevamos dentro y que la vida y las normas sociales nos imposibilita, mediante la hipnosis se viven...no se simulan, no lo crees, ni siquiera lo imaginas... lo vives. Fácil, aséptico, y sin complicaciones, todos mis clientes masculinos y femeninos después del tratamiento parecen otros, como liberados de una angustia, de una costra de suciedad y contaminación del alma. Pero como todas las nuevas experiencias por algún lado debían de fallar, en este caso por la terapeuta, estoy tan poco acostumbrada a ese tipo de situaciones que he tenido que abandonar los trabajos por un tiempo. Veras, el descubrimiento empezó con una paciente a la que trataba por una agorafobia de libro, vivía encerrada, temía incluso salir al descansillo de su escalera. Una vez más, como siempre, afloró el famoso Edipo pero en este caso extremado hasta la patología más reprimida. Bastaron dos sesiones de hipnosis, en las que del estado cataléptico la situé en un ambiente de narcóticos y una situación cómoda para ella con su propio padre para que fueran aconteciendo ante mis ojos la serie de orgasmos más escandalosos que nunca he visto en mi vida. Llegó a dejar la butaca completamente empapada. Hoy esa paciente camina, pasea, y su temor a salir y pasear es solo un vago y difuso recuerdo.

Apenas llevaba seis meses con esta novedosa terapia y de la que no existen precedentes cuando la semana pasada ocurrió algo imprevisto, eres mi único amigo, no tengo nadie más en quien confiar, y por otra parte aunque no terminaras los estudios te considero más colega que ningún otro. Trataba a un paciente de una depresión endógena muy atípica, estaba imposibilitado para trabajar, incluso para vivir, era un hombre joven de unos treinta y pocos años viudo y que convivía con la hijastra de su matrimonio, una joven de quince años rota por el dolor de la pérdida reciente de su madre. Desde el principio sospeché de la atracción por la joven y todos los datos me fueron poniendo sobre la pista, siempre que mis colegas me derivan casos lo hacen porque fracasaron en todos los intentos. Aquel hombre, en otros tiempos atractivo, lucía la imagen de la desolación y el abandono, ya sabes… el rol de la melancolía. El caso es que sometido a hipnosis y una vez superado el estado cataléptico lo situé en su propia casa con su hijastra, y a esta le dote de un halo de mujer, una imagen distinta y que él se negaba a ver o reconocer, aquella chica aparecía seductora, y aprovechando una siesta comenzaba a succionar su miembro entre gemidos y explicaciones de que lo deseaba como esposo. Discúlpame pero no se me ocurría otra manera, mi imaginación sexual es muy limitada como terapeuta, el caso es que aquel hombre comenzó a gozar realmente en una forma que ni imaginas, estábamos solos en mi consulta y bajo el pantalón no disimulaba una erección enorme. Se contoneaba, mordía los labios, y debía ir retrasando la excitación si no quería verme en dar penosas explicaciones cuando despertara sobre la huella en su pantalón de la eyaculación. Decidida bajé su pantalón, ya sabes que los pacientes bajo hipnosis profunda no se dan cuenta de nada, y para mi sorpresa apareció un pene de un tamaño descomunal que me impresionó. Llevo más de un año divorciada, en ese tiempo no he tenido relaciones sexuales, no es que este desesperada, incluso lo llevo bien, solo que aquella escena me pilló a traición.

Con muy poca ética por mi parte me sorprendí levantándome la falda, bajando mis bragas y situándome en el lugar de la chica introduciéndome aquel pene en la forma más salvaje, tuve dos orgasmos como no había tenido en mi vida. Después aquel hombre despertó sin tener conciencia de nada ni recordar lo sucedido, y quedó citado para otra sesión en la que volví a repetir lo mismo. Hoy gracias a dios está completamente curado.

-Eso que haces no es ético en absoluto y lo sabes. Para empezar deberías haber empezado por avisar a tus pacientes sobre la nueva terapia y de que se trataba.

-Por favor, no te he llamado para oír el sermón, eres mi amigo, necesito alguien en quien confiarme no un juez. El caso es que aquella situación me dejo fuera de sí y comprendí que dentro de mí misma habían situaciones poco conocidas, deseos ocultos que paradójicamente yo solucionaba a los demás pero nadie podía solucionarme a mí misma. Te conozco de sobra, estás soltero como yo. No te estoy planteando que tengamos sexo, ni siquiera una relación, estamos por encima de eso creo, quiero que compartas conmigo estos trabajos pese a rozar la ilegalidad y la inmoralidad más escandalosa, que seas mi cómplice, mi ayuda, mi amigo. No tengo nadie que me pueda hipnotizar, evidentemente yo no puedo hacerlo, en dos semanas podría enseñarte todos los secretos y estarías perfectamente capacitado, te pido el favor que lo hagas conmigo, que me lleves al mundo oculto de mis deseos y fantasías mas reprimidas. Tengo tanta, tanta confianza en ti que sé que puedo estar tranquila y no serias capaz de abusar de mí mientras lo hago. Por favor, te necesito, eres la única persona en el mundo a quien le pediría algo así. A cambio te ofrezco mis trabajos sin ningún tipo de reservas, mis pacientes, juntos podremos explorarlos, trabajar... tengo pacientes, mujeres terriblemente hermosas, podrás quedarte a solas con ellas el tiempo que desees.

Aquella mañana no fui a trabajar, llamé por teléfono simulando una gripe y me quedé en la cama saboreando aquella charla. La imagen de Nuria, hermosa y congelada en los años, su aparición espectacular, teatral, y especialmente única como siempre me había dejado en un estado de asombro. Evidentemente acepté la propuesta, no era ningún imbécil, la legalidad y la moralidad establecida no era algo que fuera demasiado con mi forma de ver la vida. Más o menos en los casos de necesidad la ley otorgaba al padre necesitado la escusa en el robo de alimentos de primera necesidad para su familia, así que más o menos yo me otorgaba aquella dispensa social por el estado de necesidad personal. Sin darme cuenta mi mano ya estaba bajo el calzoncillo y me estaba masturbando con la escena de Nuria y su labio torcido al revivir la historia que tanto la apenaba, eyaculé escandalosamente sobre las sábanas.

Un mes después al que precedieron clases y clases de las técnicas aprendidas por Nuria, discusiones, estados de nervios, y abandonos de medio día en los que parecíamos de nuevo estar entre aulas discutiendo e insultándonos sobre los distintos puntos de vista, por fin llegó el día soñado de la primera práctica. Si íbamos a ser inmorales, ilegales, se trataba de hacerlo bien y dentro de nuestra más estricta ética, así que me quedé encerrado en el pequeño cuarto contiguo a su despachito esperando que entrara su paciente. Oí cuando saludaba, oí las primeras frases convencionales, incluso por una pequeña hendidura pude ver una mujer de formas hermosas, morena, esbelta, que lloraba a lágrima partida en los quince primeros minutos sobre el abandono de su vida y lo vacío de esta. Llevaba una falda de tubo que alcanzaba hasta las rodillas y su pecho no era demasiado prominente, su cara pese a mostrar el resto de la depresión era atractiva. Nuria comenzó a sumergirla en el estado de catalepsia previo a la hipnosis, al poco tiempo cayó en el estado de vigilia, en ese punto me abrió la puerta y me pidió que me sentara en silencio junto a ella. Mientras elaboraba todas las técnicas que yo recién había aprendido observaba aburridamente su despacho, sus cuadros y litografías, para Nuria el arte era todo aquello que tuvieran manchas llamativas y un nombre conocido, y las figuritas decorativas que adornaban sus estanterías eran formas en barro tremendamente retorcidas, siempre sospeché de la analogía de las personas con sus objetos decorativos.

En ese punto me hallaba cuando Nuria llevándose el dedo a los labios que me indicaba silencio torció su gesto y adoptó una sonrisa pícara, tomando un alfiler punzo el brazo de aquella mujer para asegurarse que estaba perfectamente hipnotizada, y comenzó a desnudarla ante mí.

Era el mejor regalo, la paciente que ella misma había elegido para mi primera práctica, una vez estuvo completamente desnuda mostró un vello púbico enorme, asombroso, y unos pechos terribles y apetitosos. Nuria comenzó a llevarla a la escena de un amor clandestino, un sobrino de diecisiete años, los labios de la mujer se entreabrieron lascivos y su lengua comenzó a humedecerlos, a contonearse por las caderas sobre el sillón, a lubricar su vagina. Sin dudarlo aquella psicóloga de pocos escrúpulos abriendo los labios vaginales de su paciente me mostró como había empezado a lubricar.

-Desnúdate si quieres.

Pese a que estaba erecto me negué, aun no me sentía preparado, así que un signo con mi cabeza le bastó para proseguir con su paciente. Aquella mujer repentinamente se volteó sobre la silla y nos ofrecía su hermoso culo, mágicamente aparecía abierto, empujaba adelante y atrás como si realmente la estuvieran penetrando. Resultaba difícil imaginar que realmente no tenía nada detrás, su boca abierta, su gesto lascivo, su mandíbula arqueada, sus pezones terriblemente erectos, todo, todo, en la forma real de quien está gozando de su amor. La respuesta fisiológica de su ano era increíble, aparecía abierto y dando convulsiones, pequeños guiños. Aquella escena proseguía, la mujer descansaba de un supuesto orgasmo, recogía su gesto y bajaba la cabeza con pudor, con gozo recogido en los labios y simulaba descansar abrazada con su amor, al poco tiempo comenzaba de nuevo.

En ese momento Nuria me pidió por favor que comenzará con ella la experiencia, que no lo dudara un solo momento. Abrió su cajón y me entregó un sobre cerrado, correspondía a su mundo de sensaciones planeado cuando entrara en hipnosis.

Comenzamos con la escena de fondo de aquella mujer, ahora simulaba besarse apasionadamente con su amor, su piel lucía pequeñas zonas rojizas en la forma de quien ha tenido un goce tremendo. Nuria siguiendo sus propias enseñanzas cayó rápidamente en el estado letárgico, y de ahí y mientras atravesaba las fronteras de la hipnosis fui pensando en el contenido del sobre. Tenía en mi mano la llave de sus secretos, suponía que se trataba de un mundo oculto de mujeres quizás, o de varios hombres, o de escenas abyectas. Cuando entró en ese estado que se suponía indefensa fui más allá de la supuesta comprobación con el alfiler y quemé su tobillo con mi cigarro sin que se inmutara. Traicioné su confianza y por fin, en mis manos y desvalida la fui desnudando poco a poco, nunca la había visto desnuda y lejos de decepcionarme asombró todas mis expectativas. Aquella situación era un sueño, dos mujeres hermosas desnudas ante mí, dos esclavas que me darían todo el placer del mundo, me desnudé y tomando mi pene con la mano dudaba sobre si pasarlo primero por la paciente o por la boca de la propia Nuria cuando decidí abrir el sobre, mi cara entonces se quedó lívida, blanca, mi tono muscular cayó repentinamente, mi tensión cayó tan escandalosamente que temí desmayarme y necesité tomar asiento, la carta decía así:

-Juan, perdóname, seré breve... ahora estoy a tu merced, poco te conocería si no supiera que a estas horas ya me has desvestido y volcado tu primera eyaculación sobre mi paciente. Que ha sido, en su boca? en su sexo?... su trasero?... la boca verdad? Es justo que yo esté ahora en tus manos, mi fantasía es esta: Quiero ser tuya, te amo y te he amado siempre, mi hijo es tuyo.

No estoy loca, recuerdas aquel día de Navidad que tomamos café en tu casa?... haz las cuentas y los números. No fue el licor, ya conocía esta técnica, abuse de ti porque te amaba, es justo que ahora hagas conmigo lo que quieras.

Cayó mi erección como caía la tarde, comencé primero a vestirme yo, después a aquellas dos mujeres, especies de maniquíes del mundo absurdo. Dejé el módulo de seguridad activado, una grabación con la voz de Nuria y la mía que haría despertar los pacientes en el caso de que al terapeuta le ocurriera algo. Ambas mujeres quedaron vestidas, peinadas, sentadas en sus lugares de origen, abandoné el despacho y caminé en silencio por la pequeña avenida. Necesitaba pensar, aterrizar. Nunca han tenido esa sensación de lograr lo que siempre amaron?, cómo es?... verdad que es una mezcla extraña entre alegría y melancolía espesa? No sé a ustedes, a mí solo me apetecía estar solo.

Notas sobre 'Hipnosis'.

La Hipnosis o provocar el estado de sueño de manera artificial (en el fondo no es otra cosa distinta de eso) suscita y calienta la imaginación humana más allá de donde realmente es posible, ha dado lugar a un buen número de películas e historias de ficción y posibilitado una serie tan enorme de mentiras como de incapacidad atribuible al supuesto y oscuro fenómeno que distorsionado solo resulta un espectáculo propio del circo, o un programa de televisión petardo.

El precursor de los fenómenos de la hipnosis es Mesmer, un aristócrata que en el siglo xvii descubrió el 'Magnetismo Animal' e incluso hoy tiene algunos seguidores, pero más o menos la Hipnosis como ciencia es al Mesmerismo como la Química lo es a la Alquimia.

Los estudios determinantes y tal como conocemos hoy en día esa práctica proceden del siglo xix por Charcot y la escuela de la Salpetiere (Paris, Francia) en la que llegaron incluso a realizar alguna operación de extracción dentaria sin anestesia con la insólita proyección de un haz de luz de color azul.

Personalmente las pruebas y estudios realizados con la técnica expresada en pacientes epilépticos dieron resultados insospechados, y todos los estudios recientes y autorizados recelan tremendamente de algunos fenómenos colaterales al propio hecho hipnótico como el de las regresiones (pero sobre esto último habría mucha literatura que volcar).

Lo cierto es que bajo hipnosis ningún sujeto hace nada que voluntariamente no desee hacer, y que de manera más que evidente resulta más que indicado como perfecto catalizador en las terapias más agresivas sobre represiones del individuo de manifestaciones o matices patológicos.

(9,13)