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40.1 Confesión innecesaria

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Elie me tiene perfectamente documentado todo lo sucedido durante la semana, y prácticamente es leer su informe para volver a entrar en la rueda del trabajo como si no hubiera faltado de mi puesto.

A la mañana he entregado al padre de Ray el regalo que le compré en Londres para que le lleve, y el dinero que ha gastado en lavar el coche y cargarlo de combustible. Le doy las gracias por las flores, pero me dice que fue Rayhan el que las trajo. Solo espero que le guste el regalo y que sea de su agrado.

Al salir de una de las reuniones mi jefe me ha hecho esperar para hablarme sobre lo que ha visto en UK cuando estuvo el jueves, Elie lo ha escuchado y a la vuelta al despacho me comenta que hay gente que no ve bien el trato preferencial que dan en la empresa a los graduates como yo, pero yo no tengo la culpa, los programas son así y no sabemos los motivos que mueves a los que los preparan.

La temperatura ha subido mucho, he visto brotados los pimpollos en algunas plantas del jardín esta mañana, se nota que la primavera se acerca.

A las once de la mañana recibo una llamada de Gonzalo, me ha dejado un mensaje porque estaba en una reunión y entonces apago el móvil. Mañana marchará para España, tiene que trabajar allí y llevará a María y Raúl.

Le devuelvo el mensaje para pedirle que no me llame más que de doce a trece o a las tardes, salvo que sea por un asunto urgente.

Posiblemente no le gustó mi respuesta, a las doce, antes de entrar al comedor, recibí un mensaje de él para decirme que quería hablar conmigo y que le llamara cuando pudiera. Cuando escuché su voz no parecía enfadado, todo lo contrario, sería que deseaba complacerme y no interrumpir mi trabajo.

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Cuando he salido de casa el padre de Ray ha venido hasta mí, para agradecerme el regalo que le traje a su hijo, que un día vendrá para estar conmigo y saludarme. Es un bonito detalle por su parte, pero el chico ya me lo ha agradecido con una llamada de móvil.

Habíamos salido de la piscina y estábamos en los vestuarios, Rafael continuaba con sus juegos con los muchachos que allí estaban, me divertía ver sus bromas y juegos con los chicos aunque yo no fuera muy participativo, cada día estrechaba más sus lazos de amistad, y al no estar yo la semana pasada, parece que había pasado mucho tiempo con ellos.

Los chicos le querían y sí, eran más jóvenes que él, pero su jovialidad y alegría les hacía parecer iguales. Pensé que un grupo de chicos así era lo que le convenía a Jean y no la soledad de su casa, no sabía cómo se llevaba con la gente de su colegio, si tenía amigos entre sus compañeros, la verdad no sabía nada sobre él, ni de su vida.

-Ahora, después de vestirnos vamos a la cafetería, esta vez no te escapas, tengo que contarte algo y parece que me esquivas.  –se estaba colocando sus deportivas y con las prisas que parece que tenía había dejado sus juegos.

-Estaremos más tranquilos, y no es cierto que no quiera escucharte, seré todo oídos, por tu empeño debe ser muy importante.

Pedí un té con leche que estuviera muy caliente y me senté en una mesa esperando a que Rafael trajera las bebidas, yo me ocupaba de las bolsas.

Le veía indeciso y me dirigía furtivas miradas. Quise echarle un cable al que se agarrara para que comenzara a hablar.

-¿Cómo ha sido tu semana?  -se quedó pensativo un momento.

-No es muy apetecible el andar por la calle estos días de noche, los grupos extremistas hace barbaridades provocando en todo momento y la gendarmería detiene a la gente por cualquier tontería, sobre todo a estudiantes con rasgos árabes, y los españoles no estamos muy lejos, aunque yo me salve.  –creo que no es este tema del que le interesa hablar y que siente apuro de comenzar.

-Cuéntame, saca de tu cabecita lo que tanto te desazona.  –revolví su pelo en una suave caricia que le hizo gracia, pero retiró su cabeza llevándola hacia atrás en un movimiento reflejo queriendo acomodar el pelo que le caía en la frente.

-El otro día me dio recuerdos para ti ese tipo que suele estar en la disco.  –comenzó a describírmelo.

-¿Faustin?, ¿el madero?, muy, muy interesante.  –le dije con sarcasmo.

-No te rías, te lo he dicho para que no se me olvidara, pero no es eso de lo que quería hablarte.  –parece que se había molestado por mi burla.

Sujeté su mano en una muda disculpa.

-¡Venga!, cuéntamelo.

-Es sobre tu amigo Evans.  –se pone nervioso y un poco rojo.

-¡No! No me digas que lo que estoy pensando puede ser verdad. ¡Te interesa!

-¿Me interesa? No lo sé, puede ser, el miércoles estuve hablando con él, fue cuando me habló el “madero”, el sábado volvimos con Natalia y Evans se presentó en nuestra mesa para saber si estábamos bien, eso no lo hace más que cuando estás tú. Estuvo poco tiempo, parece un tipo muy ocupado y al marchar me pidió que fuéramos a comer el sábado.

Le miraba muriendo de risa y curiosidad. pero sin que él lo notara, no deseaba molestarle tomando a broma lo que para él parecía ser tan serio, por una vez estaba preocupado por algo.

-¿A ti que te parece? Quiero decir que tú le conoces y no sé si ha habido algo entre vosotros.  –me reí en este momento.

-Rafael, no todos mis amigos terminan en la cama conmigo.

-No me importa eso, quiero decir que en todo caso tú le conoces muy bien, no sé lo que hacer.

-Vaya, no quieres un polvo rápido con Evans, eso quiere decir que te interesa bastante. Ya has aceptado el ir a comer con él, aprovecha y conócelo. Todo lo que yo te pueda decir de él será bueno, para mí lo es.  –mi pobre Rafael, cuanto amor tiene para entregar, se queda callado mientras bebe de su vaso.

-¿Iremos mañana a la disco?

-Te lo iba a pedir, quiero saludar a mi amigo. Mira Rafael, Evans es muy reservado para sus cosas y lo que conozco de él es porque ha ido surgiendo a través de los días y el contacto que mantenemos, nunca me ha hecho confidencias. Te puedo asegurar, sin embargo, que es un magnífico amigo, como pocos y que nunca pide nada.

Cuando llegamos al estudio me besa en los labios, pero no hace intención de quedarse, se despide en el portón, podíamos haber seguido hablando, pero aprovecharé para hacer mis cosas mientras escucho música.

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Llegamos temprano a la disco, antes de que se llene de público. Nos sentamos con Telmo y otros compañeros suyos, estamos hablando hasta que llega Evans, me aparta del grupo y noto la mirada que cruza con Rafael.

Evans no es de los que participa en grupos de charla, se deberá a su trabajo o querrá mantener la distancia con los empleados.

La charla se prolonga, tengo tantas cosas que contarle y para estar más tranquilos subimos a su despacho. Pasamos mucho tiempo hablando y explicando lo que ha pasado con Gonzalo.

-Me alegro por ti…, ¿y Nico?, ¿qué opina de todo esto?  -ha terminado por apreciarle y es lógico que le preocupe la reacción de Nicolás, sabe y recuerda lo bien que acogió a sus amigos en su casa donde aún continua Lorian.

-Quiero ir esta semana para hablarlo personalmente con él, seguro que ya sospecha algo, además de que siempre he sido sincero, conoce todo lo que ha habido entre Gonzalo y yo.

Y así va transcurriendo el tiempo hasta que me abre su corazón, o deja que aparezca a la luz algo de lo que siente.

-El sábado voy a llevar a Rafael a comer donde Martine, creo que está comenzando a interesarme tu amigo español.  –me acerco a él para abrazarle.

-Evans, ¿te gusta?, no sabes lo que me alegra.  –le beso en la mejilla y me le quedo mirando. Le veo siempre tan serio y a Rafael tan alegre, traerá cosas buenas a su vida, lo que sea.

Cuando bajamos algunos de los chicos han comenzado a bailar para ir animando la fiesta, en la barra encontramos a Telmo, está solo y dice que esperando a Faustin que ha ido al baño, siento siempre una cierta amargura cuando veo a este muchacho siendo utilizado por el poli que no está mal, físicamente es atractivo, aunque no sea mi tipo. No debía preocuparme, total es un cliente más de los muchos que pasan por el local y si no fuera él sería otro.

Antes de ir a la pista de baile, donde ya debe encontrarse Rafael, hablo con Telmo, Faustin se aprieta contra mi sin disimulo.

-Daria algo bueno por tener este culito.  -desconozco si Telmo ha llegado a escuchar sus palabras, pero si su risa porque le mira extrañado, me separo de su atrevida entrepierna que siento ya preparada de antemano, o es que mi presencia le excita demasiado.

Me despido de ellos sin llegar a contestar sus palabras y busco a Rafael que baila con un grupo de gente. Nos divertimos un rato hasta que le pierdo de vista.

En la Gran Plaza, nos despedimos hasta el día siguiente, continúa mostrándose cariñoso y me besa, no hablamos porque para mí es tarde.

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A la hora de la comida hago una llamada a Nicolás para decirle que me gustaría pasar el fin de semana con él pero en París, temo el que estemos solos en Dunkerque como él sugiere.

-Creo que en París lo pasaremos mejor y puedo ver a mis amigos, si a ti no te importa.  –su voz suena en un principio algo desilusionada, enseguida recupera su tono normal.

-Como tú quieras, lo importante es que podamos estar juntos, podemos salir a la noche, le diré a Thomas para que prepare algo de fiesta.

A la tarde cuando llegamos al estudio Ray me está esperando, se abre su anorak para que vea la camiseta que lleva debajo de él.

-Solo me la he colocado para que la veas, gracias por tu recuerdo.  –aprovecho para abrazarle y robar un momento el calor que despide su fuerte cuerpo.

Rafael le saluda tendiéndole la mano, cuando Ray se la va a coger, en un gesto que me gusta, se abrazan, es Rafael el que abre sus brazos, mi morenito no se hubiera atrevido a tanto.

Hablan entre ellos del ambiente tan tenso que se vive en las calles los días de fiesta, mientras tanto voy colocando mis cosas, oyéndoles su charla.

-El jueves te vi, estabas con un grupo de amigos, tenéis que tener cuidado, van a por vosotros y cuando la gendarmería interviene ya sabes para quienes van los golpes.

Toman una cerveza y le pido a Rayhan que me prepare uno de sus tés tan ricos.

-Mañana marcho a París para pasar el fin de semana.

-No te preocupes, tengo tiempo y me ocuparé de tu coche, igual consigo que Denís me acompañe.

Después de una hora hablando marchan los dos juntos, les veo avanzar por el patio charlando animadamente.

Rafael no me ha realizado comentario alguno sobre Evans, espero y deseo que todo les vaya bien, mi amigo necesita compañía más cercana que la mía.

Llamo a Gonzalo para comunicarle mi deseo de ir a París el viernes, quiere acompañarme, pero le convenzo de que en esta ocasión es mejor que vaya solo, quisiera estar con él, desplazarme a Londres o que él me visitara, tengo una ilusión loca de recuperar el tiempo perdido.

No debe de ser de la manera que deseo, tengo que resolver mi situación con Nico definitivamente, saber cómo queda emocionalmente, es un hombre al que nunca podría causar daño si puedo evitarlo. Le quiero, ha llegado a ocupar un lugar en mi corazón muy importante y él se merece lo mejor.

Diez meses de felicidad pasados a su lado no se olvidan fácilmente, y aunque mi amor por Gonzalo es inmenso no pudo dejar de lado a quienes tanto me han dado.

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¡Qué día tan magnífico ha amanecido hoy!, hay alguna nube en el cielo que no lo entristece, lo adorna y la temperatura resulta estupenda. ¿Será la influencia del tiempo, o que tengo mi corazón loco?

Creo que hasta el padre de Ray me sonríe cuando me abre la puerta.

Cuando salgo de una reunión Elie me detiene.

-Se te nota en la cara que hoy es viernes, estas deslumbrante.  –despacio va surgiendo la confianza entre nosotros, y a veces es muy atrevida en sus comentarios logrando sacarme los colores, el otro día quise que me tragara la tierra, cuando dijo delante de un operario algo parecido y el hombre me miró de una forma rara y maliciosa.

-Te ha llamado el director de Barcelona, quiere hablar contigo, lo ha intentado con tu móvil, pero lo tenías desconectado. ¿Quieres que te suba algo para tomar?

-Bajo contigo un momento y así nos dejamos ver, además cuando subes te has entretenido tanto que el té llega frío. –Elie ha entendido la picaresca de mi comentario y se ríe.

Cuando tengo tiempo libre llamo a Joel, quiere decirme que le trasladan temporalmente a Bristol, para una temporada larga, están finalizando unas ampliaciones y como tiene relación con lo de Barcelona, quieren que dirija él todo lo referente a los inicios de la puesta en marcha.

Aunque las cosas entre nosotros van a continuar igual, quiere que tenga sus nuevos datos de contacto. Se tiene que incorporar en su nuevo puesto a primeros de abril.

Había dejado mi equipaje de fin de semana preparado y como tenía tiempo antes de ir a coger el Eurostar me duché y vestí informal para estar más cómodo.

Durante el viaje intentaba organizar en mi cabeza un guión para nuestro encuentro y posterior conversación, resultaba imposible, primero el centrarme y después todo lo que se me ocurría lo veía vano, estúpido y sin sentido.

Me tranquilicé cuando me recibió su amable sonrisa, su abrazo tan cariñoso y su dulce beso en mis labios. Permanecí abrazado a su breve cintura durante largos minutos.

Había venido solo a recibirme y con delicada sutileza, me hacía preguntas sobre el viaje, mi trabajo y la semana de convivencia y como si no tuviera importancia, me preguntó por Gonzalo.

-¿Cómo está llevando lo de Ál?  -le miré en silencio, tenía que contarle tantas cosas, pero sería luego.

-Está rodeado de gente que le apoya y le ayuda, sus abuelos los primeros, María y sus tíos, sus amigos, creo que está bien, como un esqueleto, pero bien.  –quise llevar la conversación a temas desenfadados y alegres, y le referí el bochorno que me había hecho pasar Elie hace unos días.

Me abrazaba del hombro y reía con ganas, y le dije que María y Raúl se casarían el año próximo, se alegró y era tan sincero y genuino el contento que expresaba su cara que me dieron ganas de comerlo.

Era imposible no adorar a una persona así, ¿encontraría a alguien que le quisiera como él se merecía?  Seguramente así sería, un ángel no puede quedar sin recompensa. Sus dos grandes amores le habíamos fallado, primero Marc y ahora yo. Me sentía tan culpable, tan mal, mucho peor que cuando en Navidad le pedí que nos diéramos un tiempo.

El taxi nos dejó ante su casa sin darnos cuenta del tiempo transcurrido, Lorian tampoco estaba en la casa y entonces pregunté por él.

-¿Qué sucede con Lorian?, creía que estaría en casa.

-Estos días viene más tarde, están haciendo fotos para un catálogo de ropas, van retrasados y está un poco loco y estresado, llegará enseguida.

-¿Y qué tal le va?, le miro sentado en la sala, el lugar donde hemos ido al llegar y miro también mi equipaje en la puerta.

-Creo que muy bien, a veces falta un par de días, tienen que salir de París por los escenarios que necesitan para alguna ropa, pero no entiendo, él está entusiasmado, aunque sufra de los nervios.  –mis ojos van y vuelven a mi equipaje.

-Quiero dormir en tu habitación.  –lo digo de pronto cogiendo su mano.

-Por supuesto es tuya, hay muchas y puedo ocupar otra.  -parece hasta tímido conmigo en estos momentos.

-Contigo y con Lorian, nada ha cambiado, estamos los tres solos y mientras siga así quiero que no cambie nada, si vosotros lo deseáis.

Me coge entre sus brazos para estrecharme muy tierno.

-Mi Daniel, siempre con miedo de herir, no es necesario que sea sí, pero lo deseo, ¿cómo no quererlo? ¿sabes cómo te amo?, ¿sabes que quiero verte feliz sobre todas las cosas?  -acariciaba mi cabello y lo besaba.

-Te causo tanto daño y lo siento tanto.  -me separó de él para mirarme muy fijo a los ojos.

-El cariño que me has dado estos meses no tiene precio.  –me besó muy tierno en la nariz.

-Primero fue Marc y ahora yo, no sé si nos podrás perdonar.  -me lleva a su pecho y apoyo mi cabeza en él, como tantas veces lo he hecho buscando su consuelo.

-Es diferente, muy distinto. Sabía, siempre lo supe, que tu amor no era mío, ¿tú sabes cómo me hablabas de Gonzalo siempre que lo hacías? Cualquier cosa que hablabas de él derramabas el amor que sentías.

-Tuve esperanzas que cada día se diluían un poco, y aunque me dolía, quería escucharte que me hablaras de él, porqué Daniel, te brillaban los ojos que me dabas miedo.

Nos vimos interrumpidos por la llegada de Lorian, una presencia impetuosa que vino corriendo a abrazarme y darme besos.

-Quería ir a recibirte, pero no he podido quedarme libre, ¡oh! Daniel, cuánto tiempo sin verte.  –me besaba y acariciaba sin parar ni separarse de mi regazo, Nico nos miraba sonriendo.

-Bueno chicos, ¿salimos a cenar o lo hacemos en casa?  -parece que Lorian era el que lo tenía todo decidido de antemano.

-Nos quedamos en casa, he comprado unas cosas para comer ya preparadas y mañana tenemos compromiso con Alan que vendrá a la fiesta y Tommy que se ha encargado de ella, hoy os prepararé yo la cena.

Seguimos hablando hasta que fuimos los tres a la cocina, me di cuenta del acierto de que Lorian estuviera aquí, daba un aire diferente y más grato a la casa.

Después de comer en la misma cocina, Lorian nos envió al salón mientras él se dedicaba a recoger los platos. Antes fui a dejar mis cosas en el armario de la habitación y a lavarnos la boca.

Cuando Nico terminó se quedó con su cepillo en suspenso, mirándome en silencio mientras y yo cimbreaba mi cuerpo frotando mis dientes con fuerza.

-No pretendo quejarme ni reprocharte nada, pero te voy a extrañar y echar de menos.  –debió ver mi mirada tan lastimera que vino hacia mí para abrazarme.

-Perdóname Daniel, se me pasará y me acostumbraré.  –daba suaves golpes en mi espalda mientras me abrazaba a su cuerpo.

Volvimos a la sala y decidí que era el momento de explicarle lo que había sucedido la semana pasado, lo de Robin no, por supuesto.

Cuando terminé estábamos los dos serios, la tirantez nerviosa presente quedó eclipsada con la llegada de Lorian, se hizo un hueco entre los dos empujándonos con su culo para que le hiciéramos sitio en el asiento, jugaba como un niño haciéndonos zalamerías, me incliné para besarle en la frente, sujetó mi cabeza y me la llevó para besar mis labios.

-Parece que estáis enfadados.  –colocó sus piernas sobre las de Nico y sobre las mías su cabeza, agarró el mando de la televisión y la puso en funcionamiento.

Fuimos tomando las bebidas que nos había traído, comenzó a jugar con sus pies en la entrepierna de Nico y a mover su cabeza encima de la mía. Entendí su indirecta y le miré para ver su sonrisa de pícaro granujiento.

-Creo que estaríamos mejor en la cama, podremos descansar.  –le digo lo que está deseando que suceda, se levantó dando un salto y se encaminó al pasillo.

-Es la mejor propuesta, tenemos que correr mañana e igual encontramos a Alan en el parque.  –hemos dejado a Nico apagando las luces y Lorian comienza a desnudarse.

-No, espera, déjame que sea yo.  –me acerco a él y le abrazo buscando su boca, rodea mi cuello con sus brazos y enreda sus piernas en las mías desestabilizándome, doy unos traspiés y consigo mantenerme en pie, cuando separa su boca de la mía es para reír y volverme a besar goloso en mis labios.

-¡Qué bien tenerte con nosotros otra vez!  -Nico se había sentado en un lateral de la cama y ahora se levanta para envolvernos a los dos en sus brazos.

-Estáis chiflados los dos. –dice que estamos locos, pero nos besa alternando nuestras caras y bocas, está adorable y además se ha afeitado.

Cambiamos una mirada de complicidad y entre los dos le tiramos sobre la cama, y con risas que nos ahogan nos tiramos sobre él para comérnoslo a besos, unimos los labios de los tres mientras Nico nos rechaza, jugamos un rato largo hasta que todo se va haciendo más dulce y suave, las caricias a nuestros cuerpos se hacen presentes, le vamos desnudando y besamos y mordemos lo que va quedando a nuestra vista.

Nico se deja hacer y luego se coloca de rodillas y vamos denudando a Lorian, parece que tiene cosquillas y como si nuestras miradas tomaran contacto con él haciéndole reír, se porta como un niño travieso.

Su pene mira hacia el cielo y lo intenta tapar con sus manos, lo miro embelesado y llevo mi mano hacia él, cuando lo tomo suspira, pierde su sonrisa para morderse el labio. Acerco mi cara y su olor me llega, a bebe, sigue tan fino y blanco como lo recuerdo, es tan delicado, tan tierno que temo dañarlo, lo meto en mi boca y emite un quejido.

Estoy de rodillas ante él y Nico detrás de mi acaricia mi cintura, tira de mi ropa para quitármela y le ayudo estirando mis piernas, o mis brazos para que me deje desnudo como ellos.

El blanco falo no llena mi boca, casi puedo tragarme sus huevos además de su polla, se mueve con suavidad follándome la boca, me escurre la saliva que cae sobre sus testículos y luego la recojo con mi lengua.

Noto como Nico lame mi culo y lo abro para que haga lo que quiera. Yo meto mis dedos en el de mi dorado niño de piel marmórea.

-Fóllame Daniel.  –abre sus piernas y voy penetrando su ano, cuando estoy en su interior, profundamente metido, le beso y juego con su lengua hasta que nervioso me la muerde. Detrás de mi Nico rodea mi cintura con sus brazos y apoya su velludo pecho en mi espalda, su polla inmensa golpea mis huevos a la puerta del culo de Lorian, abro mis piernas sabiendo lo que pretende.

-Te la voy a meter.  –su voz suena profunda y ronca.

Gimo dolorido en la boca de Lorian cuando su glande me traspasa, saco un poco mi verga para subir mi culo y favorecer su entrada en mi ano.

Comienzo a sudar entre ellos y permanecemos los tres parados, yo besando la dulce boca de Lorian con mi verga dentro de él y Nico mordiendo mi cuello con su vergón que me rompe por dentro.

Nico comienza a entrar y salir de mí y yo le sigo intentando hacer los mismos movimientos, reímos un poco nerviosos al ver que no conseguimos sincronizarnos, pero es un momento.

Tengo que estar soportándome sobre mis manos para no ahogar a Lorian con nuestro peso y aunque Nico está de sorillas a veces se soporta en mí.

Esas ligeras molestias no son nada ante el placer sublime del roce de mi polla en el recto de Lorian, y las sensaciones placenteras y a veces electrizantes, de la verga de Nicolás en mi recto

Estoy doblemente disfrutando y acariciado por cuatro manos que no descansan en su pasar por mi acalorada piel.

Al cabo de diez o quince minutos de entrar y salir de él y olvidando mí placer, veo a Lorian como abre su boca en ahogos y su mano llega hasta su pene para moverlo hasta que su leche sale de él sobre su blanco vientre.

-Para un momento Nico.  –lo que quiero hacer exige que levante una mano. Recojo el semen del abdomen de Lorian para llevarlo a mi boca, es muy fino y sin consistencia, como si fuera un abundante precum lo que hubiera expulsado sus testículos.

-Lorian, todo tú estás riquísimo.  –ambos han visto mi maniobra y sacan una risita queda. Recoge él mismo su semen para lamerlo y le ofrece a Nico, ya lo hemos probado los tres.

Unos minutos más tarde somos nosotros los que nos vamos, nos corremos en un pequeño intervalo de tiempo, Nico primero con sonidos muy roncos y gruñidos empujando sin cesar, y yo en silencio porque me quedo sin respiración y suspendido en un espacio donde solo hay placer y gozo.

Es grandioso correrse en el culo de un chico y que a la vez te llenen el tuyo, creía que moría en aquel momento y aunque quería gritar solo salieron lágrimas de mis ojos, lloraba de placer, no podía creerlo.

Mi verga fue abandonando el culo de Lorian, saliendo por que se deshinchaba, pero la de Nico continuaba tan gorda y dura como al principio, la sacó de mí y cayo mirando al techo.

Lorian se inclinó y metió la polla de Nicolás en su boca mamando con gusto y desesperado, me uní a su mamada, él no metía más de la mitad de la verga y yo podía meterla entera, estaba disfrutando de ella y de escuchar a mi chico suspirar y gritar algunas veces. Lorian dejó de morder sus testículos y me retiró de la verga, se sentó sobre su vientre y con su mano se la fue metiendo.

Comenzó a subir y bajar sobre la polla metiéndola hasta el fondo, follándose él mismo moviendo con maestría sus caderas, hasta que comenzó a tener espasmos que movían su cuerpo. Nico elevaba su pelvis para no perder el contacto y se metió empujando como si se rompiera, se quedó en el aire derramándose dentro de Lorian, aún en esa postura era tan varonil su pose, tan poderoso su empuje, tan de macho los gritos que se escapaban al poseerle que mi cuerpo se estremeció y estuve a punto de eyacular.

Cayó sobre el pecho de Nico, los dos sudorosos y sin fuerzas, mi mano pasó a acariciar el culito redondo y rotundo de Lorian y el pedazo de verga de Nico que quedaba fuera de él, y sus testículos que seguían moviéndose como si continuara descargándolos.

Estuvimos así un tiempo, ellos respirando con dificultad y yo besando las sudadas pieles.

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